La guerra aérea en Ucrania nos ha dejado varias incógnitas, empezando por el discreto papel que la Fuerza Aérea rusa tuvo especialmente durante las primeras semanas del conflicto. La superioridad que sobre el papel exhibía la aviación rusa, tanto en número de aparatos, como en calidad y cantidad de armamento, así como en experiencia acumulada por parte de sus pilotos quedó en papel mojado al ser incapaces de operar con libertad debido a la acción de la aviación ucraniana y, especialmente, de la artillería antiaérea. Esto obligó a Rusia a adaptarse, algo que ha hecho con relativo éxito, relegando unos aparatos en favor de otros y cambiando las tácticas, todo lo cual debe ser motivo de estudio.
La finalidad de este texto es analizar algunos de los resultados técnicos y estratégicos preliminares del uso de la aviación rusa en general y de la Fuerza Aérea de Rusia -conocida como VKS- en particular, durante la Guerra de Ucrania. Para los datos sobre derribos, hemos recurrido a fuentes OSINT como es el caso de Oryx Blog.
Por supuesto, dado que la guerra está todavía en curso, no hay conclusiones firmes, sino más bien impresiones. A fin de hacer la narración más amena y asequible para el lector casual hemos optado por un estilo narrativo, aunque los principales hallazgos técnicos se expondrán a continuación, para después dar las explicaciones pertinentes.
- La Fuerza Aérea rusa ha sufrido un grado de atrición bajo en esta guerra, preservando el grueso de su fuerza en buen estado, aunque necesitada de descanso tras tres meses de operaciones continuadas. Entre el 15 de marzo y el 11 de mayo apenas han perdido 6 aviones.
- Las informaciones filtradas a la prensa estadounidense asumen una ratio de salidas diarias de entre 100 y 250 en promedio desde marzo, por lo que la VKS está consumiendo muchos recursos y energías de sus militares.
- Pese a sufrir bajas significativas, la defensa aérea ucraniana se ha conservado operativa hasta el día de hoy, anulando la baza estratégica de la superioridad aérea rusa y degradando su capacidad para conducir ataques aéreos eficaces.
- Con todo, la VKS mantiene la capacidad de penetrar la defensa aérea ucraniana y atacar a tierra con poca eficacia, pero con pocas bajas. Asimismo, la supresión de la defensa aérea ucraniana de largo y medio alcance sigue siendo una posibilidad real, aunque es improbable que se materialice como para permitir a Rusia obtener la superioridad aérea.
- Una parte importante de las operaciones aéreas rusas se ha centrado en lugares como Mariúpol, en donde se ha logrado la superioridad aérea local. Severodonetsk-Lysychansk podrían acabar sufriendo un destino parecido en caso de completarse el cerco.
- La Fuerza Aérea Ucraniana mantiene una postura general defensiva, evitando arriesgar máquinas y pilotos y actuando de manera puntual y dosificada. Se trata de una suerte de guerrilla aérea que opera a base de golpes de mano.
- La eficaz defensa aérea de baja cota ucraniana ha tenido un rol estratégico a la hora de degradar la capacidad de operar de la aviación rusa debido a la falta de municiones de precisión de esta última, y a las alturas de bombardeo escogidas.
- El uso intensivo de helicópteros de combate por parte de Rusia se debe o bien a que su eficacia también ha sido elevada o bien a que los mandos terrestres no saben hacer uso de estas máquinas. En cualquiera de los casos, este tipo de aparatos y de pilotos está padeciendo una cifra insostenible de bajas entre sus unidades mejor preparadas, aquellas dotadas del Kamov 52. Se han perdido 29 máquinas hasta el 11 de mayo.
- Con todo, la capacidad de los Kamov 52 para eyectar a sus pilotos y salvarles la vida marca la diferencia a la hora de limitar la pérdida de pilotos de combate y estimula el uso de este modelo de helicóptero.
Supresión de defensas aéreas y guerra antiaérea en Ucrania
Poco antes de aquel fatídico 24 de febrero en que dio comienzo la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la Fuerza Aérea rusa empezó a desplazar sus regimientos de aviación a las bases aéreas próximas a Ucrania. Aquella fuerza incluía entorno a medio millar de aeroplanos, entre los que se incluían los duros Su-25 de ataque a tierra, los elegantes Su-35 Flanker-E de superioridad aérea o los robustos Il-76 de carga.
