El 23 de abril de 2021, después de años de rumores, de informaciones a veces falsas y en otras ocasiones fidedignas pero incompletas, el primer buque de desembarco helitransportado (LHD o Landing Helicopter Dock) chino Tipo 075 (clase Yushen según código OTAN), era aceptado para el servicio activo. Se abría así una nueva etapa para la Armada del Ejército Popular de Liberación de China (PLAN por sus siglas en inglés), aunque esta ya había comenzado a intuirse década y media antes, con el inicio de la construcción de los LPD (Landing Platform Dock) Tipo 071.
El día anterior, 22 de abril, había sido botada la segunda unidad, buque que se encuentra actualmente realizando sus pruebas de mar. Un tercer ejemplar está además en construcción en las instalaciones de Hudong-Zhonghua Shipbuilding, empresa perteneciente a la todopoderosa China State Building Corporation (CSSC). Con la llegada de estos tres buques -y los que seguirán, pues se trabaja en nuevos modelos-, la República Popular de China da un salto de gigante en lo que a capacidades de asalto anfibio se refiere, con la vista puesta no tanto en Taiwán, como en ejercer su poder mucho más allá de sus costas, en toda la región de Indo-Pacífico.
Cuando repasamos los números de la PLAN, vemos que en realidad siempre ha contado con un buen número de buques de desembarco. Por lo general se trataba de embarcaciones tipo LST y LSTH (Landing Ship Tank / Landing Ship Tank Helicopter) con capacidades muy limitadas, auxiliadas por un enorme número de buques civiles tipo Ro-Ro y similares. Con una doctrina más continental que marítima, claramente inspirada en la soviética, estos medios habrían sido muy útiles para lanzar operaciones de diversión, abrir segundos frentes durante un avance del Ejército Popular de Liberación (PLA por sus siglas en inglés), etc.
Todos estos medios, aunque en conjunto capaces de transportar una fuerza considerable, en realidad no permitían la proyección o el sostenimiento de la Fuerza a grandes distancias, algo necesario cuando de lo que se trata es de competir a escala global con los EE. UU. o, al menos, de ser un actor principal en una región geográficamente tan compleja como Indo-Pacífico. Piense el lector en la necesidad, sin duda percibida por Pekín, de proteger unas SLOC (Sea Lines of Communication) vitales para su economía, hacer diplomacia naval, intervenir en conflictos lejanos y, en definitiva, defender los intereses propios allí en donde sea necesario, incluso aunque esto suponga proyectar fuerzas a miles de kilómetros de las fronteras del país.
Por todo ello, y antes de entrar de lleno en la historia y características del LHD Tipo 075, conviene hacer un pequeño repaso tanto a la evolución de la estrategia naval de China y sus imperativos, como a la respuesta dada por parte de las autoridades de Pekín a los numerosos desafíos a los que se enfrenta y que tiene su reflejo en los ambiciosos y acelerados planes de construcción naval.
La evolución de la estrategia naval china
Antes de señalar cuáles son las líneas básicas de la estrategia naval china, conviene ser francos y advertir que, tal y como señala acertadamente Michael D. Swaine en «The PLA Navy’s Strategic Transformation to the “Far Seas”: How Far, How Threatening, and What’s to be Done?», la información de primera mano de que disponemos es prácticamente nula. La República Popular de China no hace pública su estrategia naval y no se conocen documentos que recojan negro sobre blanco las líneas de acción a seguir, al igual que ocurre con el caso de la doctrina nuclear.
Los análisis llevados a cabo por los expertos del resto del mundo no dejan de ser, por más que acertadas, conjeturas basadas en declaraciones de militares y políticos chinos, en estudios de académicos de dicho país y en otras fuentes más o menos fiables. Incluso procedentes de lugares tan variopintos como los foros de internet, me atrevería a decir, pues nos permiten llevar una cuenta bastante exacta de los avances en la construcción de buques como los LHD Tipo 075, los nuevos destructores Tipo 055, acerca de futuros desarrollos, etc, lo que también ayuda a saber hacia dónde se encamina dicha estrategia naval.
