Boeing P-8 Poseidon

El verdadero rey del mar

A Boeing P-8-A Poseidon is pictured during an air display on the second day of the Farnborough International Air show in Hampshire, England, on July 15, 2014. The biennial event sees leading companies from the aviation industry showcase their latest technology. AFP PHOTO / CARL COURT

Desde su entrada en servicio en 2013, el Boeing P-8 Poseidon no ha dejado de demostrar sus capacidades, convirtiéndose de paso en un éxito de exportación. En los próximos años, además, nuevos equipos y armamentos permitirán aumentar su polivalencia hasta un extremo nunca visto, alejándolo más si cabe de otros aparatos de su mismo segmento como los Persuader, su antecesor el P-3 o los Atlantique 2 galos. Cuando esto ocurra, el que es sin duda el más complejo y completo avión de patrulla marítima desarrollado hasta la fecha será, además, un enemigo temible dotado de afiladas garras. Entonces sí, hará gala de su nombre y podrá ser considerado, sin duda alguna, el verdadero rey del mar.

Cualquier lector sabrá que hace ya muchos años que los submarinistas tienen un dicho bastante jocoso: “En el mar hay dos tipos de buques, los submarinos y los blancos”. Aunque esta afirmación no deja de ser cierta, al menos en parte, no debe hacernos olvidar que las unidades de superficie ofrecen una serie de capacidades que los submarinos no: defensa aérea de zona, proyección de poder aeronaval sobre tierra, operaciones de asalto anfibio, mando y control, e incluso operaciones ABM o antisatélite entre otras muchas.

Sin embargo, a la hora de proporcionar una defensa frente a unidades de superficie, el submarino cuenta con dos grandes ventajas: el sigilo y la capacidad para pasar desapercibido al ocultarse en la profundidad del mar. De ahí surge la imperiosa necesidad de combatir esta amenaza.

Para ello, a día de hoy, únicamente existen tres posibilidades: 1) combatir la amenaza con otro submarino; 2) emplear unidades de superficie (corbetas, fragatas, destructores…) o, por último; 3) el uso de medios aéreos, que son el propósito final a desarrollar en este pequeño trabajo. En concreto, nos centraremos en la figura del aparato que está revolucionando la guerra naval desde el aire: el Boeing P-8 Poseidon.

En la actualidad las principales potencias militares tienen claramente definido cuál de los tres es el método que ofrece los mejores resultados coste/operatividad/eficacia; el empleo de aeronaves. Respecto a estas, si bien a día de hoy son unidades tripuladas (tanto de ala fija como de ala rotatoria), poco a poco va despuntando una nueva variante en forma de aeronaves no tripuladas (UCAVs).

Se podrían considerar como las primeras unidades especializadas en la guerra antisubmarina los hidroaviones tipo Catalina, Short Sunderland, Kawanishi H8K, Dornier Do24 y también a los bombarderos redirigidos hacia la escolta de convoyes en el atlántico, como por ejemplo los B-24. Sin embargo contaban con unos medios de detección bastante precarios que prácticamente se limitaban a la visión de sus tripulantes. Poco después, eso sí, se añadieron los primeros radares de descubierta y los detectores de anomalías magnéticas (MAD). De igual manera, para atacar a los blancos se contaba con el fuego de fusilería proporcionado por las ametralladoras y/o cañones de abordo, cohetes, bombas de empleo general y cargas de profundidad.

Un avance muy importante en la guerra antisubmarina vino de la mano de las sonoboyas, un equipo electrónico lanzado desde el aire y que con un costo relativamente moderado, era (y es) capaz de captar el sonido generado por un objetivo bajo la superficie. En las versiones recientes, han sido tan perfeccionadas que permiten a los altamente especializados operadores de sonar incluso discernir la procedencia del sonido: hélices, equipo propulsor, desplazamiento de agua… También es muy importante en la actualidad el empleo de sonares calables, si bien es cierto que, dado que su empleo se limita a las aeronaves de ala rotatoria, se encuentran fuera de lo que vamos a tratar en este trabajo.

