Programa S-80 – La evolución del programa

Cronología del Programa S-80

El Programa S-80 ha sufrido innumerables problemas y superado multitud de hitos desde su puesta en marcha en 2004. En el siguiente artículo recogemos cada uno de ellos, tratando de establecer una cronología certera del proceso constructivo, basándonos en fuentes abiertas y comentando cada información relevante sobre el mismo aparecida en los medios. Además, analizamos el impacto que dichas informaciones han tenido sobre la imagen de Navantia y la Armada Española, las contradicciones e inconsistencias en el relato o la incapacidad para reaccionar ante los numerosos bulos lanzados por medios sin escrúpulos, otro tema clave que ha lastrado el devenir del Programa S80 casi desde sus inicios.

Por otra parte, quizá sea cierto que «agua pasada no mueve molinos», como decía el Almirante Santiago en el último panfleto de Infodefensa sobre el Programa S80. Si es como dice el DIGAM, solo queda, una vez identificados los errores, mirar hacia el futuro, aplicando en nuevos proyectos las lecciones aprendidas en la esperanza de que eso sea suficiente. Sin embargo, son todavía muchas las incógnitas que deben ser despejadas tanto por pura salud democrática, como para evitar que se repitan los mismos errores en futuros programas.

Simple y llanamente no se puede pasar de puntillas sobre un programa que ha supuesto al erario público un desembolso adicional de 1.700 millones de euros sobre los 2.135 calculados inicialmente y que ha comprometido la seguridad de nuestros marinos al obligar a la Armada a prolongar la vida útil de los S70 más allá de lo inicialmente previsto.

Antes de empezar me gustaría aclarar que la intención de este artículo es puramente descriptiva -aunque es imposible resistirse a incorporar algunas reflexiones y preguntas-. Recoge las informaciones que los medios han ido publicando durante estos años, de forma que el lector pueda hacerse una idea de cuál ha sido la evolución pública del Programa S80. Lo ocurrido realmente entre bambalinas es un asunto diferente, que intentaremos ir aclarando punto por punto en sucesivas entregas.

Por supuesto, a la hora de redactar este artículo han aparecido bastantes problemas. Muchos de los artículos y noticias ya no figuran en las webs de los medios que los publicaron inicialmente y hemos debido enlazarlos desde otras ubicaciones como El Snorkel, foros temáticos, etc. Además, el lector ha de ser consciente en todo momento de un asunto clave; buena parte de lo publicado procede de notas de prensa de las empresas o de testimonios de personas que han tomado parte en el proyecto de una u otra forma y que, por lo tanto, no pueden ser imparciales. Por otra parte, por fuerza siempre serán más las noticias que nos dejamos que las que recogemos y por cada una que hemos seleccionado, seguramente podríamos haber elegido media docena más. Sin embargo, es interesante la perspectiva que ofrece en conjunto la lectura todas estas fuentes y ver qué es lo que realmente ha trascendido al gran público en estos años.

Lo hago de esta forma porque considero que uno de los grandes errores del Programa S80, más allá de los fallos técnicos o de gestión que pueda haber habido, está en el relato. Ni la Armada, ni Navantia como responsables principales han sabido imponer su propio relato y el resultado ha sido un daño enorme para su imagen. Por otra parte, la prensa tampoco ha actuado bien. En algunos casos, la dependencia de la publicidad, en otros la necesidad de generar tráfico web con titulares rompedores y en algunos las filias y las fobias, han marcado en demasía la forma de abordar los hechos. Eso, por supuesto, nos incluye también a nosotros.

El Programa S80 ante la Orden de Ejecución

Antes de entrar en materia, conviene recordar cuál era el estado de la cuestión poco antes de la firma de la Orden de Ejecución (marzo de 2004). La situación, que en gran parte hemos abordado en los primeros artículos de esta serie (II y III), la resumía en octubre de 2003, en la Revista General de Marina, el capitán de navío Manuel Gárate Pasquín (por desgracia los números en PDF solo están disponibles desde 2006). En su escrito, entre muchas otras cosas, decía lo siguiente:

El S-80, como exponente de las caracterí­sticas de un submarino del siglo XXI […] podrá efectuar sus misiones dentro del escenario considerado y frente a la amenaza descrita, lo que después de los correspondientes estudios ha dado lugar a la elaboración del proyecto que ahora comienza a construirse y que responderá a las siguientes caracterí­sticas:

– Firma magnética adecuada para minimizar la detección y riesgos ante minas y torpedos, proporcionada por los materiales de construcción y tratamientos adecuados.

– Firma radar e IR de mástiles lo suficientemente bajas para minimizar la detección, proporcionada por los recubrimientos antirradar en sus mástiles.

– Firma acústica lo más silenciosa posible para optimizar la detección propia y minimizar la de la escucha enemiga, proporcionada por los adecuados medios de reducción de ruidos.

– Baja pantalla sonar ante posibles exploraciones activas enemigas, mediante las adecuadas formas de construcción y posibilidad de material absorbente sonar.

– Movilidad operacional que le permita actuar en zonas alejadas a más de 1.000 millas, con un tiempo de estacionamiento en patrulla de 30 dí­as, haciendo el tránsito con el coeficiente de indiscreción adecuado a las amenazas.

– Movilidad táctica que le permita maniobrar eficazmente para evitar la, detección, romper el contacto o evadirse de las armas enemigas, tanto en el plano horizontal, con al menos 20 nudos, como en el vertical, con una cota de al menos 300 metros.

– Alta velocidad de tránsito ( al menos ocho nudos) para alcanzar rápidamente un teatro alejado.

– Facilidad de cambio de velocidad desde la gama baja de velocidades I hasta la gama alta sin necesidad de operaciones ruidosas, capacidad que le proporcionan los nuevos motores de magnetismo permanente.

– Discreción durante su entrada y permanencia en el teatro en solitario, que le proporcionará el motor independiente de la atmósfera (AIP) de células de combustible.

– Sistema fiable de comunicaciones satélite, ya desarrollado por la industria nacional y en servicio en los submarinos tipo Galerna.

– Integración en una red Link.

– Integración en el sistema de Mando y Control MCCIS de la NATO.

– Radar de baja probabilidad de interceptación, en desarrollo por la industria nacional.

– Visión todo tiempo (I&W).

– Tubos de lanzamiento activo con un sistema de lanzamiento silencioso para permitir el lanzamiento de armas no propulsadas.

– Sensores acústicos pasivos de baja frecuencia componiendo un sistema de combate integrado.

– Sensores acústicos que le permitan la detección de obstáculos y posibles minas para su navegación segura en aguas someras.

– Medios de ayuda a la navegación que permitan operar con la precisión que exigen determinados cometidos.

– Capacidad de lanzamiento de 18 armas largas.

– Capacidad de lanzamiento de misiles de intervención en tierra a larga distancia.

– Torpedos pesados de doble propósito y largo alcance.

– Capacidad de lanzamiento de misiles antibuque.

– Al menos seis tubos para permitir el lanzamiento de la panoplia de armas considerada.

– Sistema lanzaseñuelos capaz de engañar torpedos enemigos de última generación.

– Dotación reducida mediante la automatización de los servicios.

– Capacidad adecuada de transporte de personal.

Esta lista de capacidades, evidentemente y por razones comprensibles, no exhaustiva, desvela algunas innovaciones tecnológicas importantes, como los sistemas optrónicos, láser, radar LPI, misiles de intervención en tierra y misiles antiaéreos, Link, sistema de mando y control, etc., como para llamar la atención.

Como resumen de las caracterí­sticas del buque, así­ proyectado, el S-80 será un submarino que podrá definirse de la siguiente manera:

Eslora total: 71,05 metros.
Eslora del casco resistente: 51,76 metros.
Manga: 11,20 metros.
Diámetro del Casco Resistente: 7,30 metros.
Altura total: 13,69 metros.
Desplazamiento en superficie: 2.177 toneladas.
Desplazamiento en inmersión: 2.404 toneladas.
Dotación: 32 personas.
Capacidad para dotación femenina.

– Gran capacidad ASuW; no olvidemos que el éxito que podrí­an apuntarse atacando una unidad de superficie, tan valiosas hoy en dí­a, sin que esa unidad sea necesariamente un transporte o un portaaviones, podrí­a comprometer la continuidad de las operaciones.

– Cierta capacidad ASW; al saber que su principal enemigo, sobre todo en el caso de que la fuerza multinacional no pueda contar con aviación de patrulla marí­tima embarcada, será otro submarino y tendrá que defenderse de él.

– Capacidad de minado para negar ciertas zonas de mar a la fuerza multinacional.

La orden de ejecución del Programa S80, como decíamos se aprobó en marzo de 2004 sellando el acuerdo entre el Ministerio de Defensa/Armada e IZAR Construcciones Navales S.A., para la construcción de cuatro submarinos de la serie S80. El Ministro Federico Trillo, anunció la inversión de 1.700 millones de euros para la construcción de cuatro submarinos que debían materializarse en las instalaciones de Navantia en Cartagena.

Se esperaba que el primero de la serie fuese botado a lo largo del primer trimestre del año 2012. Tras superar las pruebas de mar, debía ser entregado a la Armada a finales del año siguiente. A partir de ahí, el resto de unidades serían entregadas entre 2014 y 2016, completándose la construcción en 10 años. La decisión se tomaba apenas dos meses después de aprobar el Consejo de Ministros la construcción del BPE. La Armada Española del futuro tomaba forma.

El 12 de mayo Hynergreen (filial de Abengoa para el negocio del H2) publicaba una serie de diapositivas bajo el título «Sistemas de Propulsión Anaerobios basados en Pilas de Combustible». Era el material sobre el que se realizaría una ponencia en el «Seminario sobre tecnologías de conversión de potencia para el sector de las Energías Renovables». Además de una presentación de la matriz Abengoa -y por supuesto de Hynergreen- en la que se habla sobre sus áreas y cifras de negocio, se hace un rápido repaso a los diferentes tipos de AIP existentes o en estudio. En la parte final intentan dar respuesta a una pregunta «¿Por qué considerar un AIP basado en una pila de combustible?». No daba apenas información, pero dejamos las siguientes capturas, que son interesantes.

Fuente – Navantia (extraído del documento de Hynergreen)

Ya en noviembre, el Ministerio de Defensa publicaba su número monográfico Nº 74, titulado «Defensa y sociedad civil». En el mismo se hablaba sobre el impacto industrial que tendría el programa de submarinos recién aprobado.

El 24 de noviembre tenía lugar el «Bautizo del submarino «Carrera» para la Armada de Chile», según informaba Revista Naval (interesantes imágenes en el enlace) en las instalaciones de IZAR en Cartagena. Se trataba del primer submarino construido en España para un país extranjero «si obviamos el lejano y rocambolesco antecedente del submarino «Gür», construido por Echevarrieta en Cádiz, con apoyo alemán, y que fue vendido a la Marina turca en los lejanos años 30 del pasado siglo«.

2005

El 23 de febrero de 2005, Pakistán se postulaba, según La Verdad Digital (como un posible cliente de exportación para los submarinos españoles. El ministro de Defensa de Pakistán, Habibullah Warraich, visitaba las instalaciones cartageneras tras una serie de gestiones llevadas a cabo por nuestro Ministerio de Defensa. Según rezaba la noticia, de la que queda registro en El Snorkel, «El objetivo final no es otro que intentar convencer al Gobierno pakistaní de la bondad de los proyectos de submarinos -en concreto, los S80- que se ejecutan en el astillero de Cartagena, así como los cazaminas que ya se han construido».

El 1 de Mayo El País titulaba: «Defensa se inclina por dotar de un sistema de combate americano a sus nuevos submarinos». El precio de las ofertas, al parecer, oscilaba entre 150 y 250 millones de euros y el ministerio encabezado por Bono se inclinaba por la oferta de Lockheed. Lo importante venía en la segunda mitad de la noticia, cuando se dice: «La oferta ganadora», afirman responsables de Defensa, «será la que capacite a Navantia para construir submarinos» y «Defensa sospecha que ni Alemania ni Francia están interesadas en que España adquiera la capacidad de construir submarinos, ya que supondría la aparición de un competidor directo en el mercado de los submarinos convencionales».

El 26 de julio el Ministerio de Defensa anunció la elección de Lockheed Martin como socio tecnológico y subcontratista principal de Navantia-FABA Sistemas, en el diseño, desarrollo e integración del Núcleo del Sistema de Combate del S-80. El valor del contrato era de 200 millones de euros y suponía descartar las opciones de Raytheon, Thales, Atlas y Kongsberg.

En agosto IZAR se convertía en protagonista de la prensa internacional. Se esperaba que los EE. UU. pidiesen ayuda a la empresa española para la construcción de los fututos submarinos taiwaneses. Si recordamos el anterior capítulo, en realidad las primeras informaciones databan de 2003, cuando IZAR y General Dynamics concibieron el P-650, basado en el S80.

Por otra parte, la SEPI iniciaba el proceso de venta de los astilleros de Izar que quedaron fuera de la futura Navantia (Manises, Sestao, Gijón y Sevilla), venta que se haría efectiva al año siguiente. Por suerte la futura Navantia acumulaba una cartera de pedidos por valor de 3.600 millones de euros, como publicaba en su día La Razón.

El viernes 11 de noviembre de 2005 se hacía a la mar el submarino Carrera, encargado por la Armada de Chile, momento que capturó con su cámara de fotos Javier Peñuelas para Revista Naval.

El día 12 Europa Press nos hablaba del contrato adjudicado por 75,2 millones de euros a la empresa germana «Atlas Elektronik», pagadero entre 2005 y 2014, para fabricar los futuros torpedos pesados de los S80.

El 16 de noviembre era El País quien publicaba algo interesante, referente al S-80: «Raytheon recurre la adjudicación a Lockheed del sistema de combate de los submarinos S80». Como sabemos, Defensa había optado por el sistema de Lockheed en lo que Raytheon consideraba una decisión tomada en un ambiente de falta de transparencia.

2006

El 10 de enero conocíamos, gracias a La Verdad, que Navantia había ofrecido «el modelo de submarino S80 a medio millar de países», lo que tiene mérito teniendo en cuenta que en el mundo hay, según se mire, algo menos de 200 estados.

