La Flota del Mar Negro en la guerra de Ucrania (III):

Operaciones de combate de la Flota del Mar Negro rusa en 2022

Ataque ucraniano a los buques de desembarco rusos en el puerto de Berdiansk. Fuente - Telegram.
Ataque ucraniano a los buques de desembarco rusos en el puerto de Berdiansk. Fuente - Telegram.

El 24 de febrero del 2.022 las fuerzas de la Federación Rusa iniciaron acciones de combate contra la Ucrania, tras una serie de meses de amenazas y de concentración de fuerzas militares en sus fronteras. Aunque suponemos que Rusia se planteaba una rápida operación militar que concluyera con la claudicación del Gobierno de Kiev y la aceptación por parte de este de una nueva anexión de territorios y de nuevos acuerdos entre Kiev y Moscú, favorables a esta última, lo cierto es que la conjunción de una serie de factores, llevaron a detener el ímpetu inicial de las fuerzas rusas, hasta el punto de que Ucrania ha sido capaz, tras un año de guerra, de recuperar parte de los terrenos perdidos, y de poner en entredicho la capacidad de combate del Ejército Ruso.

La Guerra de Ucrania es una guerra eminentemente terrestre en la que la mayoría de las operaciones han tenido o están teniendo lugar en dicho dominio. Eso es algo claro y obvio, sin embargo, el aspecto naval de dicha contienda no debe obviarse ni minusvalorarse. Una de las principales razones por la que no se podía esperar que el frente naval tuviera una importancia relativa, era la carencia por parte de Ucrania de una Flota de Combate, algo que a priori podía haber potenciado la actuación de la Flota del Mar Negro, pero que a la postre ha resultado justo en todo lo contrario.

Así las cosas, las operaciones de combate se iniciarían el mismo 24 de febrero con una fuerte participación de la Armada Rusa en diferentes escenarios del Teatro de Operaciones. Por un lado en la Isla de las Serpientes, una pequeña formación bajo control de Ucrania a 45 kilómetros de las costas de este país y de las de Rumanía, en el noroeste del Mar Negro. Dicha isla es un punto estratégico en dicho mar y su toma por parte rusa servía para afianzar el bloqueo naval sobre las rutas marítimas ucranianas, apoyando el esfuerzo de guerra ruso y ahogando aún más a Ucrania.

La guarnición de la isla, formada por guardias fronterizos, se enfrentaría a la presencia del crucero «Moskva» y el patrullero «Vasily Bykov», que les conminaría a rendirse, con la ya famosa respuesta de la guarnición ucraniana. Posteriormente se iniciaría un fuego de artillería desde los buques rusos, hasta que la Isla fue tomada por unidades rusas.

Un poco más al norte, frente a las costas de Odesa, el principal puerto ucraniano, se congregaría también una potente fuerza compuesta por el principal componente anfibio de la Flota del Mar Negro. Mientras el Ejército Ruso traspasaba las fronteras ucranianas en toda su extensión, se esperaba por parte de la comunidad internacional una operación anfibia, ya que esto estrangularía económicamente a Ucrania, y crearía un nuevo frente al suroeste del país. Sin embargo, y por motivos que aun no están del todo claros, el desembarco no llegaría a producirse, manteniéndose las unidades de la Flota del Mar Negro su presencia -y la amenaza- en torno a Odessa, durante los siguientes días y hasta final de dicho.

El asalto del Ejército Ruso logró la captura de una gran cantidad de unidades de la Armada ucraniana, especialmente en el área de Berdiansk y Mariúpol, en donde varios buques -la mayoría de pequeño porte- cayeron bajo poder ruso. Especialmente remarcables son las unidades de la clase artillada Gyurza-M, de las cuales dos fueron apresadas en Mariúpol y otras dos en Berdiansk, pasando posteriormente a prestar servicio con sus captores. Se estima que cerca de una docena de unidades ucranianas fueron capturadas en los primeros compases de la guerra, existiendo, aun hoy día, grandes dudas respecto a cuáles continúan operativas y cuales fueron completamente destruidas.

