Suenan tambores de guerra en el norte africano. Dos ejércitos, el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) y el Ejército Nacional Libio (LNA) se vuelven a ver las caras en las áridas llanuras de Libia. Está en juego el desenlace de una guerra civil que dura ya cuatro años…
Turquía, con sus armas y soldados y Qatar con sus petrodólares apoyan al GNA, cuya capital es Trípoli. Por su parte Rusia, Egipto, Francia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Jordania apoyan al LNA, con capital en Tobruk.
Durante la pasada primavera al LNA solo le quedó una alternativa: levantar el asedio de Trípoli. De hecho, la presión del GNA y de los drones turcos terminaron por obligar al General Haftar a retirarse de toda la región de la Tripolitania.
Tras la evacuación de la Tripolitania y la típica crisis de la derrota entre los aliados de Haftar, la situación se ha estabilizado a lo largo de junio y julio. Los aliados de Haftar y el LNA se han rehecho, han renovado sus acuerdos devolviendo la estabilidad a la alianza y están aprovechando la tregua para preparar la defensa. Dos posiciones se erigen sobre el resto por su importancia: la ciudad costera de Sirte, y la base aérea de Al-Jufrah, que hace las veces de castillo moderno.
El mandatario egipcio, el General Al-Sisi no ha dudado en declarar que si el GNA y Turquía atacan Sirte o Al-Jufrah, la maquinaria militar de El Cairo intervendrá directamente.
Egipto ha puesto toda la carne en el asador para respaldar sus declaraciones. Han movilizado a sus Fuerzas Armadas. La Fuerza Aérea, la Armada y el Ejército de Tierra se han desplegado en el Sector Occidental junto a la frontera con Libia y están practicando ejercicios militares conjuntos.
En este póker infernal de líneas rojas y apuestas todos se preguntan lo mismo ¿Está Egipto realmente dispuesto a entrar en guerra con Turquía por Sirte y Al-Jufrah? ¿Está Erdogan dispuesto a poner a prueba la voluntad egipcia atacando?, ¿creen los turcos en la capacidad egipcia para ejecutar con éxito una intervención?
El póker aún no se ha convertido en batalla, así que todos los bandos se limitan a estirar la cuerda y hacer faroles. El riesgo es que no sean faroles, sino los preparativos para una ofensiva que dinamitará la tregua y pondrá a Egipto en la tesitura de una guerra con Turquía ¡Qué rápido se ha convertido el Mediterráneo en un escenario de inestabilidad y conflicto!
¿Y en qué consisten los faroles? Se trata de un juego de gestos y amagos, un juego de humo y luces destinado a generar una percepción en el gobernante enemigo.
En este juego Egipto ha integrado muy bien su diplomacia, su ejército y su comunicación estratégica. La diplomacia egipcia ha sabido granjearse el apoyo de la Comunidad Internacional mediante la iniciativa de paz de El Cairo, a la vez que la movilización de las Fuerzas Armadas, y los grandes ejercicios militares junto a Libia respaldan la acción diplomática, y las declaraciones y líneas rojas de Al-Sisi. Finalmente, la bien llevada comunicación estratégica ha servido para profundizar en los dos aspectos, el militar y el diplomático.
El buen hacer egipcio se ha traducido en una tregua que ha dado un balón de oxígeno al LNA para poder descansar y reorganizar sus defensas y su retaguardia.
El Parlamento de Tobruk y el LNA por su parte han buscado legitimar la intervención egipcia tendiendo una «alfombra de seda», legal y propagandística en favor de la intervención egipcia, reforzando el valor disuasorio de la misma. El Parlamento y el Consejo de Notables han apoyado una serie de medidas legales que otorgan legitimidad a Haftar en sus horas bajas.
Por último, el LNA no ha dudado en mostrar algunos de sus últimos juguetes, como los misiles antibuque P-15 Termit que han sido probados recientemente, aunque con poco éxito.
Emiratos Árabes Unidos o Rusia han lanzado un exitoso ataque aéreo «de advertencia» contra el aeropuerto de Al-Watiyah, en manos de Turquía en plena retaguardia del GNA, demostrando que en caso de ofensiva los turcos y el GNA lo pagarán caro. Todo un mensaje que además no ha sido contestado hasta ahora.
Por su parte, Turquía ha humillado el bloqueo naval europeo de la Operación Irini llegando incluso a encañonar a los navíos franceses y a amenazar con disparar a los griegos. Toda una muestra de voluntad del que se empieza a conocer como el «matón del Mediterráneo».
Para participar en el juego de las percepciones, Ankara intenta demostrar fortaleza militar y voluntad política mediante el despliegue a gran distancia de los medios aeronavales más potentes dentro de su arsenal. Han demostrado que pueden realizar maniobras navales en el Mediterráneo Central desplegando submarinos, fragatas y buques logísticos. También han sido capaces de enviar varias escuadrillas de cazas F-16 apoyados por aviones cisterna.
Todo esto significa que si El Cairo calculaba que en caso de intervenir solo se enfrentaría a la defensa aérea, los drones, la artillería y las fuerzas especiales turcas, Ankara ha demostrado que a este despliegue se unirían numerosos submarinos, fragatas, submarinos y cazas de supremacía aérea. Un escenario mucho más complejo.
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