Taiwán: una nueva oportunidad para la República Popular China

Tiemblan los arsenales militares occidentales

Ceremonia de botadura del LHD Tipo 075 "Hainan". Fuente - CCTV.
Ceremonia de botadura del LHD Tipo 075 "Hainan". Fuente - CCTV.

La guerra de Ucrania está abriendo, a medida que se vacían los arsenales occidentales, una ventana de oportunidad a la República Popular de China para hacer valer Manu militar sus reclamaciones sobre Taiwán. A lo largo de las próximas líneas exploramos la situación de los arsenales, las similitudes y diferencias entre los escenarios de Taiwán y Ucrania para China y Rusia respectivamente y las posibilidades de que desde Pekín decidan recurrir a la fuerza para anexionarse la isla.

Mientras los aliados de la OTAN siguen apoyando a Ucrania mediante paquetes de ayuda económica y entrega de sistemas de armamento para repeler la invasión rusa, China no muestra ningún interés en desempeñar un papel significativo en el conflicto. A medida que avanza la guerra, muchos países occidentales ven cómo disminuyen sus ya anémicas reservas de municiones y excedentes de sistemas de armamento. La OTAN está empezando a abordar el problema, incrementando los presupuestos de defensa, comprando «del montón» a contratistas de defensa nacionales y aumentando o reiniciando la producción de municiones. Pero los esfuerzos de modernización y producción tardarán varios años en dar sus frutos. Mientras tanto, China, cuyos arsenales permanecen intactos, sigue fabricando y equipando a su Ejército Popular de Liberación con armamento más moderno. Además, el control y la integración vertical de las cadenas de suministro por parte del gigante asiático hacen que su capacidad de fabricación supere con creces a la occidental.

Prueba de ello es el vertiginoso ritmo al que las empresas chinas han transformado en los últimos años la armada china en la mayor del mundo, medida en número de buques y tonelaje total.

China se encuentra actualmente en una posición geopolítica muy ventajosa para observar las reacciones de la OTAN ante la invasión de Ucrania y la extenuación de sus arsenales. Con el actual ritmo de agotamiento armamentístico dentro de la OTAN, ciertos hitos de la agenda internacional presentan una ventana de oportunidad en los próximos dos años para que China «responda a la pregunta» de Taiwán. Existen marcadas similitudes entre la actual guerra entre Rusia y Ucrania y un futuro conflicto entre China y Taiwán, especialmente en las fases previas al conflicto que desembocaron en la invasión de febrero de 2022. China incorporará sin duda las lecciones aprendidas a sus propios cálculos. El resultado podría ser un conflicto parecido a primera vista, pero con muchas más posibilidades de éxito para China. La independencia de Taiwán podría tener los días contados.

Mapa del océano Pacífico donde se muestran las dos cadenas de islas o líneas de contención entre China y las potencias occidentales. Fuente - Catama.
Mapa del océano Pacífico donde se muestran las dos cadenas de islas o líneas de contención entre China y las potencias occidentales. Fuente – Catama.

Ucrania y Taiwán: ¿escenarios similares?

No cabe duda de que existen numerosas similitudes entre ambos conflictos, pero el diablo está en los detalles y se muestra al comparar cada uno de los ámbitos de ambos escenarios.

Políticamente, al igual que Taiwán no es miembro de un pacto defensivo como la OTAN, tampoco lo es Ucrania. A pesar de ello, ambos reciben un importante apoyo de los países occidentales. Tras la invasión rusa inicial de Crimea, la OTAN y sus miembros iniciaron una asociación con Ucrania en materia de armamento y apoyo económico, acompañada de un intercambio de sanciones económicas con Rusia. En el caso de Taiwán, asistimos a un aumento de las ventas de armas, a los esfuerzos de asesoramiento y asistencia militar de Estados Unidos y a una nueva alianza de seguridad a través del acuerdo AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos), un análogo de la OTAN en Asia-Pacífico. También han entrado en juego las sanciones económicas. Las amenazas previas del gobierno chino, por venta de armas a Taiwan se han materializado, con la suspensión de las ventas de tierras raras en febrero de 2022 a las empresas armamentísticas estadounidenses Lockheed Martin y Raytheon, en represalia por suministrar material militar a Taiwán. En lugar de echar marcha atrás, la administración Biden se está atrincherando.  Además de las recientes ventas de misiles SideWinder y Harpoon, en diciembre de 2022, también ha propuesto vender a Taiwán 100 de sus misiles Patriot de defensa aérea terrestre (GBAD) más avanzados, acompañados de radares de apoyo, valorados en 882 millones de dólares.