Más allá de esto, también se estaba por entonces pendiente del destino del Escuadrón del Mediterráneo ruso; si hasta la fecha operaba en diferentes formaciones por distintas zonas de este mar, se había congregado de forma llamativa, con todas sus unidades, frente a la Base Naval siria de Tartus, posiblemente por dos razones: 1) en espera de cualquier tipo de reacción por parte de las unidades de la OTAN en la zona y; 2) buscando rebajar la tensión con Occidente al estar todos los buques juntos y con ello ser fácilmente localizables, lanzando así el mensaje de que no había intención, al menos entonces, de enviarlos al Mar Negro. El Escuadrón Mediterráneo estaba formado, en ese entonces por: dos cruceros Slava, dos destructores Udaloy, dos fragatas, una clase Admiral Grigorovich y otra clase Admiral Gorshkov, una corbeta Buyan-M, dos submarinos clase Kilo 636.3 y diversos buques logísticos, remolcadores y de menor porte. Una agrupación naval que era, en esos momentos, la mayor fuerza naval de la Federación Rusa fuera de sus fronteras.

En la noche del 25 de febrero unidades de la 197ª Brigada de Buques de Asalto llevaron a cabo el desembarco de unidades de Infantería Naval y del Ejército unos 70 kilómetros al oeste de Mariúpol, en el Mar de Azov, con la intención de apoyar las acciones de combate en dicha zona. De esta operación existe escasa información disponible, pero forma parte de la doctrina rusa del apoyo de la Armada al Ejército, y debería haber sido una constante en todo el frente. Sin embargo, parece ser que es la única operación de esta índole, de un mínimo de entidad, llevada a cabo durante todo el conflicto.

Tres días después, el 28 de febrero, Turquía determinó el cierre de los Dardanelos y del Bósforo, según el Tratado de Montreux, para todo buque de guerra. Una decisión que dejó a la Flota del Mar negro sin poder recibir unidades navales de refresco en caso de pérdidas o bajas por razones mecánicas. Por la misma razón, los buques desplegados con la Escuadra del Mediterráneo no podrían retornar a sus unidades orgánicas, teniendo que ejecutar travesías más largas hasta las Flotas del Norte o del Báltico. Todo esto complicó la operatividad y funcionalidad de la Flota del Mar Negro y las operaciones contra Ucrania. Curiosamente, como ocurrió con muchos otros aspectos de esta guerra, Moscú no considero seriamente la posibilidad de que esto llegara a suceder.

Otro escenario afectado por este movimiento serían las unidades rusas desplegadas en Siria, ya que su principal ruta de abastecimiento logístico era a través de estos estrechos, quedando ahora limitado a los suministros por vía aérea o bien los marítimos desde regiones más alejadas, o través de buques mercantes. En definitiva, todo ello poniendo graves problemas a dichas unidades.

En los primeros días de marzo se confirma el destino del buque insignia de la Armada Ucraniana. La fragata «Hetman Sagaidachny», clase Krivak III, que se encontraba en el puerto de Mikolaiv en periodo de mantenimiento, es hundida por su propia tripulación, ante la incapacidad de hacerse a la mar y evitar caer en manos rusas. La salvación de esta unidad para la Armada Ucraniana hubiera resultado un revulsivo para las operaciones navales, sin embargo, aun en el caso de haberse podido hacer a la mar, hemos de suponer que hubiera sido el principal objetivo de la Flota del Mar Negro y la Fuerza Aérea rusa, aunque visto el posterior desarrollo de las operaciones navales y aéreas, todo queda en el aire.

Unas semanas después, el 14 de marzo, el Ejército Ruso anunció oficialmente que el puerto de Berdiansk comenzaría a ser empleado como punto de desembarco logístico para la ofensiva rusa, convirtiéndose en un nodo de vital importancia para la logística rusa, ya que hasta ese momento se encontraba dividida en una línea a través de Crimea y el puente de Kerch por un lado y desde el Donbáss por otro. Así pues, la ciudad, que se en encuentra en el punto intermedio de los dos frentes, permitió que los suministros fuesen entregados con mayor celeridad, labor a cargo de los buques de la 197ª Brigada.

