El envío de carros de combate a Ucrania (Leopard 2, Abrams y Challenger) supone una muestra inequívoca del compromiso occidental con este país. Aceptada la apuesta rusa de transformar lo que debió ser una operación rápida en una guerra de desgaste, a su llegada permitirán formar al menos tres nuevos batallones acorazados, con un material sobre el papel superior en muchos casos a su contraparte rusa. No obstante, dados los enormes problemas logísticos, de adiestramiento y de integración que el envío de carros de combate a Ucrania supone, la decisión podría aportar mucho más desde el punto de vista político-estratégico que del operacional y táctico.
La noticia del futuro envío de carros de combate a Ucrania -en su mayor parte variantes de los Leopard 2- como parte del esfuerzo por ayudar a las Fuerzas Armadas de este país en su guerra contra Rusia, ha sido objeto de numerosas noticias y especulaciones en los medios de comunicación. También de un importante interés por parte de una opinión pública ávida de información, pero que difícilmente encuentra en la prensa generalista datos fidedignos o explicaciones razonadas ni sobre lo que esta decisión implica, ni sobre lo que es realmente un carro de combate y lo que puede aportar al esfuerzo bélico. Creemos pues que el envío de carros de combate a Ucrania merece una primera reflexión algo detallada, aun asumiendo que nadie más allá de los miembros de las coaliciones que se están conformando para gestionar las entregas, conoce en detalle los entresijos del proyecto.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que envío de carros de combate a Ucrania será un proceso complicado que va mucho más allá de la simple entrega de estos sistemas de armas al país. En primer lugar y antes que nada deberá realizarse una selección de los que carros de combate se van a entregar, seguida del paso por los escalones de mantenimiento que corresponda, el transporte desde las distintas naciones donantes y la reunión de los carros en uno o varios puntos muy probablemente fuera de Ucrania y posteriormente ya en el interior de dicho país (lo que supone para Rusia un blanco de gran valor, no solo por la destrucción de un material militar importante, sino también por lo que significa política y estratégicamente). Hecho esto, el proceso culminará con la entrega de los carros a las Fuerzas Armadas ucranianas (AFU) para su integración en el sistema logístico y operacional ucraniano.
Junto a este proceso y a ser posible en paralelo, deberá organizarse e implementarse la instrucción de las tripulaciones y de los especialistas y, finalmente, el adiestramiento de las unidades que deberán ir debidamente cohesionadas al frente y por supuesto integradas en la unidad superior que corresponda, la cual también deberá haberse hecho cargo de la nueva situación.
Se produzca todo lo anterior como se produzca, hemos de recordar que: 1) el carro de combate forma parte de una familia de vehículos; 2) que ningún modelo cuenta con la misma combinación de los tres elementos básicos a considerar en el diseño de un sistema de este tipo (movilidad, protección y potencia de fuego); 3) que si bien se está hablando del envío de carros de combate a Ucrania, apenas se está abordando el de los necesarios vehículos de recuperación, ingenieros o cisternas, así como artillería autopropulsada entre otros que completarían el material para una gran unidad verdaderamente cohesionada en todos los aspectos para el combate.
En resumen; difícil van a tener (seguro que ya lo tienen) los ucranianos la gestión de la gran variedad de vehículos para combatir que van a recibir, sumados a los que poseían al inicio de la guerra y todavía sobreviven, a los capturados a Rusia y a los miles recibidos en los últimos meses.
Consideraciones Generales
Frente a las noticias aparecidas en todos los medios de comunicación, en las que se resalta la importancia del envío de carros de combate a Ucrania, debemos hacer una pequeña pausa y reflexionar sobre lo que realmente significa, en vista de la cantidad de modelos y variantes implicadas y el número anunciado de carros total anunciado hasta el momento.
Con el número de entregas que hasta ahora se barajan podríamos pensar que se pueden equipar probablemente de tres a cuatro batallones de carros, teniendo en cuenta que un batallón pequeño no debe disponer de menos de 30-35 unidades. Así, aunque todavía faltan estados como España por pronunciarse sobre el modelo y número concreto de carros de combate a enviar, hasta el momento ya se ha confirmado la futura entre de:
- 31 Abrams M1A2 (EE. UU.)
- 14 Challenger II (Reino Unido)
- 14 Leopard 2A6 (Alemania)
- 14 Leopard 2A4PL (Polonia)
- 4 Leopard 2A4 (Canadá)
- 2 Leopard 2A4 (Noruega) (se ha considerado el envío de hasta 8)
A ellos podrían unirse, a falta de confirmación, el envío de:
- 6-14 Leopard 2A4 (España) (se ha hablado de entre 6 y 20 unidades, pero parece lógico que en el mejor de los casos se envíe una cifra similar a la de alemanes, polacos o británicos)
- 6-14 Stridsvagn 122 (Suecia) (variante sueca del Leopard 2A5)
- 6-14 Leopard 2A5 DK (Dinamarca)
- A lo anterior podrían sumarse otros países como Finlandia, que han mostrado su disposición, pero no han dado números, o la aportación de Países Bajos, que no poseen Leopard 2 (salvo 18 unidades en alquiler) pero están dispuestos a financiar el envío de un número indeterminado procedente de un tercer país.