En marzo el portal La Economía, ya desaparecido, subía a su web el siguiente titular: «Reactivación por inversión en Submarinos» (nuevamente ha quedado registro en El Snorkel). Hacían referencia a la situación de la industria naval española después de la segregación de los astilleros civiles. Más allá del contenido puramente económico, se decía lo siguiente del estado del programa: «Navantia se encuentra preparando actualmente sus instalaciones para que puedan fabricar íntegramente los cascos del acero de alta tecnología con el que construirá las esloras de los buques. De este modo no necesitará echar mano de la subcontratación de una tarea que comúnmente se ha encargado a compañías extranjeras». Quizá más interesantes son las siguientes afirmaciones, en una noticia firmada por Álvaro Gustín: «La empresa se ha propuesto finalizar esta fase de preparación en 2009 y encontrarse entonces totalmente lista para fabricar el primero de los cuatro S80 encargados por Defensa. Hace pocos días Navantia anunciaba su programa de inversiones para el año 2006. En él se deja ver que la mitad del presupuesto para el ejercicio se ha destinado a la dársena de Cartagena. En total, se emplearán casi 28 millones de euros a lo largo del año para la incorporación de maquinaria diseñada para los nuevos procesos, para la adecuación de los sistemas de almacenamiento y manipulación y para la adaptación de edificios capaces de implementar esta nueva tecnología».

El día 16 del mismo mes, medios como Cinco Días informaban sobre la cancelación del proyecto de pila de combustible de Navantia junto a la alemana MTU, lo que dejaba a Hynergreen como única opción.

En julio de 2006, la Armada encargaba a Indra el desarrollo e implantación de los radares y de los sistemas de defensa electrónica de los submarinos S80, así­ como de los sistemas de identificación Amigo-Enemigo (IFF) por un importe conjunto de 24,2 millones de euros. Los radares se basarían en los sistemas Aries desarrollados por Indra ya por entonces operativos en buques de superficie.

El 5 de septiembre de 2006, Cinco Días informaba sobre nuevas adjudicaciones y explicaba casi al final que «Navantia ha encargado al grupo estadounidense UTC Power una célula para este proyecto que probará durante un año». Se refería a la pila de combustible del sistema AIP que, en principio, Navantia desarrollaba con MTU, pero que en marzo vimos que había sido cancelado. Quedaba el proyecto de Hynergreen, un asunto que traería cola y sería fundamental para el Programa S80, aunque todavía era pronto para saberlo y la información pasó relativamente desapercibida.

El 13 del mismo mes era turno de El Confidencial Digital, diario que afirmaba lo siguiente en su titular: «La entrada en servicio de los submarinos S80 retrasará hasta 2011 la llegada de los misiles Tomahawk adquiridos a Raytheon». En el cuerpo de la noticia se concretaba: «Según las fuentes consultadas por El Confidencial Digital, el Ministerio de José Antonio Alonso está esperando la entrega del primer submarino de la serie 80 para retomar las negociaciones para la compra de los misiles Tomahawk y que concluirá en 2011. Concretamente, desde el Ministerio de Defensa se advierte que “aún es pronto para pensar en la adquisición de los misiles”.

2007: los primeros rumores sobre el Programa S80

En fecha tan temprana como marzo de 2007, ya podían leerse los primeros rumores sobre retrasos y problemas en el Programa S80. Era Carlos Ribagorda, en El Confidencial, quien escribía: «El nuevo submarino español hace agua por la falta de tecnología de EEUU y provoca un conflicto con Francia». En la noticia se hacía referencia al concurso de submarinos paquistaní, en el que después de que Navantia pagase una cantidad indeterminada por el pliego del concurso (una práctica usual para descartar empresas sin interés genuino en participar), no llegó a realizar oferta alguna incluso a pesar de solicitar una prórroga de 60 días. Según este medio porque no sabían cómo iba a ser el submarino, ni qué diseño iba a tener. Además, en la misma publicación se decía algo muy significativo; las relaciones con Francia estaban ya rotas por entonces, aunque el escándalo no saltara hasta mucho más tarde. La información, por cierto, tardaría poco en ser reproducida en medios franceses.

Poco después, a inicios de mayo, diversos medios hacían referencia al acuerdo entre BAE Systems y Navantia para la adquisición de componentes para la construcción de submarinos por valor de 15 millones de euros. En concreto, el gigante británico construiría en sus instalaciones de Cumbria, al norte de Inglaterra, ocho domos -cuatro de proa y cuatro de popa- destinados al Programa S80. La noticia era importante porque corroboraba las dudas acerca de la capacidad de Navantia -que hasta entonces ensamblaba sobre componentes recibidos de Francia- para afrontar la fabricación de partes vitales de los nuevos buques como las citadas, de gran dificultad técnica. Por otra parte, la misma información permitía deducir que las relaciones con DCN, salvo para lo referente a los contratos en marcha, estaban completamente rotas. De no ser así, y siendo DCN un referente en la manipulación de aceros especiales, como los necesarios para fabricar esas piezas, se habría recurrido a esta y no a una tercera empresa. Todo apunta a que DCN negó a Navantia unas piezas con las que la empresa española contaba y que esta no tuvo más remedio que recurrir a BAE, compañía que llevaba tres décadas sin exportar este tipo de componentes.

El 7 de mayo Applus+, empresa perteneciente al grupo Agbar, se hacía con un contrato renovable hasta 2013 para asistir técnicamente en los procesos de compras, gestión de proveedores y logística de suministros durante la construcción de los submarinos S80, los Scorpène restantes (Malasia e India) y las grandes carenas de los submarinos en servicio con la Armada Española.

Apenas una semana después, el 14 de mayo, el diario Cinco Días hacía referencia a la internacionalización del proyecto, repitiendo en buena parte la información que ya había dado en el 5 de septiembre de 2006 y hablando sobre la participación de BAE Systems en el Programa S80, pero también de la italiana Avio (consola de gobierno en colaboración con FABA Sistemas), la estadounidense Kollmorgen Electro-Optical y su filial italiana Calzoni (periscopios y sistemas optrónicos de imagen), la británica Weir Strachan and Henshaw (sistema de lanzamiento de torpedos) o la germana Atlas (torpedos). La noticia recogía una diferencia importante y es que en su parte final hablaba expresamente del malestar de DCN, explicando que «la decisión de España de diseñar un submarino propio, y que competirá con el Scorpene, ha supuesto en la práctica la parálisis del consorcio, de tal modo que DCN ya está diseñando también su modelo particular de sumergible, el Marlin».

El verano, como es habitual, transcurrió sin demasiadas noticias para el Programa S80. Fue a la vuelta, el 11 de septiembre, cuando saltaron las alarmas a raíz de un titular en El Confidencial Digital, bastante impactante: «Las baterí­as destinadas al nuevo submarino S-80 que fabrica Navantia para la Armada no caben en los primeros prototipos construidos». En realidad, no hacían referencia a las baterías convencionales del submarino, sino a las pilas de combustible del sistema AIP, responsabilidad de la filial de Abengoa, Hynergreen Technologies. Según este medio, y tras ponerse en contacto con Abengoa, la respuesta de la empresa matriz fue que su filial era capaz de desarrollar el proyecto y que las dimensiones se ajustarían de acuerdo a las necesidades.

El día 25 el mismo diario recoge una noticia curiosa; el constructor de yates de lujo que diseñaba el interior de los submarinos S80 había tenido que rehacer su propuesta después de que la Armada rechazase un boceto decorado con una fuente ornamental. Se trataba en concreto de un estudio de diseño y decoración vizcaíno, Oliver Design, con un amplio e impecable historial a sus espaldas en el mercado civil pero que quizá no tenía claras las prioridades de un buque de guerra. Este tipo de noticias, al igual que otra que data del 13 octubre y que hablaba sobre el sistema de LEDs para la iluminación interior, que permitiría distinguir a los marinos el día de la noche, si bien no tienen demasiada importancia, sirven para constatar que el Programa S80 no ha estado parado por completo en ningún momento, más bien al contrario.

Habían transcurrido tres meses de rumores en foros y mentideros varios desde el citado 11 de septiembre, cuando a principios de diciembre diarios como Expansión informaban sobre el acuerdo entre Navantia y la estadounidense UTC Power para la fabricación de las pilas de combustible para el Programa S80. En este caso, poniendo el énfasis de forma un tanto delirante en las características «verdes» del sistema AIP en lugar de en las razones que habían llevado a la firma del contrato con la empresa norteamericana y en detrimento de Hynergreen. Tampoco parecían relacionar la noticia con la publicada por Cinco Días el 5 de septiembre de 2006 y en la que ya se hablaba de un acuerdo con UTC Power. Podemos interpretar que aquello fueron contactos preliminares, una suerte de tanteo, destinado a conocer los desarrollos de UTC y si esta podría hacerse cargo de aquello en lo que Hynergreen parecía estar fracasando.

En octubre de 2007 la noticia era bien distinta. No afectaba directamente al Programa S80, pero sí, y de lleno, a la fábrica de motores de Navantia y a la imagen de la empresa. El titular de La Verdad era el siguiente: «Cinco ex directivos de Navantia serán juzgados por la falsificación de facturas» y el contenido de la noticia todavía más escandaloso, al explicar la existencia de una Caja B en Navantia Motores para pagar comisiones.

Pocos días después, en concreto el 10 de diciembre, era una vez más El Confidencial Digital quien hablaba sobre este contrato, esta vez en relación a la noticia publicada por el mismo medio el 11 de septiembre. El texto, además de reflejar el malestar de la Armada por los retrasos de Hynergreen, recogía otra información interesante: «Actualmente, el AIP se encuentra en la tercera fase del proyecto. UTC Power tendrá que implantar ahora un prototipo de 300 kW en los submarinos S-80. Eso sí, el plan inicial era que el proyecto finalizara en el año 2008».

Como se deduce de todas estas informaciones, Hynergreen no había cumplido ni uno solo de los plazos pactados en inicio y muy difícil debía ser la situación para que ya casi en 2008, cuando supuestamente finalizaba el proyecto de desarrollo de las pilas, Navantia y la Armada le concediesen el contrato para la fabricación de las pilas de combustible para el Programa S80 a una empresa extranjera. Todo apunta a que Hynergreen no fue sincera con los avances que iba logrando -es un decir- y que pese a las sospechas de la Armada y de Navantia, que habían llevado a contactar con UTC ya en septiembre de 2006, en realidad habían sido optimistas, confiando en una solución adecuada por parte de la empresa sevillana, hasta que fue demasiado tarde. Solo entonces se concretó el acuerdo con la empresa norteamericana.

Habían pasado tres días y una buena noticia venía a eclipsar a todas las demás: el 13 de diciembre de 2007 Navantia celebró la puesta de quilla (o más concretamente el corte de la primera cuaderna) de la segunda unidad, en una ceremonia presidida por el almirante José Manuel Sanjurjo, a la sazón Director de Construcciones de la Armada. Una vez más, durante su discurso, el por entonces Presidente de Navantia, Gómez Jaén, repitió un mantra conocido, al catalogar el S80 como el «submarino no nuclear más moderno del mundo», afirmando que sería un «submarino de una capacidad extraordinariamente superior» frente al resto de sumergibles no nucleares. La humildad nunca fue lo nuestro.

Decíamos eclipsar, pues sin duda la fecha de la puesta de quilla fue elegida de forma astuta como el momento más indicado para anunciar el primer retraso. El mismo Gómez Jaén decía en su discurso, según recogen Expansión el mismo día 13 y La Verdad de Murcia al día siguiente que la primera unidad del submarino S80 se entregaría a la Armada con un año de retraso (en 2013) respecto al calendario inicial, debido, en palabras del Presidente de Navantia al «desarrollo de los equipos de última generación de los que estarán compuestos los buques que los convertirán en los submarinos no nucleares más modernos del mundo». Sin duda, esto se debía a los problemas que habían llevado a contratar las pilas de combustible con UTC Power.

Corte del submarino S80 antes de la remodelación. Fuente – Navantia.

2008

Tras el parón navideño, hay que esperar hasta febrero de 2008 para tener nuevas noticias de Navantia y del Programa S80. En este caso era La Verdad de Murcia (la noticia ha desaparecido, pero se puede encontrar el texto en al menos tres foros de internet) el medio que publicaba una información referente al concurso turco, valorado en 2.500 millones de euros. La nota explicaba que Ankara había solicitado a Navantia información adicional sobre el S80, en concreto «aclaraciones técnicas», según declaró el recién nombrado director del astillero de Cartagena, Manuel Filgueira, a quien La Opinión de Murcia había entrevistato el día 3 de ese mes.

El día 22 del mismo mes, la revista Defensa se hacía eco en su web de la participación de Navantia en un nuevo concurso de submarinos en India, programa valorado en 3.000 millones de euros, destinado a construir seis submarinos convencionales y distinto al de los Scorpène, como sabemos ya en marcha por entonces. La Opinión de Murcia también se hacía eco el día 31 y explicaba que altos mandos paquistaníes habían visitado el astillero de Cartagena recientemente, interesándose por el S80.

En mayo el semanario XLSemanal publicaba un artículo titulado «S80. Así se construye». No hemos encontrado el original, pero el texto sigue disponible en internet. Sin decir gran cosa, dejaba algunos datos para los curiosos como que «cada buque precisa 60.000 planos y cuatro millones de horas de trabajo», o que «la última reconversión (2005) redujo la plantilla a 1.100 trabajadores; una hemorragia desde los 3.000 que llegó a tener en otros tiempos». (Recuerden este último dato para la próxima entrada de esta serie de artículos, pues será determinante).

Lo cierto es que 2008 sería un año tranquilo, sin apenas novedades dentro del Programa S80. En septiembre, el portal Infodefensa recogía algunos avances sobre la posible adquisición de misiles de crucero Tomahawk citando a la revista Aviation Week. En realidad llegaban tarde, pues la noticia la habían publicado webs estadounidenses como Defence Daily el 6 de mayo de 2005 siendo la fuente original, como es lógico, la DSCA. Era una noticia esperanzadora, pues hablaba del permiso concedido para la venta a España de una veintena de misiles RGM-109E Block IV para utilizar desde las F100 por 156 millones de dólares, además de los equipos asociados, lo que abría la puerta a una futura compra para nuestros submarinos, que tendrían así la ansiada capacidad de ataque a tierra.

