La Marina Militare italiana se encuentra en un momento clave. A las nuevas amenazas y la redefinición de su estrategia naval como respuesta a estas, se suma la necesidad de renovar buena parte de los buques en servicio, si no quiere ver cómo esta se reduce en un tercio en los próximos años. Es por ello que recientemente han publicado una serie de documentos y obras que nos hablan tanto de un «Mediterráneo alargado» como de un «Mediterráneo infinito» y han lanzado ambiciosos planes de construcción naval destinados a construir nuevos buques de superficie y submarinos. De llevar a buen término sus planes, Italia asegurará no solo su presencia en el Mare Nostrum, sino mucho más allá, afianzándose como un jugador clave a nivel regional.
En las últimas décadas, el mundo ha tenido que enfrentarse a una modificación del contexto estratégico internacional sin precedentes. En poco tiempo hemos pasado de la Guerra Fría a un periodo de hegemonía estadounidense que empieza a dar señales de debilitamiento y que previsiblemente dará paso a un periodo de bipolaridad imperfecta o incluso de multipolaridad que todavía se está definiendo pero donde son evidentes las dimensiones y los alcances, aunque no las consecuencias.
La Marina Militare italiana no ha sido inmune a estos cambios. El efecto causado por las Primaveras Árabes en el Norte de África, su vecindario más inmediato, le ha hecho vivir una crisis migratoria que ha reforzado su importancia. En un contexto general, se ha confirmado el papel de Italia como potencia naval mediterránea que ocupa una situación estratégica y que cuenta con una de las marinas más importantes del mundo, una fuerza que ha intervenido en numerosos conflictos, algo que favorece este papel.
En este contexto destacan por ejemplo la intervención en la Guerra del Golfo, en Irak o en Kosovo, y más recientemente, en Libia. Son crisis en las que, además de implicaciones de carácter étnico y religioso, entran en juego intereses estratégicos, tanto regionales como globales. Es todavía un panorama difuso de mundo multipolar poco definido, Libia es un ejemplo, donde aliados como Francia y Turquía se han convertido en adversarios que apoyan cada uno a un bando, y enemigos como Rusia y Francia en aliados [1].
En este marco resulta particularmente delicada la situación de la Libia, cuya estabilización resulta particularmente importante para Italia. En esta afirmación se fundamenta el firme empeño de la política exterior y de seguridad italiana para que, a través de un acuerdo de alto el fuego, se produzca una pacífica transición a un gobierno estable en el país norteafricano.
La renovación de la flota italiana coloca a su Marina Militar [2] en un merecido tercer lugar a nivel europeo, justo por detrás de la Armada Británica (en inglés Royal Navy) y la Marina Nacional francesa (en francés Marine Nationale). Pero, esa prioridad estratégica, motivada en parte por la emigración ilegal, se reduce mientras crece la influencia del Ejército, como pasa en España, donde también vemos la poca importancia que se le ha dado siempre a una Armada que no supera nunca un tercio de los menguantes presupuestos para la Defensa [3].
En este artículo haremos un repaso a la estrategia italiana de los últimos años y cómo esta línea estrategia se materializa en una política naval y de construcciones que trata de cumplir con los objetivos marcados.
Aunando esfuerzos
Sin duda, como dice el profesor Josep Baqués [4], en referencia a Mearsheimer y su obra “The Tragedy of Great Power Politics” [5], estamos ante la vuelta a una gran competencia o rivalidad entre grandes potencias. Rusia trata de recuperar su lugar, China busca hacerse con el suyo, y mientras, Europa se difumina tras la marcha de Reino Unido con el Brexit. Además, Turquía está cada vez más lejos de Europa o al menos de Francia, la otra gran potencia presente en el Mediterráneo, mientras China está cada vez más presente en África y también en Europa.
La ecuación mediterránea se complica, como decimos, con el regreso de Rusia a este escenario, atraída por la relativa desvinculación estadounidense y por la excesiva ambición de Ankara. También hay que considerar el advenimiento de China, por ahora solo como potencia comercial, pero con la perspectiva de un jugador estratégico, como anticipó en 2015 con unos ejercicios navales conjuntos con la Armada rusa, una novedad para el Mediterráneo. Esta situación ha evidenciado una vez más lo que se conoce en Italia como el «Mediterráneo alargado» [6], un área de primaria importancia estratégica para la política exterior y de seguridad italiana, una región del mundo que presenta una elevada densidad de tensiones, riesgos y conflictos [7].
