La propaganda es uno de los elementos fundamentales, constituyentes y diferenciales, de la acción terrorista. En el caso de la propaganda yihadista, se ha llegado a las más altas cotas de profesionalización mediático tras la experiencia de Daesh. Pese a ello, esto no ha sido siempre así. Al-Qaeda y sus facciones han sabido también, históricamente, sacar provecho de sus brazos mediáticos y plataformas propagandísticas. Un claro ejemplo es de la filial magrebí de Al-Qaeda, que expande sus mensajes y proclamas a través de Al-Andalus Media Foundation, una televisión para la yihad local y global.
Acción operativa de Al-Qaeda en el Magreb Islámico
La expansión del yihadismo por toda África es un hecho innegable, y cada vez más preocupante, de la que tanto Daesh como Al-Qaeda se han aprovechado y fomentado. En los últimos años no solo han aumentado los grupos militantes e insurgentes en el Magreb, Sahel y Cuerno este africano; sino que, además, muchos de estos grupos han jurado lealtad a Al-Qaeda o a Estado Islámico, convirtiéndose así en sus “filiales” en la zona. Este es el caso de Al-Qaeda en el Magreb Islámico (en adelante, AQMI), que desde 2007 opera bajo el paraguas de la organización yihadista como su apoderada en el Magreb Islámico. Para comprender y analizar mejor cómo comunica, para qué y para quién, debemos repasar brevemente sus orígenes y conocer mejor su capacidad operativa y cómo distribuye su propaganda yihadista.
La principal filial de Al-Qaeda en la zona norte del continente africano jura lealtad a su matriz central en 2007, donde se introduce dentro de la red global de la organización terrorista. Pese a ello, el grupo que se afilia entonces a Al-Qaeda, venía demostrando ya experiencia y capacidades en Argelia y su frontera sur. AQMI recoge las estructuras y los miembros de organizaciones argelinas previas, de creencia salafista y militancia yihadista, como el Grupo Islámico Armado (en adelante, GIA) y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (en adelante, GSPC) (Echevarría, 2013). El que fuera su líder hasta noviembre de 2020, tras su eliminación a manos de tropas francesas, formó parte como militante y mandatario de GIA y de su posterior escisión GSPC. Tras la muerte de Abdelmalek Droudkel, el emir de AQMI sería sustituido por Abu Ubaydah Yusuf al-Anabi, pieza fundamental del majlis al-shura de la principal filial magrebí de Al-Qaeda (Yagüe, 2020).
A lo largo de su historia, AQMI, se ha abierto camino y ha proyectado su influencia en una zona altamente convulsa donde tanto Al-Qaeda, Daesh o Boko Haram han desplegado grandes esfuerzos por controlar la zona, los recursos y asentar piezas claves en la construcción del Califato mundial. Además, no solo desarrollan acciones operativas contra sus enemigos, sino que cada vez más se erige como sostén de la seguridad de la población en muchas de sus zonas de influencia, especialmente allí donde el Estado Argelino no es capaz de llegar (Montero, 2020).
Sus atentados y acciones terroristas no se limitan al territorio argelino, pues han conseguido perpetrar ataques de todo tipo en diversos países de África occidental. En los últimos años, Al-Qaeda en el Magreb Islámico ha atentado contra objetivos de una alta resonancia mundial -lo cual es un material muy eficaz para sus posteriores campañas de propaganda yihadista- como un convoy de Naciones Unidas o complejos turísticos de alta afluencia internacional. Previo a un asalto de un hotel en Sevaré (Mali), donde fueron tomados decenas de rehenes, el apoderado magrebí de Al-Qaeda acabó con un puesto militar de la misión de la ONU en el país. En aquel ataque morirían cinco miembros de Naciones Unidas y cuatro de los soldados desplegados (Mora, 2017). Con una dinámica muy similar, en cuanto a la metodología de combate, atentarían contra un restaurante y un complejo turístico en Burkina Faso y contra varios hoteles en Costa de Marfil. En sendas acciones terroristas, morirían casi medio centenar de personas y superarían el centenar los heridos (Ibid., 2017).
¿Cómo suelen ser estos ataques? Al Qaeda en el Magreb Islámico ha mudado sus objetivos estratégicos de entornos rurales locales hacia lugares de ocio o turismo, caminando de la yihad local a la global, para aumentar la repercusión mediática de sus atentados con la que sobredimensionar su poder real y hacer más efectiva la propagación del miedo, en la también presente, guerra psicológica. Los atentados de AQMI suelen dirigirlos operativos formados por no más de cinco combatientes, armados con fusiles de asalto y explosivos. Asimismo, una técnica cada vez más usada -basada en la concepción martirio del yihadismo- es la de las inmolaciones o la de coches-bomba. Así fue cómo se organizaron los ataques descritos y sobre los que encontramos un patrón de funcionamiento en su historial y acción de combate (Mora, 2017).
