La guerra electrónica es, en el caso español, una de las grandes desconocidas para el gran público. No obstante, las FAS llevan décadas invirtiendo en este particular y han desarrollado una serie de capacidades a tener en cuenta, la mayor parte de ellas en torno al programa Santiago. A lo largo de las próximas líneas trataremos de explicar en qué consiste dicho programa, cuáles son los medios a disposición de nuestras tropas y cuáles las posibilidades de cara al futuro.
El apóstol Santiago, al que se da por evangelizador de las tierras patrias y que descansa enterrado en el santuario gallego del mismo nombre, es el patrón de España y santo guerrero de la reconquista. Ganó esta consideración, según cuentan las crónicas, al intervenir de forma milagrosa en favor de las huestes cristianas durante la batalla de Clavijo. Ganó también el apelativo de ‘Matamoros’, aunque en los tiempos modernos no parece necesario ni tal patronazgo ni su legado evangelizador y mucho menos convenga recordar dicho apodo a esta sociedad de sensibilidad tan a flor de piel (para lo que le conviene).
Al grito de guerra ‘Santiago y cierra, España’, que parece ser empezó a usarse en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), las tropas cristianas cargaban (cerrar en castellano antiguo significa exactamente trabar combate) contra sus enemigos con la fe de que su santo les acompañaba, tradición que posteriormente se ha mantenido en las armas españolas gracias a nuestra caballería. Será en tiempos más recientes cuando sea empleada con fines bastante más oscuros, suprimiendo la coma y con ella el significado de esta expresión, criticando así lo hermética o ‘cerrada’ que estuvo la patria a la modernidad y la libertad democrática.
Probablemente esta segunda significación es la más apropiada para definir la guerra electrónica (EW) en general y el programa Santiago (mediante el cual se modernizaron los medios y la doctrina de empleo de nuestra guerra electrónica) en particular, no solo por la misión que tiene de desentrañar los secretos del enemigo (comunicaciones e inteligencia electrónica) o superar sus defensas en este ámbito por medio de la interferencia y el engaño, también por lo opaco de su actividad y medios cara no solo a la sociedad civil, si no también a gran parte del mundo castrense.
Conceptos sobre Guerra Electrónica
Define la RAE la electrónica como aquella ‘’parte de la física que estudia los cambios y los movimientos de los electrones libres y la acción de las fuerzas electromagnéticas y los utiliza en aparatos que reciben y transmiten información’’.
Es por tanto, como decíamos, un instrumento de información, y lo que se conoce por guerra electrónica (EW a partir de ahora) no es ni más ni menos que una forma (electrónica) de ejecutar la guerra de la información.
La guerra electrónica nace como tal a principios del S. XX con el empleo mismo del electromagnetismo en el arte de la guerra y la introducción generalizada de la radio y la radiogoniometría. Esta última técnica, que se basa en triangular las señales de radio para localizar la fuente de emisión, se usó con gran éxito por ejemplo durante la batalla de Jutlandia en 1916, permitiendo a la gran flota británica localizar e interceptar el rumbo de los navíos alemanes.
En cualquier caso, la implantación de la electrónica en los campos de batalla tendrá su momento más significativo durante la Segunda Guerra Mundial, con el empleo del radar.
El uso de este nuevo ingenio por parte de la Real Fuerza Aérea británica supuso el primer empleo de las ondas electromagnéticas de forma claramente ofensiva, superando la frontera de las comunicaciones (hoy C2 o mando y control) para dar el salto a elemento de combate, con la función de búsqueda y destrucción de objetivos militares (aunque su primera misión fuera la defensa del suelo británico, a nivel táctico era y es un arma proactiva) y representó un avance de tal magnitud que marcaría el desarrollo de la aviación y la doctrina de guerra aérea para siempre. Tal es así, que el primer avión equipado con contramedidas electrónicas o jamming apareció en 1940 (Avro Lancaster con el sistema ABC o Airborne Cigar).