En este escenario, en el que potencias medias como España o Italia tienen imposible jugar un papel determinando únicamente con sus propios y limitados recursos, hemos visto como desde Roma han aprovechado para asociarse industrialmente con Francia y Alemania. Con la primera en proyectos como el de las fragatas multipropósito clase FREMM. Con la segunda para la consolidación del mantenimiento de los submarinos diseñados por Thyssenkrupp Marine Systems (TKMS) e incluso algo más [8]. El éxito de exportación de las FREMM, que han sido elegidas por los Estados Unidos [9][10] ha llevado a su vez a Naval Group y Fincantieri a firmar una joint venture bautizada como Naviris para el desarrollo de nuevos barcos, entre ellos la futura Corbeta Europea o EPC (European Patrol Corvette) [11].
También cómo han sabido aprovechar las novedades que se están produciendo en el ámbito de la Unión Europea, con la firma en el mes de noviembre de 2019 de 13 nuevos proyectos en la tercera convocatoria de iniciativas PESCO[12], la Cooperación Estructurada Permanente de la UE en materia de defensa, creada en 2017 en el marco de una exigencia cada vez más fuerte de coordinación de las políticas de exteriores y de seguridad. Los avances se han empezado a concretar en forma de proyectos europeos como el de la fragata FREMM o más recientemente, la citada «Eurocorbeta».
Es cierto que este programa está todavía en una fase embrionaria y es precipitado hablar de quién va a construir qué e incluso de qué barco será el que se construya finalmente. Si nos fijamos en la página del Portal de Tecnología e Innovación del Ministerio de Defensa, perteneciente a la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) o en esta entrada publicada en Global Strategy, vemos realmente en qué fase está el primer programa europeo que aglutina a tres grandes: Naval Group, Fincatieri y Navantia. Al haberse conformado este proyecto PESCO por más de tres Estados Miembros de la UE, el consorcio podría optar a financiación europea, cuya resolución tendrá lugar a lo largo del año 2021, mientras que la fase de diseño debería finalizar para el año 2025.
Lo cierto es que más importante que el resultado del programa en sí, que todavía está por ver, es la propia iniciativa; por primera vez tres grandes de la industria naval militar europea se han unido para sacar un programa en común. Hasta la fecha se habían firmado consorcios formado por dos países, pero ninguno con financiación y fondos procedentes de la Unión Europea. Italia sabe que apostar por este tipo de programas, con las sinergias que conllevan, es la única forma de mantener su posición como constructor y la de su Marina Militare como actor relevante.
Del Mediterráneo alargado al Mediterráneo infinito
Italia está emergiendo como potencia naval europea. Siempre ocupó un puesto importante en este escalafón, aunque ahora con el Brexit y la crisis migratoria que vivimos en el Mediterráneo, esta imagen se ha fortalecido. Italia se muestra muy activa en su zona más cercana pero también en la lejana, desarrollando un importante trabajo en el apoyo a la seguridad internacional con su presencia en dos grandes ejes [13], uno hacia el Estrecho de Gibraltar, el Atlántico, y el otro hacia el Canal de Suez, en Mar Rojo y el Índico, ampliando así su esfera de interés hasta incorporar áreas como América del Sur y el Sudeste Asiático [14].
La idea del Mediterráneo alargado como nos explica el almirante Ramoino [15], nació en el Instituto de Guerra Marítima dado el gran interés en los años ochenta por conflictos que no afectaban directamente al país. Italia ya se preguntaba en ese momento si sus intereses se circunscribían al Mediterráneo o eran más amplios. Hoy vuelven a preguntárselo, en tanto este mundo crecientemente multipolar y global nos lleva a preguntar qué y cuántas potencias están jugando en el Mediterráneo y sobre todo dónde terminan los intereses estratégicos.
Esa misma pregunta es la que llevó al almirante y estratega turco Gürdeniz a diseñar su estrategia de Patria Azul o Mavi Vatan que establece nuevos límites y objetivos para Ankara. Un plan que busca lograr el control y la consolidación de Turquía en los tres mares que la rodean, ejerciendo así su influencia regional e internacional y dándole acceso a enormes fuentes de energía.
