La Armada Española se ha quedado temporalmente sin submarinos operativos. De los cuatro en servicio durante la pasada década, dos se han dado de baja, uno está pendiente de finalizar su gran carena y el cuarto acaba de entrar en un periodo de obras programado que durará un par de meses. Mientras tanto, el primer S-80 sigue pendiente de ser puesto a flote en marzo de 2021. En resumen, al menos durante dos meses la Armada Española no tendrá ningún submarino listo para el servicio.
Para un submarinista es difícil escribir un artículo como este, pero la realidad es la que es y no por esperada duele menos: España actualmente no tiene submarinos operativos. Entiéndase operativo como aquel buque listo para realizar una operación prolongada en la mar.
En junio se publicaba en El País un artículo que ya lo anunciaba[1], la Armada se quedaba con un único submarino operativo por el retraso del S-80. Solo ha habido que esperar a que a este único submarino, a semejanza del “treinta y único” [2], le tocara entrar en obras de mantenimiento programadas conocidas en el Arma Submarina como ‘P’ (distinguiendo entre ‘P’ y ‘PV’ cuando son de varada).
El submarino Tramontana S-74, último de una serie de cuatro submarinos del que solo quedan dos unidades, acaba de entrar en obras y hasta que salga, no tendremos submarinos operativos. Esta es una noticia triste, no se daba desde la época del treinta y único, algo que debe de hacernos pensar.
La noticia es más triste si cabe si la leemos en clave regional. Italia acaba de anunciar la adquisición de 4 nuevas unidades Tipo U212 NFS. Es de destacar que ellos parten con ocho submarinos, cuatro submarinos de la clase Todaro y cuatro de la clase Sauro. Respecto a Francia, acaba de poner en el agua el nuevo submarino nuclear de ataque clase barracuda, el SNA Suffren. Grecia y Turquía siguen incrementando sus inventarios, Portugal mantiene sus dos U209, y mientras, España ve encoger poco a poco su arma submarina.
El problema, por supuesto, no son solamente los submarinos operativos los que importan; también el personal, pues necesita adiestrarse. Para ello cuenta actualmente con solo un submarino operativo, mientras no terminen las obras de gran carena del submarino Galerna S-71 o se incorpore al servicio el Isaac Peral S-81. Los submarinos, dada su complejidad, requieren realizar una gran carena cada 5 años aproximadamente [3].
La necesidad de un Arma Submarina
El Galerna lleva inmovilizado debido a su gran carena desde julio de 2017. Hay que entender que dicha obra supone desmontarlo pieza a pieza para prolongar su vida útil de manera segura y que el proceso, de por sí lento y complejo, se ha visto afectado también por el Covid-19.
El Mistral S-73 acaba de ser inmovilizado para su baja; se decidió no acometer su quinta gran carena, algo que hubiera costado mucho dinero y que no aseguraba cubrir el hueco entre la serie S-70 y la serie S-80. Todos contaban con tener a flote el S-81 Isaac Peral y empezar a soñar con la nueva serie. También el retraso en la gran carena del Galerna ha influido en esa decisión.
El tiempo ha pasado, la pandemia ha hecho estragos y ahora [4], con unos presupuestos que han conseguido una amplia mayoría en el Congreso de los Diputados pero que solo suponen un aumento del 4,6% en Defensa [5], nos enfrentamos a un escenario en el cual el S-81 se va a encontrar con un problema que no vivíamos desde la llegada del Almirante García de los Reyes S-31, en 1959.
El escenario no es nada halagüeño y el mismo problema se extiende a otras ramas de la Armada como es la Flotilla de Aeronaves, con un Ala Fija en una situación dramática y con unos helicópteros con muchos años a la espalda; la décima escuadrilla y sus SH-60 Bravo van a ser reemplazados por helicópteros de segunda mano, los SH-60 Romeo, comprado gracias a los acuerdos de cesión que hay con Estados Unidos procedentes de EDA (del inglés Excess Defense Articles)[6].
Tal y como decía Miguel Fernández [7] la merma de la capacidad submarina, aunque temporal, es significativa para un país como España con casi 8.000 kilómetros de costa. Lo más preocupante es que los retrasos se siguen acumulando sin tener previsto un plan alternativo; todo lo contrario, el escenario económico augura incluso un escenario más negativo [8].
Mientras tanto, Marruecos lleva tiempo sondeando la compra de submarinos. La nueva relación con Israel, al amparo de los acuerdos de Abraham firmados antes por Bahréin y por Emiratos Árabes Unidos, presagian a su vez nuevos roces con la vecina Argelia, país que dispone de 6 submarinos en su arsenal, complicando la situación en el Estrecho. Por su parte, los Estados Unidos acaban de firmar una venta por valor de 1.000 millones de dólares a Marruecos[9], todo esto después de haber reconocido el Sahara Occidental como tierra de soberanía marroquí, un jardín del que no hemos sido capaces de salir.
