Putin y su cúpula militar erraron al iniciar la invasión de Ucrania con medios acorazados y mecanizados pensados para ser empleados en acciones cortas, de alta intensidad y con muchos apoyos, especialmente de artillería. Las sucesivas reformas incompletas obligaron al Ejército ruso a utilizar los BTGs, unidades que cumplían con la condición de ser muy potentes, pero con escasez de personal y una logística excesivamente complicada. Además de esto, en su exceso de confianza, cometieron fallos como no designar una cadena de mando con un sistema de mando y control (C2) apropiado, no ser capaces de conseguir superioridad aérea, una coordinación de los apoyos mal ejecutada o una pobre actuación a nivel táctico. En resumen, las unidades mecanizadas y acorazadas rusas fueron víctimas de un mal adiestramiento, una peor planificación, una pobre disciplina y su baja moral.
A pesar del tiempo transcurrido desde el inicio de la invasión rusa, aún es pronto para extraer algo más que algunas conclusiones sólidas. Aunque se dispone de una gran cantidad de información, tanto oficial como de fuentes abiertas, que han adquirido una especial relevancia en este conflicto, debemos tener en cuenta que una parte se corresponde a la guerra informativa (desinfomación), y que es seguro que una gran cantidad de documentos relevantes permanecen clasificados y tardarán incluso años en ser publicados. Todo está por decidir y por analizar en una guerra que no ha terminado y tiene un futuro incierto.
Teniendo en cuenta esto, debemos comentar la cautela con que se debe tomar este tipo de trabajo, basado en una amplia cantidad de fuentes que consideramos fiables, de las que hemos extractado y estructurado datos en función de nuestro objetivo.
Nos hemos detenido en el final del año 2022, con algunas necesarias consideraciones sobre los meses posteriores por entender que se ha llegado a un momento de espera a la reanudación de las grandes maniobras (si bien han proseguido las operaciones sobre el terreno, así como los bombardeos sobre algunas de las principales ciudades). Parece que en el momento de escribir estas líneas, después de unas anunciadas ofensivas por parte de los dos bandos, cuyo inicio se iba alargando en el tiempo, comienza la ofensiva (o contra ofensiva, según se considere) ucraniana.
Sin duda esta guerra ha supuesto, por un lado, una auténtica revolución en varios aspectos de la batalla y, por otro, la confirmación de la vigencia del combate convencional. En el primero de los casos cabe señalar el uso masivo de los RPAS/UAS (Remotedly Piloted Aerial System/Unmanned Aerial System), una transformación en el manejo de los sistemas de mando y control (C2, Command and Control), las diferentes orientaciones que se han dado a la inteligencia y la adquisición de objetivos (Targeting), la implicación de la población civil, etc.
En el segundo, destacan el empleo de las unidades acorazadas/mecanizadas y las contra carro, y el combate en zonas urbanizadas.
Antecedentes
Rusia es un país con una enorme superficie y unas fronteras extensas en la que habita una población que es relativamente escasa para poder sostener un Ejército que tenga una envergadura suficiente para poder controlarlas. En consecuencia, siente la necesidad obsesiva de establecer un escudo fronterizo en forma de estados dominados de una u otra forma que le garanticen la seguridad en su territorio.
Disuelta la Unión Soviética, y en consecuencia ese escudo, el Presidente Putin vuelve a intentar recomponerlo y en este contexto se enmarcan las campañas en las que se ha visto envuelta desde que accedió al poder.
En 2014 se produjo en el este de Ucrania una guerra que dio lugar al desarrollo de un conflicto de baja intensidad desde la primavera de 2015, a pesar de los Acuerdos de Minsk, que se mantuvo hasta el estallido de la actual confrontación en febrero de 2022. La evolución del conjunto de aquellas acciones ha tenido una gran influencia, aunque en diferente sentido, en la actuación actual de las dos partes.