En resumen una horquilla que en el peor de los casos sería de:
- 1 batallón de Abrams,
- 1 batallón de Leopard 2A4
- 1 batallón de Leopard 2A5/6
- 14 Challenger 2.
Esto, aunque permitiría formar en determinadas condiciones una punta de lanza acorazada, no supone tanto un empujón definitivo a las opciones de Ucrania de ganar la guerra, como el envío a Rusia de un mensaje claro: La Unión Europea y los EE. UU. tienen una decidida disposición de apoyar a Ucrania hasta donde sea necesario para ganar la guerra; otra cosa es qué consideremos lo que es ganar la guerra. Por tanto, estamos ante una operación político-estratégica más que operativa, aunque esto no quiera decir que el envío de carros de combate a Ucrania no suponga un importante apoyo, pues los modelos occidentales son en términos generales de mejores prestaciones que los rusos.
Dicho esto, hay que tener también en cuenta que las AFU están acostumbradas a manejar carros de diseño típicamente soviético, al igual que los rusos. Disponen de los modelos T-72, T-80 y T-90 (a su vez con diversas variantes), totalizando más de un millar de carros pese a las pérdidas y gracias a las donaciones y capturas. Entre las donaciones, por cierto, cabe comentar que están pendientes de la recepción de 90 T-72 procedentes de la República Checa y financiados por los Estados Unidos y los Países Bajos, así como una treintena de PT-91 Twardy polacos desarrollados a partir de los T-72M.
Así las cosas, deberán combinar dos familias de carros de combate con un diseño, prestaciones y filosofía radicalmente diferentes pues, aunque al lego puedan resultarle parecidos, poseen unas diferencias que deben ser tenidas en cuenta tanto en el aspecto operativo como en el logístico, lo que ya supone una cierta dificultad para el mando de las unidades.
De esta forma, los carros de diseño soviético, pensados para una guerra a gran escala, con una alta tasa de atrición y en la que se asumirían grandes pérdidas, están tripulados por tres hombres (conductor, tirador y jefe de carro) gracias a su cargador automático que permite eliminar un tripulante. Son de menor tamaño y más ligeros que los carros occidentales y disponen de menor capacidad de protección, todo lo cual redunda en un precio menor, también de los recambios. Cuentan con una buena potencia de fuego; los tres modelos disparan un mismo tipo de munición desde el mismo modelo de cañón de calibre 125 mm, aunque sus sistemas de dirección de fuego son de menor eficacia que los occidentales.
Hasta ahora, como sabemos, las AFU han venido empleando carros por ellos bien conocidos, en unidades que están organizadas y funcionando en combate con una filosofía de empleo de los carros determinada y experimentada. Por esto, desde el punto de vista puramente operativo, una primera impresión podría ser que a Ucrania no se le está haciendo un favor, sino que se le está complicando la gestión de la guerra enviando alrededor de un centenar de carros de combate de al menos tres modelos diferentes y que, como comentamos, desplegarán en combate probablemente en tan sólo tres pequeñas unidades tipo batallón.
Las complicaciones logísticas y operativas, por no mencionar las de instrucción de las tripulaciones y adiestramiento de las unidades, son enormes, como intentaremos explicar a continuación, y habrá que ver cómo se resuelven. Es decir, que la alternativa más adecuada para Ucrania a priori sería entregar carros de los mismos modelos que ya tienen en uso, aunque en mayor cantidad y con efecto inmediato. Sin embargo no es sencillo, pues los stocks ya están bajo mínimos y no hay líneas de producción abiertas fuera de Rusia o países aliados o amigos de esta.
Totum revolutum
De cara al envío de carros de combate a Ucrania se han propuesto tres modelos occidentales, como hemos visto. Cuatro si tomamos en cuenta las importantes diferencias entre los Leopard 2A4 y los A5/A6. Repasaremos algunas de ellas sin detenernos en demasiados detalles, tan sólo para hacernos una idea de la dimensión del problema.
Para ello, obviaremos el envío de carros ligeros sobre ruedas AMX10-RC franceses, así como la posibilidad de que en algún momento París decida el envío de carros de combate Leclerc, pues del primero no se conocen detalles suficientes sobre fechas o número final, mientras que del segundo no hay nada definido dado lo conflictiva que sería su integración en las AFU, que algunos han llegado a calificar de «regalo envenenado».