Con objeto de no alargar la historia de la guerra contra los submarinos, podemos resumir que la guerra ASW contemporánea se basa principalmente en contar con una aeronave que aglutine el mayor número de sensores posible (radar, MAD, sonoboyas, equipos de EW, ESM, sensores electroópticos/IR…) y un armamento acorde (principalmente torpedos ligeros, aunque las minas de lanzamiento aéreo también pueden ser una opción). A ello se le debe de añadir una serie de complementos que prácticamente todos los aparatos presentan en pos de la multitarea, como por ejemplo la lucha antisuperficie con el empleo de misiles antibuque y, si se considera obtener una superior polivalencia, el armamento de ataque a tierra. En este último caso puede tratarse de bombas guiadas por láser y/o GPS, misiles aire-tierra como el Maverick o incluso misiles de crucero de largo alcance como el JASSM, que pueden convertir una aeronave de lucha antisubmarina en un pequeño bombardero estratégico. Todo ello otorga una flexibilidad de empleo a fuerzas aéreas modestas, como veremos más adelante, que es muy importante.

Y aquí es donde nos lleva la actualidad más ferviente, al modelo que a día de hoy se sitúa en la parte más alta de la pirámide de la guerra antisubmarina, el Boeing P-8 Poseidon. Hay que reconocer que, a pesar de su corto historial de servicio, el P-8 es en la actualidad el mayor exponente de la multitarea. Para la US Navy se ha convertido en una de sus unidades más demandadas, y todo ello es por exhibir toda una gama de capacidades entre las que se incluyen el control del mar (tanto en superficie como bajo la misma, es decir guerra ASuW y ASW), inteligencia electrónica y de señales (también sustituye a los EP-3), vigilancia radar de la superficie, tanto marítima como incluso sobre tierra. Esta última capacidad, por cierto, se verá exponencialmente aumentada cuando finalice la integración del nuevo pod AAS (Advanced Airborne Sensor), el cual es una versión mejorada del AN/APS-149 LSRS (Littoral Surveillance Radar System) que presta servicio en los P-3 Orion. Por último, también permite realizar tareas de búsqueda y rescate (SAR) y todo ello sin olvidar que de manera continua al aparato se le buscan nuevos desafíos, en lo que es una evolución constante tanto de la técnica como de la táctica.

A pesar de su elevado coste de adquisición, el Boeing P-8 Poseidon permite no solo realizar patrullas más largas y a mayor altura, sino que cuenta con una serie de características y equipos que hoy por hoy lo hacen imbatible. Foto – US Navy.

Para sus tripulaciones este esfuerzo se está demostrando como una carrera de fondo, cuya finalidad es adaptarse a un medio operativo que cambia día tras día, aunque también es cierto que el aparato es un RollsRoyce en comparación con su predecesor, lo que redunda en un personal más descansado y relajado para misiones que pueden durar más de 12 horas. En base a este punto, en una entrevista, un tripulante del Escuadrón VP-5 declaraba que era una verdadera satisfacción poder prepararse un café expresso a 12.000 m de altitud, permitiendo una relajación sin precedentes durante los descansos entre guardias.

Si lo comparamos con su predecesor, el P-3 Orion, el Poseidon ofrece una mayor autonomía, llegando a volar durante misiones de más de 11 horas y regresando con suficiente reserva de combustible. Esto se debe en parte a que es capaz de volar más alto (de hecho en este aspecto no difiere de sus homólogos civiles 737), y a que el vuelo a esas cotas es mucho más confortable, tanto para la tripulación, la cual llegará menos estresada a la zona de control o de combate, como para la propia célula, con todo lo que supone para el mantenimiento y fatiga a lo largo de su vida útil.

Dichas misiones se superarán en breve, ya que el aparato está comenzando a ser cualificado para repostar en el aire. Por tanto, es probable que sus misiones lleguen a ser similares en duración a las de los AWACS E-3 Sentry. Además, sus motores le permiten llegar a la zona de patrulla en menos tiempo gracias a una superior velocidad máxima (y también de crucero), reduciendo los tiempos de reacción ante cualquier potencial enemigo.

Un dato que suele pasar desapercibido, y comentado en diversas entrevistas a tripulantes de P-8, es que este nuevo aparato es capaz de monitorizar el trabajo de más sonoboyas que los Orion (aunque la cantidad total permanece clasificada), lo cual es una característica destacable, ya que de esta manera se pueden “plantar” cuadros de control de mayores dimensiones que los que actualmente se utilizan. También declaran que el trabajo de los tripulantes de cabina es más eficaz, al estar los puestos mucho mejor distribuidos y disfrutar de unas comunicaciones internas más fluidas y veloces que en anteriores aparatos.