Para Roberto Domini, esta salida del Mediterráneo de Italia se justifica por la necesidad de unos intereses nacionales que van más allá de las necesidades de materias primas indispensables y les lleva una economía en transformación. Se trata de algo más ambicioso: crear áreas de influencia, áreas desde las que se pueda apoyar cualquier intervención fuera del Mediterráneo.
A partir de un análisis realizado por Roberto Domini, Francesco Zampieri y Andrea Liorsi, profesores del Istituto di Guerra Marittima de Livorno[16] llegamos a la denominada Doctrina Estratégica Marítima Italiana, donde pasamos de un Mediterráneo extendido a un Gran Mediterráneo con tres piedras angulares:
- El Mediterráneo es la frontera natural de tres continentes: Europa, Asia y África, más allá de límites geográficos impuestos por el mar, los tres continentes están unidos por un nexo común que va más allá de los aspectos puramente geoestratégicos.
- Las frontera marítima no es algo fijo: Cuanto más poder se ostente, más lejos se trata de buscar la proyección de nuestra seguridad, lo que lleva a intervenir en los pueblos vecinos buscando fortalecer nuestro escudo. Por el contrario, cuando más debilitados o divididos estemos, más nos replegaremos a un espacio geopolítico restringido, donde solo reaccionamos ante los ataques, sin poder anticipar nuestras acciones.
- Esta proyección exterior que suma el Mare Nostrum y el escudo que creamos para protegernos nos lleva al concepto del Gran Mediterráneo, un espacio geopolítico amplio donde Italia ejerce su política exterior que incluye también áreas geográficas de común interés para la OTAN y la Unión Europea.
La historia nos ha transmitido un eje divisorio Norte-Sur, algo aún vigente. Nos guste o no, los países avanzados del norte del Mare Nostrum tratan mantener esta separación e imponer su seguridad, creando un escudo frente a los pueblos del otro lado de la orilla mediterránea, buscando asegurar el control de líneas de comunicación terrestres y marítimas.
Desde la publicación de la Doctrina de la Estrategia Marítima italiana, los intereses del país se han expresado no solo en el “Mediterráneo ampliado” sino sobre todo en el espacio señalado como más allá del “Mediterráneo ampliado”. Precisamente el Centro de Estudios de Geopolítica y Estrategia Marítima (CeSMar) va más allá e incluso propone la idea de un “Mediterráneo infinito”, como extensión del “Mediterráneo ampliado” [17].
La tesis fue concebida por un joven oficial de la Marina Militar, Marzio Pratellesi, que intentó reorganizar la visión geopolítica del “Mediterráneo ampliado”, atendiendo también a factores previamente subestimados, como las nuevas tecnologías, el cambio climático y los equilibrios globales. Para Pratellesi, el teatro de operaciones marítimo de máximo interés nacional debe incluir nuevos espacios y nuevas dimensiones, incluso por debajo del agua[18].
El punto de partida de esta nueva visión geoestratégica son los límites de lo que siempre se ha identificado como el “Mediterráneo ampliado”, o más bien un óvalo que inscribe la zona comprendida entre el Golfo de Guinea hacia el oeste. Y el Mar Arábigo al este, que abarca el Mediterráneo propiamente dicho, el Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico.
Esta idea no es nueva [19], la vemos en la obra del eminente historiador francés Fernand Braudel [20] quien decía que en el siglo XVI ya existía un Mediterráneo global que abarcaba las Azores y el Nuevo Mundo, el Mar Rojo y el golfo Pérsico, así como el Báltico y el gran meandro del Níger[21].
El Mediterráneo ya no podía ser considerado como ese “lago” entre el sur de Europa y el norte de África cuando Oriente próximo se volvió tan influyente y fundamental para Italia y Europa. Baste pensar que en esos mismos años estuvo la misión en el Líbano, que representó el salto de Italia en el escenario internacional también como potencia media regional, capaz de enviar sus fuerzas a un teatro de operaciones sumamente delicado[22].
El concepto parte del supuesto de que la ampliación de la visión del Mediterráneo va de la mano de la ampliación de los problemas, las competencias y las áreas de influencia que van y vienen afectando a un mar que va desde Suez hasta Gibraltar, pero también de Adén al Golfo de Guinea. El Mediterráneo Infinito que desciende hasta abarcar todo el territorio africano donde los intereses estratégicos confluyen con las rutas históricas hasta llegar a las costas de Sudamérica y del Océano Índico, un mar donde fluyen rutas de fundamental importancia para la economía italiana y europea y donde la esfera de influencia de Italia debe promocionarse como vemos en el despliegue de sus operaciones en curso[23].
