El escalón división

Elemento transformador del Ejército de Tierra

El general de División Fernando García González-Valerio en 2019, al mando de la división "Castillejos", la última gran unidad del Ejército de Tierra, con más de 20.000 hombres a su cargo. Fuente - Ministerio de Defensa.

El escalón división ha sido, durante los últimos años, dejado de lado en favor de otros como el de brigada, algo que debería cambiar para hacer frente a las nuevas amenazas. Como sabemos, el final de la Guerra Fría y la implicación de los ejércitos occidentales en conflictos modernos, de tipo híbrido o asimétrico, han relegado el papel de la división tradicional. Sin embargo, no solo la renacida influencia y agresiva política exterior de la Federación Rusa ha revalorizado el conflicto convencional y con él, el empleo de las divisiones; también ha quedado patente que en numerosas fases de los conflictos actuales, el nivel de mando y control que despliegan las brigadas no es suficiente para gestionar todos los aspectos que convergen en estos escenarios bélicos.

Como fuerzas expedicionarias que son, las unidades desplazadas a teatros de operaciones (TOs) lejanos, carecen de las facilidades de sostenimiento inherentes a sus bases de partida, de realizar su tarea en un entorno controlado y acotado o del apoyo permanente de una unidad superior en la que encuadrarse (No solo división, también cuerpo de ejército, ejército o incluso grupo de ejércitos).

Así pues, una unidad de este tipo, que combate generalmente dispersa en entornos muy amplios pero básicamente ‘vacíos’, con poca o nula densidad de fuerzas enemigas (que tienden a desaparecer entre el personal no combatiente y agruparse solo para atacar dónde y cómo deseen) hace que tomar la iniciativa se convierta en algo fundamental, disgregándose más allá de los criterios tácticos convencionales, a la vez que estirando al límite la cadena logística, la estructura y capacidad de las comunicaciones y dificultando en gran medida la coordinación de sus esfuerzos (como suministrar a las unidades en contacto adecuados apoyos de fuegos, evacuación sanitaria o abastecimiento).

Es por esto que generalmente el volumen de la fuerza y su ‘densidad’ sean bastante limitados, imponiéndose la unidad Brigada como elemento básico de combate, actuando con grupos tácticos (GTs) e incluso subgrupos (de entidad compañía) de forma aislada. La diferencia fundamental con una brigada diseñada para combatir como un conjunto compacto y coordinado (concepto militar de «cohesión») en un único esfuerzo y en favor de una maniobra superior (integrada por tanto en una división o como brigada especializada, en un CE) es precisamente su carácter de fuerza multipropósito, con apoyos que no son orgánicos de su nivel y con funciones muy complejas de preparación logística (incluida la integración de capacidades de la nación anfitriona) cooperación cívico-militar, inteligencia, seguridad, gestión del dominio aéreo (a baja cota) y todo el espectro de apoyos operacionales.

Este concepto, conocido por «enfoque integral», obliga a desplegar complejos cuarteles generales de fuerza (FHQ) con capacidades muy superiores al de una brigada, aunque su entidad (en términos humanos) la equipare a esta.

Este es el nicho que la mayoría de ejércitos de nuestro entorno (con excepción del US Army) ha reservado a los CG de división, de tal manera que este escalón se convierte en un mando componente terrestre o incluso conjunto de un despliegue en un TO, situándose como la máxima autoridad sobre el terreno  (generalmente el mando al que sirve permanece fuera de zona).

Una ampliación de sus atribuciones que generalmente se reserva a los CGs de CE es precisamente el de actuar como mando conjunto, que requiere aún mayor volumen de personal y responsabilidades. Como en la mayoría de escenarios en los que Occidente se ha implicado recientemente han sido mayoritariamente terrestres (por definición en el conflicto asimétrico la gran carencia del enemigo son las fuerzas aéreas y navales) se ha definido un modelo de CG que actúa de forma conjunta con preponderancia del componente terrestre, pero capaz de coordinar el ámbito de las operaciones especiales (OEs), la inteligencia operacional y la aviación propia de las fuerzas terrestres (helicópteros y, recientemente, UAVs) así como el control y defensa del espacio aéreo próximo; que se denomina Joint Task Force [Land] HeadQuarter o JTF[L]-HQ, y que se pretende sea una atribución que pueda asumir un CG de División.