Además de estos equipos, otro importante sistema de todos los que monta es el radar AN/AYP-10, capaz de proporcionar lecturas SAR (Synthetic Aperture Radar) para generar imágenes a larga distancia de puertos, instalaciones militares, bases aéreas, etc. También permite lecturas ISAR (Inverse Synthetic Aperture Radar), que proporcionan representaciones bidimensionales del objetivo, y por tanto puede servir para identificar buques a larga distancia o clasificar los contactos ya que se revelado capaz de determinar con precisión la eslora de un buque, posición de sus mástiles, etc. También tiene un modo de navegación que informa de las condiciones climáticas, o permite centrar el haz de ondas en la búsqueda de objetos con pequeña reflexión radárica, como son los periscopios de los submarinos.

Para identificar visualmente los contactos a distancias más cortas está dotado de un sensor EO/IR. Este se utiliza para escudriñar tanto la superficie marítima (es capaz de detectar la firma térmica de un submarino sumergido a pocos metros de la superficie o el calor corporal de una persona en medio del mar), como para objetivos en tierra, lo cual es muy útil para seguir objetivos tales como las famosas pick-up que suelen usar los terroristas. Además permite, desde una distancia prudencial, observar la navegación de buques sospechosos, como los famosos “dhow” que navegan en el Índico y que son utilizados para todo tipo de contrabando. De hecho, se han interceptado numerosas embarcaciones de este tipo cargadas con fusiles de asalto, munición y misiles contracarro o antibuque, los cuales se dirigían hacia Yemen procedentes casi con total seguridad de puertos iraníes.

El interior del P-8 permite a los operadores que trabajan en él trabajar en condiciones óptimas incluso a pesar de la duración de las patrullas, mayor que en aparatos como los P-3 Orion. Fuente – US Navy.

Curiosamente, al contrario que otros aparatos dedicados a la lucha antisubmarina, el Poseidon no dispone de MAD (Detector de Anomalías Magnéticas), a excepción de la variante adquirida por India y denominadad P-8I. La razón esgrimida es que, debido a los perfiles de misión, el aparato no tiene pensado usarse en vuelos a baja cota como cuando se opera con los MAD para detectar submarinos, además de que este equipo tiene un alcance muy limitado y en la US Navy estaba prácticamente en desuso. Otros autores mantienen que, si bien en la actualidad es algo relativamente anecdótico, en el futuro veremos más submarinos armados con misiles antiaéreos de corto alcance, lo cual haría peligroso volar a baja altura, como decimos el único perfil en el que se puede aprovechar este equipo. Hemos de decir que también hay rumores que afirman que la US Navy ha llegado a probar el lanzamiento de un SM6 desde un tubo lanzatorpedos de un sumergible de la Clase Virginia…

Por otra parte, si bien se ha publicado que la suite electrónica es la AN/ALQ-240, los equipos ESM (Electronic Surveillance Mesures) permanecen clasificados, aunque no hay duda que llevará los últimos desarrollos. Es así porque entre sus misiones se encuentra la de captar y descifrar las señales de radar de buques comerciales y militares, aeronaves e instalaciones en tierra y todo ello a la mayor distancia posible. Incluso se especula con la posibilidad de geolocalizar las emisiones de instalaciones SAM, buques de superficie o submarinos y todo ello de manera pasiva triangulando las señales obtenidas de otras aeronaves operando en red.

Todos los datos obtenidos por los diferentes sensores pueden ser compartidos con el centro de mando en tierra u otras aeronaves mediante el uso de los sistemas seguros Link 11 y 16. De hecho, en la actualidad se está trabajando mano a mano de manera muy eficaz con los enormes UAVs MQ-4C Triton, los cuales ofrecen una autonomía muy superior, y no presentan el hándicap resultante de la fatiga de la tripulación (los operadores en tierra a miles de kilómetros pueden ser relevados por turnos). Con respecto a los data link, la ventaja del Poseidon radica en la capacidad de compartir datos instantáneamente. Sus operadores afirman que para los comandantes, la transmisión de vídeo en directo mediante Link 16 a cualquier parte del globo y de forma encriptada es esencial para la toma de decisiones en vivo, algo que en la clase precedente no era posible. Evidentemente, al llegar a tierra y transmitir, la valiosa información podría haber quedado desfasada.