El 16 de septiembre el diario La Verdad se hacía eco de las quejas de los trabajadores de Navantia por las que, a su juicio, eran excesivas contrataciones en el extranjero relativas al Programa S80. Se referían a que Navantia recurría a demasiadas empresas foráneas para realizar trabajos que, en su opinión, podrían llevarse a cabo en España. Citaban al Presidente del Comité de Empresa, Ignacio Briones, que decía, textualmente «No entendemos por qué se tienen que ir a países como Inglaterra, Holanda o Estados Unidos a buscar otras empresas que les construya el submarinos, cuando el proyecto inicial de los S80 especificaba que se construiría todo aquí», a lo que añadía «Esto es un ejemplo de la mala gestión que los responsables de Navantia están llevando a cavo. Mientras que los trabajadores de varios departamentos de la empresa se encuentran prácticamente sin trabajo o realizando subactividades, otras áreas se enfrentan a una carga superior. Los ingenieros, por ejemplo, están totalmente saturados». Lo más interesante, no obstante, estaba en la parte final. Briones señalaba que «no se han planificado correctamente las tareas que tienen que desempeñar para la construcción de los nuevos submarinos y a la falta de plantilla en algunos de sus departamentos» (anoten también estos datos), situación que según él se venía denunciando desde hace años por parte del comité de empresa. Aprovechaba además para hacer una nueva petición: «Demandamos el diseño de un Plan Industrial, para organizar el trabajo de los astilleros y una ampliación del número de trabajadores» a lo que la empresa contraargumentaba explicando que «han tenido que hacer la subcontratación de trabajos ya que en los astilleros de Cartagena no disponen de la tecnología suficiente como para fabricar ciertas partes del submarino y por la falta de plantilla, debido a que Bruselas no les deja sobrepasar el número que actualmente tienen».

Igualmente interesante era la noticia publicada por el mismo medio apenas seis días después y que abundaba en la polémica. Según esta (qué únicamente está disponible en foros y en la caché de los navegadores), «La empresa dice que ha encargado partes del submarino a otros porque carece de la tecnologí­a necesaria». En el cuerpo de la noticia se añadía, en palabras de un portavoz de Navantia «Es lógico que hagamos esto. Si queremos sacar el proyecto adelante nos tenemos que apoyar en otras empresas que sí­ que tienen a su disposición de los sistemas necesarios para fabricar partes de la nave» y «Bruselas nos obliga a tener la plantilla con la que actualmente contamos y ni uno más. Tenemos que trabajar con los que hay». Además, se criticaba la actitud de los sindicatos y se explicaba que parte de los trabajadores deben ser dedicados a otras tareas, como la próxima gran carena del S71, pendiente de los fondos que el Ministerio de Defensa debía liberar.

El 4 de octubre, Infodefensa hablaba sobre la intención de Navantia de ofertar el submarino S80 a India. Un dato sorprendente; según la empresa pública española, que el Scorpène se presentase al mismo concurso que el S80 era una ventaja. La noticia se ha perdido, pero el texto original está todavía disponible en la red.

El 30 de octubre, el segundo canal de la Televisión Española publicaba un pequeño reportaje, de poco más de seis minutos de duración sobre el Programa S80, en el que se muestran imágenes interesantes, tanto de los anillos, cuadernas y corte de chapa, como de los diseños computerizados que manejaba el astillero. Se seguía insistiendo en el mantra ya conocido del «mejor submarino no nuclear del mundo» y en la entrega de la primera unidad en 2013.

Ya en diciembre, el día 12, Defensa.com hablaba sobre la colaboración entre Indra y Navantia para el desarrollo del simulador del submarino S80, siendo esta última el contratista principal y 9 millones de euros el gasto previsto. Según se especificaba «El sistema reproducirá con la mayor fidelidad posible el comportamiento del buque y pondrá a prueba a las tripulaciones, planteándoles los posibles incidentes, averí­as y situaciones de emergencia. De este modo aprenden a reaccionar ante situaciones extremas, imposibles de reproducir en la mar sin poner en riesgo vidas humanas y la integridad del propio naví­o. Los alumnos contarán con una réplica exacta a escala real de la parte de babor de la cámara de control. Todo el instrumental y elementos, incluido el sistema remoto centralizado de control y el de gobierno, son idénticos a los del submarino». Esta noticia resulta interesante porque, al ser tan temprano el desarrollo del simulador y al cambiar tanto posteriormente las cotas del submarino, con el alargamiento al que sería sometido y el aumento en el desplazamiento, sin duda obligó a introducir actualizaciones. Si bien el hardware seguramente podría mantenerse, los cambios dejarían en agua de borrajas buena parte del trabajo previo relativo al software. Un sobrecoste más para el Programa S80 que se pagaría en años venideros.

2009: el Programa S80 toma velocidad de crucero

A diferencia de 2008, que transcurrió sin grandes cambios, 2009 sería un año más movido. Ya el día 10 de febrero se anunciaban importantes cambios en la dirección del proyecto, pasando a ser el capitán de navío del Cuerpo de Ingenieros de la Armada Pedro Quintana-Lacaci y Ramos el nuevo jefe del Programa S80. La noticia la recogía la agencia Europa Press explicando que el nombramiento había sido aprobado por el entonces SEDEF, Constantino Méndez a propuesta del jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), almirante general Manuel Rebollo García.

Justo entonces salía el número 249 de la Revista Española de Defensa, un medio oficial del Ministerio -encabezado entonces por la difunta Carme Chacón-, en el que se explicaba lo siguiente:

«Navantia anunció el comienzo de la construcción del tercero de los submarinos del tipo S80, del total de cuatro que componen la serie contratada por la Armada, en su factoría de Cartagena el pasado 19 de febrero.

La construcción empezó con el inicio del corte de chapa de acero. Este proceso se realiza mediante un fino chorro de agua lanzado a grandísima presión (4.000 bares) que secciona en frío y limpiamente la chapa de varios centímetros. Los primeros elementos cortados son los denominados «sectores de alma y platabanda ». Varios de ellos —cada uno de una forma y con una concreta colocación— se utilizan luego para formar grandes anillos, de pequeño grosor. Estos se utilizan a su vez como cuadernas sobre las que se forman secciones de lo que será el casco resistente del buque.

Todas estas operaciones deben realizarse con una precisión absoluta, mediante herramientas automáticas controladas por ordenador, que aseguran, además, la limpieza total de las piezas.

Simultáneamente al comienzo de los trabajos en el S-83, el astillero continúa construyendo los dos anteriores submarinos de la serie. Del primero se procede en la grada al armamento interno de las secciones, mientras que en el caso del S-82, los trabajos continúan centrados en la construcción de las mismas en el taller. La entrega del primer S-80 a la Armada está prevista a finales del año 2013 y, un año después la del segundo».

Revista Española de Defensa, Número 249 (Febrero 2009), página 45.

Aquí hay un curioso baile de fechas, pues diarios como La Opinión de Murcia publicaron la noticia sobre el inicio de la construcción el día 1 de marzo. Seguramente se deba a que la revista del Ministerio había tomado por buena la fecha prevista y por algún motivo finalmente la ceremonia se retrasase unos días, algo relativamente habitual. Por otra parte, en la noticia recogida por este medio se explicaba también que último buque se iniciaría ese mismo año y, citando al portavoz de Navantia, se daban datos sobre el estado del Programa S80: «Del primero de ellos ya se están armando las distintas secciones de la nave y se están armando los equipos internos para luego proceder a su ensamblaje. En el segundo, ya se han culminado los cortes de chapa y se ha empezado a trabajar en la primera sección del buque, que está prácticamente terminada». A esto seguían datos todavía más interesantes: «los trabajos se están desarrollando según los plazos establecidos» y «antes del verano del año 2016, estará la serie completa y en manos de la Armada». Salvo que mintiese descaradamente, todo parecía ir bien.

A finales de ese mismo mes de marzo, el día 31, la agencia EFE recogía declaraciones del entonces Jefe de la Flotilla, Base y Escuela, Javier González-Huix, en las que se refería al largo periodo de pruebas que aguardaba a la primera unidad. El S81, que tocaría el agua en 2011, no sería entregado a la Armada definitivamente hasta 2013 debido a la complejidad de estas pruebas, que durarían más de un año según el oficial. La nota de prensa dejaba dos apuntes a tener en cuenta sobre el Programa S80: «González indicó que mandos de la Armada y responsables de Navantia están manteniendo reuniones en los últimos dí­as para impulsar el programa de construcción de los nuevos submarinos S80» y «se están cumpliendo los plazos previstos y que dentro de dos años estará navegando el primero de los sumergibles», lo que no dejaba de ser contradictorio, pues si se estaban cumpliendo los plazos, no se entiende la necesidad de impulsar el programa de construcción.

El 14 de abril Navantia y la Universidad Politécnica de Cartagena firmaban dos acuerdos de colaboración. En virtud del primero, esta última se encargaría de investigar la corrosión de las antenas-mástiles de los submarinos S80. El segundo se encargaría del desarrollo de los procesos matemáticos necesarios para facilitar la discreción en la maniobrabilidad de estos sumergibles. No se llega a explicar en el cuerpo de la noticia, pero lo más probable es que se refiriesen al estudio simulado de los ángulos de giro y profundidades de inmersión idóneas para garantizar el sigilo. Otro estudio que, debido a los cambios posteriores en el tamaño del submarino, sería necesario actualizar posteriormente.

Llegamos así al 4 de mayo, día en el que varios medios informaron sobre la denuncia que DCNS había presentado ante el Tribunal de Arbitraje de París, acusando a Navantia de haber plagiado con el Programa S80 su submarino Scorpène. Ante las preguntas de los medios de comunicación, el director de comunicación de la empresa pública española, Miguel Ángel Martí­nez, explicaba ese mismo día que Navantia esperaba una salida negociada al entuerto. Lo que es más sorprendente y muy significativo, Navantia no descartaba la participación de DCNS en el proyecto, pues, según Martínez aún existían «multitud de posibilidades de colaborar en el futuro» y esperaban «poder sentarnos a negociar con el nuevo equipo directivo de la DCNS para continuar con esa historia de éxito». Además, como es lógico, entendían que la denuncia de DCNS era absurda dado que ambos socios compartían la tecnología del Scorpène a partes iguales y «hablar de plagiar nuestra propia tecnología no tiene ningún sentido».

Dos días después la agencia EFE informaba sobre como los presidentes de ambas empresas, Patrick Boissier (DCNS) y Juan Pedro Gómez Jaén (Navantia), intentaban recomponer relaciones tras visitar una delegación de la empresa gala las instalaciones de Cartagena para «evitar una posible ruptura que haga peligrar los proyectos comunes». Cosa curiosa, el cuerpo de la noticia especificaba que «en la reunión no se trató el tema de la demanda que esperan sea retirada».

El 4 de junio de 2009 Infodefensa nos regalaba el siguiente titular: Navantia necesitará 3.000 trabajadores auxiliares para la construcción de un S-80. Citaban a Ignacio Briones, quien ya hemos visto que era el Presidente del Comité de Empresa. Este explicaba que el proyecto de construcción de los submarinos S80 “va avanzando y en unos meses en situación de plena carga necesitaremos más trabajadores de la industria auxiliar y más trabajadores propios de la plantilla que es lo que demandamos en el Plan Industrial». En la misma noticia se especificaba, siempre citando a Briones que «en la actualidad están en fase de construcción del casco resistente y de desarrollo del armamento del submarino y de todos los elementos interiores del primero de estos barcos, a la vez que se inicia el segundo», información que concuerda con la que hemos visto en el número 249 de la Revista Española de Defensa.

El día 24 volvía al agua el segundo Scorpène para Malasia, ya a punto de ser entregado al país asiático, según informaba Murcia.com.

Vuelve al agua el segundo submarino Scorpene para Malasia - 1, Foto 1
Submarino Tun Razak en Cartagena. Fuente – Murcia.com

El 27 de julio la Armada contrataba a ISDEFE para prestar apoyo técnico al Programa S80 por 350.000 euros. Infodefensa daba algunas de las claves de la decisión, como que «El contrato se sustenta en razones de eficacia y para suplir la escasez de los recursos disponibles por parte de la Administración en las actividades técnicas necesarias del programa de construcción de los submarinos S-80 y de la Oficina de Certificación Técnica de los Submarinos S-80 de la Dirección de Construcciones Navales (DIC)». También explicaba que «ISDEFE revisará y actualizará la documentación técnica, logí­stica de producción y de diseño, y para apoyar la verificación técnica del desarrollo de la plataforma en la construcción de los submarinos, destacando los estudios de cumplimientos de requisitos operativos, requisitos para el proyecto y la construcción, análisis técnico del diseño de detalle y propuestas de modificación, apoyo a la decisión, seguimiento del programa con el contratista y apoyo al ciclo de vida». Lo que esto quiere decir es, ni más ni menos, que la Armada tenía el mismo problema que Navantia, relativo a la escasez de personal. Naturalmente, para cosas como esta existe ISDEFE, para prestar apoyo técnico a las Fuerzas Armadas, pero resulta chocante que la decisión no se tomase hasta fecha tan tardía.

Llegamos a septiembre, más exactamente al día 24 y el Jefe de la Base de Submarinos de Cartagena, Francisco González Huix explica a EFE que el primero de los submarinos estaría listo en dos años y que gracias a su entrada en servicio «España se convertirá en la principal potencia del mundo en cuanto a arma submarina convencional, sólo por detrás de países como Francia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos que disponen de submarinos de propulsión nuclear». Este es un fallo crítico y recurrente dentro del Programa S80: las expectativas estaban completamente hinchadas y las declaraciones del personal del Ministerio, de Navantia y de la Armada no ayudaban en nada, lo que a la postre sería catastrófico. Por supuesto, de la capacidad submarina convencional de países como Japón, China, Corea del Sur o India para qué vamos a hablar…

El 12 de octubre de 2009, Infodefensa publicaba que el Ministerio de Defensa había comunicado a los EE. UU. que no compraría los misiles de crucero Tomahawk pactados años atrás y que en principio no eran para el Programa S80, sino para las F100. Es más, se decía en la misma noticia que «el plan de la Armada era ampliar el pedido hasta 60 de estos misiles» seguramente con la esperanza de dotar a los futuros submarinos cuando estuviesen a punto. Sin embargo la crisis económica, la estrechez presupuestaria y la posibilidad de optar por misiles europeos aconsejaban renunciar a los BGM-109.

Mientras tanto, en los EE. UU. Lockheed Martin sí avanzaba sobre el calendario previsto y en noviembre de 2009 superaba con éxito las pruebas en el agua del futuro sistema de sónar de los S-80 cuya adquisición, recordemos, se había formalizado en un contrato en 2005.

El 24 de noviembre Infodefensa publicaba «Navantia y la Armada firman un contrato para desarrollar el simulador táctico del S-80 por 23 millones de euros». El contratista principal era Navantia (Sistemas FABA) mientras que Indra y SAES se encargarían de la dirección técnica durante el desarrollo y construcción del SIMTAC, otro elemento clave dentro del Programa S80.

En diciembre Goodrich se hacía con un contrato para proveer los sistemas de apoyo de los sensores acústicos (sonar cilíndrico y lateral).