Poco más adelante en el tiempo, apenas una semana después, las formaciones navales rusas volvieron a hacer acto de presencia, con un importante componente anfibio, frente a las costas de Odessa, retomando además el bombardeo naval con total impunidad, aunque esta no duraría siempre.

El 24 de marzo, en torno a Mariúpol, miembros del Batallón Azov lograron un impacto contra una lancha de desembarco clase Raptor rusa, con un sistema antitanque 9M113 Kornet. Se reportarían dos heridos por el ataque y el buque sería remolcado para reparaciones a puerto ruso, quedando inoperativo para posteriores operaciones.

Dos días después se produciría la primera de las principales acciones contra la Flota del Mar Negro por parte de Ucrania, generando de paso numerosas preguntas sobre la doctrina operacional de la Armada Rusa en este conflicto. En la mañana del 24 de marzo, tres buques de la 197ª Brigada se encontraban descargando equipos y materiales en los muelles de Berdiansk. No era una novedad; en los días previos ya se había visto, incluso a través de la televisión rusa, a un LST Alligator, el «Orsk», desembarcando vehículos de combate. Así las cosas, esa mañana se encontraban amarrados a muelle el Alligator «Saratov», y los Ropucha «Novocherkassk» y «Caesar Kunikov», con el primero de estos barloado a babor del Saratov y el segundo a proa de este.

Todo indica que un misil balístico de corto alcance ucraniano Tochka-U sería el responsable de una deflagración entre la munición estibada en esos momentos en la bodega del «Saratov». La reacción en cadena fue devastadora, como se puede ver en los distintos vídeos en los que se recoge el suceso. Los dos capitanes de los Ropucha inician, sin pérdida de tiempo, la suelta de amarras y salida del muelle, incluso con daños en cubierta e incendios en ellos. Posteriormente se reportarían 8 muertos en el «Caesar Kunikov» y 3 muertos y 3 heridos en el «Novocherkassk».

El «Saratov», por su parte, se hunde en su atraque -bloqueando durante meses parte de los muelles-, mientras que la carga, municiones y sus propios combustibles, continúan deflagrando y destruyendo lo que queda del buque. No se ha hecho aún un anuncio oficial del número de bajas o heridos, aunque se puede considerar un alto porcentaje de su tripulación, por la rapidez del evento y la gravedad de los daños, habría perecido. Aparte del propio buque, sufrieron también graves daños unos tanques de combustible en el muelle, las propias infraestructuras portuarias y un mercante que se encontraba encallado en la zona desde antes de la guerra.

Las preguntas que suscitan el ataque en Berdiansk, con la perdida de una unidad valiosa y la posibilidad de haber podido perder alguna otra más tienen todas que ver con la forma de actuar por parte de la Armada Rusa; sin mayores medidas de seguridad, y telegrafiando a las fuerzas enemigas todas sus acciones aun sabiendo en todo momento que operaban bajo el radio de acción de las unidades ucranianas, y que por tanto eran susceptibles de recibir ataques de esta índole. Una operación de descarga de municiones y pertrechos militares es una operación de alto riesgo, como también lo es la agrupación de varios buques simultáneamente, aunque seguramente requerido por las premuras logísticas del frente.

Existe controversia, aún hoy en día, en si fue un ataque ucraniano el que acabo con el «Saratov» o la deflagración espontánea de las municiones embarcadas. Aunque a priori no puede descartarse ninguna de las opciones, si podemos afirmar que, en el caso de las municiones, la Flota Rusa obtendría un auténtico récord en hundimiento de buques operativos por esta razón, hasta el punto de ser mas peligroso el transporte de sus propias municiones que las acciones enemigas. En cualquier caso, el «Saratov» no sería el único buque ruso de gran porte en sufrir un amargo final…

https://www.youtube.com/watch?v=7g5ZVwDqLRg&t=1s

El hundimiento del «Moskva»

El 13 de abril tendría lugar el acto que probablemente redefiniría toda la guerra naval en Ucrania y que pondría en entredicho la validez de la Flota Rusa a escala global: el hundimiento del buque insignia de la Flota del Mar Negro, el crucero clase «Moskva», de la clase Slava.