Dadas las capacidades que presenta el Poseidon, sin ningún género de duda será clasificado por un potencial enemigo como un blanco de alto valor, y por ello ha sido dotado de equipos defensivos de última generación, como un DIRCM/GPTA (Directional IR Countermeasures/Guardian Pointer Tracker) que puede ser empleado tanto contra misiles superficie-aire como los aire-aire que emplea un caza, utilizando un haz láser para perturbar el sistema de búsqueda del proyectil enemigo. No faltan otras medidas ECM contra misiles de guía radar, así como lanzadores de bengalas y chaff. Además está equipado con un sistema seco de extinción de incendios, capaz de detectar pequeñas llamas o explosiones por toda la célula y actuar en consecuencia, erradicando en milisegundos la amenaza que puede suponer un incendio provocado por el impacto de un proyectil.

El Poseidon ha sido concebido para ir más allá de la tradicional patrulla marítima. Foto – Boeing.

El Boeing P-8 Poseidon en servicio

El aparato parece estar comportándose de manera muy eficaz durante los despliegues operativos. En sus primeras misiones, a pesar de volar largos periodos sobre el Mar Rojo, el Mar de Arabia, el Golfo de Adén, el Estrecho de Oman o el Golfo Pérsico, lugares todos ellos caracterizados fuertes vientos y tormentas de arena, además de sobre áreas desérticas, consiguió un 95% de operatividad. Como se puede intuir, las principales amenazas son la arena, la sal y las altas temperaturas. Estos son factores que, como el lector conoce, afectan de manera muy negativa a cualquier equipo electrónico. Las temperaturas obligaban en ocasiones a tener que apagar algunos sistemas no esenciales con objeto de no dañar las placas y otros componentes. Y como la necesidad crea la virtud, los equipos de mantenimiento en tierra desarrollaron, junto con Boeing, un sistema de refrigeración que permitía llevar aire fresco del exterior desde uno de los tubos de lanzamiento de sonoboyas hasta los equipos electrónicos. Suponemos que en el Atlántico Norte este problema hubiese sido secundario, pero en la zona en que debía operar era un problema que no debería haberse descuidado.

También ha proporcionado tareas de escolta para buques aliados que transitaban puntos conflictivos, como en las costas de Oriente Medio, ofreciendo conciencia situacional en tiempo real, lo que proporciona un tiempo muy valioso a la hora de tomar las decisiones adecuadas para cada una de las posibles situaciones potencialmente peligrosas. En esta zona, las aguas presentan una profundidad media relativamente escasa, lo cual provoca una significativa cantidad de ruido ambiental, dificultando sobremanera el trabajo de discernir de manera pasiva las señales acústicas de los contactos sumergidos. Tampoco el radar tiene mucha utilidad en una zona en la que abundan cientos de pequeños barcos pesqueros, con lo cual el eco radar de un periscopio puede pasar totalmente desapercibido entre la maraña de retornos de ondas que se producen en dichas situaciones. Con todo, su rendimiento ha sido destacable.

Otra de las potenciales situaciones que los P-8 están entrenando en la actualidad es la integración con los Grupos de Combate que encabezan los portaaviones u otros grupos de tareas como son los ARG (Amphibious Ready Group) del USMC, o los Destroyer Squadron que se forman con la unión de 3 o 4 destructores y/o cruceros. En los inicios del programa, dada la carencia que padecía la US Navy de una aeronave de guerra antisubmarina de largo alcance desde la retirada en 2008 de los Lockheed S-3 Viking (en la actualidad las Alas Aéreas Embarcadas sólo cuentan con un pequeño destacamento de 4 o 5 Sikorsky MH-60R en el portaaviones y otros tantos desplegados en los destructores o cruceros que forman parte de su escolta), tenía la intención de asignar un destacamento de Poseidon a cada uno de los CSG (Carrier Strike Group) desplegados por todo el globo.

Sin embargo, la experiencia operativa ha demostrado que es más eficaz proporcionar apoyo directo a los buques dependiendo del teatro en el que se encuentren desplegados, mejorando la disponibilidad de aeronaves conforme van surgiendo las potenciales amenazas. Además se trabaja mano a mano con los helicópteros de cada Ala Aérea Embarcada, operando como una especie de nodo de comunicación entre las diversas unidades navales y aéreas. Por otra parte, en caso de combate esto proporcionaría recursos de ataque adicionales (pensemos que a día de hoy un helicóptero lleva entre 2 y 4 torpedos como máximo).

