La competición estratégica entre grandes potencias se desarrolla en diferentes ámbitos y escenarios. En este sentido, una de las bazas a disposición de la República Popular de China, actor que reconoce abiertamente la existencia de dicha competición, son las tierras raras. Estas han sido utilizadas en el pasado por Beijing como arma geopolítica en disputas con otros Estados a fin de asegurar la consecución de sus propios intereses. Reconociendo el PCCh la necesidad de controlar el suministro global de las mismas y teniendo en consideración la dependencia del resto de actores tanto para sus sistemas de producción como para incluso la transición hacia las energías verdes, debiera analizarse el lugar que ocupan en la presente competición y cómo los actores afectados contemplan y abordan tal dependencia.
Las tierras raras como elemento geoestratégico
Las tierras raras son elementos imprescindibles en el ámbito de la defensa, entre cuyas aplicaciones se encuentran las armas de precisión, los drones, los sistemas de guía, las tecnologías de sigilo o los láseres y sistemas de radar y sonar, así como serían también empleados a fin de conferir dureza o características específicas a las aleaciones y superaleaciones de alto rendimiento en vehículos blindados y proyectiles[1]. En este sentido, el desarrollo de numerosas tecnologías necesarias para el sector de defensa sería inconcebible sin el empleo de tierras raras, de manera que la posible interrupción de la cadena de suministro podría tener un grave impacto en las capacidades de defensa de cualquier Estado con un ejército tecnológicamente desarrollado[2].
No obstante lo anterior, además de su uso en el ámbito defensivo, las tierras raras son elementos fundamentales en la búsqueda de alternativas más limpias a los combustibles fósiles y la lucha contra el cambio climático, además de en numerosos productos de alta tecnología de carácter más cotidiano[3]. En este sentido, dada su amplia utilización en los diferentes sectores tecnológicos y la relevancia de sus cadenas de suministro para los sistemas de producción, las tierras raras han sido identificadas como materiales críticos por diferentes Estados y organizaciones, tales como los Estados Unidos de América (en adelante, EEUU) y la Unión Europea (en adelante, UE). De hecho, ha sido identificada por el Panorama de tendencias geopolíticas elaborado por el Ministerio de Defensa como una preocupación creciente para las economías avanzadas por sus aplicaciones de alta tecnología[4].
A este respecto, una posible interrupción del suministro o una subida de precios como consecuencia de una decisión del principal líder en el mercado internacional de tierras raras, la República Popular China (en adelante, China), ha propiciado que tales materiales hayan adquirido una dimensión geoestratégica. Por consiguiente, se plantea la necesidad de encuadrar el papel que tales elementos estratégicos pueden jugar en las rivalidades y dinámicas de competición que han pasado a caracterizar el escenario internacional y las relaciones entre los actores, especialmente teniendo en consideración las recientes proclamas de la UE de alcanzar la independencia energética y su reiterada ambición de alcanzar la autonomía estratégica.
Las tierras raras y su principal suministrador
China es el único Estado con una cadena de suministro completa, autónoma, localizada e independiente. Durante las últimas tres décadas, China ha dominado el mercado de la producción y exportación de tierras raras, debido a que cuenta con la mayor reserva probada de tierras raras en el mundo y es por el momento el único país capaz de producir todos los minerales de tierras raras conocidos. No obstante lo anterior, si bien China llegó a controlar el 83% de la cuota mundial de la producción de tierras raras en 2016, ésta se redujo a un 58.3% en 2020, debido al incremento de la producción por parte de otros Estados, de manera que, aunque China no disfruta del monopolio en estos elementos, continúa siendo el líder en el mercado de tierras raras[5].
Sobre el particular, la base del dominio chino sobre las tierras raras se remonta a 1952 y 1953, momento en el que tuvo lugar la apertura de dos institutos de investigación básica[6]. China comenzó la explotación de este mercado en 1980, haciéndose prácticamente con su control en un espacio temporal notablemente reducido a través de una política de inversión en los yacimientos existentes en su territorio, especialmente la mina de Baotou en la región autónoma de Mongolia Interior, además de a través de la compra de empresas que explotaban yacimientos en otros Estados o la creación de plantas destinadas al procesamiento del mineral y sus derivados[7].
No obstante lo anterior, debiera tenerse en cuenta que EEUU fue previamente uno de los principales líderes mundiales tanto en la producción como en la innovación de tierras raras. Mountain Pass, una mina ubicada cerca de la frontera entre California y Nevada, representaba el 100% de la demanda interna de EEUU, así como un tercio de las exportaciones mundiales de tierras raras[8]. Fue precisamente el incremento de las capacidades de producción chinas lo que provocó que la mayor parte de los productores de tierras raras no chinos, incluyendo a EEUU, se vieran obligados a abandonar el negocio, cerrando Mountain Pass en 2002. En 2017, Mountain Pass retomó sus operaciones gracias a un acuerdo de inversores, debiendo destacar que en el mismo participó Shenghe Resources, una compañía china que es de las principales en el sector[9].
