Las armas hipersónicas serán en breve una realidad, aunque costará todavía años aprovechar todas sus ventajas, debido a la dificultad técnica asociada a su desarrollo. No obstante, sus características y los estudios sobre su utilización futura permiten aventurar que, al menos en lo relativo a la guerra naval, supondrán un auténtico game-changer con un efecto notable sobre el diseño de los buques, las tácticas empleadas, la forma de concebir las operaciones y la estrategia a seguir.
Antonio Rodríguez Hidalgo y Sergio Posse López
Año 2028.
A 230 millas al noroeste de Murmansk, cerca del Cabo Norte la fragata “Bonifaz” (F-111) navega en alerta máxima, junto a otros cuatro buques de guerra de la OTAN. En mitad de la enésima crisis con Rusia, en el CIC se vigilan atentamente las pantallas, en las cuales se muestra la información procedente de los radares de la nave y de los diversos medios de reconocimiento aliados desplegados en la región, que prestan especial atención a la fragata rusa “Admiral Isakov”, armada con los temidos misiles Zircón.
Repentinamente, la calma tensa se transforma en una actividad frenética: la “Admiral Isakov”, distante más de 100 kilómetros, ha lanzado varios misiles. La comandante de la fragata española ordena el zafarrancho de combate, y los marineros corren a sus puestos. Diez Zircón ascienden y aceleran como rayos hasta una velocidad hipersónica. Poco después, inician un meteórico descenso hacia los buques de la OTAN.
Las defensas antiaéreas se revelan inútiles: el destructor estadounidense “Jack H. Lucas”, lanza varios SM-6, pero ninguno logra alcanzar a los misiles enemigos. Los otros buques ni siquiera llegan a disparar, y dependen exclusivamente de las contramedidas electrónicas y los señuelos…
El primer Zircón impacta en la fragata británica “Glasgow”, poco más de medio minuto después del lanzamiento. A continuación son alcanzados el “Lucas”, la fragata noruega “Otto Sverdrup” y la holandesa “Evertsen”. Cuando la mayoría de los marineros de la “Bonifaz” todavía no han llegado a sus puestos de combate, un misil la alcanza a mitad de su eslora, atravesando todas sus cubiertas. La fragata española explota pocos segundos después, engullida por una enorme bola de fuego.
A 40 millas del Cabo Norte, cinco columnas de humo marcan la tumba del SNMG-1… y el comienzo de una nueva era en la guerra naval.
Introducción
El breve relato de ficción que acaban de leer, si bien no deja de ser una hipótesis aventurada acerca de cómo podría desarrollarse un combate naval en un futuro más o menos cercano, muestra el lado más oscuro de una de las grandes preocupaciones de las marinas de guerra occidentales de cara a los tiempos venideros: el impacto potencial de los misiles hipersónicos en sus planteamientos estratégicos.
Aunque hay motivos para el escepticismo al respecto de la inmediatez del despliegue de algunas de estas armas, como el propio Zircón, debido a los desafíos tecnológicos que supone su fabricación, e incluso sobre sus capacidades reales, más allá de la propaganda de algunos gobiernos que posiblemente las exageren o tergiversen, no se puede negar que las armas hipersónicas están de moda en los últimos años.
Gracias a sus capacidades, han generado unas expectativas que han derivado en una carrera armamentística entre las principales potencias mundiales para conseguir la cabecera en ese campo, que si se alcanzan las cotas esperadas, en los próximos 10 ó 15 años está destinado a cambiar, entre otras cosas, la forma del combate naval.
En un plano más general, es posible que la tecnología hipersónica acabe por alterar tarde o temprano el equilibrio estratégico, y divida a los países entre los que posean estas armas y los que no. Así pues, no es de extrañar que se estén invirtiendo cifras astronómicas en el desarrollo de estos ingenios, de los que algunos de los primeros proyectos en ponerse en marcha ya comienzan a ver la luz. En los próximos años, tanto Rusia, China o EEUU, comenzarán a dotarse de un número cada vez mayor de estos misiles, y es más que probable que a estos pioneros les sigan Reino Unido, Francia, India, y más países posteriormente.
En este artículo trataremos las armas hipersónicas solo en su vertiente naval, no por ello desdeñando el potencial que tienen como vectores de armas nucleares o de ataque convencional desde tierra y contra objetivos terrestres, cometidos para los que también se están desarrollando y desplegando modelos específicos.