Al contrario que en Oriente Medio, donde las distancias respecto a los potenciales rivales son relativamente cercanas, en el Pacífico la cosa es diferente. Aquí hablamos de lo que los mandos denominan “tiranía de la distancia”, lo que obliga a mantener una serie de relaciones amistosas con Gobiernos aliados o simpatizantes, y trabajar de manera conjunta con sus propias FAS para proporcionar el paraguas adecuado. Es por ello que los destacamentos de aeronaves Poseidon por parte de la US Navy aumentan día tras día, lo que ha llevado a estos aparatos a realizar misiones en Japón, Singapur, Brunei, Tailandia… y con todos ellos se han practicado misiones ASW, AsuW eSR, todo ello en un arco defensivo que intenta marcar unos límites al Gobierno chino y a su cada vez más osada y ambiciosa Armada. Por esta razón, uno de los aspectos que más han destacado, ha sido el de mostrar el pabellón estadounidense en los alrededores de las numerosas islas artificiales que China ha ido “plantando” en el Mar del Sur de China.

El P-8 está demostrando una gran disponibilidad a pesar de operar en escenarios complejos, como Oriente Medio, en donde las condiciones ambientales no son las adecuadas. Foto – US Navy.

El tridente de Poseidón

Dado que ya hemos hablado parcialmente de sus posibilidades de combate, vamos a estudiar someramente sus capacidades de ataque.

El aparato presenta cinco puntos de anclaje en la bodega (empleados normalmente por los torpedos Mk-54) y otros seis bajo las alas que en la actualidad se emplean para portar los misiles antibuque AGM-84 Harpoon (teóricamente también podría emplear los AGM-84H/K SLAM-ER). Ambas son armas veteranas y de sobra conocidas, tanto que hasta los propios operadores del sistema declaran que el Harpoon ha sido una arma excelente, pero ha quedado anticuada, pues a día de hoy no puede proporcionar la precisión necesaria para operar con seguridad en áreas saturadas con múltiples contactos civiles (como puede ser el Golfo Pérsico).

Sin embargo, y es algo que a nadie le puede sorprender, recientemente la US Navy ha declarado su intención de convertir al P-8, aparato que ya tiene múltiples tareas asignadas, en un modelo aún más polivalente, lo que se va a realizar mediante la expansión de su arsenal. Aunque son numerosas las municiones que quieren incorporar, hay que recordar que nada más entrar en servicio los primeros ejemplares, afirmaron que un objetivo prioritario del programa era la introducción del sistema de armas HAAWC (High Altitude Anti-Submarine Warfare Weapon Capability).

Estamos delante del que sin duda, es un auténtico multiplicador de fuerza, como veremos a continuación. Se trata de un sistema revolucionario, el cual, a imagen de las bombas SDB, se fundamenta en acoplar un conjunto de alas plegables al cuerpo de un torpedo Mk-54, con el que se pretende aumentar de manera exponencial tanto la altitud a la que se puede lanzar el proyectil, como su alcance. Hay que recordar que el torpedo Mk-54 tiene restringida la cota de lanzamiento a un máximo de 100 pies, unos 30 m.

Cuando se añade este sistema es posible su lanzamiento a más de 30000 pies, unos 9.150 m de altura o, lo que es lo mismo, la altura de vuelo habitual del P-8. El conjunto se compone del mencionado kit de alas plegables, un ordenador de control de vuelo y un sistema GPS. Una vez lanzado, las alas se despliegan para, mediante el planeo dirigido, aumentar el tiempo de vuelo hasta un punto preestablecido donde el torpedo se desprende de sus alas y cae hacia la superficie del agua, ralentizado por un paracaídas.