Este mismo mes nos enterábamos, gracias a La Verdad (evidentemente sobre una nota de prensa de Navantia que sería repetida por medios como Infodefensa al día siguiente) de que «Navantia duplicará en 2010 las contrataciones externas para el proyecto S-80». En el texto se decía que el director del astillero, Manuel Filgueira, acababa de recoger una certificación de calidad concedida por una institución empresarial europea. También que pese a priorizar la mano de obra regional, Navantia recurriría a empresas de fuera (de Murcia) y también del extranjero si es necesario, «dada la elevada especialización que precisa el programa de submarinos S80».

Lo mejor de repasar el histórico de noticias sobre el Programa S80 es que siempre van apareciendo pequeñas señales, como en este último caso. Sea como fuere, se cerraba así un año plagado de informaciones sobre el S80, pero sin que ninguna de ellas indicase claramente los problemas que estaban por llegar ni confirmase el inicio de la cuarta unidad, que estaba prevista para finales del año que terminaba. De hecho, todo indicaba lo contrario, es decir, que el Programa S80 había tomado velocidad de crucero.

2010: El Programa S80 sigue su curso

El año 2010 empieza, el 15 de enero, con una noticia de la agencia EFE en la que se dice que «El Astillero de Navantia en Cartagena tiene casi terminado primer casco S-80«, información recogida por medios como Murcia.com. Por fin se habla de la cuarta unidad que, según el texto, se iniciaría a la semana siguiente. También se dice que, ya con los cuatro submarinos en grada, Navantia pondría en marcha un Plan de Formación, dado que estimaba en torno a 2.000 trabajadores de empresas auxiliares sus necesidades para el Programa S80 (si hacemos memoria habíamos quedado en que serían hasta 3.000, por lo que parece que finalmente no hicieron falta tantos trabajadores ajenos a la propia empresa).

Cuatro días después comienzan a aparecer algunas de las primeras fotos tomadas hasta la fecha en el interior de las instalaciones de Navantia en Cartagena. En estas, se puede ver a personal de la empresa y de la Armada durante la ceremonia de inicio de la construcción del S84, celebrada el 19 de enero de 2010 y presidida por el Almirante Director de Construcciones de la Armada (ADIC), José Manuel Sanjurjo.

Como es lógico, se cuidan mucho de mostrar ninguna parte vital, ni siquiera los domos de proa y popa. Por la misma razón, tampoco se ve nada que haga pensar en que la construcción del primer submarino vaya mejor o peor. Eso sí, en la noticia de Infodefensa dan el siguiente calendario de entregas: S81 (primer trimestre de 2013); S82 (cuarto trimestre de 2014); S83 ( segundo trimestre de 2015); S84 (primer trimestre de 2016). Como vemos el calendario previsto para el Programa S80 todavía se mantiene en vigor.

El 18 de febrero medios anglosajones publicaban que Babcock, contratada en 2006 para diseñar y fabricar el sistema de lanzamiento de torpedos de los submarinos S80, había alcanzado un nuevo hito al entregar seis válvulas de deslizamiento a Navantia. Dichas válvulas permiten expulsar el agua del interior de los tubos lanzatorpedos, por lo que son un componente crítico.

Dos días después, La Verdad echaba las campanas al vuelo afirmando que Navantia estaba aumentando sus posibilidades de construir una docena de submarinos para Australia, después de que técnicos de la Royal Australian Navy visitaran Cartagena. Esto, de conseguirse, supondría un éxito histórico para el Programa S80. Además, en la misma noticia se hacía referencia a la partida del Tun Razak, el segundo Scorpène construido para Malasia hacia su destino, tras superar las pruebas de mar. Navantia se quedaba solo con la parte que le correspondía del contrato hindú (básicamente apoyo técnico) como últimos réditos del Consorcio Scorpène.

Llegábamos al 24 de marzo de 2010 y nuevamente EFE publicaba que el primer submarino S80 sería entregado en 2013, citando al almirante jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), Manuel Rebollo, quién así lo había dicho en el acto de clausura de una jornada sobre «Programas navales en curso y programas futuros» organizada por la Fundación Cí­rculo de Tecnologí­as para la Defensa y la Seguridad.

La primavera y el verano pasaron sin apenas noticias. De hecho, ninguna relevante hasta llegar a septiembre. El día 2 conocíamos que Indra había abierto un centro de excelencia de mantenimiento de periscopios en el parque tecnológico de Fuente Alamo. Allí se mantendrían los que serían destinados al Programa S80, diseñados por Kollmorgen y Calzoni.

El País, el día 13, nos decía que «Defensa planea vender un submarino para ahorrar gastos». Se referían al Siroco, pendiente de una carena que costaría según esta información del orden de 25 millones de euros y que ya acumulaba 28 años de navegaciones en sus cuadernas. Los problemas de la Flotilla de Submarinos no hacían más que comenzar y posiblemente nadie sospechaba dentro de la Armada lo que estaba por venir.

En noviembre, gracias a personas con acceso al astillero, quien escribe pudo saber que se había avanzado notablemente en la construcción del S81 y que ya se estaban completando algunas secciones. También que se habían iniciado los trabajos de obra civil para las pruebas del AIP, que se llevarían a cabo en tierra, antes de integrar el sistema en el interior de la tercera sección. La prueba serviría para verificar las especificaciones de diseño. Esta información la incluyo por considerarla interesante. Lógicamente es una fuente no contrastada, por lo que conviene ser cautos a la hora de darla por buena y cotejarla siempre con otras informaciones sobre el Programa S80.

2011

A finales de marzo de 2011 La Opinión de Murcia publica que la vela del S81 acababa de llegar a las instalaciones de Navantia en Cartagena para ser soldada al casco. Se sigue insistiendo en que en 2013 se produciría la entrega. A estas alturas el primer submarino S80 debía estar cerca de su botadura, pero eso no casaba con las informaciones acerca de las pruebas en tierra del AIP, ni con la llegada de la vela, una estructura que había que soldar a la sección correspondiente y en la que posteriormente había que integrar todos los sistemas que incluye como antenas, mástiles optrónicos…

El 11 de abril Navantia recibía la primera pila de combustible, suministrada por UTC Power, sin la cual no era factible probar el AIP. Es decir, que desde otoño del año anterior, en que se habían comenzado a construir las instalaciones para probar el AIP en tierra, Navantia seguía sin disponer del sistema completo para llevar a cabo los test, lo que debía estar lastrando ya entonces la evolución del Programa S80.

Lo que es mejor, el 28 de julio el mismo medio, Infodefensa publicaba que tras siete años de trabajo al fin había concluido la fase de diseño del submarino S80, en la que habían participado unas 250 personas y se habían invertido 100 millones de euros. Esto supone que desde 2004, cuando comenzara la fase de diseño conceptual, seguida posteriormente por el diseño en detalle, se había conseguido al fin terminar el diseño de todos los elementos, su posicionamiento en el interior del buque y la conexión entre los mismos. Era sin duda un hito para el Programa S80 y se suponía, por tanto, que únicamente quedaba terminar la fabricación de los últimos componentes (se entiende que menores) y el montaje final, además de comprobar que no se produjesen errores por contacto, interferencia, incompatibilidad, etc. Por otra parte, como hemos comentado, estaba el espinoso asunto de las pruebas del AIP, de las que tres meses y medio después de recibirse la pila de combustible seguíamos sin noticias.

En el número de Agosto-Septiembre de de 2011 de la Revista General de Marina aparece, bajo el título «S 80 un programa en construcción», un artículo de Nicolás Monereo Alonso en el que explica «desde dentro» cómo se organizaba el programa y qué se había hecho hasta el momento. Su lectura es imprescindible, explicando cosas como: «El posterior divorcio entre ambas empresas obligó a Navantia a, entre otras cosas, desarrollar su propio catálogo de materiales, elaborar sus propias instrucciones técnicas de diseño y construcción, y definir nuevos procedimientos de soldadura específicos para el S 80» o «Si continuamos con los retos del S80, no podemos dejar de hacer referencia al Sistema AIP. Este sistema, producto de tres programas de I + D cuyo objetivo final era el desarrollo, construcción y navalización de una planta de producción de energía eléctrica independiente de la atmósfera mediante el uso de una pila de combustible, ha sido y sigue siendo el reto tecnológico más importante del programa».

Una vez más silencio total. Solo el 5 de octubre supimos que la Base de Submarinos de Cartagena acababa de recibir un simulador de plataforma (SIMPLA) desarrollado por FABA Sistemas, con el que iniciar la formación de la tripulación. No debemos confundirlo con el entregado por Indra (SIMTAC), pues el que acababa de recibirse estaba dirigido a simular situaciones de emergencia como vías de agua, incendios, etc. Navantia, por cierto, publicó en su cuenta de Flickr una galería fotográfica que inmortaliza el momento.

Nuevamente el vacío, hasta el 3 de diciembre en que Infodefensa informa sobre el interés del Gobierno de Australia en el S80, tras solicitar los aussies información a Navantia sobre las características del submarino y la evolución del Programa S80.

Imagen del primer procesador de bioetanol. (RGM Agosto-Septiembre 2011).

2012: El Programa S80 se atasca

En febrero, el día 29, Defensa.com informa que el Motor Eléctrico Principal del S81, producido por la filial de Gamesa, Cantarey, había sido embarcado. Según esta noticia, «se trata de un innovador diseño que tiene como atributos su reducidí­simo tamaño, un peso 20% inferior al motor utilizado en los submarinos Scorpène, con una firma acústica extremadamente baja, el doble de resistencia al choque y capaz de suministrar la máxima potencia de forma continua, lo que supone una potencia especí­fica en igualdad de operación superior en un 50% respecto a otros submarinos». Es más, se afirma que «el montaje de este equipo en la Sección 1 del primer submarino de la serie supone el primer hito significativo en la etapa de Armamento del S-81. En los próximos meses se irán realizando los montajes de los módulos principales del submarino, permitiendo la unión de secciones (cierre del submarino) y posterior puesta a flote del submarino, prevista para el próximo año». Navantia, una vez más, publica en su cuenta de Flickr una galería bastante completa del proceso de embarque del motor.

https://www.youtube.com/watch?v=O0Wz5X_TO3o

Galería que se completaba en abril con otra de la grada donde se trabajaba en los S81 y S82. Si nos fijamos en el texto que acompaña a la imagen, veremos que pone, literalmente «a flote en mayo de 2013». Eso nos dejaría, en el mejor de los casos con la entrada en servicio en 2015. Era una de las primeras constataciones de retrasos importantes dentro del Programa S80.

Captura de pantalla en la que se ve el texto que acompaña a la imagen subida por Navantia. Fuente – Navantia.

En mayo la extinta revista Atenea publicaba en su web una noticia que por fortuna recogieron otras webs como nuestromar.org y según la cual, la formación de los marinos había comenzado el 7 de mayo y finalizaría el 23 de octubre. Todo ello en el simulador de plataforma (SIMPLA) del que hemos hablado antes y que «reproduce, en una cabina a escala 1:1, la banda de babor y crujía de la Cámara de Mando y Control del submarino con todas las consolas, paneles y elementos que componen el Sistema Remoto Centralizado del Control de Plataforma y el Sistema de Gobierno, e incluye además, en la banda de estribor, los Paneles de Control Local (virtuales) más relevantes para el manejo del buque».

El mes de mayo lo cerrábamos con una noticia aparecida en Infodefensa en la que se decían principalmente dos cosas. La primera (en el subtítulo) era que estaban a un año de la botadura del primero. La segunda que Navantia ya había completado un tercio de la construcción de los cuatro S-80, de tal forma que, según Donato Martínez, el jefe del programa el S-81 estaba por esas fechas en el 58% de avance, el segundo submarino en el 38%, el tercero en el 24% y el último, en el 16%. Por tanto, la construcción de las cuatro naves en conjunto había alcanzado el 34% de su ejecución.

El 14 de junio de 12 se procedió a unir las secciones 1 y 2 y el 31 de mayo de 2012 Infodefensa publicó un vídeo en el que se veía perfectamente la vela soldada a la sección 4, así como muchos otros detalles interesantes.

https://www.youtube.com/watch?v=TExsohUgSLY&feature=emb_logo

Mientras tanto, las preocupaciones de la Armada empezaban a ser otras, ya que se estaba quedando sin submarinos. Los retrasos en el programa S-80 obligaban a cambiar la planificación y a considerar nuevas carenas para los S-70, algo peligroso, pero imprescindible si se quería aumentar su vida útil. El día 29 era el S-74 Siroco el que causaba baja después de casi tres décadas de servicio, dejando a España solo con tres unidades, lo que permitía únicamente poner un submarino en el agua, debido a los ciclos lógicos de trabajo y pendientes además de las grandes carenas que estaban pendientes.

Por esas fechas apareció en Flickr la siguiente imagen, en la que se muestra la que supuestamente es la célula de combustible en pruebas en las instalaciones en tierra.

También en junio, La Verdad titulaba: «Navantia intentará vender sus S80 a la armada noruega» y hablaba sobre el interés del país nórdico en los futuros submarinos españoles, aunque la decisión no se tomaría hasta 2015 o 2016 y en el concurso seguramente también participarían astilleros de otras naciones europeas. Según la noticia el astillero quería «cumplir escrupulosamente los plazos de fabricación del Isaac Peral, ya que también será la gran referencia para vender el modelo a las marinas de India y Australia».

En agosto, Babcock publicó la primera imagen del sistema de carga de torpedos de los futuros submarinos españoles, que reproducimos a continuación, como parte de una noticia en la que se indicaba, que ya había sido entregado.

El 27 de septiembre era la propia Navantia quien a través de su página de Facebook publicaba una imagen de las secciones 3 y 4 ya listas para su unión y con la siguiente leyenda: «Inicio del proceso de unión de las secciones 3 y 4 del submarino S-81 “Isaac Peral”. Astillero Cartagena, 3 de septiembre de 2012. Aspecto del submarino antes de la operación. Se aprecian las secciones 1, 2, y 3 previamente soldadas (en los submarinos las secciones se numeran de popa a proa). La sección 4 se encuentra desplazada a la derecha y no aparece en la imagen».

No hay más noticias de importancia sobre el Programa S80 hasta el 16 de noviembre, cuando se anunció que SAES había hecho entrega a Navantia del Sonar Remolcado de Largo Alcance «SOLARSUB S-80 DTAS», destinado a la segunda unidad, el S82 Narciso Monturiol. La noticia la compartiría posteriormente Navantia a través de su cuenta Twitter:

https://twitter.com/NavantiaOficial/status/279189944583475200?s=20

2013: el «annus horribilis» del Programa S80

El 9 de enero, la empresa española SAES publicaba una nota de prensa hablando sobre el «Estado del Arte de los Sonares Remolcados SOLARSUB DTAS para los Submarinos S-80», que venía a confirmar que el nuevo sonar ya había sido instalado en el S81, o al menos eso se podía interpretar al leer «Bajo la denominación SOLARSUB S-80 DTAS, SOLARSUB también ha sido instalado e integrado en el sistema de combate de los nuevos submarinos S-80».