Definición de un misil hipersónico
Pero, ¿qué es un misil hipersónico? Por definición, se entiende como tal un arma guiada capaz de volar a una velocidad igual o superior a cinco veces la del sonido, o lo que es lo mismo, a aproximadamente 1,6 kilómetros por segundo, y que sigue un perfil de vuelo no balístico. A su vez, este tipo de armas se pueden dividir en dos grandes grupos, por sus características particulares:
- Los misiles de crucero hipersónicos (o HCM, por las siglas en ingles de “Hypersonic Cruise Missile”), propulsados por un motor (ramjet/scramjet) y que suelen volar en su fase de crucero en capas algo más bajas de la atmósfera (entre 20 y 30 kilómetros de altitud), y generalmente son más “lentos” que sus hermanos mayores.
- Los vehículos planeadores hipersónicos (o HGV, por “Hypersonic Glide Vehicle”), los cuales son impulsados por un misil balístico hasta una altura adecuada para liberar el “vehículo planeador”. Este último, ya sin propulsión autónoma, desciende hacia su objetivo, siguiendo una trayectoria de planeo que puede variar en dirección y/o altitud, para dificultar la tarea a los sistemas antimisiles, y una vez sobre este, caer a enormes velocidades.
Aunque los misiles balísticos antibuque (AShBM), como los famosos y popularmente conocidos “carrier killers” chinos, los DF-21D y DF-26, no se puedan considerar armas hipersónicas propiamente dichas, en este artículo les otorgaremos un estatus equivalente, dada la amenaza que suponen para los buques de guerra*. No en vano, sus ojivas (conocidas como MaRV, por «Maneuverable Reentry Vehicles») se desplazan a una velocidad mayor de Mach 5, y pueden maniobrar en vuelo y guiarse hacia su objetivo en la fase terminal, características muy similares a las de los HGV, que además los convierten en blancos muy difíciles de abatir.
A día de hoy, existen en el mundo diversos programas de estas armas, en diferentes estados de progreso. Así, por ejemplo, los misiles DF-21 de la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación, el antiguo Segundo Cuerpo de Artillería, que es como se denomina a las fuerzas estratégicas y tácticas de misiles en China, aparentemente llevan varios años en servicio, mientras que los nuevos misiles rusos Khinzal o Zircón parecen estar todavía en los estadios finales de su fase de pruebas o en los iniciales de su vida operativa, ya que la información al respecto es un tanto confusa y varía según las fuentes.
En general, Occidente parece ir con algo de retraso, aunque puede ser una afirmación aventurada, visto el secretismo, la propaganda y la desinformación, que rodea a estos sistemas de armas en todo el mundo. Respecto a esto, debemos indicar, que las características expuestas en este artículo sobre los misiles rusos y chinos, están basadas en las informaciones que los mismos gobiernos o empresas de esos países facilitan, y que no han sido verificadas por las agencias de inteligencia occidentales, aunque algunas de esas cifras han aparecido en publicaciones oficiales del Departamento de Defensa o la Armada de Estados Unidos.
Sistemas en servicio o estudio
Aparentemente dejados atrás en el inicio de la carrera, los EEUU han estado o están trabajando en un buen número de proyectos experimentales y de HGV: el X-51 Waveraider, el HTV-2, el Tactical Boost Glide (TBG), el AGM-183A ARRW, el Hypersonic Conventional Strike Weapon (HCSW, cancelado recientemente a favor del ARRW), el Advanced Hypersonic Weapon (AHW), el Conventional Prompt Strike (CPS), el Long Range Hypersonic Weapon (LRHW)… pero también en HCM como el Hypersonic Airbreathing Weapon Concept (HAWC), con motor scramjet. La mayoría de estos proyectos están relacionados entre sí, a través de la DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), con la US Navy, el US Army o la USAF.
De fructificar estos programas, supuestamente en un futuro no muy lejano, entre mediados y finales de la presente década deberían ir entrando en servicio los primeros misiles hipersónicos estadounidenses, tanto del tipo HCM como HGV, en la USAF, la USN y el US Army. Si estas previsiones se cumplen, y de ser ciertas, las últimas noticias sobre los problemas de desarrollo de los misiles rusos Zircón, que insinúan que solo tendrían la capacidad operativa plena en el 2023, la brecha temporal entre los sistemas norteamericanos y sus rivales rusos, en este aspecto, no sería tan notoria.