Igualmente, hay que reseñar que la brigada actúa siempre con un único objetivo táctico limitado en el tiempo y el espacio, conocido como ‘combate decisivo’, por lo que el concepto de ‘fuerza de teatro’ que trabaja en pos de un objetivo operacional (derrota completa del enemigo, reconstrucción, interposición y seguridad a la población, etc) sin acotar el plan de operaciones a un periodo determinado, será asignado a niveles de mando/actuación superiores.

Lógicamente, luego está la división tradicional, un tipo de gran unidad que aglutina brigadas para actuar en diferentes esfuerzos y le presta apoyos con un núcleo de tropas divisionario (orgánico de la división o no) y que será necesaria en caso de afrontar un conflicto «simétrico», contra una fuerza tecnológicamente avanzada y decidida, con una doctrina de empleo similar a la nuestra y al servicio de una nación soberana capaz de oponerse por la fuerza a la política internacional de los principales miembros occidentales, incluido el nuestro.

España aporta a la OTAN (y a la política de seguridad de la UE) un cuerpo de ejército al frente del que se sitúa el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (CGTAD). Certificado como NRDC o NATO Rapid Deployable Corps, se integra dentro de la NATO Response Force (NRF) como un LCC-HQ, y tiene capacidad de acción conjunta o JTF[L]-HQ  dentro de las fuerzas VJTF (Very High Readiness Joint Task Force), que son la primera respuesta que la NFR activa en caso de crisis.

Esta unidad se ha labrado un bien ganado prestigio y se ha activado en numerosas ocasiones. El problema viene cuando se le requiere como mando de entidad CE (a su vez parte del Joint Force Command, alternativamente asumido por los CGs de Nápoles y Brunssum, Alemania). España debe disponer de una fuerza suficiente para activar este CE, independientemente de que se le puedan asignar fuerzas de otros países, y para ello necesita divisiones; un escalón que ha quedado desactivado con la última reforma emprendida por el Ejército.

Capacidades de la división en la doctrina de empleo del Ejército de Tierra.

Antecedentes históricos

Durante gran parte del siglo XX, la división ha sido la mínima unidad de maniobra que se consideraba y la que se contabilizaba para medir el potencial de un ejército, ya que las unidades superiores podían ser muy variables (composición y calidad de sus fuerzas o misiones a realizar); pero la división tenía una composición más o menos fija (estándar si se permite la expresión) por lo que su cantidad proporcionaba la dimensión real de un ejército.

En el transcurso de la gran guerra (1914-1918) la división era una entidad compacta que actuaba no con brigadas, sino con regimientos, un escalón táctico que hoy se conoce por agrupación (AGT) y se forma ad hoc para una operación.

Su forma de actuar era equivalente a la brigada moderna, pero con mayor personal, pues aunque estos regimientos tenían hasta tres batallones, carecían de apoyos orgánicos (apenas una compañía de ametralladoras) necesitando el apoyo de la división para impulsar sus acciones, formando así verdaderas AGTs en virtud de la misión a realizar o la situación del campo de batalla.

Ya durante la Segunda Guerra Mundial se introducirá el mando orgánico de brigada, conformando la actual estructura jerárquica de los escalones de mando, pero aún basaban su acción en que el núcleo de tropas de división apoyara directamente a los regimientos de estas brigadas, que carecían de ellos.

Alemania llegará a suprimir la brigada en 1942, conformando la división exclusivamente con regimientos (y batallones), reapareciendo en 1945 como unidad independiente ante las carencias de personal y material a las que estaba sometido.

En el Ejército Británico se conservaban las brigadas como escalón de mando, pero el batallón era la unidad básica de maniobra, sin usarse el escalón regimiento; este modelo jerárquico (que relega al regimiento como unidad táctica) acabará por imponerse en todos los ejércitos.

ORBAT de una división de infantería británica en 1940. Puede encontrarse la explicación a cada símbolo en el siguiente enlace.

El caso norteamericano era peculiar, pues si bien las divisiones de infantería conservaban dos brigadas orgánicas (con cuatro regimientos, denominándose ‘Square Division’), las divisiones acorazadas disponían desde su creación en 1941 de dos mandos auxiliares sin unidades orgánicas (CCA y CCB) al frente de un general de brigada, para formar unidades tácticas con los diferentes regimientos/batallones de la división. Para el año 1943 se reorganizaron suprimiendo el escalón regimental, por lo que los batallones de carros e infantería mecanizada (semiorugas M3) dependían directamente del HQ divisional.

Con el fin de la guerra y la división entre bloques, la preponderancia del US Army será total, imponiendo sus doctrinas y poniéndolas en práctica en sus intervenciones en extremo Oriente (Corea y Vietnam); dictando la evolución de las grandes unidades terrestres, que serán copiadas por sus aliados.