Los rumores comenzaron el mismo día 13 por la tarde, con noticias no confirmadas en redes sociales por parte de un ataque contra el crucero ruso. Como anteriormente ya habían surgido este tipo de noticias, que posteriormente habían resultado ser falsas, las informaciones iniciales se tomaron con mucha cautela. Hasta que finalmente apareció una foto desde un buque de salvamento ruso, mostrando al buque gravemente dañado y escorado a babor, y sin balsas salvavidas, confirmando el ataque, los daños y la evacuación de la tripulación. Posteriormente la Armada Rusa confirmaría el hundimiento del buque mientras era remolcado hacia puerto.

El «Moskva» estaba siendo muy seguido por la comunidad OSINT debido dado su papel de buque insignia de la Flota, así como por estar patrullando unas áreas concretas con una serie de patrones que estaban siendo definidos. Si esto podía conseguirse a través de fuentes abiertas, para Ucrania, con el apoyo de naciones occidentales que habían desplegado drones y aviones de patrulla marítima Boeing P-8 en el sector, la localización exacta debía ser perfectamente conocida.

Finalmente, cuando se encontraba a unas 65 millas náuticas de la costa, próximo al área de Odessa, una batería ucraniana de SSM Neptune efectuó dos lanzamientos contra el buque. Un drone TB2 se encontraba también en las proximidades del crucero, asistiendo al ataque. Los dos misiles lograron impactar contra el «Moskva», causando graves daños y provocando un incendio que se extendería, por lo que se puede apreciar, a través de toda la eslora del buque, y especialmente en los espacios bajo la cubierta principal. El fuego no pudo ser controlado por la tripulación, y el buque se hundiría al día siguiente durante el remolque.

Obviamente la pérdida de su buque insignia represento un duro golpe para toda la nación rusa, máxime al ser hundido por una nación carente de una Armada propiamente dicha. Por otro, el hundimiento del buque no podía ser ocultado a la ciudadanía en su totalidad, y lo anteriormente expuesto era difícil de explicar y justificar. Inicialmente se volvió a comentar, por parte rusa, la posibilidad de la deflagración de las municiones estibadas en el interior del buque, pero el recorrido de esta posibilidad, al igual que en el caso del «Saratov», era limitado. Los efectos en la moral de las tropas, y en particular de la Armada Rusa, que estaban sufriendo más bajas de las esperadas, ponían al Gobierno Ruso en una situación muy difícil, mientras que dentro del Ministerio de Defensa la Armada volvía a perder poder político frente a sus contrapartes del Ejercito.

El número de bajas causado por este hundimiento sigue siendo desconocido, con versiones que van desde ninguna baja, hasta más de 500 tripulantes fallecidos. Sin más información disponible, y especulando en base a hechos anteriores, el propio impacto de los misiles debío de causar directamente un buen número de bajas entre la tripulación, mientras que los posteriores incendios y explosiones de elementos combustibles dentro del buque debieron incrementar dicha cifra. Además, decenas de miembros de la tripulación han sido dados ya oficialmente por desaparecidos, mientras que las familias de otros tantos tripulantes denuncian la falta de noticias sobre sus seres queridos así como de una respuesta clara por parte del Gobierno.

La gran duda respecto al hundimiento del «Moskva» reside en como es posible que «tan solo» dos misiles antibuque con una carga explosiva de 130 kg aproximadamente cada uno, fueron capaces de penetrar el teórico sistema antiaéreo de un crucero precisamente diseñado y construido para crear una zona A2/AD en torno a él, y ser capaz de ofrecer cobertura aérea al resto de unidades. Especialmente cuando el «Moskva» había sido modernizado y mantenido aceptablemente para el estándar ruso.