Por tanto, el objetivo de esta tesis es que ampliando las relaciones económicas y políticas y ampliando así el grupo de potencias con las que se enfrenta Italia se amplía también el horizonte del Mediterráneo, un mar globalizado[24].
La Marina Militare y las amenazas para Italia
Para Italia el mar tiene una importancia estratégica y económica considerable, con sus más de 7.000 km de costa, la presencia de importantes islas estratégicamente bien posicionadas, una densidad de población que por razones geográficas, históricas y económicas hace que la mayoría de esta resida a menos de 50 km del mar y una gran importancia económica representada por la pesca, los recursos naturales, el turismo ligado al mar y la construcción naval militar, comercial y turística, sector en el que Italia está a la vanguardia mundial.
El papel del mar en la economía se hace aún más evidente dados los intensos intercambios comerciales con otros países, que tienen lugar principalmente a lo largo de las rutas comerciales marítimas, las únicas aún capaces de garantizar la importación a costos relativamente bajos de bienes y materias primas y también, la exportación de nuestros propios bienes a otros países.
Un mar que, sin embargo, también se está convirtiendo en un espacio geopolítico y geoestratégico cada vez más amenazado. Sin embargo, entre los muchos países costeros del mundo, solo unos pocos tienen los medios para llevar a cabo una política marítima creíble a nivel regional o mundial.
En este contexto, una potencia regional de tamaño medio con intereses globales como Italia, profundamente inmersa en las aguas del Mediterráneo alargado y con una Marina Militar moderna y bien preparada, cuyo sistema industrial depende en gran medida de la importación de materias primas transportadas por mar, no puede permitir que otros amenacen sus intereses legítimos con un comportamiento contrario al derecho internacional. Su perfil geoestratégico le exige, además, una visión periférica entre Europa y el Norte de África.
Es por ello que se hace cada vez más necesaria una estrategia marítima más ambiciosa, la llamada “Linee di indirizzo strategico 2019-2034”[25], con la que asegurar un fuerte compromiso con la protección de los intereses nacionales y el prestigio en esta vasta porción del mundo representada por los mares y océanos. El Mar Mediterráneo es el punto de encuentro y la fricción entre un Norte desarrollado y estable y un Sur sobrepoblado y conflictivo: el conflicto Norte-Sur es político, cultural, religioso, étnico y se caracteriza por una riqueza distribuida de manera muy desigual.
La inestabilidad generalizada de la zona está influenciada por continuas crisis reforzadas con el trasiego de las mal llamada Primavera Árabe, la extensión del fundamentalismo islámico a unas naciones afectadas por guerras civiles, generando fricciones entre chiitas, sunitas y los países que intervienen, factores desestabilizadores donde se unen con persistente la fragilidad política, social y económica.
No es casual que el nivel de los flujos migratorios por mar haya aumentado recientemente como posible vehículo para la infiltración terrorista en el continente europeo. En este contexto, Italia y su Marina Militar desempeñan, en particular, un papel decisivo en la prevención y la lucha contra este fenómeno. A esto se suma la carrera armamentista de algunos países, principalmente del norte de África, que tratan de obtener un papel de liderazgo en el escenario regional, equipándose con poderosas unidades con una clara ambición expansionista y, sobre todo, con modernos submarinos bien armados y equipados que suponen un claro desafío[26].
También se han añadido nuevas formas de lucha, híbridas y cibernéticas, amenazas convencionales y asimétricas. Estas capacidades se van extendiendo cada vez más, y afectan también a la dimensión marítima. La evolución del escenario mediterráneo revela, hoy más que nunca, la necesidad de contrarrestar eficazmente cualquier tipo de amenaza, convencional y no convencional que pueda afectar al libre uso del mar, condición esencial para una economía transformadora como la italiana, al tiempo que esboza importantes efectos en la definición de las capacidades del instrumento naval. En este sentido, las amenazas para Italia son significativas y se manifiestan en diversas formas:
- La proliferación, con ánimo de lucro, de diversas formas de uso ilegal del mar (contrabando, inmigración ilegal, piratería, terrorismo marítimo y otras amenazas a las líneas de tráfico marítimo).