Nace así en 1956 la división ‘pentómica’, diseñada para combatir en un entorno NBQ y que sustituirá a la ‘Square División’ de la Segunda Guerra Mundial. La principal variación no solo era relativa a los núcleos de maniobra (cinco) si no a que prescindía del escalón Brigada en favor de grupos tácticos a medio camino entre el batallón y el regimiento, mandados por un coronel; estos deberían ser autónomos para actuar libremente dentro de la división, que actuaba así como coordinadora de diferentes PUs.

Sorprende ver a día de hoy lo actual que resulta esta idea; no obstante la división pentómica se mostró ineficiente en cuanto a potencia de fuego (local) y frágil en diversos aspectos, especialmente en la acción ofensiva, por lo que se desechó rápidamente. Hay que reseñar que fue adoptada, entre muchos otros países, también por España; que llegó a planear 12 divisiones de este tipo (incluidas cuatro de montaña) si bien nunca levantó simpatías dentro del Ejército de Tierra.

En los EE. UU. pronto surgieron estudios sobre un nuevo modelo que la relevara, dando lugar ya durante la administración Kennedy a la denominada reorganización ROAD (Objective Reorganization of Army Divisions, 1961-1965), que tenía la particularidad de recuperar el HQ de brigada presente en las Armoured Division de 1941 como escalón de maniobra; pero careciendo de elementos orgánicos, ya que formaban unidades ad hoc a partir de un ‘pool’ de entre ocho y diez batallones de maniobra que dependían directamente de división y, más sorprendente aún, de regimientos (como unidad administrativa e institucional) completamente ajenos a la estructura funcional de la división (tal es así que un regimiento del US Army tiene hoy batallones asignados a diferentes brigadas y divisiones).

Finalmente estos modelos se fueron abandonando en el transcurso de la guerra de Vietnam, con la llamada respuesta flexible y la movilización masiva de divisiones y, sobre todo, brigadas independientes en el seno del Army y la Guardia Nacional; introduciendo el sistema británico y francés (con la división y brigada 21 respectivamente). No obstante, las divisiones del US Army conservaban los apoyos centralizados, sin que sus brigadas (conocidas por BCT o Brigade Combat Team) fueran orgánicamente, aunque sí de forma funcional, elementos interarmas.

Así sucedía también en la denominada división 86 [1] y la doctrina «Airland Battle», con el que el ejército norteamericano intervendría en la mayor confrontación terrestre tras la Segunda Guerra Mundial, la (primera) guerra del Golfo, que ha pasado a la historia con el nombre clave dado a la operación: Desert Storm. 

Este conflicto, en plena desintegración de la URSS y de recesión para la mayoría de ejércitos occidentales, demostró la importancia de mantener una sólida doctrina de empleo de grandes unidades terrestres tipo CE y División, independientemente de la orgánica empleada y del enemigo contra el que se empeñe. De hecho, la coalición contó con numerosos miembros que organizaban sus unidades de forma dispar, como la 6ª división francesa (Daguet) o la 1st Armoured Division británica, alistadas rápidamente para hacer frente al inesperado desafío.

El segundo conflicto en suelo iraquí, iniciado en 2003, acabó finalmente con el régimen de Saddam y la ocupación del país por las fuerzas norteamericanas y británicas. La invasión propiamente dicha contó con dos ejes de progresión con el objetivo de tomar Bagdad (asignados al V CE del US Army y la 1st MEU del USMC respectivamente) y con la 101 división aerotransportada como fuerza de seguridad, encargada de ocupar el enclave intermedio de Náyaf, donde se vivieron los combates más cruentos. Por último, los británicos se encargaron de ocupar la ciudad de Basora, donde se enfrentaron por primera vez a los sinsabores del moderno conflicto urbano.

La doctrina americana y también la española (empleo de la fuerza terrestre) articulan el marco operativo en operaciones en profundidad, próximas y de retaguardia. Ante la necesidad de ejecutar las primeras, como el citado avance sobre la capital de Irak, la división se reivindicó como la unidad mínima para llevarla a cabo con éxito, dada la distancia recorrida, el soporte logístico y la entidad de los objetivos marcados por el mando; pese a que la resistencia (intensidad de los combates) a la postre fue mucho menor de la esperada.

ORBAT de la 3rd Armoured Division destacada en Alemania a finales de los ochenta, con la estructura denominada división 86. Puede encontrarse la explicación a cada símbolo en el siguiente enlace.