Tengamos en cuenta que las capacidades antiaéreas del «Moskva» se basaban en radares de búsqueda de largo alcance para la detección de blancos hostiles, estimándose que se gozaría de 3 o 4 minutos de tiempo de pre-alerta antes del impacto de estos. Además disponía de 6 instalaciones CIWS del muy extendido AK-630 soviético, con un alcance de entre 4 a 5 kilómetros. El sistema principal AAW del buque, basado en la navalización del muy conocido SAM S-300 (SA-N-6) no tendría capacidad de interceptación de estos misiles. Aun así, las simulaciones y teorías doctrinales hablaban de la capacidad de un crucero «Slava» de lidiar con una salva de hasta una docena de misiles SSM Harpoon, y salir con daños moderados de dicho enfrentamiento.

Pese a todo lo anterior, algo funcionó muy mal a bordo del «Moskva» ese día. Según informaciones, desde luego no oficiales, el crucero en ningún momento respondió a la amenaza entrante, ni siquiera con el lanzamiento de chaffs o flares, ni los CIWS llegaron a entrar en acción, lo cual hace preguntarnos si los radares y sistemas de alerta temprana estaban siquiera en operación, o incluso si los operadores estaban en sus puestos. La filosofía de diseño soviética de buques, con estructuras robustecidas para enfrentarse a graves daños estructurales sin llegar a hundirse se dejó notar en el hecho de que el buque sobrevivió sin hundirse rápidamente. A falta de un trozo de averías competente y de más asistencia, sin embargo, terminó por sucumbir a los daños en las horas siguientes.

Por lo tanto, cabe pensar también en que si la tripulación tenía el entrenamiento y el liderazgo adecuado para hacer frente a una situación tan drástica como esa. La pregunta y el análisis son legítimos, ya que en la historia reciente tenemos casos de grandes buques que han sufrido graves daños estructurales y no han sido perdidos en la mar, gracias a la abnegada entrega de sus tripulaciones en al difícil arte del control de averías.

Obviamente la pérdida del buque insignia tuvo consecuencias militares operacionales casi inmediatas. La teórica función del «Moskva» era la de servir como buque de cobertura aérea para toda la Flota del Mar Negro, dentro de su radio de acción, así como la de ser buque de mando y control de las operaciones navales. En el plano de buque de defensa aérea, la Flota del Mar Negro perdió el únido buque capaz de cumplir dicha misión. No había ni hay un sustituto para el «Moskva», pues sus gemelos, casualmente desplegados ambos en el próximo Mediterráneo, no podían acceder a este teatro por debido al cierre de los estrechos decretado por Turquía. Por lo tanto, la totalidad de la Flota se ve a partir de este momento operando sin una cobertura antiaérea de largo alcance y sin un buque que coordinara todas las actividades propias de una agrupación naval.

Cierto es que la Flota puede operar bajo el paraguas de las unidades con base en tierra, tanto aviación como baterías SAM de largo alcance, pero el anillo SAM avanzado que determinaba la principal linea de defensa rusa avanzada en el Mar Negro se perdió de un solo golpe, siendo insustituible en el corto plazo. Cualquier operación de las unidades navales alejadas de la costa rusa (Isla de las Serpientes u Odessa) se vio a partir de entonces comprometida al quedar directamente expuesta a la amenaza ucraniana. Ni mencionar que la capacidad de proyección limitada de la Flota en su globalidad también quedó mermada.