Al mes siguiente todo saltaba por los aires, tras salir a la luz una información publicada por Revista Naval el día 26 de febrero: «Los submarinos S-80 crecen en eslora y tonelaje». Si el titular era sorprendente, teniendo en cuenta que el primer casco ya estaba casi montado, con al menos dos pares de secciones unidas entre sí, el subtítulo no se quedaba atrás: «los submarinos S-83 y S-84 podrían formar una subserie con más eslora y desplazamiento que las dos primeras unidades del tipo S-80». De hecho, hablaban ya de la «adopción de modificaciones que afectarían a la eslora total del casco, mediante el añadido de un nuevo anillo que estaría ubicado a proa de la vela del buque, superando los 72 metros de eslora total, e incrementando el desplazamiento de las naves de la subserie por encima de las 2.430 toneladas (en inmersión) planeadas para las dos primeras unidades». Teniendo en cuenta que alguno de los editores de este medio había formado -o formaba- parte de la Armada y que tienen en su haber varios libros publicados, merecía la pena darle una mínima credibilidad. Podemos tomarlo como un primer rumor, indicativo de lo que vendría después. Además, la noticia aportaba otro dato: «Si se cumplen las previsiones anunciadas por la empresa constructora, la unión de las secciones de proa y popa del prototipo S-81 Isaac Peral se verificará durante los próximos meses, estando programado el hito de puesta a flote antes de que finalice 2013 y la entrega oficial del buque antes de 2016». Habíamos quedado que la última estimación sobre la botadura apuntaba a mayo, no a finales de año. Parece que algo estaba fallando en el Programa S80, aunque todavía tendríamos que esperar para conocer los detalles.

Los rumores en los foros no se hicieron esperar. Los más avispados ya apuntaban al módulo AIP como fuente de problemas. No obstante, lo publicado por Revista Naval no resultaba demasiado esclarecedor y no permitía sacar conclusiones; podía ser que se quisiera incrementar la autonomía de los buques o la habitabilidad o cualquier otra cosa. Tampoco era descabellado que las dos últimas unidades fuesen una evolución de las dos primeras. Muchas armadas lo hacen así, como la japonesa, que sobre un mismo modelo diseña actualizaciones a las que da nombre diferente (eso sí, en series bastante más largas). Todas las opciones estaban abiertas, pero ni Navantia, ni la Armada, ni mucho menos Abengoa soltaban prenda y la incertidumbre en torno al Programa S80 crecía, así como la frustración de nuestros marinos.

Mientras tanto, el día 14 de marzo la embajadora de Australia visitó las instalaciones de Navantia una semana después de que 31 delegaciones internacionales hiciesen lo propio.

El día 23 el presidente de la SEPI, Ramón Aguirre, hacía pública la puesta en marcha de un nuevo Plan de Competitividad para Navantia que buscaba asegurar la viabilidad de la compañía. La empresa, recordemos, por estas fechas estaba inmersa en la construcción de las BAM y había entregado meses antes la F-105, pero el futuro no estaba demasiado claro y, en palabras de Aguirre, operaba con unos precios un 15% superiores a los del mercado.

La noticia anterior la publicaba Infodefensa, el mismo medio que el 3 de mayo (mes en que debía producirse la botadura del S81 según habíamos visto en las fotos subidas a Flickr por Navantia y en otras informaciones), nos regaló un titular que ya no sorprendía a nadie: «La Armada y Navantia buscan una solución a nuevos problemas en los S-80». En realidad era una versión edulcorada del titular que unas horas antes había publicado El Confidencial Digital: «El nuevo submarino S-80 pesa demasiado. Navantia tendrá que alargarlos para garantizar su flotabilidad». El cuerpo de la noticia, además de hacer referencia a los problemas de disponibilidad en la flota de S70, decía:

«Según fuentes extraoficiales de Navantia –constructor del buque-, el S-80 tiene un problema de peso. Los cálculos iniciales que soportaba el casco son muy inferiores a los finales –introduciendo todos los equipos electrónicos y de guerra-, así como algunas novedades introducidas en el apartado de la habitabilidad.

Por ello, en estos círculos se da por hecho que el primero de la serie S-80 no llegará en 2016. Navantia deberá encontrar una solución a este problema, que pasaría por aumentar la eslora del buque para compensar el sobrepeso».

Mientras tanto, la Armada negaba la mayor una vez más y consideraba que los retrasos en el Programa S80 entraban «dentro de la normalidad», como publicó Infodefensa el 6 de mayo. Lo difícil es saber si los errores de comunicación de la Armada y el Ministerio se debían a la falta de información, a una valoración errónea de la situación del Programa S80 o a la voluntad de tapar un escándalo que terminaría por explotar poco después.

Dos días después le tocaba el turno a Defensa.com, titulando el 8 de mayo «La entrega del primer submarino S-80 a la Armada se retrasa para afrontar dificultades técnicas». Aquí sí, se decía que la causa podía estar en la detección de «algunas desviaciones relacionadas con el balance de pesos del submarino durante una revisión técnica». Ya se hablaba de entre 12 y 24 meses para llevar a cabo las pruebas precisas y los trabajos de corrección. Estaríamos hablando de la entrega a la Armada del S81 más o menos en 2017, si todo iba bien.

Como no podía ser de otra forma, los medios generalistas entraron en acción y comenzaron a hablar sobre el Programa S80. Por ejemplo El País, el día 8 de mayo titulaba: «Un submarino con sobrepeso«. En la noticia se repetía básicamente lo publicado por Defensa.com, añadiendo algún detalle interesante como:

Al Isaac Peral (S-81), el primer submarino de la nueva serie S-80 encargada por la Armada española al astillero público Navantia, le sobran entre 75 y 100 toneladas. Nadie lo dice con precisión, pues nadie lo ha pesado.

Este sobrepeso puede no parecer excesivo si se compara con sus 2.200 toneladas de desplazamiento en superficie y 2.430 en inmersión. Pero unas toneladas de más pueden comprometer la llamada reserva de flotabilidad, que permite a un submarino sumergirse, emerger y navegar; llenando y vaciando tanques. En otras palabras, el primer submarino de diseño español tiene un serio problema.

Y las dos frases más importantes: «El equipo de propulsión AIP se quemó y se negocia un recambio» y que todo esto junto «supondrá no solo un retraso, sino también un sobreprecio, que en este momento nadie se atreve a evaluar». Lo menos sorprendente de la noticia, por desgracia, era una vez más su tono sensacionalista, algo habitual cada vez que algunos medios abordan el tema de la defensa.

Salir en medios de gran tirada implicaba, evidentemente, entrar en la agenda política, algo que hasta entonces apenas había ocurrido con el Programa S80. El día 15 de mayo la Mesa del Congreso rechazó una serie de preguntas formuladas por el diputado Gaspar Llamazares debido a su tono sarcástico. Más allá de alguna chanza casi lógica, Llamazares preguntaba cuánto había costado hasta entonces su fabricación, cuánto costaría la solución al problema y si se habían depurado responsabilidades. Sus preguntas fueron devueltas a la espera de una nueva redacción lo que nos lleva a otro tema clave dentro de la historia del Programa S80: la falta de transparencia y de rendición de cuentas. Esto es achacable a

Solo una semana después el Ministerio de Defensa anunciaba una rebaja en el importe de los PEAs a base de soluciones imaginativas como hacerse con solo 14 de los 27 A400M que se esperaban o renunciar a 14 EF-2000. Eran malos tiempos. La buena noticia es que al menos no se contemplaban recortes en el programa S-80, algo que temían muchos.

Mientras tanto y en paralelo, se producía a partir del 23 de mayo de 2013 un intercambio dialéctico, entre el contraalmirante Ricardo Víctor Gómez Enríquez (que mandara la Base de Rota) y el almirante Ángel Tafalla (quien fuera segundo Jefe de Estado Mayor de la Armada), defendiendo el primero el error de no haber recurrido a un socio tecnológico y tratando de enmendar la mayor el segundo. Así, Gómez Enríquez se cuestionaba «si Navantia será capaz de producir un submarino que cumpla, no solo con los requisitos, sino que además sea seguro y se entregue en coste y dentro de un plazo aceptable». No podemos reproducir aquí el contenido íntegro por razones obvias, pero merece la pena leer el debate con calma.

En otro orden de cosas, el 6 de junio Europa Press confirmaba que Electric Boat se encargaría de asesorar a Navantia después del visto bueno de la US Navy a un contrato que supondría un gasto adicional de 14 millones de euros y que debía servir para corregir el reparto de pesos del submarino S80.

Si hasta entonces -incluso tras aparecer la información en medios generalistas- los problemas del Programa S80 apenas se comentaban en foros temáticos y entre los propios militares, incluso pese a aparecer en la prensa generalista, la bomba estalló en España el 12 de junio, a causa de un titular de El Confidencial Digital: «Un decimal mal escrito, culpable del sobrepeso del submarino ‘S-80’. La solución de una consultora norteamericana: alargar entre 5 y 7 metros la eslora del buque». La explicación del problema, aunque calara entre el gran público, era demasiado sensacionalista y no se atenía a razones: «Estas fuentes confirman que el origen del desajuste en el peso del prototipo surgieron tras un fallo básico en los cálculos originales del proyecto: un decimal mal puesto por uno de los ingenieros que trabajaron en el diseño inicial». Tampoco aclaraban nada sobre las fuentes, más allá de decir que eran «conocedoras del proyecto». Cabe preguntarse de dónde habían sacado la información y, oh sorpresa, esta ya había sido publicada con anterioridad, aunque no había tenido repercusión en nuestro país.

En concreto un día antes, el 5 de junio, The Associated Press citaba a Rafael Bardají:

El texto viene a decir: «Un ex funcionario español dijo que el problema puede ser rastreado a un mal cálculo: alguien al parecer colocó un punto decimal en el lugar equivocado. «Fue un error fatal», dijo Rafael Bardaji, quien hasta recientemente fue director de la oficina de evaluación estratégica del Ministerio de Defensa de España». Esa es, de hecho, la traducción que ofreció el mejicano El Universal ese mismo día 5. El daño al Programa S80 ya estaba hecho y desde entonces, pese a los años y las cantidades ingentes gastadas en marketing, no ha conseguido librarse de los efectos de una información que no dejaba de ser una «rajada» de un particular sin conocimiento profundo de lo ocurrido.

Al igual que El Confidencial Digital, medios como RT en su edición en español, replicaron la noticia el día 6, ayudando a difundir una información de la que sacarían gran partido las empresas competidoras de Navantia, interesadas en desacreditar el Programa S80. Al menos RT tenía el detalle de citar también a Bardají, en lugar de omitir ese detalle crucial, como sí había hecho El Confidencial Digital, en una muestra más de su total ausencia de ética y su poco respeto por el código deontológico del gremio. Respecto a la validez del argumento, cualquiera que sepa cómo se organiza un programa de esta envergadura se da cuenta de que hay cosas que no son posibles. Es más, a lo largo de este artículo enlazamos un par de publicaciones de la Revista General de Marina en las que se explica con exactitud la naturaleza del problema, sobre la que abundamos con todo detalle aquí.

Lo importante en cualquier caso es que se había destapado el colapso del Programa S80, fueran o no ciertas las razones dadas por la prensa. Diez días después, el 16 de junio, El País daba una estimación asombrosa por aquel entonces, de lo que podría llegar a costar la corrección de lo que seguían denominando como «sobrepeso»: 800 millones de euros. Por supuesto, no se explicaba de dónde salía ese cálculo.

Después de las informaciones de los meses anteriores y de haberse convertido el Programa S80 en la comidilla de todos, los principales responsables del Ministerio de Defensa parecían no tener ningún tipo de plan de contingencia, aunque como sabemos, ya se había decidido recurrir a Electric Boat gracias a las buenas relaciones con la US Navy. El 28 de julio Infodefensa citaba al entonces Secretario de Estado de Defensa y teóricamente número dos del Ministerio, Pedro Argüelles, quien decía que “La solución es aumentar el empuje del submarino incrementando la eslora, ya que el desvió era de más del 8 por ciento. Tenemos que reprocesar la ingeniería y estudiar en qué zonas del casco hay que realizar ese alargamiento”, algo muy razonable. A la vez, sin embargo, soltaba joyas como que todavía estaban «a tiempo para capturar una parte del mercado de submarinos de la próxima generación y el S-80 sigue situado en las primeras plazas» o, respecto al probable sobrecoste del rediseño: «Primero hay que acreditar que tenemos capacidad en Navantia para hacer un submarino que cumpla con las especificaciones de la Armada. Después, sabremos exactamente cuántas unidades se necesitan y su coste. Mientras, el techo de los 2.135 millones del programa no se va a modificar”. Por primera vez, y hay que reconocerle el mérito esta vez a Infodefensa, se le pregunta a Argüelles si las prejubilaciones podían haber influido en los problemas de diseño, a lo que haciéndose el sueco responde: «los problemas aparecidos se derivan de la dificultad técnica que supone lanzar un submarino». Como sabemos, estas prejubilaciones y despidos estaban directamente detrás de lo acaecido.

El 15 de agosto era el Ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien era citado por el diario El Mundo en base a una noticia de Europa Press. Morenés decía cosas como «nosotros tenemos un techo de inversión en los submarinos que no se va a mover y en principio lo que nos va a costar es tiempo», confirmando lo dicho por su segundo. Al mismo tiempo apuntaba, sobre los errores, que si bien no eran algo «absolutamente anormal», sí suponían «un disgusto». Quizá lo más importante era el mensaje final, sobre Navantia: «Ha tenido un problema, se han detectado las causas y afortunadamente ya sabemos cómo se tiene que corregir«. Lo que no decía era cómo.

El 24 de septiembre El Confidencial Digital soltaba otra bomba, esta vez supuestamente citando a fuentes de la Armada (sin aclarar si se trataba del AJEMA o del recluta Patoso), al publicar que «El fracaso del S-80 que pesaba demasiado obliga al Gobierno a dejar en tres los cuatro submarinos previstos inicialmente».

El 3 de octubre, era el Colectivo Lontra quien se pronunciaba a través de Revista Naval, señalando al AIP (advirtiendo previamente de que se trataba de una especulación) como causante de los problemas de sobrepeso, pues era el componente con mayor riesgo tecnológico de todo el Programa S80. Reproducimos la parte central del artículo a continuación, aunque ya advertimos que las causas fueron otras, así como los problemas del AIP:

¿El fallo?