En realidad, el concepto de guerra electrónica es mucho más amplio y afecta a todos los ámbitos, no solo el aéreo; y es que ya no se entiende la guerra en tierra, mar o aire sin el uso de todo tipo de medios electrónicos. En la propia Segunda Guerra Mundial harán aparición el radar submarino de ondas sonoras, sistema ASDIC (británico) que los norteamericanos llamaran SONAR, así como un sistema para la localización de los submarinos mediante su señal magnética, conocido por MAD, pero también el interrogador amigo-enemigo (IFF) y un largo listado de medios de comunicaciones, localización y decepción sin los que hoy no se concibe el empleo de ningún sistema de armas o unidad militar.
Una de las más importantes aplicaciones del espectro electromagnético y en el que no solemos reparar en demasía es precisamente el de las comunicaciones. Si bien no podemos considerarlo una forma de EW, pues no utilizaron medios electrónicos para interceptar y decodificar la señal de radio, la importantísima operación de descifrado de los códigos alemanes (decodificación de la máquina Enigma) por parte de un equipo británico liderado por Alan Turing (el padre de la computación moderna) resultó capital para la victoria de los aliados; sin embargo la verdadera enseñanza de este éxito de la inteligencia británica, como el descifrado por parte de EE. UU. de los códigos japoneses (durante el mismo periodo) fue la importancia capital de proteger las comunicaciones radiofónicas en sí mismas, y no solo recurrir a un sistema de ‘códigos’ para hacerlas ilegibles, ya que las matemáticas modernas y los incipientes ordenadores derrotarían cualquier clave lógica.
Los esfuerzos para lograr esto han sido continuos y, aún hoy, el primer elemento de EW que debe obtener un país es la capacidad de mantener seguras sus propias comunicaciones y, por añadidura, amenazar la integridad de las del enemigo. Los países más avanzados, incluido el nuestro, y siguiendo directrices de la OTAN (que regula estos y otros muchos aspectos de la interoperatividad entre sus miembros), utilizan redes de radio cifradas por medio de salto (automático) de frecuencia y sistemas de enlaces de datos seguros con protocolos Datalink.
Estos sistemas cada vez más integrados, se conocen como redes de combate o Combat Network, y se usan en todos los entornos de forma conjunta (multidominio) trabajando todas las unidades terrestres, aéreas y navales dentro de la misma red, gracias a los subsistemas C3I compatibles entre sí mediante los citados protocolos estándar, como el link 16, conocido como MIDS (Multifunctional Information Distribution System), o el más reciente link 22, que sustituye al anterior Link 11 en la transmisión radio de largo alcance (frecuencias HF/UHF) o fuera de línea visual (BLOS, Beyond Line-Of-Sight).
Pero no solo es necesario asegurar la red propia de comunicaciones. En la lícita pretensión de imponerse en el combate, la guerra electrónica juega un papel importante en la captación de las señales enemigas, su interpretación (inteligencia) y su perturbación (contramedidas) dentro del empleo puramente ofensivo de la capacidad electrónica propia.
Cuando las señales electrónicas son captadas por medios de escucha/recepción pasivos, hablamos de un sistema ESM o Electronic Support Measures, que permiten alertar de la amenaza y lanzar medidas para combatirla, desde maniobras evasivas a lanzadores de señuelos, pasando por acciones de contramedidas electrónicas, o ECM (Electronic Counter Measures) igualmente existen sistemas para contrarrestar estos interferidores y asegurar el uso propio del espectro electromagnético, que lógicamente se denominan ECCM (Electronic Counter Counter Measures), conocido también como un sistema de protección electrónica o EPM (Electronic Protection Measures).
Cuando el sistema tiene capacidad de analizar y guardar la información de estas señales, con la finalidad de generar unas librerías de datos capaces de decodificar e interferir los emisores enemigos en el futuro, entramos ya en la denominada como inteligencia de señales o SIGINT. Esta se divide entre la que busca obtener inteligencia por las comunicaciones (COMINT), y la que se centra en el rastreo e identificación de las emisiones no relacionadas con las comunicaciones, o ELINT (Electronic Intelligence).