Es donde los efectos de una Flota Mosquito pueden verse de una forma muy clara. Mientras en número redondos un crucero del porte de los Slava es capaz de portar una batería útil e inmediata de 64 SAM de largo alcance, con todo su sistema de guiado e integración, las unidades de menor porte, como son el caso de las Admiral Grigorovich, aún suponiéndoles una efectividad parecida a sus SAM, tan solo portan una tercera parte del arsenal del crucero. La inversión en plataformas de menor desplazamiento repercute en que el arsenal disponible es un solo crucero sea igualado por la suma de tres fragatas. Algo muy obvio, pero que no siempre es claramente explicado y tenido en cuenta, cuando se habla de la reducción del número de unidades, en pos de milagrosos avances tecnológicos que incrementan la efectividad del combate. Sería un buen momento para que el estamento naval ruso, si la situación económica les da respiro, evaluase su programa de construcciones navales, basado en unidades de menor porte.

Dicho esto, y respecto al alcance mediático del hundimiento y su efecto en la moral de combate de la Flota, es algo que quedara para estudios posteriores cuando se posea información más fidedigna, aunque no se puede ni subestimar ni descartar, como tampoco la pérdida de poder político especifico de la Armada dentro del sistema de defensa ruso. Siendo una nación eminentemente terrestre, y con el peso de las perdidas militares y humanas en el lado del Ejercito, la mala actuación de la Armada es algo que pasará factura a la institución en el futuro. Además podemos indicar, que el hundimiento del crucero «Moskva» es la mayor pérdida económica sufrida por la Federación Rusa en lo que va de guerra y en una sola acción, con un coste estimado en el rango de los 750 millones de dólares.

En conclusión la Flota del Mar Negro a partir de la baja del crucero «Moskva» perdió su capacidad de poder operar frente a las costas ucranianas con una mínima seguridad, escenario que se complicaría más si cabe con la llegada de misiles antibuque occidentales y que se dejaría notar durante el resto de la guerra de Ucrania.

https://www.youtube.com/watch?v=ZKqhQI1FSCc

La Isla de las Serpientes

Las acciones ucranianas contra la Armada Rusa no finalizarían con el hundimiento del «Moskva»; en las siguientes semanas se enfocarían en las tropas rusas en la Isla de las Serpientes, sacando un rendimiento inesperado a los recursos de los que disponían, especialmente a los drones de origen turco Bayraktar TB2, entonces el vector principal de la Armada Ucraniana contra las fuerzas rusas, desprotegidas tras la pérdida de su principal activo antiaéreo.

A finales de abril, la Armada Ucraniana anunció que la ejecución de una serie de ataques contra la guarnición rusa en la isla de las Serpientes, destruyendo algunas de los puestos rusos y diversos equipos. No sería hasta el 2 de mayo cuando la circulación de unos videos de un drone TB2 atacando, y hundiendo, a dos buques Raptor rusos sirvió para confirmar que estaba teniendo lugar una ofensiva exitosa por parte de Ucrania.

El día 6, un nuevo ataque por parte de los drones da cuenta de un sistema SAM SA-15, la principal defensa antiaérea disponible en la isla para las fuerzas rusas. Tan solo un día después, en lo que se supone una operación de reavituallamiento por parte rusa, una unidad de desembarco clase Serna, con un nuevo sistema SA-15 para la guarnición, fue sorprendida por los drones durante el desembarco de los equipos, siendo atacado y hundido el buque, y destruido el sistema SAM. Y quedando la guarnición carente de la posibilidad de una defensa SAM mínimamente efectiva.

La Armada Rusa contaba, por supuesto, con la posibilidad de enviar nuevas unidades para reequipar la guarnición, sin embargo el riesgo sin cobertura SAM o aérea en la zona, así como la escasa disponibilidad de más unidades navales que pudiesen ejecutar dicha misión parece que hizo cambiar de parecer al mando ruso, pasando a ser otras unidades las que se encarguen de la Isla de las Serpientes.

El día 8 la intensidad de los combates se recrudece, con otras dos Raptors rusas hundidas, mientras un helicóptero de transporte ruso Mi-8 Hip era también destruido mientras aterrizaba en la isla. Finalmente, dos Su-27 de la Fuerza Aérea Ucraniana realizaron una serie de pasadas a baja altitud sobre la guarnición de la isla dejando caer sus bombas. La mera existencia de la Fuerza Aérea Ucraniana es ya un punto profundo de debate para toda la campaña de Ucrania, pero la capacidad de lanzar una operación de este tipo sobre las tropas rusas en la isla de las Serpientes, demuestra hasta qué punto la Flota del Mar Negra ha perdido sus capacidades de combate adelantadas, y como las unidades con base en tierra tienen una capacidad de respuesta menor.