Una vez bajo el agua, el Mk-54 inicia la caza del blanco mediante sus propios sensores. Además se espera que en un futuro se le incorpore un sistema de comunicación (data-link), lo que permitirá actualizaciones de la ruta de vuelo prefijada o incluso cambiar de objetivo, amplificando las posibilidades de éxito en enfrentamientos contra múltiples contactos sumergidos en un ataque coordinado entre las distintas plataformas (buques de superficie, UCAVs, otros submarinos…) en lo que se ha bautizado como escenario de enfrentamiento dinámico. Este hecho no es sólo beneficioso para reutilizar un arma ya lanzada, que se perdería sin remedio en otros casos, sino que además consiente una mayor flexibilidad a los operadores a bordo del P-8, maximizando el uso del limitado número de torpedos embarcados, dado que la prioridad de los blancos puede cambiar según evoluciona la batalla. Además, dota a esta aeronave de la capacidad de actuar como una reserva táctica para otras aeronaves de ala fija o rotatoria, e incluso con los correspondientes enlaces de intercambio de datos, también sería realmente útil para los submarinos aliados, actuando como un torpedo de ultra-largo alcance.

Otra ventaja del HAAWC está en la premisa de los ataques “stand-off” aumentando la supervivencia de la aeronave propia en escenarios contra múltiples amenazas, en los cuales puede darse el caso de que un submarino contrario pueda estar protegido por otras fuerzas. Estas pueden ser fragatas o destructores, el ala aérea embarcada de un portaaeronaves, o en caso de operar en aguas cercanas a la costa, por defensas antiaéreas o cazas interceptores, como parte de las estrategias de negación de área o contraincursiones.

Como hemos comentado, además facilita el vuelo a una mayor cota y velocidad, cuando normalmente en las aeronaves de guerra ASW el mayor riesgo es consecuencia del hecho de tener que volar a ras del mar y a baja velocidad. Aunque se aleja parcialmente del tema tratado en este trabajo, sin duda sería interesante adaptar este sistema al lanzamiento desde los VLS del tipo Mk-41, lo que aumentaría las distancias a las que atacar blancos sumergidos desde fragatas o destructores hasta mucho más allá de lo que permiten hasta ahora el ASROC, e incluso las variantes terrestres de defensa costera. Sirva de ejemplo en el que basarse el interesante concepto desarrollado entre Boeing y Saab en el que se dota de propulsión cohete a las SDB para poder ser lanzadas desde un MRLS.

En un futuro más o menos cercano, este kit se podría aplicar a otras disciplinas, por ejemplo a futuros drones sumergibles que podrán lanzarse desde mucha mayor distancia o a sonoboyas, con las cuales “tejer” una red de sensores mucho mayor y en un tiempo notablemente inferior, ya que la aeronave no tendría que sobrevolar los puntos marcados para lanzar una de dichas sonoboyas, como se hace actualmente de manera tradicional, es decir, en la vertical de vuelo del aparato.

Hablando de la futura polivalencia, en la actualidad y dentro de la US Navy, se puede decir que conviven dos corrientes de pensamiento relativas a lo que debe de ser el futuro de esta aeronave de patrulla marítima. Por un lado tenemos la escuela que podríamos llamar clásica. Esta sostiene que la comunidad de patrulla marítima debe mantenerse restringida al tradicional rol de Guerra Antisubmarina (ASW), Antisuperficie (ASuW) y control del mar, dejando otras tareas en manos de plataformas más adecuadas o específicas. Por otra parte, estarían los revolucionarios, que pretenden convertir al P-8 en un pseudo-bombardero, capaz de proporcionar apoyo aéreo, CAS, reconocimiento o incluso ataque a larga distancia mediante misiles de crucero.

Conviene, llegados a este punto, hacer un pequeño inciso; hay quien mantiene que los franceses han sido pioneros en la utilización de un avión de patrulla marítima como aeronave de ataque en los últimos años, y si bien es cierto que los Atlantique 2 han sido empleados por Francia para CAS mediante el uso de bombas GBU-12 durante las operaciones en Mali, nos podemos remontar en el tiempo hasta 1991, cuando los S-3 Viking emplearon bombas de racimo, convencionales e incluso misiles Maverick para atacar a las fuerzas iraquíes, destruyendo vehículos o posiciones SAM.

Volviendo sobre los puntos de vista enfrentados en el seno de la US Navy, es la segunda opción la que está tomando la delantera. En enero de 2020, el NAVAIR (Naval Air Systems Command) proclamó la intención de ampliar drásticamente el arsenal de armamento del P-8A, comenzando por la que se está convirtiendo en la munición favorita de la US Navy, el misil de crucero antibuque AGM-158C LRASM.

(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.

2 Comments

Leave a Reply