Sobre el particular, debiera precisarse que el principal problema de las tierras raras radica en su procesamiento. China adquirió su cuasi monopolio sobre la oferta global de estos elementos a través del control de las fases de su procesamiento[10]. De hecho, China continúa procesando tierras raras extraídas en suelo estadounidense debido a los métodos ambientalmente peligrosos y altamente regulados necesarios para la producción elementos de tierras raras refinados[11]. MP Materials, tal y como hacen la mayor parte de los Estados, vende a China sus concentrados de minerales de tierras raras extraídos en sus minas para su procesamiento a cambio de un pequeño beneficio y, posteriormente, China les vende los productos manufacturados y procesados[12]
El valor estratégico de las tierras raras para el gigante asiático
El Partido Comunista Chino (en adelante, PCCh) ha designado el mantenimiento de su poder en el mercado de tierras raras como un objetivo estratégico, dada su posible y útil instrumentalización en el presente contexto internacional de competición[13].
A este respecto, estos materiales han sido reconocidos como un activo estratégico en el ámbito industrial y en los planes de desarrollo chinos. El reconocimiento de su importante valor estratégico se remonta al VII Plan Nacional Quinquenal para la Industria de Tierras Raras (1986-1990), el cual convirtió en prioridad la investigación y producción de aplicaciones de tierras raras y nuevos materiales tanto para consumo interno como para exportación[14]. A este respecto, el PCCh considera las tierras raras elementos indispensables para el incremento del poder chino, habiendo sido calificadas “recursos estratégicos” para los seis nuevos grupos de tecnología identificados como motores de la fortaleza del gigante asiático, entre los que se incluirían las nuevas fuentes de energía, la tecnología del espacio y la tecnología de la información, entre otros[15]. Las tierras raras son asimismo parte del plan “Made in China 2025”, así como fueron contempladas en el XIII Plan Quinquenal de China (2016-2020) para la ciencia y la tecnología, que prevé el uso de tierras raras para desarrollar tecnologías futuristas que impulsarán el crecimiento económico continuo de China y el rápido desarrollo militar[16]. A este respecto, China tiene el objetivo de alcanzar la autosuficiencia en tierras raras y la supremacía tecnológica.
De este modo, las tierras raras son para China recursos estratégicos, especialmente importantes para proteger la seguridad nacional y vencer las guerras modernas[17]. Habiendo sido designadas el alma de la defensa nacional y, teniendo en cuenta que la lucha por estos recursos estratégicos se estaba volviendo cada vez más feroz, el PCCh proclamó la necesidad de fortalecer la protección y control sobre estos recursos estratégicos[18]. En abril de 2020, Xi Jinping reivindicó la necesidad china de incrementar la dependencia de las cadenas de suministro globales en su producción de tierras raras, así como la necesidad de desarrollar poderosas capacidades de disuasión y represalias contra cortes de suministro por actores extranjeros[19].
Sobre el particular, a fin de garantizar el dominio chino de la cadena de suministro mundial y su autosuficiencia, China anunció a finales de 2021 la creación del segundo mayor productor de tierras raras del mundo: China Rare Earth Group[20]. Situada en la provincia de Jiangxi, la nueva compañía pretende blindar su poder de fijación de precios y evitar confrontaciones entre las empresas chinas[21]. De acuerdo con People’s Daily, la fundación de la empresa es propicia para aumentar la inversión en investigación científica, integrar recursos y mejorar las aplicaciones de nuevas tecnologías y materiales[22].
Su instrumentalización como arma geopolítica
Debido a su extendido uso, las tierras raras se configuran como un recurso estratégico a fin de disfrutar de soberanía tanto económica como política, habiendo mostrado su preocupación al respecto EEUU, Japón, Canadá y la UE, en tanto que se derivan numerosas incertidumbres geopolíticas del ascenso chino que podrían poner en peligro la adquisición de tales materiales críticos[23]. A este respecto, la UE reconoce que la dependencia de un único Estado, China, para su suministro conlleva riesgos importantes de interrupciones en caso de crisis de la demanda y/o la oferta[24]. Además, la seguridad de la cadena de suministro europea puede verse afectada por el aumento de las tensiones globales, en tanto que China tiene a su disposición herramientas como los controles de producción, la restricción a la exportación a través cuotas o aranceles e incluso la consolidación empresarial[25].
Por tanto, partiendo de la base de que China es el único Estado con una cadena de suministro completa, autónoma, localizada e independiente, así como teniendo en consideración la dependencia del resto de Estados existente hacia las exportaciones chinas y la visión de las tierras raras como recursos estratégicos a utilizar en la consecución de sus intereses, las tierras raras pueden convertirse en una herramienta geopolítica a disposición del gobierno chino[26].
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