En cualquier caso, todo lo que podamos aprender de estas fuentes está muy lejos de lo que se estila en Occidente, en donde buena parte de la información es pública y, al menos en algunos casos, se debate abiertamente en sede parlamentaria. Por otra parte, el grado de conocimiento acerca de la forma en que se producen los debates sobre esta misma estrategia dentro de las instituciones chinas, nos es bastante ajeno, lo que no deja de añadir incertidumbre a cualquier evaluación que se haga. Ahora bien, incluso sabiendo esto, contamos con indicios suficientes como para determinar cuáles son las líneas básicas de la estrategia naval china.
Aclarado lo anterior, otro aspecto que hemos de tener claro, es que la estrategia china, como la de cualquier otra nación, a pesar de adaptarse a una serie de imperativos relacionados por ejemplo con la geografía que son más o menos fijos, está en continua evolución. También que se incardina dentro de una estrategia general más amplia. Un interesante repaso a esta última, por más que esquemático, lo hizo recientemente Anthony H. Cordesman para el think tank estadounidense CSIS en el documento «Chinese Strategy and Military Forces in 2021A Graphic Net Assessment», dividiendo la estrategia china entre la anterior a 2015 y la posterior. En esta última, que es la que más nos interesa, el Gobierno Chino establece ocho «tareas estratégicas» que las distintas ramas del PLA y el resto de cuerpos e instituciones que participan de la defensa china, deben cumplir:
- Salvaguardar la integridad del territorio chino.
- Proteger la unidad nacional (en clara referencia a Taiwán).
- Salvaguardar los intereses de China en nuevos dominios, como el espacio y el ciberespacio.
- Salvaguardar los intereses chinos en el exterior.
- Mantener la disuasión estratégica.
- Participar en la cooperación de seguridad internacional.
- Mantener la seguridad y la estabilidad social chinas.
- Participar en tareas de rescate, asistencia en casos de desastre y misiones de “protección de derechos e intereses”.
Pasando ya a la estrategia puramente naval, tal y como señalan Andre Lathan en «Mahan, Corbett, and China’s Maritime Grand Strategy», artículo publicado por The Diplomat, esta tiene tres elementos definitorios:
- El compromiso de asegurar la seguridad del territorio y fronteras litorales chinas, incluyendo los archipiélagos en disputa con sus vecinos y Taiwán y buscando en todo momento negar a los EEUU cualquier posibilidad de amenazar la China continental o de intervenir en la resolución de las citadas disputas territoriales.
- Dominar el vecindario cercano, esto es, las zonas marítimas que se extienden entre las costas chinas y la Segunda Cadena de Islas (ver gráfico nº 1).
- Mantener un equilibrio de poder favorable en escenarios tan lejanos como la Tercer, Cuarta y Quinta Cadenas, definiendo como tal un «equilibrio de poder que no está dominado por ningún estado, pero que se inclina a favor de China».
En resumen, China busca expulsar a los EEUU de sus mares aledaños, siendo capaz de ser necesario de infligir una derrota definitiva en el mar a la US Navy en dichas zonas, pero que aspira a llegar mucho más lejos, hacia el Pacífico central y a través del océano Índico, hacia Oriente Medio. También se podría decir lo mismo respecto a India, más allá del Estrecho de Malaca y el Mar de Andamán. En el primer caso, el más obvio, nada de esto podría hacerse sin el concurso de la Fuerza de Misiles y sin la implementación de una nutrida red de sistemas A2/AD, tema sobre el que ya hablamos tiempo atrás y sin una considerable fuerza de submarinos convencionales, apta para luchar en aguas restringidas.