Tras reconocerse el buen desempeño de la planta que, gracias a la pila escogida, proporcionaría 320 kW en lugar de los 300 requeridos, posiblemente culminando la Segunda Fase, no hubo más noticia, buena ni mala: el vacío, la nada.

Ese silencio, la ausencia de triunfalismo o de la más elemental sugerencia son quienes insinúan que podría estribar ahí la carencia principal en el programa S-80, el fallo inconfesable que ha forzado a reconsiderar todo el diseño hasta el extremo de modificar en su misma médula tres de los cascos y arrumbar con el primero hasta tener más sosiego y medios.

Si estamos en lo cierto, habría fracasado aquel proceso final de reducción de tamaño del prototipo terrestre hasta poder embarcarlo. Es decir, acaso el sistema AIP, donde tantas esperanzas se habían depositado, funcione con resultados más o menos satisfactorios, pero su miniaturización para darle cabida en el espacio previsto y contratado no habría sido posible. Ello cuadra con lo poquito que se ha reconocido oficialmente, que hay un exceso de peso, que la solución consiste en agrandar el casco –aunque ya no es el metro aproximado que anunciaba en febrero RevistaNaval.com, pues se rumorean unos 6–, y hallan explicación las palabras del Secretario de Estado Argüelles, «el desvío era de más del 8 por ciento». Suponiendo que el defecto radicase efectivamente ahí, y seguimos sin asegurarlo, todavía ignoramos si la disminución no lograda por la Tercera Fase reside solo en el peso, como venían clamando toda clase de voces y agüeros, o también en su volumen.

Algo más: un testimonio culpa al reformador de bioetanol, que funcionaría a temperatura muy superior a la calculada, de manera que residiría ahí el meollo del fallo, al demandar una inusitada refrigeración, imprevistamente voluminosa y pesada, pero imprescindible para toda la componente anaerobia. ¿Será necesario decirlo?: en ese reformador o procesador reside la radical originalidad del S80, su baza competitiva porque, a diferencia de los demás, tenía que superar el problema de almacenamiento del peligroso hidrógeno, ya que lo extrae del bioetanol solo en la medida en que la pila lo va necesitando para producir electricidad. Su baza decisiva, sí, pero también el mayor riesgo tecnológico, por cuanto se trata de un desarrollo totalmente nuevo, creado exclusivamente con destino a estos submarinos y sin experiencia anterior a ellos.

Según fuente periodística que no hemos confirmado, una deficiencia fundamental se habría producido en el desarrollo final del reformador, esto es, en su navalización: la firma responsable, Hynergreen Technologies S.A., no solo no consiguió el tamaño compacto requerido, sino que el prototipo se quemó. Sin duda como consecuencia del fracaso, la misma fuente asegura que el contrato lo habría asumido entonces la firma madrileña Técnicas Reunidas, que pasaría a ocuparse del reformador. Ninguna de ambas empresas implicadas nos confirma ni niega esas informaciones, pero es verosímil que la segunda se ocupe del reformador, vinculado con cierta solicitud de patente [ver PDF], Sistema de procesamiento de etanol integrado en sistemas AIP.

Otro rumor sugiere que el sistema funciona, mejor o peor, pero siempre a cuenta de un control continuo del proceso que forzaría la presencia constante de un equipo de técnicos muy especializados, es decir: el AIP distaría mucho de funcionar automáticamente, en frontal contradicción con las premisas del concepto S-80, dotación extremadamente reducida. Tampoco estamos en condiciones de valorar la veracidad de esa insinuación anónima.

Ocho días después, el día 11, La Verdad, sobre la base de una información de Europa Press, titulaba: «Defensa admite que debe alargar 7 metros los submarinos S-80». Según la misma fuente, la desviación de peso del submarino S80 alcanzaba el 8% del desplazamiento y se debía a un «inadecuado control de pesos».

El día 13 de ese mes El País volvía a hablar del Programa S80 cifrando la factura del arreglo en 208,7 millones de euros y olvidando por completo la cifra de 800 millones que habían dado anteriormente. Puede ser que la primera cifra incluyese a las cuatro unidades, claro está.

Poco más de un mes después conocíamos, gracias a El Mundo, que el Ministerio de Industria iba a adelantar en 2014 un total de 774 millones de euros a Navantia para solucionar el fallo de diseño, asegurando el Gobierno que el techo de gasto se mantendría.

El 29 de Noviembre varios medios informaron sobre la pérdida de la confianza que el Gobierno había puesto hasta entonces en José Manuel Revuelta como Presidente de Navantia, después de perder un contrato para construir cuatro metaneros para Gas Natural Fenosa. Una forma como otra cualquier de cerrar un año lleno de altibajos e informaciones contradictorias.

2014

La primera noticia interesante de 2014 relativa al Programa S80 llegaba a mediados de enero, exactamente el día 16, cuando Esteban Villarejo, del diario ABC citaba al AJEMA (almirante Javier Muñóz-Delgado y Díaz del Río). Este acababa de declarar ante los medios que la Armada esperaba recibir el primer submarino S80 en un año y medio o dos (2015 o 2016, se entiende que para iniciar entonces sus pruebas de mar) y que daba por superados los problemas relativos al balance de pesos, aunque no decía nada del AIP. Sin embargo, la misma noticia dice que «Tras la intervención de la consultora de Electric Boat dan por «superados» esos problemas, esperando recibir la primera unidad «a mediados de 2017 o 2018», según informó otra fuente». La Opinión de Murcia, que se basa en una nota de la agencia EFE, nos confirma el día 23 que las palabras del AJEMA habían sido esas, por lo que el baile de cifras seguramente se deba a diferentes apreciaciones, siendo las palabras del AJEMA referidas a los inicios de las pruebas de mar y las de la otra fuente a la entrada definitiva en servicio.

El día 22 nos enterábamos de que SAES había culminado con éxito las pruebas del sistema de despliegue y recogida del sonar remolcado, sistema que lógicamente quedaría en barbecho hasta tener en donde colocarlo, pero que no dejaba de ser importante, pues se trataba y se trata de un componente fundamental dentro del programa S80.

SAES finaliza las pruebas de integración del sistema TAHS del Sonar Remolcado fabricado para los submarinos S-80.
SOLARSUB S-80 DTAS & TAHS en pruebas. Fuente – SAES.

El 3 de febrero de 2014, La Verdad de Murcia explicaba que Navantia había retomado los trabajos en el Programa S80 (no sabíamos que estuviesen parados), con la fabricación de los anillos de acero necesarios para llevar la eslora hasta cerca de los 80 metros.

Saltamos hasta marzo, cuando SENER anuncia que ha completado el desarrollo de su propia pila de combustible, pero no para Navantia, obviamente, sino para uno de sus principales competidores, ThyssenKrupp. Según la empresa española, es «una nueva manera de generar hidrógeno basada en un reformador de metanol para submarinos propulsados con pilas de combustible».

El 16 de abril, Defensa.com se hacía eco de la solicitud, por parte del SEDEF a los EEUU para que Electric Boat ampliase su asistencia en el Programa S80. Si recordamos la polémica entre los almirantes Tafalla y Gómez Enríquez, parece que al fin España estaba recurriendo a un socio tecnológico con experiencia. Además, si releemos lo publicado por ABC y que hemos compartido solo unos párrafos atrás, parece que la ayuda de Electric Boat hasta entonces no había sido suficiente para solucionar todos los problemas del Programa S80.

El 21, Infodefensa citaba a Europa Press, agencia que publicaba una información curiosa. En concreto, ante una serie de preguntas parlamentarias hechas por el diputado de Izquierda Plural José Luis Centella sobre los sobrecostes y problemas, el Ministerio de Defensa sostenía que los fallos en el programa eran «habituales» en este tipo de proyectos y que esto no suponía «un daño objetivo a la imagen y credibilidad tecnológica» española.

El 10 de junio El Economista abría con un nuevo giro de guión: «Técnicas releva a Abengoa tras fallar la propulsión del submarino de Navantia». Según el diario especializado en economía: «Aunque el Ministerio de Defensa no rescindirá el contrato que ya había rubricado con Abengoa, fuentes de toda solvencia conocedoras del proceso aseguran a El Economista que antes de que finalice el mes se alcanzará un acuerdo similar con Técnicas Reunidas para que diseñe el equipo de Propulsión Independiente del Aire (AIP) para el nuevo submarino».

Como es lógico, la noticia trascendió pronto y un día después se hacía eco de la misma Infodefensa, con un añadido importante y es que, según Pedro Argüelles, el SEDEF, «el primer submarinos S-81 Issac Peral […] será paralizado y dejado como último de la fase para centrar los esfuerzos en la segunda unidad, el S-82 Narciso Monturiol, para tenerlo listo para el año 2017». Finalmente, aunque era pronto para saberlo, el S81 primigenio sería descartado. De hecho, sus restos continúan dentro de la nave en la que se construyen el resto de unidades, ya que fue poco o nada lo que se pudo salvar del casco original.

Volvemos a dar un nuevo salto, esta vez hasta el 17 de junio, cuando Infodefensa, una vez más, citaba al almirante Fernando Zumalacárregui, quien decía que «hasta ahora los resultados son los esperados. Hemos hecho la primera revisión del diseño y estamos siguiendo el proceso normal del programa. Exige un trabajo tremendo, pero también somos optimistas. Habrá dificultades, aunque yo creo que se van a resolver perfectamente«.

Para septiembre, el mismo medio daba la revisión de planos por concluida, citando como fuente al presidente de Murcia, por entonces Alberto Garre. En la misma noticia se dice que Navantia solo necesitaba el visto bueno de la Armada para seguir con la construcción de las secciones necesarias para alargar la eslora. Esta información chocaba de lleno con la aportada por La Verdad el 25 de enero de ese mismo año y en la que se decía que Navantia había comenzado a fabricar los anillos, sin esperar la orden ministerial. Lo más sorprendente del asunto es que Infodefensa solo replicaba una noticia publicada el día anterior también en La Verdad. Resulta difícil entender el baile de informaciones en el mismo medio y la escasa labor de contraste por parte de los demás, una constante en lo concerniente al Programa S80.

El 7 de octubre, el SEDEF volvía a ser protagonista al confirmar que el primer submarinos no llegaría en 2017, sino en 2018. Si hacemos memoria, el 11 de junio el mismo medio recogía el testimonio también de Argüelles augurando la entrega del S82 en para el año 2017.

El día 17, la COPE entrevistaba al capitán de corbeta Alfonso Carrasco Santos, de la Sección de Submarinos de la División de Logística del Estado Mayor de la Armada, aunque era una entrevista sin apenas sustancia, que repetía mensajes institucionales escuchados una y otra vez.

El 2 de noviembre el Gobierno de Mariano Rajoy autorizó un adelanto de la financiación aportada por el Ministerio de Industria de 759 millones. Sin duda el titular de Infodefensa no acertaba a explicar el fondo de la noticia, dando la impresión de que se había aumentado el techo de gasto del Programa S80. No era el único medio que se equivocaba. Defensa.com hacía exactamente lo mismo titulando «El programa de submarinos S-80 recibirá 759 millones de fondos adicionales». En realidad no se trataba de un incremento del techo de gasto, sino de un adelanto sobre el que ya habíamos podido leer un año atrás en El Mundo y que había sido aprobado el 22 de noviembre de 2013 por el Consejo de Ministros:

El techo del programa se mantiene en los 2.135 millones de euros inicialmente presupuestados y sólo se modifica el plan de financiación del Ministerio de Industria, Energía y Turismo para alcanzar por anticipado el 100 por 100 del techo de gasto del programa. De acuerdo con la nueva situación, se prevé que las necesidades de financiación del Ministerio de Industria, Energía y Turismo a partir del año 2014 para el programa del submarino S-80 asciendan a 774.937.432,53 euros.

De todos modos, una vez pactado el adelanto de fondos para el Programa S80, resultaba obvio que tarde o temprano se iba a necesitar un incremento del techo de gasto pues, una vez agotado el dinero del anticipo, la construcción debía seguir. Además, a este gasto había que sumar las grandes carenas de los S70, necesarias para mantener una capacidad submarina mínima. Era un gasto adicional que no corría a cuenta del presupuesto del Programa S80 y que se cifraba en más de 40 millones de euros por unidad (aunque como vimos al principio, alguna estimación inicial hablaba de 28 millones).

2015

El año, para los que estaban pendientes del Programa S80, comenzaba con una entrevista el 14 de febrero en La Opinión de Murcia al almirante en la reserva Adolfo Baturone, con ocasión del centenario del Arma Submarina. Dado que llevaba más de una década retirado, el valor de su testimonio es nulo, pero no dejan de ser curiosas sus respuestas. Así, a la pregunta de cómo veía el futuro del S80, respondía:

«Ojalá podamos verlo navegar en 2020, aunque todo lo relacionado con este nuevo submarino ha sido una verdadera pena. Es un buen barco, pero hemos tropezado con el diseño. Si hubiese salido como estaba previsto hubiera sido un éxito para nuestra industria naval. Había muchísimos países interesados en comprarlo, pero ahora, al modificarle el diseño de la relación manga-eslora, hace que con los tiempos que corren nadie de un duro por el S-80.»

Mientras que al interrogarle acerca de su opinión sobre los desajustes provocados por la evolución del Programa S80, respondía:

«Es algo completamente desmotivador para todos los submarinistas. Dicen que hay una marina equilibrada, pero no es así, antes había hasta ocho submarinos funcionando y ya sólo quedan tres. Pero lo más preocupante de todo es que, de esos tres que hay, sólo le quedan dos años de vida útil a uno de ellos y los otros dos cuentan únicamente con cinco años más de servicio. Nos quedamos sin submarinos a corto plazo porque sólo se prevé que se fabrique un único S-80 antes de que causen baja. La tropa necesita estar motivada y, haciendo un símil marino, Navantia y la Armada tienen que hacer un esfuerzo para acelerar la maniobra y enderezar el rumbo, porque tengo el corazón partido de ver este panorama tan desolador».

Más o menos lo mismo que confirmaba tres días después, el 17 de febrero, el Capitán de Navío José Sierra, por entonces Comandante del Arma Submarina, en una entrevista para Infodefensa en la que mostraba su preocupación debido al reto que supondría mantener una «masa crítica de personal submarinista convenientemente adiestrado y experimentado». Este tema no dejaría de complicarse en los años siguientes, llegando a su cénit en 2021, poco antes de la puesta a flote del submarino S81, que finalmente llegaría el 9 de mayo de ese año, aunque todavía quedaba más de un lustro para que eso ocurriese.