Si bien las más importantes y evidentes son las emisiones radar, abarca también aquellas otras utilizadas por los sistemas de navegación o posicionamiento (incluida la señal GPS) de los que cada vez hay mayor dependencia y por tanto su impacto está creciendo como podemos ver en el artículo sobre guerra espacial publicado en este mismo número.
Igualmente cobra cada vez mayor relevancia la inteligencia de imágenes derivadas del uso de medios electro-ópticos (OPTINT) y por medios infrarrojos (IRINT), siendo las medidas de decepción óptica cada vez más relevantes (camuflaje óptico).
Por tanto la EW ya no se entiende como un sistema contra las emisiones electromagnéticas enemigas, si no que es una parte integral e indisoluble de la actuación de las unidades militares; es el medio gracias al cual obtener el dominio del espectro electromagnético, al mismo nivel o aún más importante que los aviones de caza para obtener el dominio del aire o el de los submarinos para negar el control del mar.
El programa Santiago
Este programa de carácter conjunto nace en 1986 para centralizar los esfuerzos en el área de la guerra electrónica, en especial la relativa a SIGINT, definido por Defensa con el objetivo de lograr la:
‘’Captación de emisiones electromagnéticas y de imágenes en las zonas definidas como de interés estratégico para la seguridad nacional’’
Constaba así de diferentes subprogramas, según las plataformas y los servicios que fueran a operarlas, a saber:
- Subsistema de Captación de Señales Terrestres (SCATER).
- Subsistema de Captación sobre Plataforma Aérea (SCAPA).
- Subsistema Electro-Óptico (OPTINT).
- Subsistema de Captación sobre Plataforma Naval (SCAN).
- Subsistema de Captación HF (SCAHF).
- Subsistema de Integración / Evaluación Global (SIGLO).
Cumplimentado en 2008, este programa de guerra electrónica se materializó con la adopción de diferentes plataformas de recogida de señales, coordinadas por el CIFAS (Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas). Así, dentro del subsistema terrestre o SCATER, se organizó el Regimiento de Guerra Electrónica 32, con diferentes batallones desplegados en Algeciras, Almería y Las Palmas, para la captación de señales desde tierra firme, con la vista puesta obviamente en el norte de África.
También se compró de segunda mano un viejo barco procedente de la extinta República Democrática Alemana y que estaba excedente en la unificada Kriegsmarine, el «Jasmund», un carguero ligero de la clase ‘Darss’. Adquirido en 1992, el barco se adaptó dentro del programa Santiago con multitud de equipos de escucha electromagnética y fue renombrado como A-111 ‘Alerta’; siendo la principal plataforma del subsistema naval o SCAN.
Desde luego, no son las únicas capacidades de guerra electrónica con que cuentan nuestros buques. Hemos de tener también en cuenta otros, como la suite EW de los diferentes buques de superficie, basada en los sistemas de desarrollo nacional ALDEBARÁN/RIGEL (ECM) y REGULUS (especializado en COMINT), o la acción de los submarinos (ya en fase de retirada) S-70 o clase Mistral, que en las sucesivas carenas han actualizados sus equipos. En este caso, entre sus funciones básicas está la recogida de información de forma extremadamente discreta, como discreta es también la Armada respecto a los sistemas instalados en ellos. Al respecto es conocido que desde su botadura, el nuevo S-80 contará con un sistema ELINT muy avanzado desarrollado por INDRA, el RESM, que ya ha sido instalado en los sumergibles U212 alemanes e italianos.
Por último, y quizá el más conocido, se contrató en Israel (especialista en este tipo de sistemas) la transformación de un Boeing 707 del entonces 45 Grupo para incorporar una serie de sistemas SIGINT, tanto en la banda de comunicaciones (COMINT) como la de señales radar (ELINT) y que pasó a convertirse en el principal elemento de captación estratégico o de largo alcance.