Es cierto que las relaciones que tenemos con Marruecos y con Argelia son buenas, pero también que son muchos los intereses que nos unen a ambos países para no vernos afectados si hay un conflicto o una guerra entre nuestros vecinos. Poco podemos hacer para mantener nuestra seguridad e intereses sin los medios necesarios y aquí no solo hablamos de los submarinos, también de los aviones de patrulla marítima del EdA y de la capacidad ASW de la Armada, otro de nuestros grandes problemas.
En poco más de un siglo, el submarino ha provocado cambios radicales a nivel geopolítico, estratégico, táctico y tecnológico. De ser una simple plataforma para lanzar un torpedo o fondear una mina, se ha convertido en una plataforma multipropósito de gran capacidad, pudiendo realizar múltiples misiones en la zona gris, y transformándose en un arma de enorme potencial para la negación de área o el acceso A2/AD (del inglés Anti-Access/Area Denial). Solo unos pocos han tenido la capacidad de diseñar, construir y operar este tipo de unidades, algo que podría cambiar [10].
El submarino moderno es muy versátil; muchas de las misiones que realizan se han visto ampliadas desde la década de 1970. Capaz de evolucionar en un entorno hostil, lo más cerca posible del objetivo gracias a su discreción, es un medio que se adapta a cualquier situación, en tiempo de guerra, de paz o en cualquier momento de crisis. El submarino es de hecho una excelente plataforma para realizar inteligencia multidominio (ELINT, ACINT, IMINT, COMINT e incluso HUMINT, recurriendo al uso de la Guerra Naval Especial). De hecho, una de sus operaciones habituales es realizar misiones de ISR (del inglés Intelligence, Surveillance and Reconnaissance) [11].
En tiempos de paz, nuestros submarinos han participado en la estrategia naval a través de su poder disuasorio y de su presencia en áreas de interés. En tiempos de crisis o de guerra, el submarino puede llegar a convertirse en el arma de combate naval decisiva, véase las Malvinas. Un instrumento privilegiado para operaciones de interdicción marítima, control del mar y de proyección, gracias a su capacidad de ataque a tierra. De hecho, el S-70 si bien no tiene esa capacidad de proyección con misiles de ataque a tierra, sí la podría ejercer a través de golpes de mano dados por las unidades de Guerra Naval Especial.
Sin embargo, a pesar de la importancia de contar con submarinos operativos y como explicaremos a continuación, de nada sirve si no se cuenta con las tripulaciones adecuadas.
Las dotaciones
Los submarinos aportan capacidades estratégicas, dada su discreción y su capacidad disuasoria. Sin embargo, esto no depende únicamente de la plataforma, sino que para que sea efectiva, debe sostenerse en lo que podríamos denominar las cuatro patas de la preparación de la fuerza: personal, organización, adiestramiento y material.
La organización tampoco es un problema porque se ha trabajado en ello; la serie S-70 está perfectamente organizada y la serie S-80 llevamos años esperándola.
El material sabemos cómo está. Pronto, esperemos, podremos contar con el Galerna, el Tramontana y el Isaac Peral. Es decir, que de una forma u otra y aunque sea tarde, llegará.
¿Cuál es el problema entonces? El verdadero problema reside en el personal y en su adiestramiento. El personal es, se mire como se mire, el eslabón débil de esta ecuación y algo que ya está padeciendo el Arma Submarina; nos estamos quedando sin submarinos para adiestrar al personal necesario para formar las 4 dotaciones de los futuros submarinos S-80.
La Armada lleva años trabajando en este problema, pero el desafío es grande. El personal de la Escuela de Submarinos se está adiestrando y preparando para formar a las futuras dotaciones de quilla de los submarinos S-80. Contamos con magníficos simuladores para ello, aunque nos falte el submarino, pero en esa ecuación, el personal sigue siendo la clave por encima de la plataforma. Tomamos como ejemplo a la Armada chilena y la forma en que se enfrentó a la llegada del submarino Scorpene. Un país, por cierto, que en su último Libro de la Defensa sigue estableciendo el personal como la variable prioritaria [12].
Recordemos que la estrategia militar consiste en concebir, dirigir y ejecutar las grandes maniobras; enlazando el conjunto de las fuerzas y elementos de diferente orden que se ponen en juego para imponer nuestra voluntad al adversario.
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