Por su parte, Moscú también ha estado investigando e invirtiendo en armas hipersónicas desde hace años. El arma con el potencial de quitarles el sueño a los estrategas navales occidentales es el Zircón (3M22 Tsirkon en su designación rusa, o SS-N-33 en código OTAN), un HCM lanzado desde buques de superficie (equipados con el VLS 3S-14, incluyendo pequeñas corbetas) o submarinos, del que se tiene noticia desde hace unos años, pero del que aún no se tiene una imagen confirmada, y cuyas características varían con el paso de los años, o quizás, de los test a los que está siendo sometido. Su velocidad fluctúa, según las fuentes que se consulten, siendo los datos más repetidos alrededor de Mach 8 o 9, aunque algunos expertos consideran que puede ser bastante inferior. También su alcance es objeto de controversia, y varía entre los 400 kilómetros y los 1.000 kilómetros, aunque tal vez ambas cifras podrían ser ciertas, dependiendo de si se considera un perfil de vuelo a alta o a baja cota.
Otro ingenio de fabricación rusa es el misil Kh-47M2 Khinzal. Se trata de un HCM lanzado desde el aire, exclusivamente desde aviones MiG-31 en la primera parte de su vida operativ. Posteriormente y con toda seguridad, también será empleado por los Tu-22M3 y los Su-34. El Khinzal es un ingenio capaz de atacar blancos en tierra o en el mar, de alcanzar una velocidad de hasta Mach 10 y de maniobrar en todas las fases de su perfil de vuelo, con un alcance que podría llegar a los 2.000 kilómetros y una cabeza de guerra convencional o nuclear.
Pekín también es un miembro activo de la “carrera hipersónica”, y cuenta con los AShBM ya mencionados DF-21D y DF-26, además del más reciente CM-401. Dado a conocer en 2018, es un misil antibuque con cierta semblanza al Iskander ruso, que tiene un alcance publicado de 186 millas náuticas, una velocidad terminal de entre Mach 4 y 6, con un perfil de vuelo balístico. Aun así, maniobra durante el trayecto hacia su objetivo. Puede ser lanzado desde plataformas terrestres móviles o desde los nuevos destructores Tipo 055.
Respecto a los dos primeros, el DF-21D es una versión modificada del misil balístico de alcance medio (MRBM) DF-21. Lanzado desde un TEL, cuenta con un alcance de alrededor de 1.500 kilómetros según las estimaciones estadounidenses, y está dotado de una cabeza de guerra capaz de maniobrar en su aproximación al objetivo. En servicio desde hace unos años, en 2013 fue probado contra un blanco inmóvil situado en tierra, del tamaño aproximado de un portaviones de la US Navy, y el año pasado se rumorea que tuvo lugar al menos una prueba en el Mar de China Meridional. Al DF-26, de mayor tamaño, también se le supone capacidad antibuque, y se cree que operaría de forma similar al DF-21D, pero con un alcance bastante superior, que podría ser de hasta 4.000 kilómetros.
La más reciente incorporación al arsenal chino, al menos de las que hay conocimiento, es el misil DF-17. En pruebas desde el 2014 y dado a conocer en 2019, es en realidad un misil balístico de corto alcance (SRBM) del tipo DF-16B al que se le ha reemplazado su cabeza de guerra por un HGV, el DF-ZF, denominado WU-14 por los EEUU. Se cree que varios de los SRBM y MRBM chinos actualmente en servicio, tales como los DF-11, 15, 21 y 26, podrían llevar también el DF-ZF en un futuro próximo. Con unos 2.300 kilómetros de alcance y una velocidad de entra Mach 5 y 10, se espera que el DF-17 alcance su entrada en servicio en 2020. Por último, el Starry Sky-2, o Xing Kong-2, es un misil en fase experimental, con tecnología “waveraider”, denominada así por su capacidad para avanzar sobre las ondas de choque que genera, el cual alcanza velocidades de Mach 5-6 y ha sido probado con éxito en 2018.
Como ya se ha reseñado anteriormente, no solo las grandes potencias buscan tener este tipo de armamento, si no que otras potencias medias también tratan de no perder la carrera e investigan para tener lista alguna de estas armas tan pronto como sea posible. Así, Francia ha desvelado su proyecto V-MaX, para obtener un HGV capaz de Mach 5 en 2021, o adaptar dicha tecnología a su futuro misil nuclear lanzado desde el aire, el ASN4G.