- La ampliación, a las franjas costeras, de la acción de los grupos insurgentes destinada a negar el control del mar a las fuerzas navales convencionales y obstaculizar, y asaltar e incautar, el tráfico comercial.
- La estrategia marítima de algunos países, relacionadas con el uso asimétrico de la negación del mar (minas, drones, misiles desde baterías costeras móviles, uso de enjambres, etcétera).
- El aumento masivo de los flujos migratorios, los riesgos para la salud asociados y la posible infiltración terrorista, así como el evidente efecto desestabilizador en los países de acogida.
- La tendencia actual de los Estados ribereños a reconstituir y renovar sus flotas militares, y utilizarlas no sólo como instrumento de política exterior (diplomacia naval), sino también y sobre todo, con el fin de proteger sus propios intereses creando disputas por la pesca, infraestructuras gasísticas, etcétera.
- La proliferación de los submarinos en el Mediterráneo con al menos 46 buques convencionales que operan en una zona muy limitada como es el Mediterráneo.
Estas amenazas, comunes a todos los países ribereños del Mediterráneo se acentúan actualmente impulsados por dos factores importantes:
- El comportamiento de potencias externas a la cuenca mediterránea como China y Rusia que han formalizado, en sus documentos de planificación, la intención de desarrollar y desplegar proactivamente sus fuerzas marítimas en el Mediterráneo.
- Las crecientes reclamaciones territoriales en base a la extensión de la Zona Económica Exclusiva que no solo afecta al Mediterráneo Oriental como vemos en Grecia y Turquía, también Argelia, Marruecos y Libia se han unido a estos reclamos.
En resumen, el entorno mundial de seguridad marítima se encuentra en medio de una importante transformación, impulsada por el aumento de los flujos comerciales, la creciente interdependencia de las regiones marítimas y la aparición de nuevas potencias e incluso de actores marítimos «no estatales».
Estos cambios tienen un profundo efecto en el contexto de seguridad y requieren el desarrollo de un nuevo enfoque de la seguridad marítima, transversal y multidisciplinar, capaz de garantizar la plena participación de todos los recursos y energías del país.
El Libro Blanco de 2015 y la Planificación Estratégica 2019-2034
El Ministerio de Defensa italiano dio a conocer su último libro blanco en julio de 2015 [27]. Una de las características destacadas del documento fue su definición de las zonas geográficas en las que las Fuerzas Armadas italianas operarían en el futuro. Además de subrayar la importancia de asegurar las propias fronteras, incluso en el mar, el Libro Blanco destacó que el mar Mediterráneo y las zonas europeas del Océano Atlántico eran de vital interés estratégico nacional. También subrayó la importancia de la región mediterránea, afirmando que el objetivo prioritario de Italia no es otro que alcanzar un elevado nivel de estabilidad y desarrollo democrático en los países de la cuenca mediterránea. Lograr este objetivo requiere una mejor cooperación militar con los países de esta región.
El Libro Blanco también ha señalado que la región mediterránea no es un sistema cerrado, sino que está influenciado por la dinámica político-estratégica de las regiones adyacentes. Por lo tanto, los esfuerzos de Italia para reforzar su seguridad se extienden a otras áreas. Áreas de particular interés, que incluyen el Levante, la región subsahariana, el Cuerno de África y los países del Golfo. Más allá de estas áreas inmediatas de interés geoestratégico, el Libro Blanco también declara el interés de Italia por la gobernanza mundial, participando en operaciones internacionales de protección civil, gestión de crisis y estabilidad.
Frente a lo que es un contexto de seguridad en constante evolución, la Marina italiana publicó un documento sobre su Planificación Estratégica 2019-2034 que describe la composición futura de su flota[28]. El documento, de 70 páginas, comienza destacando los rápidos cambios en el contexto internacional y su equilibrio, todo ello amplificado por las nuevas tecnologías, hecho que obliga a adoptar un enfoque integrado de la seguridad marítima y, más en general, de la defensa de los intereses nacionales que se llevan a cabo en el mar, así como de las herramientas y las capacidades para protegerlos.
El último Concepto Estratégico de Italia incide sobre la presencia en el Mediterráneo extendido, una presencia que requiere de unas fuerzas claramente orientadas hacía el vector de proyección[29]. Esta estrategia debería conducir a unas reglas de enfrentamiento actualizadas, que lleven a su vez a un entrenamiento más amplio y más orientado al combate, una mayor disponibilidad y preparación de activos y una mayor importancia del apoyo logístico. Es más, según lo previsto por el Concepto Estratégico del Jefe de Estado Mayor de Defensa, todas las operaciones militares deben, por diseño, planificarse como operaciones conjuntas[30].