Será posteriormente, durante la larga y problemática estabilización del país, así como del largo conflicto en Afganistán, directamente acometido en un entorno asimétrico muy difuso y extenso, donde la brigada obtendrá mayor protagonismo. Esto no ha impedido que la división conserve el cometido de establecerse como LCC, caso de Afganistán (Operation Inherent Resolve), donde el correspondiente CJTF-LCC (Combined Joint Task Force – Land Component Command) ha corrido a cargo de una división del US ARMY.

De esta forma, EE. UU. mantiene la división como unidad principal de combate, ejerciendo la Brigada o BCT de unidad de proyección (reducida) de aquella y como equipo de combate flexible (polivalente) al servicio de la misión que se le encomiende. Sus atribuciones orgánicas (mando de PUs de maniobra) alivian a la división de la carga de preparación y gestión de sus unidades subordinadas (como sucede en toda estructura jerárquica), pero sin la rigidez de otros modelos de brigada de composición fija.

De hecho establecer unidades de una sola arma (como la artillería divisional o su potente brigada logística) favorece el alistamiento de los diferentes ‘paquetes’ a destacar con las organizaciones operativas, incluida la posibilidad de establecer unidades mixtas sin imponer una orgánica heterogénea a sus grupos, como ha sucedido en España.

Lógicamente el modelo no es fácil de extrapolar a otros países, ya que trabaja con un volumen de fuerzas que no posee nadie aparte de EE. UU., como tampoco el nivel de ambición de emplear su Ejército de forma casi constante al servicio de una política exterior muy intervencionista.  La mayoría de aliados occidentales, con ejércitos no solo más reducidos, sino orientados a intervenir en fases de estabilización e interposición (generalmente bajo mandato ONU, UE u OTAN, con plena seguridad jurídica y el apoyo estadounidense), han optado por mantener apenas una o dos divisiones o CGs divisionarios independientes, que se ponen al frente de brigadas configuradas orgánicamente con todos los elementos interarmas necesarios para actuar reunidas, al menos en teoría.

La realidad dice que, precisamente la falta de medios, obliga a estas organizaciones a centralizar equipos complejos y caros que en el US Army se distribuyen generosamente entre sus GUs (el ejemplo más notorio es el de los helicópteros).

Este protagonismo dado por los ejércitos europeos a la brigada debería favorecer su cohesión y la capacidad de actuar de forma independiente, pero obviamente limita su flexibilidad a la hora de afrontar diferentes amenazas y cometidos, y la capacidad del jefe de la división para modificar sus estructuras, agregando o segregando sus unidades orgánicas.

Como alternativa, algunos países adoptaron efímeramente un sistema de brigadas heterogéneas (conocidas en España por BOP o Brigada Orgánica Polivalente) que no solo resultaban logísticamente costosas de mantener, si no que perdían la capacidad de actuar como tales equipos de combate (falta de cohesión) siendo un completo fracaso.

Todo ello es consecuencia de haber relegado a la división a un mando componente y carecer su jefe de cometidos propios en la generación de la fuerza. De no haberlo hecho, las diferentes brigadas homogéneas (sean acorazadas, ligeras, aerotransportadas, de caballería, montaña, helicópteros, etc) podrían haberse combinado libremente para generar contingentes adaptados a la misión sin perder su especialización, cohesión y sencillez de empleo.

La división en España

Las actuales divisiones Castillejos y San Marcial, una con carácter expedicionario-funcional y otra limitada a órgano de preparación, han seguido el camino contrario, como es reunir brigadas del mismo concepto operativo (por un lado las más resolutivas y por el otro los elementos de acción rápida). Además, carecen de núcleos de tropas divisionarios, recurriendo a la fórmula de pre asignarles regimientos o batallones de los diferentes mandos de primer nivel (CE) que los engloban, como MACA, MAAA, MING o MTRANS; siendo estos los encargados de la preparación de sus unidades, por lo que el jefe de la división solo cuenta con los ejercicios programados (muy escasos en estos niveles, dado su coste) para reunir las fuerzas que ha de mandar sobre el terreno.

Toda la responsabilidad de coordinar estos mandos orgánicos para generar contingentes coherentes corresponde en realidad a la FUTER (Fuerza Terrestre, a cargo de un Teniente General), relegando a las divisiones a la función de mando de preparación de sus brigadas, razón por la que se agrupan según su tipología.