La India sigue desarrollando, no sin dificultades, y con ayuda rusa, su HCM Brahmos II, con motor scramjet, alcance de 600 kilómetros y una velocidad de entre Mach 5 y Mach 7, a la vez que ya tiene operativo el Dhanush, un AShBM, versión naval del SRBM Prithvi, capaz de alcanzar objetivos tanto en tierra como en mar, hasta una distancia de 400 kilómetros, dependiendo del peso de su cabeza de guerra, y sigue experimentando con el Hypersonic Technology Development Vehicle (HSTDV), un HCM con scramjet que busca alcanzar una velocidad de crucero de Mach 6.
Para terminar, países como Reino Unido, Australia, Alemania o Japón, están estudiando tecnologías hipersónicas que tendrían aplicación en sistemas de armas futuros.
¿Qué aportan de nuevo los misiles hipersónicos? ¿Representan una evolución o una revolución del combate naval?
Una vez repasado el panorama actual de estos sistemas de armas, cabe preguntarse si el enorme esfuerzo y los recursos invertidos en ellos (por ejemplo, en el presupuesto para 2020 del Pentágono vuelven a ser una prioridad) son realmente necesarios, y si aportan algo novedoso, en particular a la guerra naval.
En principio, parece obvio que son más veloces y tienen mayor alcance que los misiles antibuque que están operativos a día de hoy. Y es que, desde los albores de la guerra en el mar, los contendientes siempre han tratado de ampliar el alcance de sus armas y la velocidad a la que pueden golpear a su oponente, y es sobre todo desde el siglo pasado, con la llegada de la aviación y posteriormente de los misiles, cuando esta tendencia alcanzó cotas nunca vistas anteriormente. En esta dinámica es donde podemos ver a los misiles hipersónicos como una “evolución revolucionaria”, el último paso de la carrera misilística iniciada durante la SGM, y no resulta demasiado aventurado suponer que el despliegue masivo de misiles hipersónicos tiene todos los visos de marcar un antes y un después en la forma de combatir en el mar, de cumplirse las expectativas acerca de su relativa inmunidad ante las defensas actuales, combinada con un gran alcance (superior a 1.000 kilómetros en algunos casos).
Históricamente, las defensas antimisiles se han vuelto cada vez más caras y más complejas, a medida que debían modernizarse para hacer frente a la evolución de la amenaza, y si ya un ataque masivo con armas supersónicas de las que entraron en servicio en las dos pasadas décadas podría poner en dificultades incluso a los poderosos grupos de combate estadounidenses, los misiles hipersónicos pueden hacer inviable cualquier defensa en un futuro previsiblemente cercano,… y de ser capaces de evolucionar aún más estas armas en velocidad, furtividad y/o maniobrabilidad, incluso las nuevas defensas -que ya están comenzando a desarrollarse- podrían verse desbordadas.
Por lo tanto, se vislumbra un desequilibrio como mínimo temporal en la eterna lucha entre “la lanza y el escudo”, en favor de la primera, el cual podría durar bastantes años y que aparentemente obligará a repensar la estrategia y las tácticas del combate naval, y también a modificar la composición de las flotas en las próximas décadas, algo sobre lo que ya se está reflexionando, por ejemplo, en el Pentágono.
Hasta la fecha, la cobertura aérea por parte de aviones embarcados (cazas y medios de alerta temprana) y una escolta integrada por buques de superficie armados con potentes sistemas de defensa aérea, protegían de una manera bastante eficaz a una agrupación de combate y permitían navegar en aguas más o menos cercanas a las fuerzas y/o costas enemigas. Posiblemente, eso ya no será así en el futuro cercano, con las armas hipersónicas convertidas en el puntal de los entramados A2/AD (Anti Access/Area Denial) que llevan años desarrollando China y Rusia, y a menor escala otros países como Irán.
La distancia a la que se verán obligadas a operar las fuerzas navales de posibles vectores equipados con misiles hipersónicos se va a ir incrementando. Si en el caso de la US Navy, por ejemplo, se comenzaba a pensar que en el caso de un conflicto con China sus grupos de combate deberían operar fuera de la distancia del alcance de los DF-21, ahora ya se debe pensar en hacerlo más allá del alcance de los DF-17. Puede que incluso de los DF-26, con los consiguientes efectos en la capacidad de proyección de fuerza de las alas aéreas embarcadas, por ejemplo.
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