La guerra del Donbás

Una guerra de trincheras

Trinchera en la Guerra del Donbás. Fuente - Ministerio de Defensa de Ucrania
Trinchera en la Guerra del Donbás. Fuente - Ministerio de Defensa de Ucrania.

La Guerra en el Donbás se inició en 2014. Desde entonces ha sido testigo del uso de las más modernas tecnologías, como es el caso de la guerra electrónica por parte de Rusia o de drones cada vez más avanzados del lado ucraniano. A la vez, se han podido ver en funcionamiento armas tan antiguas las ametralladoras Maxim M1910 propias de la Primera Guerra Mundial. No es una coincidencia. En numerosos aspectos, en especial en los últimos años, los campos de batalla de Ucrania han guardado interesantes paralelismos respecto a los de la Gran Guerra: Trincheras, francotiradores, búnkeres, asedios y el uso masivo de la artillería han conformado un conflicto menos moderno de lo que el término “guerra híbrida” sugiere.

Las tensiones entre Ucrania y Rusia se inician en 2013, con el peligro de una mayor integración de Ucrania en la UE en perjuicio de Rusia. Es entonces cuando Rusia aplica sanciones al gigante de la confitería ucraniana Roshen, propiedad de Poroshenko, influyente hombre de negocios y ex-ministro de relaciones exteriores y comercio de Ucrania, como castigo tras su visita a Bruselas.

Rusia quería forzar a Ucrania a unirse a la Unión Aduanera, que no deja de ser una herramienta geoeconómica de Rusia, tal y como se vio en las sanciones a Roshen, a las que se unieron Bielorrusia y Kazajstán. Aunque solo momentáneamente, logró su objetivo de frenar la integración de Ucrania en la UE, lo que dio lugar a las protestas del Euromaidan contra el gobierno de Yanukovich el 21 de noviembre de 2013.

La virulencia de las protestas, así como la represión del gobierno, forzaron a Yanokovich a huir el 22 de febrero de 2014, siendo elegido como presidente interino el líder de la oposición, Olexander Turchynov. Esto provocó todavía mayor descontento, en este caso entre la población rusoparlante, acrecentando las revueltas, algo que fue aprovechado por la inteligencia rusa. Estas protestas, paralelas a la toma de Crimea por parte de tropas rusas en marzo, escalan con la llegada de civiles rusos para unirse a ellas. Los manifestantes toman edificios administrativos regionales en Donetsk, Luhansk, Kharkiv y Odesa, autoproclamándose alcaldes y gobernadores. Algunos de estos, así como multitud de manifestantes fueron posteriormente detenidos, en un intento de retomar el control por parte del gobierno ucraniano.

A primeros de abril la tensión aumenta un nuevo grado con la toma de edificios gubernamentales, entre ellos alguno perteneciente al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), robando además armamento de sus instalaciones. Aunque las fuerzas de seguridad consiguieran recuperar y estabilizar todas las ciudades menos Donetsk y Luhansk, el 12 de abril da comienzo la primera fase de la guerra, con el asalto de edificios gubernamentales por parte de hombres armados bajo el mando de Igor Girkin, un antiguo operativo del GRU (inteligencia militar). Los rebeldes logran hacerse con varias ciudades e incluso se producen un choque armado entre los hombres de Girkin y miembros del SBU ucraniano.

Es el 14 de abril cuando se inicia la denominada ATO (Anti-Terrorist Operation), una operación ideada para recuperar el territorio perdido en el este de Ucrania, pero que parte de una notable desventaja para el bando oficialista, pues sus cuarteles estaban al oeste del país, en muchos casos a gran distancia de las regiones en las que debían operar. Esto supuso un importante contratiempo que impidió responder con eficacia frente a la sublevación y posterior guerra, debido a los problemas logísticos.

El referéndum y la posterior proclamación de independencia de las repúblicas de Donetsk y Luhansk, el 22 de mayo, motivaron una nueva escalada en la ATO, pasando a estar dirigida directamente por el Ministerio de Defensa en en detrimento del SBU.

La ofensiva gubernamental se centró en rodear los enclaves rebeldes, aislar ambas repúblicas una de la otra, y a su vez de Rusia, país del que provenían numerosos voluntarios y mercenarios, en especial empleados de Wagner y operativos de las fuerzas especiales rusas, además de equipo militar de todo tipo. A punto de conseguir sus objetivos el gobierno de Kiev, a pesar de varios reveses debidos a las numerosas carencias de sus fuerzas armadas y batallones de voluntarios, se produjo la intervención rusa en agosto de 2014, ante la inminente caída de ambas repúblicas separatistas. Esta se produjo, en primer lugar, enviando destacamentos de reconocimiento y sabotaje y preparando el campo de batalla para la segunda oleada, a cargo de diversos BTG (Grupos Tácticos de nivel Batallón).