Como es lógico, cada vez que China encarga o bota un nuevo buque, las argumentaciones ofrecidas no difieren mucho de las ofrecidas por las naciones occidentales: lucha contra la piratería, defensa de las SLOC, asistencia humanitaria… Con todo, su utilidad es clara y lo que tenemos es que China está dando forma a una PLAN mucho más equilibrada, moderna y capaz, pero todavía limitada en la práctica a la lucha en sus mares aledaños -Mar de la China Meridional, Mar de la China Oriental y por extensión, Mar de Filipinas-. Por supuesto, lograr esto con garantías no es sencillo, especialmente si tenemos en cuenta la entidad de algunos de los rivales a los que debería enfrentarse por ejemplo para solucionar las múltiples cuestiones territoriales abiertas con sus vecinos (Senkaku, Spratly, Paracelso…) y el sangrante problema con Taiwán, que Pekín continúa considerando una provincia china.
Bien es cierto que, a día de hoy, la PLAN cuenta con medios más que suficientes para derrotar en el mar a enemigos como Vietnam o Filipinas, pero también lo es que antes que arriesgarse a una guerra abierta prefiere utilizar su Armada (poder convencional, en definitiva) como herramienta de respaldo a la hora de aplicar tácticas propias de la Zona Gris, tal y como explicamos en su día. Las disputas con Taiwán y Japón son mucho más complejas, porque ambos cuentan con el respaldo de los EE. UU., de ahí que China se esfuerce en desarrollar una Armada capaz de expulsar a la US Navy y que sirva, como muchas otras de sus acciones, para erosionar las alianzas que la potencia norteamericana mantiene en la región.
Como sabemos, ningún plan por bueno que sea resiste el contacto con la realidad. En el caso de China, sus ambiciones, su asertividad y un ambicioso programa naval, están provocando que otros actores formen alianzas o comiencen a coordinarse para contrapesar este poder, lo que sin duda limitará el éxito chino e incluso podría llegar a frustrar sus aspiraciones por completo. Lo hemos visto en el caso de AUKUS recientemente, pero también con iniciativas como el diálogo cuadrilateral de seguridad.
Por último, aunque no menos importante, y para aquellos que quieran tener una idea más general sobre la geopolítica de los océanos y los imperativos chinos, dejamos esta magnífica exposición de nuestro amigo y colaborador, el profesor Josep Baqués.
La construcción naval en China 2016-2021
La gesta que supone construir en una franja de tiempo tan estrecha tres buques de estas características, por importante que pueda ser, palidece ante lo conseguido por China en el último lustro en el plano naval. No solo ha mejorado sus cifras en cuanto a número de buques en algunas de las principales categorías (portaaviones, destructores, fragatas…), sino que ha aumentado especialmente el tamaño y calidad de los mismos y, como consecuencia, el tonelaje total. Para que nos hagamos a la idea, en 2018 la situación era la que sigue, siendo la PLAN la armada, a nivel global, con el mayor tonelaje sólo por detrás de la US Navy.
Esto último posee una gran importancia, especialmente para una flota que ha pasado poco a poco de ser de aguas verdes a serlo de aguas azules buscando proyectarse más allá de la primera e, incluso, de la segunda cadena de islas hacia el Pacífico central por el Este y a lo largo de todo el «collar de perlas», hacia el Golfo Pérsico por el Oeste. Precisamente lo que asusta de la evolución de la PLAN no es tanto el número de buques en construcción o botados en los últimos años, sino que cada uno de ellos es netamente superior en cuanto a capacidades respecto a sus predecesores, algo especialmente cierto en el caso de los destructores o las fragatas, pero también en el de los submarinos, especialmente los convencionales, que ahora exporta. Dicho de otra forma; el gran salto de la PLAN no es tanto cuantitativo, como cualitativo.
Así, si comparamos los datos de 2016 y 2021, tenemos que la actual PLAN es una armada mucho más equilibrada, con un mayor número de destructores y, aunque las cifras parezcan reflejar lo contrario, de fragatas que verdaderamente pueden denominarse como tales, además de corbetas, quizá los buques que más desapercibidos están pasando y, sin embargo, en los que más énfasis se está poniendo, tal y como se puede apreciar en la siguiente tabla, elaborada sobre fuentes como Flottes de Combat y Jane’s Fighting Ships.