En lo que se puede denominar la primera invasión, las fuerzas rusas no tuvieron como cometido principal combatir, sino apoyar a las milicias separatistas, que fueron llevando a cabo operaciones en coordinación con los rusos, apoyándose mutuamente cuando fue necesario.
Sin embargo, ante la posibilidad de que las milicias locales perdieran el control de los territorios, los rusos se vieron obligados a emplear sus BTG (Batalonnaya Takticheskaya Gruppa), que ya habían empleado en anteriores conflictos, y de los que hablaremos en detalle más adelante.
Ellos consideran que el BTG es una buena herramienta y se han esforzado mucho en constituirlos paulatinamente. Aunque las cifras varían, en general coinciden en que el número de Grupos constituidos son de 65-66 en 2016 (aproximadamente uno por Brigada), 115 en 2017, unos 125-126 en 2018, 136 en 2019 y 168-170 en 2021.
Están organizados para desarrollar un ataque rápido, por sorpresa, descentralizado, buscando dislocar al enemigo y así provocar su derrota. Consiguen de esta manera controlar el terreno a fin de disponer de ventajas en las negociaciones posteriores. No es tarea fácil para el Jefe del Unidad, que debe emplearse a fondo para provocar bajas y presionar a su oponente, preservando a la vez capacidades que no pueden ser reemplazadas fácilmente. Para conseguir su objetivo, es esencial apoyarse en milicias locales que les ayuden a controlar y asegurar el terreno, a la vez que les proporciona información y seguridad.
Tuvieron éxito en la campaña 2014-15 cuando actuaron en un teatro pequeño (un frente de unos 420 km), desde posiciones seguras en el interior de Rusia, internándose en territorio ucraniano con el mínimo de logística necesaria, por una red de itinerarios seguros, hasta las posiciones de partida para sus acciones de combate que estaban a corta distancia. Pero esta es una de las posibles razones que expliquen su mal desempeño en la campaña actual. Se han podido acostumbrar a no realizar un planeamiento en profundidad de las operaciones. En primer lugar, no preparaban los reconocimientos, pues acostumbraban a desplazarse por rutas seguras para alcanzar los puntos donde debían operar, contactando allí con otras unidades o con milicias locales. Tampoco se acostumbraron a preparar una seguridad alrededor de sus unidades, ya que eso también se lo proporcionaban las milicias locales. Finalmente, descuidaron la seguridad de los puestos de mando y las comunicaciones, dado la rapidez de las acciones y la proximidad con el enemigo.
Por otro lado, en el campo de la logística, dadas las cortas y seguras distancias que tenían que recorrer desde sus bases hasta los puntos donde debían combatir, no tenían que preparar movimientos logísticos importantes, unas veces porque llevaban todo lo necesario y otras, como la evacuación de bajas, porque lo podían hacer rápidamente a un territorio a salvo. Tampoco debían preocuparse demasiado por las necesidades de mantenimiento de material en territorio hostil.
También demostraron una serie de debilidades que no parecen haber corregido, pues se han repetido en esta última invasión, como luego también veremos con mayor detenimiento. El sistema de mando y control resulta muy rígido para este tipo de intervenciones, para el que además no disponen de un sistema de comunicaciones fiable, adolecen de una falta general de coordinación de los fuegos, sufren de falta de infantería que pueda echar pie a tierra y, entre otras cosas, puedan proporcionar seguridad o se pueda emplear en el combate en zonas urbanizadas, y tienen un grave problema logístico que queda reflejado sobre todo en el mantenimiento del material o el reemplazo de personal.
Por su parte, en 2014 los ucranianos se vieron sobrepasados por esas unidades debido a la inferioridad de medios mecanizados y acorazados y la deficiente preparación de sus Fuerzas Armadas, con una pobre disciplina y una baja moral. Desde entonces, la efectividad del ejército se ha incrementado debido a las reformas y la experiencia adquirida.