En el ámbito diplomático, a diferencia de Ucrania, Taiwán no es miembro de las Naciones Unidas y sólo ha sido reconocido como país por 23 de sus miembros. Así pues, el estatuto jurídico de Taiwán como nación tiene menos fuerza y legitimidad, en el ámbito diplomático internacional, que el de Ucrania. Asimismo, no es un país vecino inmediato de la UE ni de Estados Unidos, por lo que la urgencia política de intervenir es mucho menor. La vulnerabilidad diplomática de Taiwan hace evidente al observar los resultados de la votación de la asamblea general de la ONU de marzo de 2022 tras la invasión rusa de Ucrania. El resultado es sumamente esclarecedor. La condena internacional no fue tan unánime como cabía pensar a priori y la votación necesaria de dos tercios fracasó por un margen excesivo (141 a 193). China mostró la extensión de sus tentáculos dentro de una organización creada por los países aliados tras la Segunda Guerra Mundial y emitió un voto de abstención que fue secundado por numerosos países bajo su esfera de influencia, muchos de ellos grandes deudores del gobierno chino. En este caso se limitaron a mostrar su alineamiento con el Reino del Medio en un asunto que no les afectaba directamente. Cabe preguntarse hasta qué punto todos estos países podrían alzar su voz diplomática a favor del gigante asiático si Taiwán fuera objeto de una invasión.

Los intereses económicos occidentales en ambos escenarios también son similares. En Ucrania, las compañías energéticas estadounidenses Shell Oil Co. y Chevron Corp. estaban interesadas en explotar yacimientos de petróleo y gas en el Mar Negro y mantenían negociaciones con el gobierno ucraniano antes de la invasión. La UE también había firmado en julio de 2021 una asociación estratégica con el gobierno ucraniano para la explotación de sus recursos minerales bajo el paraguas del Plan de Acción de Materias Primas Críticas de la UE. El magnífico potencial de Ucrania en materias primas críticas permitiría a la UE garantizarse el acceso a las bases materiales necesarias para promover su ¨Green Deal¨ europeo y llevar a cabo su transición energética verde, basada en las energías renovables y los vehículos eléctricos.  

A 8.000 kilómetros al sureste, los intereses económicos suscitados por la isla de Taiwán también han desempeñado un papel importante en las economías occidentales y en las iniciativas de energía verde. La todopoderosa TSMC, el mayor fabricante mundial de microchips de alta gama se encarga de que los diseños de última generación que salen de las empresas estadounidenses de alta tecnología se conviertan en una realidad física. Estos microchips, los más potentes del mercado, hacen posible la vida tecnificada y electrificada no sólo de los ciudadanos occidentales, sino también de una creciente clase media china, que también se ha hecho adicta a ellos. Baste decir que, sin estos semiconductores, la escasez en la cadena de suministro sufrida desde el inicio de la crisis del COVID crecería hasta niveles sin precedentes. 

La importancia de TSMC juega un rol positivo, que implica a los países occidentales en la defensa de su posesor, el gobierno de Taipéi. Pero esa relevancia se puede estar debilitando. Este último año nos ha mostrado una clara tendencia hacia la descentralización de la tecnología y la capacidad de fabricación de TSMC. La apertura de fábricas de TSMC en Japón y EE. UU. resta relevancia económica y estratégica a la isla de Formosa. A medida que la carrera por los microchips avanza, los países occidentales pueden estar menos dispuestos e interesados en defender al gobierno de Taipéi si logran la autosuficiencia en su fabricación. La situación recuerda a la construcción del gaseoducto Nordstream II. En una incongruencia estratégica, Alemania ¨puenteaba¨ a Ucrania en el envió de gas desde Rusia, despojándola de la protección estratégica de ser la llave principal del gas a Europa. 