2016
- 5 SSBN
- 6 SSN
- 57 SS/SSK
- 1 Portaaviones
- 26 Destructores
- 53 Fragatas
- 31 Corbetas
- 97 Patrulleros y lanchas lanzamisiles
- 44 Buques de guerra de minas
- 51 Buques de desembarco
2021
- 7 SSBN
- 6 SSN
- 55 SS/SSK
- 2 Portaaviones
- 36 destructores
- 44 Fragatas
- 71 Corbetas
- 107 Patrulleros y lanchas lanzamisiles
- 36 Buques de guerra de minas
- 41 Buques de desembarco
País | Número de buques | Desplazamiento total | Desplazamiento medio |
China | 624 | 1.820.222 t | 2.917 t |
Rusia | 360 | 1.216.547 t | 3.379 t |
EE. UU. | 333 | 4.635.628 t | 13.920 t |
En el caso específico de los buques anfibios, la evolución es espectacular, habiendo botando las tres unidades en construcción hasta la fecha prácticamente a intervalos de seis meses (septiembre de 2019 – Agosto de 2020 – Enero 2021). Ahora bien, por más que el dato sea impresionante, debe hacernos recelar sobre la calidad de dichos buques, su resistencia estructural o sus capacidades una vez en servicio. No tanto por sucesos como el incendio del 11 de abril de 2020, por lo demás subsanado de forma bastante rápida y algo que puede ocurrir a cualquiera (ahí están el Juan Sebastián Elcano, el Bonhomme Richard, el Perle y una larga lista…) sino porque por mucha que sea la experiencia china en construcción de grandes embarcaciones civiles, hacer buenos buques de guerra no es tan sencillo. Y no lo es para nadie.
Al fin y al cabo, con muchísima más experiencia al respecto después de décadas de dedicación, los astilleros estadounidenses, franceses, italianos o japoneses construyen sus LHA a un ritmo muchísimo menor y nada de ello puede achacarse a incapacidad, o falta de personal o medios. Aspectos que en Occidente son fundamentales, como la elaboración de la documentación técnica o los riesgos laborales (no en el sentido de proteger a los trabajadores de los astilleros, sino a las tripulaciones una vez el buque está en operación), parece que en China no se cuidan tanto. Luego en el día a día, que un trozo de averías pueda realizar mejor su trabajo por contar con los medios adecuados, así como la instrucción o bien que la resistencia estructural del buque y la redundancia de sistemas críticos sea la adecuada, tienen un impacto notable en la capacidad de cumplir con las misiones encomendadas.
Para hacernos a la idea, los astilleros estadounidenses pusieron la quilla del futuro USS Bougainville (LHA-8) el 14 de marzo de 2019, habiendo comenzado el corte de chapa unos meses antes, el 16 de octubre de 2018. La entrega a la US Navy está prevista para 2024, una vez supere las pruebas de mar. Hablamos pues, de un total de cinco años para entregar un buque, cifra que va pareja con la vista en las dos unidades anteriores de la serie, el USS America y el USS Tripoli, cada uno de los cuales necesitó de entre cinco y seis años para entrar en servicio. Así, en el caso del USS America entre la puesta de quilla (julio de 2009) y la botadura (junio de 2012) transcurrieron 35 meses, necesitándose todavía otros 29 meses más para que entrase en servicio con la US Navy. Su gemelo, el USS Tripoli necesitó también de 35 meses entre la puesta de quilla y la botadura, así como 34 más para ser comisionado.
En el caso italiano, el LHD Trieste, comparable en todo a los Tipo 075, la ceremonia de puesta de quilla tuvo lugar en febrero de 2018, la botadura tuvo lugar en mayo de 2019 (15 meses), se encuentra en fase de pruebas desde el 21 de agosto y la entrega a la Marina Militare se espera para octubre de 2022. Esto supone, entre la botadura y la entrada en servicio, un total de 41 meses, pero en este caso hay que tener en cuenta los estragos de la pandemia, con un terrible impacto en Italia y que han provocado retrasos en el programa.