Crearon la llamada en inglés Anti-Terrorist Operation Zone (Zona Provedennya Antyterorystychnoyi Operatsiyi), o zona ATO, que pusieron bajo control del Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU, aunque con participación de unidades del ejército y milicias de voluntarios). El 20 de febrero de 2018 fue renombrada zona JFO (Joint Forces Operation, Operatsiya ob’yednanykh syl), por el entonces Presidente Petro Poroshenko, cambiando su estatus para que las Fuerzas Armadas se hicieran cargo del control operacional de la zona.
Las unidades acorazadas/mecanizadas no han realizado en los años previos a la actual invasión acciones independientes, pues las tripulaciones y las unidades no estaban preparadas y la situación sobre el terreno no lo aconsejaba. En su lugar, han realizado acciones de apoyo a la infantería y, en no pocas ocasiones, han actuado como artillería. Fundamentalmente emplearon carros T-64 y T-72, en distintas variantes, algunos recuperados con prisas de los almacenes donde ya se encontraban retirados del servicio.
En principio se enfrentaron con éxito a los T-64BV que usaron las milicias pro rusas, pero se encontraron con problemas al enfrentarse a los modelos rusos T-72, T-80 y T-90, que disponían de mejores características como las direcciones de tiro o los sistemas de protección.
Apenas se emplearon misiles con cabeza en tándem (EEUU comenzó a entregar misiles Javelin a partir de 2018), la mayoría de las veces sólo misiles con cabezas simples y lanzagranadas RPG-7 y RPG-26, que el blindaje reactivo de los carros de ambos bandos resistía bien, por lo que se consolidó que la principal arma contra carro es otro carro.
Volviendo a la evolución de los ucranianos, las lecciones aprendidas desde 2014 en la zona de operaciones, donde han rotado tanto personal como material, y en la que han aprovechado la situación para estudiar al adversario, elaborar planes, preparar el terreno y, sobre todo, a prepararse a sí mismos, reorganizando sus unidades y ganando experiencia personal en su participación en la operación, se han materializado con medidas dirigidas a adiestrar e instruir a sus fuerzas armadas con el apoyo de ejércitos occidentales, fundamentalmente estadounidenses, canadienses y británicos, en las Op UNIFIER (Canadá), Op ORBITAL (Reino Unido), JMTG-U, Joint Multinational Training Group-Ukraine (Lituania y Estados Unidos), junto con la participación de instructores de varios países más, y la concurrencia a numerosos ejercicios con la OTAN.
Supieron crear un ambiente de cambio adaptándose a la situación y a las enseñanzas de sus mentores occidentales, a pesar de algunas reticencias por parte de los cuadros de mando de mayor graduación, influidos sin duda todavía por las enseñanzas de origen soviético recibidas en su formación.
Aprendieron que debían maniobrar de forma rápida bloqueando y canalizando las fuerzas rusas para concentrar sobre ellas los fuegos contra carro e indirectos, con un considerable empleo de drones. También que debían fortalecer su sistema de mando y control, reducir las comunicaciones de sus puestos de mando1, perfeccionar su capacidad para realizar cambios de posición, y disminuir la huella electrónica e impedir la ISR (Intelligence, Surveillance, Reconnaissance) del rival. Establecieron así una defensa en profundidad en la que han integrado posteriormente sistemas occidentales como los lanzacohetes HIMARS, los M270, los misiles de defensa aérea de baja cota Stinger o Mistral, los misiles contra carro Javelin o los drones Bayraktar TB2. Entre otros logros, consiguieron reconstruir una artillería que antes de 2014 había quedado muy reducida, hasta convertirla en la más potente de Europa, después de la rusa, si bien a corta distancia.
En definitiva, y de cara a cómo se encontraban al comienzo de la actual invasión, los ucranianos habían corregido muchos de los fallos que cometieron, se habían adaptado y reorganizado, a la par que mejorado su preparación, mientras que los rusos parece que hubieran visto confirmada su forma de operar, el empleo de los BTGs apoyados en las milicias locales, y no han realizado cambios importantes.