Esta situación general requiere el mantenimiento de una capacidad de aviación naval creíble, flexible y proyectable que abarque todos los dominios para su empleo, tanto en guerra convencional como no convencional, aprovechando al máximo las nuevas tecnologías como son las plataformas no tripuladas, las armas cibernéticas, etcétera. Todo ello para obtener una ventaja en términos de conocimiento del dominio marítimo y en la capacidad de intervención.
La situación geoestratégica futura, actual y, sobre todo, previsible, y los principios básicos del sistema de defensa nacional como se ha señalado anteriormente, requieren el replanteamiento del instrumento militar marítimo nacional, a raíz de las indicaciones político-militares que asignan misiones a las Fuerzas Armadas según el siguiente orden de prioridad:
- Primera misión: Defensa del Estado contra cualquier posible agresión con el fin de salvaguardar la integridad del espacio territorial nacional, intereses vitales y vías de comunicación y acceso al país.
- Segunda misión: Defensa de las zonas Euroatlántica y Euro mediterránea.
- Tercera misión: Contribución al logro de la paz y la seguridad internacional cuando los intereses nacionales así lo requieran;
- Cuarta misión: Apoyo en caso de desastre y en otros casos de necesidad y urgencia.
La dimensión económica de su mar o ZEE, que en términos de extensión representa sólo el 1% de todos los espacios marítimos, adquiere importancia mundial si se considera el alcance de los flujos de materias primas que lo cruzan:
- El 19% del tráfico marítimo mundial, con porcentajes que aumentan constantemente.
- El 30% de las exportaciones de petróleo.
- El 65% de exportaciones de otros recursos energéticos que alimentan el sistema productivo nacional y europeo.
Para poder contribuir positivamente al desempeño de las misiones asignadas, la Marina Militar tendrá que mantener o adquirir las siguientes competencias:
- Comprender el contexto geoestratégico para identificar de manera preventiva las posibles causas de las tensiones/crisis modernas.
- Prevenir la aparición de situaciones de riesgo o amenaza mediante el uso de un instrumento militar a través de la diplomacia naval.
- Intervenir y proteger los intereses nacionales mediante el desarrollo de capacidades de presencia y vigilancia en los centros de gravedad, garantizando la protección, la integridad territorial nacional, la protección de las vías de comunicación, y el acceso a recursos vitales y estratégicos.
Según la Planificación Estratégica 2019-2034, para 2034 la Marina Militar tendrá que ser una fuerza capaz de llevar a cabo operaciones, a menudo internacionales o multinacionales, con el objetivo de defender y promover los intereses nacionales y la seguridad marítima, a través de una estructura eficaz y una herramienta operativa de última generación que pueda proyectarse rápidamente donde sea necesario, algo sobre lo que hablamos en las próximas líneas.
La Marina Militare Italiana hoy
La Planificación Estratégica 2019-2034 pretende sentar las bases para el desarrollo, en el mediano plazo, de una fuerza naval integrada y moderna, capaz de responder de manera efectiva a los desafíos del futuro cercano y capaz de comprender el medio en el que se mueve y las causas de las tensiones, adelantarse, ejercer influencia y disuasión y, finalmente, intervenir. Actualmente, la flota cuenta con una treintena de unidades principales en servicio que incluyen:
- El portaaviones ITS Cavour;
- Un buque anfibio clase San Giusto y dos clase San Giorgio;
- El portahelicópteros ITS Garibaldi;
- Cuatro destructores, dos clase De la Penne y dos clase Andrea Doria;
- Catorce fragatas; diez fragatas multimisión FREMM o clase Bergamini y cuatro clase Maestrale y;
- Ocho submarinos diésel-eléctricos, cuatro mejorados de la clase Sauro y cuatro 212A Batch I y II de la clase Todaro (dos y dos).
Está previsto que los cuatro submarinos clase Sauro sean sustituidos por otros cuatro nuevos submarinos 212A de la clase Todaro Batch III. Todavía no se sabe bien en qué configuración, aunque todo apunta a que monten el sistema AIP de Siemens con reformador de etanol.
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