Este mismo medio y ese mismo día, 17 de febrero, no dudaba en titular una entrevista al Almirante José Manuel Sanjurjo, director por entonces de las instalaciones de Navantia en Cartagena, de la siguiente forma: «El rediseño del S-80 abre el camino al primer «submarino cibernético»». Un capítulo secundario pero curioso relativo a la forma en que la prensa ha tratado todo lo relativo al Programa S80 tiene mucho que ver con la capacidad para inventar apelativos a cada cual más espectacular, pero sin demasiado fondo.

El día 23 amanecíamos con una noticia funesta, pero esperada: «España se queda sin opciones en el concurso del futuro submarino australiano», valorado en 34.400 millones de euros y en el que Navantia no pudo superar el corte por razones obvias. No es que el diseño español no fuese bueno, pero los problemas, hábilmente aprovechados por la competencia y la falta de un submarino en servicio que permitiese poner al S80 la etiqueta de «probado», eran lastres demasiado pesados. El contrato se lo llevaría finalmente Naval Group, aunque las vicisitudes posteriores darían para una serie de artículos similar a la que estamos dedicando al Programa S80.

El Confidencial Digital contraatacaba el día 25 al hablar de los «nervios entre mandos de la Armada por el «fiasco» del submarino S-80″, del que decían tendría menos autonomía de la esperada y un coste de entre 750 y 1.000 millones por unidad. Además, hablaban sobre el frustrado concurso Australiano y la posibilidad de adquirir submarinos de segunda mano para hacer de puente entre los S70 y los S80.

El 7 de marzo, era turno nuevamente de La Opinión de Murcia el medio que nos sorprendía con una breve entrevista al capitán de corbeta e ingeniero Juan Manuel Torrijos, en la que se hacía gala de una sinceridad y capacidad de autocrítica inusitadas:

«Torrijos no se esconde y se muestra valiente a la hora de reconocer los fallos que han supuesto el incremento del presupuesto y de los plazos de entrega del nuevo arma submarina 100% española. «Nos faltaba disciplina, no llevábamos una gestión integral y no controlábamos los gastos», pero ahora «nos reunimos cada semana con Navantia y llevamos un control exhaustivo de cada uno de los miles de puntos e ítems del proyecto». Para este ingeniero militar del S-80, «es un suicido hacer un submarino con un sistema de propulsión y combate completamente nuevo». Algo que Torrijos también ve como un «reto» porque, según él, «al tener que integrar a empresas locales se convierte en un proyecto muy bueno para el desarrollo económico de España». Por eso, Torrijos pide apoyos y critica la «falta tremenda de confianza en el S-80»».

Quizá lo más importante de sus palabras era: 1) el reconocimiento de que, al dejar el proyecto totalmente en manos de Navantia, la Armada había hecho una dejación de funciones que se había saldado con un resultado dramático; 2) El enorme tirón de orejas que debieron dar al bueno de Torrijos.

Y es que el bienintencionado capitán de corbeta aparecía apenas nueve días después en Infodefensa en una entrevista dividida en dos partes (1 y 2) que no puede entenderse más que como un intento de lavado de imagen. Además de intentar minimizar los problemas diciendo algo así como que en todos lados cuecen habas, venía a explicar que era una fortuna que gracias a haber implantado una nueva metodología de trabajo, Navantia hubiese podido detectar los fallos antes de la botadura, evitando un desastre como el del USS Tresher. La primera mitad de la entrevista finaliza con un rocambolesco «Cuando ves el dibujo en 3D del submarino dices: qué pedazo de barco va a salir». Infodefensa no se viene abajo y abre la segunda parte con un titular inmenso, extraído de las palabras de Torrijos: «Navantia sería capaz de sacar un submarino S-90 un año y medio después del S-80». Si esto era en el S.XXI o en el XXII, no lo aclaraban. Eso sí, una vez más Torrijos no dudaba en comparar los submarinos S80 con los Barracuda franceses o Virginia estadounidenses, ni en decir que había un amplio mercado para el S80. Ya al final, lejos de intentar una estimación se escuda en la fecha oficial (2018) cuando le interrogan sobre la entrega del S81 y dice que no puede dar otra fecha, porque no lo sabe y estaría mintiendo.

También en marzo supimos del robo de las baterías que debían equipar a los S-80. Almacenadas en una nave de Zaragoza las 70 baterías, de seiscientos kilos cada una y con un valor de 6.700 euros por unidad (469.000 euros en total). Serían recuperadas más tarde por la Guardia Civil, después de que los ladrones intentaran colar parte de las mismas a empresas de material reciclado.

Sin noticias del Programa S80, más allá de sus baterías, nos plantamos en el verano de 2015, cuando La Verdad nos informa de lo siguiente, el 17 de julio: «La Armada aprobará a final de año el nuevo diseño del S-80 para impulsar la obra en 2016». En el cuerpo de la noticia, Fernando Zumalacárregui, almirante Jefe del Arsenal Militar de Cartagena, explicaba que el astillero de Cartagena llevaba mucho avanzado en los cascos resistentes de los cuatro buques y en muchos de sus equipos y decía, textualmente: «Ya estamos concibiendo los anillos nuevos, por ejemplo. Pero queremos empezar el año que viene con el diseño listo». Para quien no lo recuerde, el mismo medio el 3 de febrero de 2014 nos había dicho ya que el astillero de Cartagena había comenzado a fabricar esos anillos.

El número de la Revista General de Marina de Agosto-Septiembre de 2015 incluía un nuevo artículo de Nicolás Monereo Alonso, Jefe del Programa S80 y de quien ya enlazáramos un artículo en 2011, publicado en la misma revista. Esta vez el título era «El futuro del arma submarina: el S-80» y abordaba algunos de los problemas aparecidos hasta entonces con bastante claridad. En el escrito se dicen cosas como «el astillero mostró desde el principio una gran confianza en su capacidad de diseño, la cual no fue puesta en duda desde la Armada, salvo en casos puntuales que surgirían durante las revisiones de diseño o conferencias de adelanto» o «si ahora tuviera que identificar un único problema (causa raíz), me inclinaría por la «cultura» de programa». Más importante, sobre el problema de pesos, dice: «si tenemos en cuenta la falta de experiencia, de proyectos propios anteriores y las grandes diferencias entre este submarino y los últimos construidos por Navantia, el resultado solamente podía ser que, tarde o temprano, acabaría saliendo a la luz un problema de pesos de mayor o menor magnitud, dependiendo del momento en que se detectara y de la forma en que se hubiera llevado esa gestión de los márgenes de pesos. cuando se tuvo conocimiento del problema, el primer submarino ya se encontraba en un estado avanzado de construcción». Sobre la complejidad del rediseño da idea el siguiente gráfico.

Por supuesto, también resume la situación del Programa S80 en ese momento e incluye un gráfico en el que se ven, a las claras, los añadidos al diseño original, que no son una única sección, sino tres diferentes repartidas una a proa y dos a popa de la vela. Evidentemente equilibrar el reparto de pesos no podía ser tan sencillo como hacer un simple corta y pega.

El 4 de septiembre de 2015, Infodefensa titulaba: «El comité de empresa de Navantia-Cartagena baraja que el S-80 esté listo en 2018», aunque la información original procedía de la agencia EFE y citaba al Presidente del Comité de Empresa, Eduardo Aranda. El mismo día y también en Infodefensa nos hablaban de los contactos entre la Armada y DCNS para estudiar la viabilidad de extender la vida de los S70.

El día 6 de noviembre en escena el embajador de España en los EE. UU. quien aseguraba que se reforzaría la colaboración entre la US Navy y Electric Boat con Navantia y garantizaba la colaboración americana en el desarrollo del Programa S80.

El 25 de Noviembre saltaban una vez más las alarmas cuando la empresa andaluza Abengoa, matriz de Hynergreen, entraba en preconcurso y se hundía un 53,8 por ciento en bolsa al no lograr el apoyo financiero de sus acreedores.

Curiosamente el 18 de diciembre y una vez más La Verdad, nos alegraba el día con su titular: «Navantia termina la operación para alargar los cuatro submarinos S-80». La primera noticia al respecto del inicio de la fabricación de nuevos anillos era del 3 de febrero de 2014. Se habían tardado casi tres años en hacer esos anillos no por su dificultad sino porque, en realidad y sin haber completado el rediseño, no podían instalarse. Una vez más, una de cal y otra de arena, pues si el titular invitaba a la esperanza, el cuerpo de la noticia nos advertía de posibles parones en la construcción a lo largo de 2016 debido a la «modificación del proyecto» y debido a que se había cambiado el sistema de diseño y ahora se empleaba la «técnica 3D».

2016: El Programa S80 recupera el pulso

El 13 de enero el vicealmirante Manuel de la Puente Mora-Figueroa anunciaba que la Armada iba a acometer la quinta gran carena de los submarinos S70, algo que en realidad ya sabíamos. No era una decisión sencilla. Además del problema del presupuesto, estaba el de la seguridad. Cada gran carena, especialmente cuando suponía cortar el casco, implicaba un aumento del riesgo debido a la pérdida progresiva de resistencia estructural. Además, los S70 eran submarinos que habían sido diseñados con una vida útil en mente y se estaba alargando artificialmente, poniendo en peligro a nuestros marinos. Por otra parte, contar con únicamente tres submarinos nos permitiría, en el mejor de los casos, tener uno en el agua.

El 19 del mismo mes Defensa nos recordaba que SENER estaba desarrollando un AIP en colaboración con ThyssenKrup, una información sacada de la revista corporativa que la propia SENER publicaba y que conocíamos desde marzo de 2014.

Solo unos días después Infodefensa publicaba que la empresa ruso-hindú BrahMos Aerospace había declarado que su misil podría integrarse en los submarinos alemanes y españoles.

El 25 de febrero, en el blog Por Tierra, Mar y Aire que Esteban Villarejo lleva en la página del diario ABC, se afirmaba que el S80 había superado la fase de diseño. La información llamaba a error y durante meses serían varios los medios que, ante la falta de información, confundirían las fases seguidas por Navantia y la Armada en el rediseño. Lo que se debía aprobar a finales de 2015 era la Revisión Preliminar del Diseño o Preliminary Design Review (PDR) y lo que restaba, era la Revisión Crítica del Diseño o Critical Design Review (CDR), hito que debía confirmar que, efectivamente, el rediseño cumplía con todos los parámetros exigibles. Por otra parte, en la misma noticia se decía ««El S-80 ya flota», nos informan fuentes militares conocedoras del proyecto. Claro está en un sentido figurado pues el submarino nunca se hundió como tal sino que se detectó el sobrepeso sobre planos y simulaciones». El punto divertido lo ponía la «recreación del S-80 en la mar facilitada por Navantia» incluida en la noticia y que vemos a continuación.

Como podemos ver, en realidad se trata de un Scorpène navegando, al que se le han hecho cuatro retoques. Una cutrez que, de estar listos en DCNS, podrían haber utilizado como prueba para una nueva denuncia. Por fortuna desde entonces Navantia ha invertido importantes recursos en cuanto a marketing y ahora todo es muy diferente.

El 6 de abril de 2016 volvían las noticias contradictorias sobre el Programa S80. Por una parte ABC titulaba: «Navantia termina la ampliación del casco del primer submarino S-80», algo que La Verdad nos había dicho ya el 18 de diciembre del año anterior. La noticia nos da, de hecho, dos informaciones:

«Un primer titular (del Ministerio): “Navantia centra los esfuerzos de Navantia en el primer submarino de la serie S-80 para la Critical Design Review”. Segundo titular (del astillero): “Navantia ya terminó la ampliación del casco del submarino S-80”.

En el mismo sentido publicaba Defensa.com su noticia del día, añadiendo que «el diseño final del primer submarino de la serie S-80 estaría listo para fin de año» y también que «en este momento existen evidencias técnicas que permitirán cerrar un diseño final del submarino para lo que se requiere continuar las actividades de I+D+i en curso».

El día 11 de abril era El Confidencial Digital el medio que aseguraba que la Armada analizaría a fondo los errores cometidos con el Programa S80. Se referían a la Revisión Crítica del Diseño que ocuparía todo 2016. Sin embargo, la función real de la CDR no era fiscalizar lo ocurrido hasta la fecha, sino si el submarino rediseñado cumplía, esta vez sí, como todos los parámetros establecidos en la Revisión Preliminar del Diseño aprobada en septiembre del año anterior.

El 20 de abril de 2016, Infodefensa hacía un brindis al sol al señalar, tras un encuentro entre el AJEMA y la prensa que «diversas fuentes apuntan a que la entrega del primer submarino podría producirse entre 2018 y 2021». Al final de la noticia le dedicaban un epígrafe a lo que ahora se denominaba no S80 Plus sino S81 Plus.

Justo un mes más tarde, el 11 de mayo de 2016, y esta vez sí el propio AJEMA, Jaime Muñóz-Delgado, avanzaba durante el III Congreso Marítimo Nacional, celebrado en Cartagena, que en junio o julio se tomarían decisiones clave sobre los nuevos S80. Lo más impactante, visto en retrospectiva, es que se atrevió a adelantar que había «buenas noticias sobre el proceso para adaptar al buque el sistema AIP». Quizá era un desliz, pero la frase hacía suponer al lector que al menos una parte de las dificultades del AIP no estaban en su funcionamiento, sino en la forma de incorporar dicho sistema a los nuevos submarinos.

18 de Junio de 2016. Parece que la previsión del AJEMA se hace buena. Defensa.com publica que había «luz verde» para finalizar la construcción del primer submarino S80, citando a fuentes castrenses. Hablan en este caso del S-80 plus.

7 de julio de 2016. Infodefensa viene a decir lo mismo que Defensa.com veinte días antes: Defensa y Navantia ultiman el diseño final del S80. Hablan del S81 Plus. Una curiosidad sin mayor trascendencia, pero que revela una cierta falta de estrategia de comunicación por parte de la Armada y Navantia.

15 de julio de 2016, Infodefensa al fin daba la ansiada noticia: «Defensa aprueba la revisión de diseño del submarino S-80 de Navantia». Esteban Villarejo, en su blog de ABC y el mismo día nos dice, entre otras cosas:

«Una de las soluciones encontradas, con la asesoría de la estadounidense General Dynamics Electric Boat, ha sido el alargamiento de la eslora del nuevo submarino hasta los 80 metros, de los 71 inicialmente planteados, según informan fuentes conocedoras del proyecto: “En abril ya se terminó la ampliación del casco resistente del submarino y las 5 secciones del submarino ya están disponibles para la incorporación de sus estructuras interiores”, informa Navantia que habla de “optimismo” para afrontar el futuro en lo relacionado a submarinos».