Durante el siguiente mes continuaría la campaña de hostigamiento de las fuerzas ucranianas contra la guarnición rusa, así como contra las líneas de suministros marítimas y aéreas de esta. El punto más destacado de esta campaña de acoso se daría el 17 de junio, cuando el buque de apoyo logístico «Vasily Bekh» (Proyecto 22870) con un sistema «Tor» en su cubierta de popa, sería alcanzado por dos SSM ucranianos (presumiblemente Harpoon) cuando transportaba personal, municiones y equipos a la isla. De la tripulación de 33 miembros, 23 serían heridos y 10 de ellos dados por desaparecidos. Otro importante buque de la Flota del Mar Negro perdido frente los medios antibuques ucranianos, lo que prácticamente certificaba la incapacidad de las unidades rusas de operar en el área de amenaza ucraniana.

Posteriormente, y también con SSM, las fuerzas ucranianas llevan a cabo un ataque de apoyo indirecto a la isla contra las plataformas marinas de gas, próximas al escenario, y ocupadas por fuerzas rusas en los primeros días del conflicto, y desde donde monitorizaban las operaciones enemigas a la par que trataban de interferir sus comunicaciones con jammers. La pérdida de las capacidades avanzadas navales rusas, y la ofensiva llevada a cabo por los ucranianos, provocó que el Alto Mando Naval ruso decidiese que la posición de la isla de las Serpientes era insostenible, optando por retirarse de allí.

En los días finales de junio se llevaría a cabo dicha operación de evacuación, culminándose el día 30, no sin antes perder el día anterior un nuevo helicóptero Ka-52 asignado a una escuadrilla de ataque que apoyaba el repliegue. Es el propio Ministerio de Defensa Ruso el que el día 30 de junio anuncia, que, como «gesto de buena voluntad» y para demostrar que su país no tiene intenciones de retener terreno ucraniano, se retira; obvian en su explicación que sin el Moskva, ni otro tipo de apoyos imprescindibles, la Isla de las Serpientes no podía ser mantenida de ninguna forma.

Finalmente, en los primeros días de julio, fuerzas del 73º Centro Naval Especial de la Armada Ucraniana, harían una incursión en la isla e izarían la bandera, así como inspeccionarían los restos dejados allí por las unidades rusas. Sin embargo, Ucrania tampoco iba a poder disfrutar de este enclave desde el punto de vista militar. Las Fuerzas Armadas Rusas iniciarían una campaña de bombardeo aéreo contra la isla, de tal modo que las fuerzas ucranianas, también se verían obligadas a abandonar dicha posición.

Los efectos de estas operaciones fueron totalmente contrarios a las intenciones de Moscú y, al igual que en el caso del «Moskva», resultaron ser un revulsivo para la moral ucraniana, a la par que una debacle para las fuerzas navales rusas. Y utilizamos dicha palabra con causa: La Flota del Mar Negro, con un gran potencial inicial y con el teórico apoyo de la Fuerza Aérea, habría debido de ser más que capaz de capturar y mantener este enclave bajo control ruso durante todo el tiempo requerido. Sin embargo, los continuos reveses sufridos, así como la perdida de la capacidad de proyección avanzada provocaría que un objetivo estratégico no pudiese cumplirse, liberando además recursos ucranianos de forma que pudiesen ser empleados en otros sectores del frente.

https://www.youtube.com/watch?v=VxrQxrtA8ds

Continúan las operaciones navales

Durante el mes de junio, y en otros sectores, aún debían seguir las fuerzas rusas sufriendo perdidas navales, que, aunque de menor impacto mediático, afectaban sin duda, a sus capacidades de combate y a cualquier operación naval futura.

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