Narrativa y propaganda yihadista de AQMI
Para entender qué y cómo comunica un grupo terrorista es básico entender la manera en la que se mueve en el terreno armado, pues serán estos hechos, los que fundamentan la lógica de su narrativa y estrategia propagandística. El terrorismo bebe su modus operandi informativo de las lógicas anarquistas, de la propaganda por el hecho, donde la acción mediática se construye a partir de los hechos, y no al revés como de costumbre. (Bachiecca, 2016). Traducido a lo práctico, el terrorismo de AQMI no pontifica sobre sus deidades ni sobre la malicia de sus enemigos, sino que primero demuestra en el sacrificio de sus miembros y elimina, por ejemplo, un operativo de Naciones Unidas para luego justificar la causa divina que les lleva a ello y lo pernicioso de la presencia de la ONU en sus zonas de influencia.
El profesor Torres Soriano (2020), distingue dos grandes ramas a la hora de analizar la propaganda yihadista en el sahel y en el Magreb Islámico. En primer lugar, desarrolla una propaganda más tradicional -la habitual e históricamente utilizada- a través de sus mezquitas afines, centros asociados o directamente a pie de calle repartiendo aleyas y reivindicaciones propias repartidas a pie de calle. Este campo también ha refinado sus canales y ha digitalizado la difusión de sus mensajes a través de aplicaciones móviles y chats cifrados para consumo de la población local, así como de plataformas propias como veremos más adelante. Asimismo, cuenta con una propaganda de la yihad global, dirigida para el resto del mundo. Usando el idioma árabe, el francés o el inglés; lanza sus proclamas con las que justifica su violencia y la internacionalización del terrorismo yihadista por, según la visión terrorista, la victimización de las comunidades islámicas y el sometimiento de occidente para con su gente. Estos son los métodos propios de difusión de sus acciones globales, de reivindicación de atentados o lanzamiento de mensajes estratégicos a través de medios internacionales (Torres, 2020), aunque no son los únicos, como veremos.
En el plano local, AQMI ha sabido rentabilizar procesos convulsos en tierra argelina para fomentar la desestabilización del país. Concretamente, los casos de más repercusión los encontramos durante la Primavera Árabe, instigando desde los márgenes de la oposición a Buteflika una caída del régimen de la que sacar partido y erigirse como actor de gran influencia. (Altuna, 2020). Del mismo modo, durante el Hirak argelino en 2019, pues beben del éxito de la matriz afgana el sacar rédito de una interesada -a la par que eficaz- interpretación de hechos históricos para reforzar su narrativa y legitimación de su violencia. Lo haría Al-Qaeda, en época de Osama Bin-Laden, para justificar su mortífera respuesta a la invasión occidental en sus tierras; y así lo quiso AQMI en los momentos que señalamos en Argelia. Desde los discursos de los imanes afines a AQMI, los vídeos en su propia televisión y hasta en los mensajes distribuidos mediante canales de Whatsapp, consiguieron modular y construir una narrativa en contra de Bouteflika y las élites militares argelinas para instigar un golpe al poder y acciones violentas contra mandatarios del país. (Ibid., 2020).
De igual forma, el terrorismo yihadista no le teme a la cámara ni a aparecer en los medios, de hecho, lo anhela y busca constantemente. El caso de AQMI no es una excepción pues ya el anterior líder -Droukdel- daría una entrevista al New York Times (2008), para explicar los motivos de la anexión de su grupo a la matriz de Al-Qaeda. Siguiendo con la tradición, su sucesor, haría lo mismo con la cadena France24 (2020) el pasado noviembre, contestando las preguntas del reconocido analista Wassim Nasr. El yihadismo usa las plataformas mediáticas de todo el mundo para demostrar su presencia y capacidad de influencia en su área de operación, pero también su proyección internacional.
La organización argelina no se queda en esporádicas apariciones en prensa o televisión, sino que cuenta con una producción propagandística propia. En el caso de AQMI, su trampolín mediático reside en Al-Andalus Media Foundation. Esta plataforma cuenta con un estilo propio que se aleja del refinamiento de los vídeos de Daesh o de su conocida revista Dabiq, y del carácter institucional o tradicional del entramado mediático de Hezbolá con las producciones de Al-Manar. AQMI recoge el testigo de la experiencia propagandística histórica de su matriz, Al-Qaeda, con vídeos de sus miembros pontificando sobre lugares recónditos y de la revista propia de la organización afgana Inspire (Fernández, 2014).
Pese a ello, en los últimos años hemos visto una mutación hacia producciones audiovisuales más al estilo de las de Daesh, en las que combina mensajes tanto hacia la yihad local como a la global. En el vídeo distribuido por Al-Andalus Media ellos aparecen combatientes de AQMI mostrando sus capacidades tácticas en pleno combate. Un ejemplo gráfico de esta tendencia, y relacionándola con la actividad yihadista en España, fue la aparición en la plataforma mediática de Al Qaeda en el Magreb Islámico de Zacarías Said Mohammed. El miembro de AQMI, más conocido como al-Andalusi, aparece como parte de la propaganda yihadista posterior al ataque contra la misión de Naciones Unidas que previamente hemos analizado.
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