En el caso del carro británico, el Challenger 2, se parte de una filosofía de diseño diferente a la de los otros dos modelos en liza: de las tres características de los carros, potencia de fuego-movilidad-protección, ellos dan prioridad a la protección y la potencia de fuego, mientras que adolecen de una cierta falta de movilidad, siendo más lentos que los carros alemanes y norteamericanos. No en vano, los británicos presumen de que sólo ha habido un carro destruido en las acciones de combate en las que ha participado, siendo además un incidente de fuego amigo. La relación potencia peso es de 19,2 CV/t, proporcionada por un motor diésel de 1.200 CV y consecuencia de un peso de 62,5 t. Disponen de un cañón L30A1 de 120 mm de ánima rayada , lo que impide la estandarización de munición con el resto de carros occidentales (está prevista una actualización para pasar al cañón Rheinmetall L55 de 120 mm de ánima lisa, el mismo del Leopard 2A6). Además, su munición es desengarzada (la ojiva y la carga propulsora se almacenan por separado), a diferencia de las municiones unitarias de los Abrams y Leopard.
Por su lado, tanto los carros de combate Abrams como los Leopard nacen de un proyecto común de los años 70 (el MBT-70), que finalmente, por razones políticas y económicas fundamentalmente, no cuajó en un carro sino en una serie de modelos originales cuyo desarrollo a lo largo de estos años ha derivado en los que aquí tratamos.
El Leopard 2 es, quizás, el carro mejor diseñado que existe hoy en día. Las tres características del carro están muy equilibradas, y de ahí su éxito. Está armado con un potente cañón Rheinmetall L44 de 120 mm (L55 en los Leopard 2A6) de ánima lisa, que puede disparar toda la variedad de municiones que hay en día se pueden necesitar en combate, incluyendo como los Challenger y Abrams las de uranio empobrecido. Su motor diésel eroga 1.500 CV y eso le confiere al carro una relación potencia/ peso de 24,1 CV/t.
Respecto al M1A2 Abrams (finalmente se ha descartado el envío de la variante M1A1 más antigua) está armado con una versión fabricada en los EE. UU. del cañón alemán de 120 mm, por lo que puede disparar la misma munición. Está propulsado por una turbina de gas (aunque es policarburante, lo que le permite consumir diésel de ser necesario) de muy buenas prestaciones, pero que consume una gran cantidad de carburante, mucho más que el resto de los carros en servicio. Proporciona 1.500 CV de potencia, con una relación potencia/peso de 21,5 CV/t.
Respecto a la protección, los tres modelos de carros disponen de algunos de los mejores desarrollos en servicio, recurriendo a blindaje espaciado y compuesto (el Challenger y el Abrams utilizan el blindaje Chobham británico). Esto, en el caso de los Abrams está generando algunos problemas, pues desde Washington no parecen favorables a enviar al frente ucraniano carros con tecnologías sensibles en cuanto a protección que puedan caer en manos rusas. De ahí que se esté valorando el envío de Abrams M1A2 nuevos, fabricados prescindiendo del blindaje más avanzado, para el que se recurre al uranio empobrecido, entre otros componentes y que ahora deberán sustituir por otra malla más básica, elaborada a base de tungsteno. Más allá del blindaje, enviar carros nuevos obligará o a aumentar la tasa de producción (tres carros por semana) o a sustituir componentes -si es posible- en algunos de los que estén en servicio. En cualquier caso, se necesitarán varios meses para disponer de las 31 unidades comprometidas.
Pasando a la distribución y la tripulación, los tres modelos a diferencia de los carros ucranianos necesitan de cuatro tripulantes: jefe de carro, conductor, tirador y cargador. Puede parecer un problema menor, pero añade un puesto (el de cargador) multiplicado por el número de carros, implica formar a más de un centenar de uniformados adicionales.
Más importante que lo anterior es que las características (muy básicas, pues en nuestra web hay artículos sobrados al respecto para quien quiera profundizar) señaladas se reflejan en el funcionamiento general del carro y en su empleo en combate que. Es esto lo que, como se puede fácilmente inferir, va a suponer un importante cambio en la forma de gestionar, en todas las áreas, las unidades acorazadas ucranianas, aspecto que abordamos a continuación.
Logística
Este apartado podría ser muy extenso, así que trataremos de acotar al máximo, centrándonos en aquellos aspectos que consideramos más relevantes. Para empezar, habremos de tener en cuenta que todos los carros que se van a entregar, incluidos los más modernos, son de segunda o tercera mano. También que algunos de ellos pueden llevar meses o años almacenados, como en el caso de los españoles, cuestión que no es baladí.
En este último caso, devolver al servicio implica rellenar todos los líquidos, que se extraen para la «hibernación» y que suelen tener un precio bastante alto. Esto incluye, entre otros el aceite del motor y la transmisión, los pasos finales y los fluidos del sistema hidráulico. Además, será necesario engrasar los trenes de rodaje, añadir el líquido refrigerante para el motor y, por supuesto, sustituir los filtros de aceite de motor y transmisión, los filtros de aire, del sistema NBQ, los extintores y antiexplosión junto a las cápsulas activadoras del sistema, etc.
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