Esto no sería un problema si se prescindiera de la división como unidad de maniobra, delegando la responsabilidad de general el LCC en el CGTAD y actuando solo con brigadas (o las comandancias generales), pero es bastante deficiente en el caso de que se quiera alistar un mando de CE del que dependerán varias divisiones.

De hecho, en el último ejercicio de cuerpo realizado en España, Valiant Lynx 18, el MACA tuvo que actuar como BRIART, alternando el apoyo de CE con el de las dos divisiones con las que contaba. Pese a ser un ejercicio de puestos de mando (donde se establecieron todos los PCART y FSCE o Fire Support Coordination Element) se pudo comprobar que las unidades de artillería del MACA no podían posicionarse y hacer fuegos simultáneamente para los distintos escalones.

Si añadimos que hemos perdido una de las dos divisiones, concluimos que España no está en condiciones de alistar un CE, pese a que esta capacidad figura entre sus atribuciones.

Vehículo de combate Pizarro con la rotulación de la antigua Brunete, la más conocida y querida de nuestras divisiones.

El Ejército de Tierra español siempre dio gran protagonismo a la división. Por no retrotraernos demasiado en el tiempo, podemos decir que ya en 1900, con el fin de las colonias en ultramar, se articulaba en demarcaciones territoriales (regiones militares) y divisiones orgánicas, llegando a disponer de 16 de ellas, formadas entonces por dos brigadas cada una.

Por entonces, la Doctrina para el empleo táctico de las armas y los servicios, definía la División como:

‘’Unidad elemental y de composición fija; compuesta por tropas de todas las armas y servicios necesarios para poder luchar con sus propios medios y colocadas bajo un mismo mando que asegure su acción y coordinación para conseguir un fin común inmediato’’

Como síntesis de lo descrito hasta ahora, este texto es exacto al que figura en la actual doctrina bajo el epígrafe de «Brigada».

Lógicamente, con el transcurso de los años y los avatares sufridos por el país, la estructura del Ejército sufrió muchas variaciones, pero siempre con la división como protagonista. Por ejemplo la reforma Azaña suprimiría las regiones militares, y con ellas los empleos de Capitán general y Teniente general; sobreviviendo solo 8 divisiones orgánicas.

Al acabar la guerra Civil, el 1 de abril de 1939, el Ejército nacional del General Franco tenía nada menos que cincuenta y nueve divisiones de infantería y dos de caballería, totalizando 1.020.500 efectivos, volviendo a instaurar las regiones militares (cada una con un cuerpo de ejército); ya en 1943 se creará la más famosa y perdurable de nuestra divisiones, la Acorazada número 1 (aún no se llamaba «Brunete»), aglutinando los pocos elementos mecanizados disponibles y al albor de las experiencias del conflicto mundial.

Después llegarían los Acuerdos de Madrid (1953) con un claro impulso a la motorización del ejército y la organización conocida por ‘división pentómica’ norteamericana, manteniendo una estructura divisional sin brigadas (se habían suprimido ya en 1950); hasta que se impuso el modelo de inspiración francesa de 1965.

Este último no solo trajo un cambio en la estructura de las divisiones, también una separación de la Fuerza Terrestre en dos entes diferenciados, la Fuerza de Intervención Inmediata (FII) y la de Defensa Operativa del Territorio (DOT), en el que sería el primer intento de disponer de una fuerza de élite (un CE) especialmente preparada para actuar dentro o fuera de nuestras fronteras y equipada con lo más granado del material disponible. Será en este momento cuando nazcan, en el seno de sus tres divisiones («Brunete», «Guzmán el bueno» y «Maestrazgo»), las actuales brigadas interarmas.

La DOT por su parte seguía ligada a la estructura territorial, conformada por capitanías generales, e incluía las comandancias extrapeninsulares y dos divisiones de montaña («Navarra» y «Urgel») que pasaron de tener ‘agrupaciones’ a regimientos. En esta fecha nace también la brigada paracaidista, fruto de convertir en este escalón la precedente agrupación; y la brigada de caballería Jarama, por reducción de la división del mismo nombre.

Como vemos, el escalón brigada empieza a asumir un protagonismo del que había carecido hasta la fecha. Es también reseñable que las unidades insulares (Capitanías de Canarias y Baleares) se articulan aún en jefaturas de tropas asociadas a su aislamiento físico (Mallorca, Menorca, Ibiza, Tenerife, Gran canaria y el Aaiún), por su parte las comandancias de Ceuta y Melilla no son independientes, ya que se integran en las Regiones Militares II y IX respectivamente (dato relevante al que volveremos posteriormente).

