La editorial Crítica ha publicado recientemente el libro «Desinformación y guerra política», de Thomas Rid, una obra apasionante que narra las principales campañas de «medidas activas» y «guerra política» (ver artículo) llevadas a cabo por estadounidenses y soviéticos (y actualmente rusos, claro) en el último siglo, con especial atención a estos últimos, al fin y al cabo quienes mayor partido parecen haber sacado de este tipo de herramientas.
«Desinformación y guerra política» comienza, como no podía ser de otra forma, por el principio, intentando explicar qué es la «desinformación» y para qué se utiliza. Posteriormente pasa a describir algunas las primeras medidas activas de la Historia, empleadas durante los años 20 por parte de la naciente Unión Soviética que, asediada y temerosa de una revuelta «blanca» que desalojase a los comunistas del poder, utilizó todo su saber hacer para desacreditar y desarbolar a los opositores que, desde el extranjero, pretendían reimplantar el zarismo.
A partir de ahí, década a década y campaña a campaña, el autor dedica sucesivos capítulos a algunas de las operaciones y organismos más señalados de la Guerra Fría, describiendo con detalle operaciones de desinformación realizadas a través de medios impresos, radio, embajadas, etc. Así, se habla de la creación de docenas de revistas utilizadas como tapadera, de la suplantación de algunos medios distribuyendo ejemplares falsos con la intención de introducir mensajes subversivos, etc. Una época, los años cincuenta, en la que la CIA todavía competía de tú a tú con el KGB y otras agencias de Europa del Este, algo que pronto dejaría de ser así.
Una de las virtudes del libro, en relación con lo anterior, es que expone, gracias a haber podido consultar numerosas fuentes y entrevistar a varios ex-agentes comunistas, la superioridad que los servicios de inteligencia del bloque del Este. Una superioridad que no se relaciona solo con la cantidad y envergadura de las campañas lanzadas, sino también por la profundidad intelectual que acompañaba a las mismas. Operaciones mucho más sutiles y complejas que sus homólogas occidentales y con un alcance, en algunos casos, difícil de medir.
Esto último es una constante que el autor de «Desinformación y guerra política» explica a la perfección: resulta prácticamente imposible medir el impacto real de la mayor parte de este tipo de acciones. Las «medidas activas», que nadie se equivoque, aunque pretenden afectar al enemigo, por sí mismas difícilmente tendrán nunca un impacto decisivo a nivel estratégico. Ahora bien, sirven para divertir esfuerzos y medios del oponente, limitando así su capacidad de hacer frente en otros terrenos más importantes, como la guerra convencional o la guerra nuclear. Es decir, que en la medida en que las medidas activas mantengan ocupado al rival, este será menos capaz de concentrar recursos en lo que verdaderamente importa. Sin embargo, el nivel de eficacia de cualquiera de estas herramientas es, por definición, imposible de medir con certeza, precisamente porque pretenden ser medidas sutiles.
Ahora bien, esto no quiere decir que no tengan ningún impacto. Precisamente lo que viene a demostrar el libro es que en unas cuantas ocasiones han logrado éxitos espectaculares, las últimas muy recientemente. También que para funcionar a la perfección suelen necesitar de la colaboración -muchas veces involuntaria- de periodistas, activistas, etc. No hay más que ver lo ocurrido en los últimos quince años con Wikileaks, con los casos de Chelsea Manning o de Edward Snowden, etc. Es más, se diría que lejos de remitir o de haber quedado anclada en la Guerra Fría, la desinformación está viviendo una nueva edad dorada gracias a Internet, algo en lo que Thomas Rid también abunda.
Para concluir, diremos que si bien «Desinformación y guerra política» no es un manual en el que se explique a fondo y a nivel teórico el funcionamiento de las medidas activas, es una obra totalmente recomendable que, además, puede servir a múltiples fines, ya que puede ser tomado como guía para todos aquellos que deseen un punto de partida a partir del cual profundizar en la materia, pero también puede ser tomado como una lectura amena acerca de un periodo histórico fascinante y de un tema del que hay muy poco escrito en español.
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