Francia, por su parte, puso la quilla del Mistral en julio de 2003, lo botó en octubre de 2004 (16 meses) y lo introdujo en servicio en diciembre de 2006 (25 meses) que fueron 23 y 25 respectivamente para la segunda unidad de la clase, el Tonnerre y 8 y 22 meses en el caso del Dixmude.
En el caso de Japón, por último, los «destructores portahelicópteros» de la clase Izumo pudieron completarse en un plazo razonable. Así, el primero de ellos fue puesto en grada en enero de 2012 y botado en agosto del año siguiente (17 meses), entrando en servicio en marzo de 2015 (19 meses). Su hermano, el Kaga, vivió su puesta de quilla en octubre de 2013, la botadura en agosto de 2015 (21 meses) y la entrega a la armada en marzo de 2017 (20 meses).
Por último, pero no menos importante, España. Navantia puso la quilla del BPE Juan Carlos I el 21 de julio de 2006. La botadura se llevó a cabo el 10 de marzo de 2008 (20 meses) y la asignación a la Armada el 30 de septiembre de 2010 (29 meses).
La razón de ser de los LHD Tipo 075
A la entrada en servicio de las tres unidades del Tipo 075, la PLAN contará con una fuerza de desembarco considerable, cuya columna dorsal será, no obstante, el Tipo 071. En total, y a la espera de lo que ocurra con los hipotéticos Tipo 076, hacia mediados de esta década la Infantería de Marina china tendrá a su disposición 3 LHD y 8 LPDs, todos ellos de factura moderna. Cada uno de ellos es capaz de transportar hasta un batallón de infantería de marina con todos los vehículos y pertrechos. Con ciclos normales y en el mejor de los casos, la PLAN podría poner en situación de combate 2 LHD y 6 LPDs, trasladando así en una única oleada hasta 16 batallones, dependiendo de su composición, lo que no deja de ser una cifra sobresaliente.
Dicho todo lo anterior, por más que a todos nos vengan a la cabeza imágenes de desembarcos en fuerza como los de la Segunda Guerra Mundial en las playas de Normandía o en las islas del Pacífico, un buque como el LHD Tipo 075 está pensado para acometer otro tipo de misiones. Ni el todopoderoso Cuerpo de Marines de los Estados Unidos (USMC), que dispone de un buen número de buques comparables de las clases Wasp (7) y América (2), además de los LPD de la clase San Antonio (11 unidades en servicio + 2 en construcción) está pensando en asaltos de ese estilo. Esto no quiere decir que renuncien a desembarcar, incluso a las bravas, en islas o arrecifes. Pero serán en cualquier caso desembarcos de mucha menor entidad que los pasados, realizados gracias a los helicópteros de forma más dispersa, lo que multiplica los dilemas del enemigo y disfrutando en proporción de muchos más apoyo de todo tipo (inteligencia, armas de precisión, artillería…). Esto nos lleva directamente al caso que todos tenemos en mente: Taiwán.
No son pocos los analistas que consideran que el rápido desarrollo de esta impresionante flota anfibia se relaciona con la intención de invadir la isla, al considerar Pekín la reunificación como un objetivo irrenunciable. Sin embargo, resulta bastante dudoso que ese desembarco se llevase a cabo tal cual imaginan muchos, acercando los buques a las costas del pequeño país y lanzando las lanchas de desembarco, los helicópteros o los vehículos de colchón del aire sobre las playas taiwanesas. De hecho, por su tamaño e importancia, tanto los Tipo 075 como los Tipo 071 serían objetivos prioritarios de los aviones de combate, la artillería de costa y los submarinos taiwaneses… y no solo taiwaneses. La pérdida de solo un par de estos buques supondría un varapalo notable. La pérdida de más, una catástrofe en toda regla. Además, los taiwaneses, pese al castigo que sufrirían por la acción de la aviación y la Fuerza de Misiles china, tampoco son mancos. Seguramente, al menos a fecha de hoy, podrían repeler un desembarco chino que, por razones obviar, apenas podría poner en las cabezas de playa unos pocos carros de combate y blindados en cada oleada, por más que sean cifras mareantes para nuestros estándares. En cualquier caso, insuficientes para tomar la isla.
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