Simultáneamente, la aviación del Ejército de Tierra ruso inició su propio despliegue. Así, llegaron cientos de helicópteros de transporte Mi-17 Hip, fundamentales para los asaltos aéreos y para las operaciones de reabastecimiento aéreo. Asimismo desplegaron decenas y decenas de helicópteros de combate.
Mientras los armeros rusos acomodaban los misiles en sus Sukhoi, la Fuerza Aérea de Ucrania trataba de dispersarse en sus numerosas bases de herencia soviética a la vez que cedían la misión de defender los cielos a los misiles antiaéreos.
Los ucranianos necesitaban desesperadamente desplazar sus vehículos antiaéreos a las posiciones de combate con el fin de degradar la eficacia de los rusos. Para ello confiaban en los todavía capaces sistemas S-300 para la defensa a largo alcance y los BUK y KUB para medio alcance.
Por suerte para los militares ucranianos, la defensa a baja cota estaba garantizada por los generosos envíos europeos y norteamericanos, que hicieron llegar miles de misiles antiaéreos portátiles Stinger, Grom, Mistral o Starstreak, a lo largo del conflicto.
Pero ante todo, los ucranianos tenían muy claro que no se trataba de derribar aviones rusos, sino de que la VKS comprendiera el riesgo de aproximarse a tierra para atacar. Los ucranianos querían forzar a los rusos a adoptar procedimientos destinados a evitar el armamento antiaéreo, lo que les obligaría a reducir la eficacia de sus ataques… ¡Este último -y no derribar aviones rusos- era el objetivo ucranio!
Nada más comenzar la guerra, la VKS se lanzó a la yugular de su contraparte ucraniana con la intención de aniquilar a la fuerza de caza en tierra. Los misiles y las formaciones de cazas rusos atacaron las bases aéreas mientras los Sukhoi 27 del país se afanaban por despegar. No todos lo lograron. Algunos fueron destruidos cuando aún estaban carreteando en la pista de despegue.
Los 4 primeros días de la invasión vieron el derribo de 4 cazas ucranianos Su-27 que trataban de defender la capital. No pudieron sobrevivir a la manada de Su-30SM y Su-35 rusos que con sus radares superiores y con sus misiles de mayor alcance tenían las de ganar.
A la vez, la guerra electrónica rusa se esforzó por degradar a la defensa aérea ucraniana en Hostomel y otros lugares. Se cree que muchos radares ucranianos fueron interferidos con éxito por la guerra electrónica rusa, probablemente se trataba de los diseños de origen soviético P-15 o P-18.
Aquellos días los rusos lograron neutralizar 7 sistemas de radar con 12 lanzadores de misiles de diversos tipos, aunque el grueso eran sistemas como el Osa y el Strela de corto-medio alcance. Los pilotos rusos solo lograron dejar fuera de combate a 4 plataformas de tipo S-300 o BUK. ¿Mala inteligencia sobre los objetivos?.
La quincena negra de la VKS
Como el avance terrestre se estaba ralentizando más de lo esperado, a partir de la primera mitad de marzo el Kremlin decidió pisar el acelerador, dando lugar a una verdadera «quincena negra» para la aviación rusa.
Los rusos habían previsto la captura de Kiev en pocos días, así que tras el fracaso inicial, completamente evidenciado en los cuatro primeros días de guerra, a partir del 1 de marzo el Estado Mayor ruso intensificó la solicitud de apoyo a la VKS, a la que le tocó acelerar las operaciones.
Durante aquella quincena Rusia perdió 18 aviones y 14 helicópteros pese a infligir menos de 10 bajas entre aviones, helicópteros y sistemas de defensa aérea a Ucrania. 32 valiosas piezas de equipamiento convertidas en chatarra en unos pocos días.
Entre las bajas rusas se contabilizaron hasta 7 bombarderos tácticos Su-34 Fullback -el orgullo de la VKS- así como 8 Su-25 Frogfoot de ataque a tierra.
Inmediatamente, los rusos reajustaron sus tácticas, ya que tras la quincena negra -entre el 16 de marzo y el 11 de mayo- solo se ha constatado la pérdida de 6 aviones tripulados rusos.
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