Terminado en 1998, se integró en un nuevo grupo de fuerzas aéreas, el 47, junto con otros aviones menores dedicados a ECM activas y que también habían realizado misiones VIP en el pasado, caso de los dos Falcon 20 o TM.11, que incorporaron entre 1993 y 1994 el sistema ‘Taran’ de Indra.
El mismo grupo también se hizo cargo del otro avión que servía en el entonces 408 escuadrón EW y único superviviente de los dos C212 modificados en 1983 con aparatosas antenas de rastreo y comunicaciones, denominados TM.12D. No es preciso incidir en sus capacidades ya que, por desgracia, todos ellos han causado baja, dejando el subsistema SCAPA huérfano a día de hoy.
De hecho, para renovar estas capacidades se lanza la «Fase 2» del programa, que debería haber estado implementada en 2017 pero que ha sufrido innumerables retrasos debido a diferentes causas con un trasfondo común: la falta de presupuesto.
Finalmente, este mismo año se han aprobado diferentes subprogramas, concedidos a INDRA y SENER y destinados a actualizar los medios SCAN y SCATER por un importe total de 5,5 millones. Por supuesto y como casi siempre, no ha trascendido en qué consisten exactamente estas mejoras.
Adicionalmente se trabaja en renovar las capacidades sobre plataformas aéreas:
- Primero con los subsistemas de defensa electrónica o ECM de diferentes plataformas en las que se lleva años trabajando con excelentes resultados por parte de la industria nacional. Es el caso del ALR 300/400 o el más avanzado ALQ-500P para el sistema de armas C15M, además de participar en la suite ESM del sistema FIST (incluida capacidad SIGINT, para el P3M) del DASS para el Eurofighter Tifón, el equipo de autoprotección para plataformas A400M, C295, NH90, AB212 o, más recientemente, del subsistema para el nuevo Boeing CH47F.
- Segundo, y gracias a la experiencia acumulada, se están desarrollando sistemas ELINT avanzados en pod o barquilla, que no necesitan de aviones dedicados permanentemente a esta misión. Uno de ellos es el CORE, desarrollado por INDRA para la plataforma C15. El otro ha sido recientemente contratado con SENER para integrar una barquilla COMINT en plataforma RPAS tipo MALE. Ambos sistemas utilizan el mismo procedimiento, que es descargar en tiempo real, mediante enlace de datos seguro (el referido DataLink), la información en una estación en tierra, denominada COT o centro de operaciones en tierra (de hecho para el CORE se ha utilizado el del sistema previo Syrel, de similar concepción y que equipó a los Mirage F1); de esta forma la plataforma ya no tiene que llevar a bordo operadores con sus consolas, con lo que esto conlleva en cuanto a peso y volumen.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Algunos medios EW, especialmente los destinados a ECM o jamming, requieren grandes potencias de emisión, consumen muchos Kw de energía y generan mucho calor, lo que implica potentes medios para refrigerar las bodegas de aviónica. Todo ello puede estar fuera de las capacidades de un UAV de tamaño medio, obligando a disponer de portentosos sistema estratégicos tipo RQ4 Global Hawk, aunque el objeto de estudio esté mucho más accesible (junto a tu propia casa).
Por otra parte, el uso de UAV en espacio aéreo internacional (no segregado) es bastante delicado y no ha terminado de concretarse a nivel supranacional (la normativa de cada país es diferente, llegando incluso a cancelar millonarios programas de equipamiento, como el Global Hawk para Alemania, por este motivo) lo que puede impedir realizar largas patrullas de este tipo incluso desde espacios aéreos aliados.