Muchos años después, en 1984, llegará el plan META, sin cambios profundos en la estructura de las divisiones (si bien desaparece la DOT) y ya en 1994, el NORTE; donde la fuerza permanente se articula en tres entidades conocidas por FMA (fuerza de maniobra, con dos divisiones), FDA (fuerza de defensa de área) y FEAC (Fuerza específica de acción conjunta); siendo el resto la reserva movilizable de defensa o FMD, que absorbió el resto de divisiones, reducidas ya a brigadas (una motorizada y dos de montaña).

Con esta drástica reducción, el Ejército se adaptaba primero al plan RETO (reducción del servicio militar a 9 meses) y después a la paulatina profesionalización, que suponía una notable disminución del personal; este proceso culminaría en 2002. Ese año representa también el fin de las regiones militares y sus capitanías, transformadas a otros cometidos (FUTER, FMA, FLO o IGE), y con ellas un modelo de ejército territorial que provenía de la época de Isabel II.

La FMA había obtenido en su momento la calificación OTAN NRDC, siendo el germen del CGTAD, creado en 2001 y acantonado en la sede de la antigua capitanía de Valencia.

Esto hará que pierda el control orgánico de las dos divisiones supervivientes, que pasan a depender de FUTER (ex-Capitanía de Sevilla) como órgano gestor de la fuerza.

Con el plan ET XXI (2006) la «Brunete» y la FAR pasan a ser mandos de preparación, denominándose Mando de Fuerzas Pesadas (MFUP) y Ligeras (MFUL) respectivamente, recuperando su capacidad operativa con el plan de transformación de 2015, pero ya sin núcleos de tropas de división. Por razones no explicadas aún, ambas unidades abandonan sus nombres históricos, adoptando los de dos brigadas que desaparecen, la «San Marcial» V (País vasco) y la «Castillejos» II, la última de las GUs de caballería; con ella se desarticula también todo vestigio orgánico de un Cuerpo de ejército.

En este año 2021 ha entrado en vigor una nueva estructura donde la tradicional división pesada ha sido sustituida por una división de maniobra (cuyo CG lo era de las fuerzas ligeras) que controla el grueso de las brigadas (cuatro de cadenas y dos de ruedas) y tiene carácter desplegable, mientras que la antigua división pesada («San Marcial») pasa a controlar las fuerzas de intervención inmediata, con la BRIPAC (Brigada Paracaidista) y tres mandos de este nivel, pero sin carácter inter-armas, como son el MOE (Mando de Operaciones Especiales), JTM (Jefatura de Tropas de Montaña) y FAMET o Fuerzas Aeromóviles, que reúnen la mayoría de helicópteros de la fuerza.

Esta nueva división no es tal, ya que no tiene un CG desplegable, carece además de apoyos de las diferentes armas, algo difícil de entender cuando algunos de sus mandos subordinados tampoco los poseen, recayendo esta responsabilidad en su única brigada orgánica, como es la «Almogávares» VI de paracaidistas; seguramente con la pretensión de operar como las divisiones anteriores a 1965. En cualquier caso la entidad de sus unidades desplegables dista de la asignada a «Castillejos», siendo más probable que organice solo GTs de respuesta rápida.

A toda esta amalgama sumamos el MCANA (Mando de Canarias), mando de primer nivel que ahora no solo controla las fuerzas del archipiélago (una brigada reforzada con helicópteros), también el resto de las llamadas fuerzas de defensa de área, como son las tres comandancias generales (Ceuta, Melilla y Baleares).

Organización Básica del Ejército de Tierra en 2020. Fuente – Ministerio de Defensa.

Modelo funcional de división

Decíamos al principio que la razón de ser de la División es formar un CG capaz de actuar en un TO como FHQ. Es decir, una misión de carácter expedicionario que debe cumplir con el mismo ciclo de disponibilidad del resto de la fuerza; esto supone al menos tres unidades orgánicas.

Para que la división asuma la función de fuerza única desplegable (de su nivel), debería además disponer de unidades subordinadas que cubran las tres modalidades de empleo estipuladas por la doctrina (pesadas, medias y ligeras), pudiendo así afrontar cualquier tipo de escenario que se le demande; este escalón asume pues la orgánica polivalente que se demandó en su momento a la brigada (BOP).

Si asumimos un ciclo de disponibilidad ternario en los diferentes escalones, lo lógico es constituir la división con tres brigadas, permitiendo al jefe de la división alistar sucesivamente tres GUs inter-armas tipo AGT.

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