Medios como Europa Press hacían referencia directamente a las palabras del Director de Construcciones Navales de la Armada, el almirante José Manuel Sanjurjo Jul, quien decía que el Programa S80 estaba «encauzado de nuevo y muy avanzada la transformación» del astillero, lo cual permitía afrontar el futuro con «optimismo».

Un optimismo que en cierto sentido se veía atemperado por otra noticia, publicada el día 18 de julio por Defensa.com, pero que se había producido unos días antes: El Tribunal Constitucional rechazaba la aprobación de créditos extraordinarios de Defensa mediante el recurso al decreto-ley. Un varapalo para una institución (el Ministerio de Defensa) acostumbrada a paliar sus magros presupuestos con soluciones imaginativas.

Tres días más tarde, el 21 de julio, ABC afirmaba, recurriendo a fuentes militares, que ya se barajaba la puesta a flote de la primera del S81 «para febrero de 2020» y que, por tanto, su «dotación de quilla deberá estar generada a principios de 2019». Se comenzaban a afinar los plazos del Programa S80.

El 8 de agosto de 2016 era el turno de Infodefensa, quien daba voz al vicealmirante Ángel Martínez, ingeniero retirado de la Armada que había estado al frente de la Dirección de Construcciones Navales de la Armada entre 2010 y 2012. Sin cargar en ningún momento contra Navantia ni contra la Armada, tocando el tema apenas de refilón, hay que reconocerle al menos el mérito de apuntar varias de las claves de lo que estaba sucediendo, a saber:

  • Podía considerarse el S81 Plus como un programa totalmente nuevo y diferente del Programa S80 original. Se había descartado la primera unidad de la serie S80 por su avanzado estado de construcción y a partir del que debía ser el S82 (algo que ya habíamos deducido), se había procedido al rediseño. El «Plus» era consecuencia lógica del aumento de eslora.

  • Se había procedido a desligar el programa de desarrollo del AIP del programa de diseño de la plataforma. Decisión que según el marino no se tomó antes «por la confianza depositada en Abengoa-Hynergreen» para obtener dentro de plazo un procesador de bioetanol. De esta forma, si el AIP no llegase a tiempo, el S81 Plus navegaría al menos como submarino convencional.

  • Los cambios obligarían a una actualización de la Especificación de Contrato una vez se supiese cuál era el importe del S81 Plus y cuál el del resto de submarinos de la serie, cuyo coste sería menor al del prototipo.

Pero también intentando minimizar la importancia del desaguisado al decir que:

  • El retraso en el Programa S80 era consecuencia de la complejidad (una obviedad).

  • El buque seguía teniendo opciones de exportación.

A juicio de quien escribe, lo más importante de su escrito no es nada de esto. Al fin y al cabo, casi todo lo que dice se podía deducir de muchas de las noticias publicadas hasta la fecha. Lo realmente relevante era que abría un nuevo melón al plantear la posibilidad de sustituir las baterías convencionales fabricadas en su día por Exide (y robadas, recuperadas y seguramente en no muy buen estado después de tantos años) por otras de iones de Litio. Es más, daba ejemplos como el de DCNS para el concurso australiano, el de ThyssenKrup con los U216 o el de Japón con los Soryu.

A principios de septiembre de 2016 la imagen de Navantia y de la Armada Española sufría otro varapalo, cuando Discovery Max escogía el Programa S80 para su serie de documentales «Grandes Fracasos de la Ingeniería», que sería retransmitido en multitud de países y que incurría en todo tipo de exageraciones, incluyendo leyendas como la del famoso decimal. Años después, la falta de ética de un medio español seguía pasando factura.

A finales del mismo mes, tanto Defensa.com como Infodefensa se hacían eco de una información publicada por La Verdad el día 2, en la que se recogían las palabras del ALFLOT, almitante Javier Franco Suanzes y en las que confirmaba tanto la quinta gran carena de los S70, como que el S81 estaría en el mar a finales de 2021 o principios de 2022.

Octubre se presentaría con alguna novedad. Así, el día 17 La Verdad nos hacía saber que Navantia había comenzado «la fase de armamento del S-81». Citaban al nuevo director del astillero de Cartagena, Agustín Álvarez, quien se mostraba orgulloso de que el submarino hubiese pasado la CDR y se marcaba como objetivo el año 2020 para poner a flote el S81.

El día 23 era La Opinión de Murcia el diario que hablaba sobre la buena marcha del programa mediante el siguiente titular: «El S-80 entra en velocidad de crucero tras salir a flote». En la noticia se citaba también a Agustín Álvarez, quien preveía «que el primero de los S-80, el Isaac Peral, sea votado en 2020 para poder ponerlo a disposición de la Armada en 2021», algo que coincide con lo publicado por La verdad. Sin embargo, no se quedaban ahí y daban otros datos importantes como que: «Estas fechas darían una garantía de trabajo de otros diez años más, hasta 2030, ya que según la decisión adoptada por el Gobierno central, el astillero trabajará primero en esa primera unidad y luego, una vez completada, comenzará el desarrollo de las otras tres». Guarden esta previsión en sus memorias, pues a día de hoy el calendario oficial todavía contempla la entrega de la última unidad en 2027…

El mismo diario y el mismo día, por cierto, publicaba una segunda noticia sobre el Programa S80: «Los trabajadores presionan para que el astillero construya los sumergibles de forma simultánea». Hacían referencia a las peticiones del Presidente del Comité de Empresa, Eduardo Aranda, quien había elevado peticiones a la empresa para asegurar la carga de trabajo. Alegaba razones como la rentabilidad, argumentando que construir varios submarinos a la vez sería más rentable que hacer primero uno y luego el resto, tal y como había ordenado la Armada. Al parecer, al bueno de Eduardo no le preocupaba demasiado que el S81 fuese un prototipo todavía con un elevado riesgo tecnológico y que repetir los errores pasados llevase al programa al desastre una vez más.

2017: el año del AIP

El nuevo año traería nuevas sorpresas. La Opinión de Murcia recogía el 7 de enero las palabras del almirante de Acción Marítima, Manuel de la Puente Mora-Figueroa, quien había declarado que el AIP no se «iba a incorporar en el primer submarino» del Programa S80. Es más, según reconocía, no sabía en cuál de las siguientes naves se empezaría a instalar.

Por estas fechas, un servidor estaba escribiendo una serie de artículos sobre el S80 para nuestra antigua web. Solicité a Navantia visitar las instalaciones de Cartagena, pero fue imposible debido a la orden de la Armada destinada a guardar el máximo secreto sobre todo lo relativo a este programa. Finalmente visité en su lugar las instalaciones de Ferrol en abril de ese año, para escribir un artículo sobre los Buques de Acción Marítima y otro sobre las F-100, además de para pactar nuestro primer contrato publicitario. Hay que decir que pusieron todas las facilidades, el trato fue exquisito, como ha sido siempre desde entonces y que, seguramente de no existir ese contrato, no habríamos llegado a lanzar una publicación en papel, un contrato que por cierto sigue en vigor, por si alguien tiene dudas. Lo importante, seguramente un error, es que el secretismo era máximo y lo único que se permitía a la prensa era repetir las consignas habituales. Era una consecuencia de la incapacidad de la Armada, el Ministerio de Defensa y la propia Navantia para lidiar con los rumores y bulos en torno al Programa S80, que tanto daño estaban haciendo a su imagen.

El 7 de febero de 2017, un ingeniero de ISDEFE, Carlos Martí Sempere, escribía para Infodefensa una columna titulada «La dificultad de innovar en defensa: el caso del submarino S-80». En la misma, además de hacer un repaso general de lo ocurrido hasta la fecha y repetir parte de lo dicho por el vicealmirante Ángel Martínez en el mismo medio unos meses antes, hacía una previsión: «Las pruebas operativas en el mar, con una duración prevista en torno a los 24 meses, probablemente descubrirán defectos de diseño que requerirán de modificaciones adicionales». Su diagnóstico sobre la causa de los problemas del programa servía para poner en valor su profesión (ingeniero de sistemas) y de paso eliminaba de un plumazo cualquier sospecha de negligencia por parte de algunas de las partes involucradas en el programa pues «quizá el único error es que los responsables en esta materia deberían haber sido más conscientes de la idiosincrasia de los procesos de innovación a la hora de elegir la opción más apropiada para dotar de medios a sus fuerzas armadas, teniendo en cuenta su dificultad y el elevado riesgo que conllevan y en el que es posible que las hipótesis usadas al tomar la decisión se muestren inválidas más adelante». Para entonces habían pasado casi trece años desde la Orden de Ejecución y desde que Abengoa se comprometiese a tener listo su AIP antes de una puesta a flote que debía producirse el primer trimestre de 2012. Habían pasado también cinco años desde ese momento y lo único cierto, es que seguíamos sin saber nada del AIP de Abengoa y tampoco de la alternativa de Técnicas Reunidas.

El 28 de ese mes, otra noticia que podía afectar al Programa S80: «Abengoa multiplica sus pérdidas por seis en 2016, hasta 7.629 millones», en este caso publicada por El Mundo. Si hacemos memoria, habíamos dejado a la empresa en preconcurso de acreedores en 2015. De repente afloraban unas pérdidas seis veces mayores a las reconocidas en aquel momento, aunque eso no había evitado que su antiguo presidente, Felipe Benjumea, se llevase un finiquito de 11,5 millones de euros en septiembre de aquel año, ni había evitado que el fiscal pidiese cinco años de prisión. Ahora la empresa andaluza confiaba en una quita de la deuda para restablecer su equilibrio patrimonial.

En marzo entraba en escena Rafael Sendagorta, a la sazón presidente de SENER, quien afirmaba con rotundidad «Sener puede garantizar que el nuevo submarino de la Armada cuente con la AIP». No parece que nadie le tuviese demasiado en cuenta a pesar de que, como habíamos visto, SENER había trabajado junto a ThyssenKrup en el desarrollo de un AIP para los submarinos de la empresa germana y había informado de ello al Ministerio de Defensa.

Ese mismo mes el SEDEF, ahora Agustín Conde, hacía importantes promesas a Navantia, relativas a la carga de trabajo. También confirmaba que el Gobierno apostaba por tener 4 submarinos S80, lo que era un alivio. La noticia dejaba entrever que los problemas laborales en los astilleros estaban provocando complicaciones. En otro medio hablaban también de Conde pero introduciendo un matiz, y es que según el Secretario de Estado y a propósito del Programa S80, había que «despejar algunos aspectos técnicos y también un elemento presupuestario antes de poner fechas».

30 de marzo y resulta que al fin se entregaba el simulador de plataforma a la Armada. En la nota de prensa a la que hacía referencia Infodefensa se indicaba que «esta cesión evidencia que el programa está cogiendo velocidad». La palabra cesión no es casual. En realidad, el simulador no es todavía de la Armada, sino que la empresa lo ha cedido temporalmente con el compromiso de actualizarlo a la versión final más adelante. Por otra parte, recordemos, este SIMPLA había llegado a Cartagena a principios de noviembre de 2011. Desarrollado por FABA Sistemas (Navantia) en colaboración con Indra y Avio, tenía que haber sido instalado entonces en la Escuela de Submarinos (ESUBMAR). Ya solo quedaba recibir el SIMTAC, el simulador táctico, para poder formar dotaciones completas.

https://www.youtube.com/watch?v=AeSkJ3YamwA#action=share

Todavía más interesante era la noticia aparecida al día siguiente -31 de marzo de 2017- en el blog de Esteban Villarejo en ABC: «Submarino S-80: con el techo actual de gasto (2.135 millones) sólo hay para una unidad». Reproducía las palabras pronunciadas por Agustín Conde, el SEDEF, ante la Comisión de Defensa del Congreso el día anterior. Además nos dejaba un listado detallado con los sucesivos retrasos sufridos, enumerados por el propio Conde, que preferimos reproducir punto por punto. Se preveía la entrega a la Armada del S81 para diciembre de 2021:

Primer retraso (noviembre 2005): como consecuencia de la Revisión de Proyecto Preliminar (RPP) celebrada en noviembre de 2005.

Segundo retraso (octubre 2008): como consecuencia del retraso en la consecución de determinados hitos debido a dificultades surgidas durante el proceso constructivo de las secciones resistentes del submarino, se produce un nuevo cambio en la fecha de entrega de la primera unidad, S-81, pasando de Febrero de 2013 a Diciembre de 2013.

Tercer retraso (julio 2010): durante el desarrollo y la construcción de los submarinos, se producen nuevos retrasos, que son puestos de manifiesto en la auditoría realizada para Navantia, por la firma de la DNV (Det Norske Veritas) en julio de 2010, lo que provoca una nueva planificación detallada de las unidades S-80.

«El 25 de marzo de 2011, el Almirante Jefe del Apoyo Logístico de la Armada acuerda, mediante carta dirigida al presidente de Navantia, la modificación de la fecha de entrega de las unidades S-80, de acuerdo a la propuesta realizada por Navantia (fijando la entrega del primer buque en marzo de 2015 y de la última unidad en mayo 2019)».

Cuarto retraso. Desviación de Pesos y Rediseño del Submarino (S-81+) (2013-2016): En diciembre de 2012, se detecta por parte de Navantia un desvío de pesos en el submarino de 125 toneladas, siendo necesario acometer un nuevo rediseño del mismo, con un incremento en la eslora en 10 metros.

La siguiente noticia resulta curiosa. El 5 de mayo de 2017, La Verdad publica «Navantia se prepara para alargar el segundo S-80 y planifica la gran carena del ‘Galerna'». Habíamos quedado, por una parte, en que los anillos extra estaban construidos desde tiempo atrás y, por otra, en que no se iba a tocar más que el S81, para evitar repetir errores: ¿premio de consolación para dar carga de trabajo a los sindicatos?¿estaba tan avanzado el S81 como para que ya no hubiese riesgo en modificar una segunda unidad? El subtítulo era revelador: «Tres subcontratas montan ya el sistema mecánico del ‘Isaac Peral’ en un astillero listo para ampliar su carga de trabajo».

24 de julio y Defensa.com introduce una variable inesperada en este particular juego: el reformador de bioetanol de Técnicas Reunidas. Porque sí, sabíamos que Defensa había encargado a esta empresa un modelo alternativo al de Hynergreen-Abengoa, pero también que esta última seguía siendo el proveedor oficial. Sin embargo la noticia dice que Técnicas Reunidas comenzaría en enero de 2018 a construir un sistema que pudiese instalarse en las Instalaciones de Pruebas de la Sección 3 (IPS) del astillero de Cartagena. ¿Se había descartado en algún momento a Abengoa?¿Hubo algún concurso público?¿Por qué no se contó con SENER?

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