Resumen de las Operaciones
Entre otras acciones, antes del 24 de febrero de 2022 los rusos, con motivo de unas supuestas maniobras militares, realizaron un despliegue de unidades que totalizaron entre 150.000 y 190.000 soldados (se cita normalmente una cifra de unos 200.000 soldados, pero eso es en el momento de la invasión y contando con las milicias locales). Aproximaron todo tipo de medios a la frontera con Ucrania, incluida Bielorusia, aunque se basaron en el transporte por ferrocarril, lo que no les aseguraba el apoyo en la zona más allá de sus fronteras. Este despliegue se extendió por unos tres meses, provocando el cansancio, desgaste y desmoralización de las unidades ya antes de iniciar los combates.
También se produjo el hecho sorprendente de que muchas unidades no prepararon la operación debidamente porque hasta el día antes creyeron que todavía se encontraban de maniobras y al recibir los planes de operaciones no pudieron estudiarlos y disponer órdenes adecuadas con la suficiente antelación. Algunas pensaban que simplemente iban a realizar una marcha por carretera hasta sus objetivos, sin resistencia. No se les explicó qué iban a hacer en Ucrania y no se prepararon. Hubo casos en los que los mapas empleados eran tan viejos que no figuraban las poblaciones ante las que se encontraban y, al recabar información de la población (¿no se daban cuenta de que eran considerados enemigos?), eran localizados y atacados.
Por su parte, Ucrania se pudo preparar, reforzando sus despliegues, y su Presidente decretó la movilización apenas 48 horas antes. Probablemente no lo hizo antes para no dar a Rusia una excusa que justificara su invasión.
Según la Doctrina actual, evolución de la soviética, los rusos deberían haber seguido un patrón distinto al que emplearon. Tendrían que haber desarrollado una “batalla en profundidad” organizando sus ofensivas por escalones, atacando con sus unidades mecanizadas (los Fusileros Motorizados) para romper las defensas del oponente, luego ampliando las brechas y realizando la explotación con unidades acorazadas y terminar utilizando a la Guardia Nacional (Rosgvardiya) en cometidos de limpieza de resistencias y protección de instalaciones.
Sin embargo, en esta primera fase, y obligados por la necesidad de emplear sus BTGs, que son las únicas unidades teóricamente preparadas para entrar en combate, llevaron a cabo asaltos rápidos mediante destacamentos relativamente pequeños formados por esos GTs, dejando atrás la artillería y las unidades acorazadas.
Todo se frustró porque no realizaron una buena evaluación del contrincante, ya que falló la inteligencia, el sistema de mando y control estaba quebrado, no pudieron mantener el impulso de las acciones, simplemente porque no había unidades que pudieran relevar a las del primer escalón, los recursos logísticos eran muy limitados y los apoyos se quedaron muy atrás. El apoyo aéreo y de artillería ha sido muy escaso, como veremos luego.
Invadieron Ucrania utilizando cuatro ejes principales: Kiev, Jarkov, Dombas y Jerson/Odesa, con la capital Kiev como el principal objetivo estratégico, muy alejados entre ellos y, a su vez, muy alejados de sus cuarteles generales. La operación se controló desde Moscú a través de varios Distritos Militares. Respecto a esto, hubo una cierta confusión, pues los nombres de los Distritos se corresponden con su localización en Rusia, pero no con la posición geográfica de los ejes que siguieron en Ucrania. Por el norte los ejes dirigidos hacia Kiev y Jarkov correspondieron al DM Este, y utilizaron los símbolos tácticos “V” y “O”. El DM Sur se encargó del ataque desde Crimea hacia Jerson/Odesa con el símbolo “Z” en un cuadrado. El DM Oeste se encargó del eje que atacó el Donbás utilizando la famosa “Z”2.
Emplearon unidades motorizadas y mecanizadas, de operaciones especiales, y aerotransportadas (que en buena parte también son mecanizadas), acompañadas de una oleada de ataques con misiles de crucero, balísticos y guerra electrónica.
El problema es que parecen haber querido llevar estratégicamente cada batalla táctica.