Resumiendo, podemos decir que los medios instalados en aviones de combate están destinados a penetrar en espacio aéreo enemigo (por tanto segregado) de alto riesgo y operar en función jamming o SEAD (Supresión de Defensas Aéreas Enemigas). Por su parte, las plataformas tripuladas derivadas de aviones comerciales o, más recientemente, integradas en plataformas de patrulla marítima (otorgándoles mayor flexibilidad, y no solo en su entorno primario de lucha naval) con multitud de sensores y operadores de sistemas a bordo, pueden actuar impunemente a grandes distancias fuera del espacio aéreo de soberanía del país ‘monitorizado’. Eso sí, su vulnerabilidad es muy grande, por tanto son misiones que se realizan en periodos de paz, siendo necesario actualizar esta información con los otros medios durante las hostilidades.
Hablamos pues de sistemas complementarios, y así lo entienden los principales países de nuestro entorno, que pese a dotarse de poderosos UAV o aviones ECR/SEAD tan capaces como el F-18G Growler (el único caza táctico especializado en EW del mundo) mantienen medios SIGINT de gran alcance sobre plataforma tripulada.
Entre ellos los más famosos son los grandes RC-135 Rivet Joint, que también sirve en la RAF británica (adquiridos de segunda mano y recientemente remozados) aunque ahora se utilizan masivamente los P8 Poseidón, con equipos electrónicos tan capaces que ha sustituido por igual al P3 Orión ASW y a su versión EW o EP-3E, en servicio con la US NAVY. Tal es así que su denominación ha cambiado de avión MPA a MMA (Multi Mission Maritime Aircraft).
En un escalón por debajo de estos aparatos de capacidad intercontinental se encuentran los derivados de jets de negocios tipo Gulfstream G550 (en servicio en EEUU, Israel, Italia, Australia o Singapur) o variantes de turbohélices de transporte medio, como el Il-22PP ruso, el Transall del Armée de l’ air francés o la versión EW del C295, tanto la ofertada por Airbus como las diferentes modernizaciones realizadas localmente (caso de Finlandia, que transformó tres con ayuda del gigante estadounidense Lockheed Martin).
La lista no acaba aquí, y modelos menores de multitud de fabricantes y variantes sirven en casi todas las fuerzas aéreas del mundo, con una llamativa excepción: la nuestra.
Nuevas capacidades en Guerra Electrónica
Cuando se creó el programa Santiago, la máxima prioridad no era otra que mejorar las capacidades de inteligencia electrónica estratégica, dejando para una segunda fase lo que entendemos por EW táctica, o de aplicación al entorno táctico.
Decíamos al principio que una de las principales acciones de lo que se conoce por EW es la protección de las comunicaciones, de esta forma lo entiende el Ejército de Tierra, que ha puesto en marcha un programa para renovar la red radio de combate.
Dentro de los estudios de la Brigada 2035, el Ejército plantea unos nuevos puestos de mando tácticos donde se pone especial atención a la reducción de las señales electromagnéticas. Igualmente deberá integrar las capacidades EW ofensivas para degradar las redes de mando y control enemigas.
Esta misión la ha realizado hasta ahora el Regimiento de Guerra Electrónica nº 31, afincado en El Pardo y que cuenta con elementos ESM/ECM móviles en diferentes vehículos tácticos tipo VAMTAC o BMR. Del mismo modo se han implementado medidas de protección electrónica en diferentes vehículos de combate, en especial de inhibidores de señal para la lucha contra IED activados por radiofrecuencia (RCIED), GSM o MTS (telefonía) y los sistemas de defensa contra UAV.
El uso masivo de estos medios tripulados remotamente, completamente dependientes de un sistema de control (radio), geolocalización e identificación de objetivos, impulsarán notablemente las medidas de decepción (ESM) como los alertadores láser, o contramedidas activas, caso los citados inhibidores de frecuencia o los pulsos electromagnético (EMP). Para ello se creó dentro de la DGAM el llamado proyecto ‘Cóndor’ de lucha contra RPAS, y que constaría de sistemas fijos y móviles hasta el escalón grupo táctico.
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