En el ámbito de la información, el gobierno democrático de Taiwán favorece la libertad de expresión y las redes de comunicación abiertas, lo que les convierte en víctimas fáciles de la propaganda o los ciberataques chinos. Con ambos países compartiendo una lengua común, un partido político taiwanés que representa los intereses de Pekín y un 10% de la población a favor del gobierno chino, China tiene varias vías de acceso peligrosas que explotar. Y a diferencia de Ucrania, la población de Taiwán no ha considerado suficientemente la invasión china como una amenaza existencial inmediata y no se ha preparado en consecuencia. Por el contrario, al otro lado del estrecho de Taiwán, en China, la información está estrechamente controlada y vigilada por el Estado, y las críticas o la disidencia están penalizadas. Además, la población está fuertemente adoctrinada. Rusia también reprime y explota el dominio de la información, pero su falta de destreza tecnológica limita una efectividad que no alcanza la de China en la represión de la disidencia, al menos en el dominio cibernético. Taiwán es mucho más susceptible a los estragos de una campaña de información masiva que Ucrania, mientras que China está mucho más reforzada contra las campañas de información occidentales que Rusia. China dispone además de la ventaja táctica de poder cortar físicamente los cables submarinos de los que se nutre mayoritariamente la isla de Formosa de datos e información.

Incluso a nivel táctico, existen inquietantes paralelismos. Los ciberataques chinos previos a las elecciones taiwanesas, los sobrevuelos de su espacio aéreo por cazas chinos o las incursiones de milicias pesqueras chinas en aguas taiwanesas constituyen algunas de las acciones tácticas de tanteo, similares, aunque a menor escala a las rupturas del alto el fuego en las regiones ocupadas del Donbás ucraniano entre 2014 y 2022.

No es fácil dilucidar si son las fuerzas imperialistas las que impulsan las autarquías rusa y china o si es la obtención de recursos relacionados con su seguridad. Lo que sí puede apreciarse es que el discurso inicial, previo a la invasión, de justificación moral e histórica es inquietantemente similar en ambos escenarios, al igual que la existencia de importantes recursos estratégicos. El gobierno de Pekín, al igual que el de Moscú, no oculta su intención de recuperar el control total de la isla de Taiwán y no renuncia al uso de la violencia. Las preguntas a las que hay que responder son, por tanto, cómo y cuándo.

https://www.revistaejercitos.com/2022/01/26/crisis-de-ucrania-crisis-de-europa

¿Cómo?

Desde la Segunda Guerra Mundial, no hemos visto ningún conflicto militar directo entre potencias nucleares, con la excepción de los enfrentamientos fronterizos entre India y China. Sencillamente, todavía no hay ningún país en el mundo que asuma un resultado positivo derivado de la destrucción mutua asegurada (MAD). Por mucho que se pueda especular sobre las posibilidades de un primer ataque preventivo dirigido contra las instalaciones nucleares del enemigo, la relación coste-beneficio es excesivamente alta. Sin embargo, en marzo de 2022, el presidente Biden emitió una sorprendente declaración en la que afirmaba su intención de defender Taiwán contra una invasión china. Sus palabras fueron poco después respaldadas por la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán. Pero la claridad de la postura estadounidense quedó en entredicho por unas nuevas declaraciones en noviembre de 2022, en la cumbre del G20, en las que aseguraba estar en contra de la independencia de Taiwán. Independientemente de las vacilaciones estadounidenses, el gobierno de Pekín no puede ignorar en sus cálculos una posible escalada nuclear. La ambigüedad estratégica estadounidense parece de momento surgir efecto.

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