La fecha elegida para la operación tampoco fue la idónea, pues provocó que se tuvieran que enfrentar a la “rasputitsa”, el barro primaveral, lo que les obligaba a ceñirse a las vías asfaltadas, donde les esperaban las unidades contra carro y fueron objetivo fácil de la artillería de campaña.
Por diversas razones que comentaremos más adelante, la Fuerza Aérea rusa (VKS), en principio muy superior, no consiguió suprimir las defensas antiaéreas ucranianas.
En tierra alcanzaron los suburbios de la capital en apenas 48 horas, pero el avance se vio frenado por la resistencia en las zonas urbanizadas que no pudieron atajar por la falta de infantería a pie y apoyo artillero. El frenazo de las vanguardias congestionó las rutas de aprovisionamiento y sus columnas quedaron expuestas, como ya hemos comentado, a la artillería y al hostigamiento con armas contra carro de los ucranianos.
Tenían la intención de provocar una rápida caída de la voluntad de resistencia y la paralización o colapso del gobierno, haciéndose así rápidamente con el dominio del país. Esta tiene que ser la razón por la que no hicieron mayores preparativos y supuso que el fracaso de esta fase les abocara a una guerra para la que no estaban preparados.
El fallido asalto aéreo al aeropuerto de Hostomel puede ser la imagen que mejor refleje este fracaso, con una mezcla de desaciertos en los ataques aéreos, el asalto aéreo, las unidades mecanizadas detenidas y atacadas en los itinerarios, los fallos en la logística y de la red de mando y control, etc.
En resumen, los rusos en esta fase realizaron unos esfuerzos disgregados, sin convergencia en sus ejes de ataque, con un sistema de mando y control inoperante, sin posibilidad de relanzar acciones por no tener fuerzas en profundidad, sin control del espacio aéreo, sin los necesarios apoyos al combate, y con un apoyo logístico basado en medios ineficientes, muy complicado por los múltiplos recursos a aportar y sobre unas líneas de apoyo logístico excesivamente largas.
Por su parte, los ucranianos desarrollaron, como tenían previsto, una hábil defensa descentralizada y elástica, en profundidad, centrada sobre las poblaciones y en el ataque a las líneas de comunicaciones enemigas, apoyados en artillería, armas contra carro y sistemas de defensa aérea portátiles (Man Portable Air Defense Systems, MANPADS).
Hay que destacar el grado de cooperación de autoridades civiles y población, proporcionando mucha y valiosa información y ayudando a frustrar las actividades de infiltrados y saboteadores. Han aportado fotos tomadas desde sus teléfonos móviles, han lanzado ciberataques, localizado movimientos de fuerzas, alertado de los ataques aéreos, y han ayudado a combatir la desinformación rusa o explotado propagandísticamente las imágenes que obtenían.
La artillería ucraniana es la responsable de la mayoría de los daños sufridos por las fuerzas invasoras gracias a la centralización del mando y a la disponibilidad de inteligencia sobre la ubicación de los blancos.
No es de menor importancia el papel desarrollado por los drones, que están proporcionando inteligencia e imágenes de las acciones militares para propaganda, además de mostrarse letales en sus ataques a blindados, buques, artillería y elementos logísticos.
Con todo, resultó crítico que mantuvieran la moral y la disciplina sin derrumbarse, siguiendo el ejemplo que su Presidente y el Gobierno de la Nación les daba manteniéndose en la capital sin escapar hacia lugares más seguros.
Los rusos se vieron obligados a emplear unidades más potentes, pero manteniendo los esfuerzos separados por cientos de kilómetros. Las necesidades logísticas superaron las capacidades y el sistema de mando y control seguía colapsado.
Tras el fracaso inicial, comienza la segunda fase
Durante el mes de marzo se originó un estancamiento y Ucrania empezó a recibir material de los EEUU y Europa. Los rusos se replegaron de Kiev y concentraron esfuerzos en el sur para, a mediados de abril, aumentar la presión en el Donbás y el pasillo de unión con Crimea, consolidando el enlace por tierra de estas dos zonas.
En esta fase cambian sus tácticas tras el desastre producido en el intento de cruce del río Siverski Donetsk, en mayo. Pasaron a utilizar el apoyo masivo de fuegos y ataques limitados y sucesivos. Esto ha facilitado la concentración de fuerzas donde han sido necesarias. A pesar de ello, se produjeron grandes pérdidas y se lograron lentos avances hasta julio, cuando se produce un estancamiento.
En el mes de agosto se produce con la contraofensiva ucraniana, comenzando la tercera fase. Comenzaron con una gran campaña de publicidad seguida de una ofensiva en la zona de Jersón. Los rusos respondieron trasladando unidades desde el sector norte para hacer frente a la amenaza.
A principios de septiembre los ucranianos aprovecharon la situación para atacar por sorpresa la zona de Járkov, consiguiendo la retirada de las fuerzas enemigas y amenazando el flanco norte de sus fuerzas en el Donbás.
Ya en octubre consiguen lentos avances en el sur, por lo que a mediados de noviembre los rusos se ven obligados a replegar sus unidades a la orilla izquierda del Dniéper y abandonar Jerson.
En diciembre las fuerzas rusas realizaron una campaña de bombardeos contra infraestructuras críticas de Ucrania, con la utilización profusa de UAS y misiles tipo crucero.
En el norte y en el sur la situación ha permanecido bastante estabilizada, mientras que en la zona del Donbás los rusos se han encontrado en sus ataques con una fuerte resistencia de los ucranianos como la que se ha desarrollado en Bajmut. Además, en general, se han dado continuos duelos artilleros y se ha incrementado la preparación del terreno.
Apoyos al Combate
Antes de entrar en detalle en el desempeño de las unidades acorazadas/mecanizadas, hagamos unos breves comentarios acerca de estos aspectos que tanto influyen en su actuación. Forzosamente serán breves, pues cada uno de ellos merecería su propio artículo.
Apoyo Aéreo
En teoría, la Fuerza Aérea rusa (VKS), era muy superior a la ucraniana y por eso sorprende la poca capacidad de acción que tuvo en el inicio de la operación.
En sus Fuerzas Armadas cada gran unidad terrestre tiene asignada una pequeña fuerza aérea, cuya suma sería la VKS. La principal repercusión de esta organización es que no disponen de un sistema de mando y control unificado, por lo que carece de la capacidad necesaria para ejecutar una campaña aérea integrada. Hubo intentos de centralización, a los que se opusieron los jefes de las grandes unidades terrestres, y en 2017 el Gen Bondarev fue sustituido por el Gen Surovin, (¡procedente del Arma de Infantería!), quien se encargó de anular la centralización prevista de las unidades aéreas y revertir los cambios que se habían realizado hasta entonces.
En consecuencia, actualmente cada unidad aérea se centra solamente en el sector de la gran unidad terrestre a la que apoya, realizando operaciones sin coordinación con las demás.
Esto se complica porque, al menos inicialmente, no se activaron los puestos de mando de las unidades de defensa aérea, por los que sus unidades no estaban integradas en el sistema de defensa aérea y los medios antiaéreos rusos se encontraron con el sorprendente problema de no ser capaces de realizar una correcta identificación amigo-enemigo. Como, además, muchos de estos medios disponen de un gran alcance, su acción puede repercutir sobre el espacio aéreo de grandes unidades adyacentes.
A esto se añade la mala calidad de las transmisiones rusas, que hacen aún más difícil una posible coordinación. Así las cosas, los pilotos no son, lógicamente, muy proclives a volar dentro de la zona de acción de su propia artillería antiaérea.
Por otro lado, han sufrido la falta de tripulaciones suficientemente instruidas a causa de la escasez de horas de vuelo (algunas estimaciones dan a los pilotos rusos la mitad que a los pilotos norteamericanos), de aviones y de munición de precisión, cuyo arsenal era muy limitado y de difícil reposición. Esto último obligaba a los aviadores a ejecutar ataques con municiones no guiadas, lo que les exigía volar muy bajo para tener un mínimo de acierto, por lo que entraban dentro del alcance de misiles como los Strela o los Stinger, de guía infrarroja, bajo una mayor vulnerabilidad. En consecuencia, realizan los ataques en condiciones poco idóneas.
En definitiva, no ha realizado ataques en profundidad como a aeródromos, centros de mando y control (las comunicaciones militares no se interrumpieron), logísticas, etc. Ni siquiera consiguieron cortes de energía eléctrica importantes ni la interrupción de servicios como el teléfono o internet. Tampoco, como vemos, ha conseguido prestar apoyo efectivo a las unidades en tierra, o realizar cometidos de interdicción.
Por otra parte, ampliando lo ya comentado acerca de la potente artillería antiaérea rusa, hay que destacar que las baterías antiaéreas no están diseñadas ni adiestradas para actuar de forma aislada, sino siempre integradas y bajo las órdenes del PC de su Grupo. Sin embargo, se han intentado emplear así, careciendo por tanto de medios de coordinación y de integración en el sistema de defensa aérea. Si no tienen un PC de referencia, las baterías simplemente no despliegan porque nadie les dice dónde o cómo hacerlo, y por eso se han visto columnas de vehículos trasladándose por carreteras sin protección antiaérea o por qué, en vez de estar separados por varios kilómetros, algunos sistemas se movían en convoy o eran capturados reunidos.
Por su parte, los ucranianos tenían preparada una defensa aérea en profundidad basada en una completa red de detección con una cobertura muy extensa (excepto en la zona del Mar Negro), con algunos medios de origen occidental y otros propios modernizados en muchos casos. En cuanto a los sistemas de ataque a las amenazas aéreas, contaron con los heredados de los tiempos soviéticos para la media y alta cota, mientras que para la baja utilizaron sobre todo los misiles tipo MANPADS entregados por occidente, como el conocido y ya mencionado Stinger, de origen norteamericano.
La aviación ucraniana, a priori muy inferior, y con la ayuda de la inteligencia de la OTAN, evitó que los rusos destruyeran su fuerza aérea mientras se desarrollaba el rápido avance terrestre. Dispersaron sus aparatos mientras eran atacadas las zonas de aparcamiento de los aviones y determinadas instalaciones clave, como los depósitos de combustible, pero respetando las infraestructuras más lentas de reconstruir, como las pistas, con la aparente intención de poder utilizar las bases tras su ocupación. Las medidas preventivas redujeron la efectividad de los ataques rusos, que, por otra parte, no los reiteraron.
Los aviadores han conseguido mantener un cierto nivel de actividad, realizando vuelos a baja cota, que han entrenado asiduamente, aprovechando un terreno que conocen a la perfección para evitar la detección de los radares.
Helicópteros
No nos vamos a extender mucho en este apartado3 porque el empleo de los helicópteros en esta campaña ha sido irregular. No han tenido excesivo protagonismo -al menos hasta fechas muy recientes que se escapan del marco temporal de este artículo- y tampoco han sido empleados de forma continua.
Los ucranianos disponían de una modesta flota un tanto anticuada, que han empleado con precaución, mientras que los rusos no han empleado adecuadamente una flota mucho mayor y más moderna. Han cometido innumerables errores tácticos y de preparación en sus acciones, y han resultado muy vulnerables ante las defensas ucranianas. Además, no son medios idóneos para el combate urbano, por lo que no han sido útiles en buena parte de las acciones llevadas a cabo.
Artillería
En teoría, la artillería rusa, antes de la invasión, había logrado un alto nivel de eficacia, combinando procedimientos muy ensayados con el uso de radares, drones y elementos de guerra electrónica, y todo basado en un equilibrado y abundante colección de materiales cañón y cohete, remolcado y autopropulsado. Este conjunto permite que pueda lograr fuegos de largo alcance y gran precisión.
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