Estos últimos fueron la clave de lo que sucedería a continuación y los principales protagonistas de las batallas más importantes ocurridas durante el conflicto. En primer lugar, en ocasión de la batalla de Ilovaisk, en ese mismo mes de agosto, en la que tomaron parte rodeando a las tropas leales a Kiev, que poseían este estratégico enclave, lo que les permitía cortar las comunicaciones entre la República de Donetsk y Rusia. Tras rendirse, se garantizó a las tropas de Kiev un corredor seguro para su retirada, seguramente sin intención de respetarlo; durante la huída fueron masacrados, perdiendo numeroso material y personal, entre muertos, heridos y capturados. Incluso en algunas filmaciones que podemos encontrar por la Red es posible ver a los soldados rusos con su equipo Ratnik custodiando los puestos de control. Esta derrota, sumada al temor a una posterior invasión rusa, dio lugar a la firma del protocolo de Minsk I entre Kiev y los separatistas, una tregua que no fue respetada y que motivó la Segunda Batalla del Aeropuerto de Donetsk, iniciada el 28 de septiembre de 2014 y que se extendió durante los tres meses posteriores.

Es, no obstante, la batalla de Debaltsevo la que inicia la última fase del conflicto. Una vez más, tropas compuestas por voluntarios y uniformados ucranianos son rodeadas por varios BTGs rusos y rebeldes, hasta su desgaste y derrota. Una vez más una derrota ucraniana propicia la firma de un nuevo acuerdo, en este caso el protocolo Minsk II, que ayuda a enfriar el conflicto armado y a convertirlo en una guerra de trincheras estática. Entre las razones podemos citar como causa principal los límites en armamento, con unas zonas de seguridad en las que se prohíbe el uso de artillería de calibre superior a los 100 mm. Como era de esperar, se han cometido numerosas violaciones. Con todo, ha servido para desescalar el conflicto hasta límites aceptables.

En la imagen se pueden apreciar diversos obuses remolcados D-30 camuflados entre los árboles, intentando pasar desapercibidos ante los UAV que podrían dar las coordenadas a los artilleros enemigos.

Las FAS de Ucrania antes de la guerra del Donbás

Aunque se ha hablado mucho sobre la forma de hacer la guerra de Rusia, el estado de sus fuerzas armadas tras las reformas de 2008, etc, todo lo cual ha ayudado en parte a entender el conflicto, los expertos han dedicado mucha menos atención a las Fuerzas Armadas de Ucrania (UAF). La guerra no se entendería sin conocer el lamentable estado de estas previo al inicio de la contienda, algo que condicionó toda la campaña.

Como veremos más adelante, la Guerra del Donbás ha sido eminentemente urbana, lo cual exige de las tropas un alto nivel de entrenamiento, un gran número, y un equipamiento y doctrina adecuados, algo de lo que carecían a principios de 2014. Entre otros aspectos de la guerra urbana con los que no pudieron lidiar, podemos citar los siguientes:

  • La fragmentación del combate: en las ciudades, que se dividen en numerosos espacios compartimentados, el despliegue de las formaciones hace que se fragmenten en pequeñas unidades tácticas, lo que provoca que los mandos inferiores cobren especial relevancia. En este sentido los suboficiales y oficiales de menor rango ucranianos carecían de esta preparación, algo que se dejó sentir prácticamente desde los primeros compases del conflicto.

  • Volumen de efectivos: las ciudades, con sus cientos o miles de edificios, distintos niveles (desde el techo de los edificios al subterráneo), callejones, etc, requieren un mayor volumen de efectivos. Tanto los rebeldes como las UAF carecían del número suficiente para poder llevar a cabo estas operaciones. El gobierno de Ucrania se vio forzado a recurrir al reclutamiento algo que fue paliado en parte gracias a los batallones de voluntarios. En ambos casos, en especial al comienzo de la guerra, la calidad de sus componentes dejaba mucho que desear debido al pobre entrenamiento y disciplina. Además, en el caso de las tropas regulares la moral era muy baja.

  • Armas combinadas: la combinación de las diferentes armas; artillería, arma acorazada, infantería, ingenieros, etc, requiere de numerosos ejercicios para una perfecta integración y para poder aprovechar así las capacidades de cada uno. Las UAF apenas realizaba ejercicios militares antes de la guerra por falta de fondos y estos prácticamente nunca implicaban a unidades de tamaño superior al de una compañía.

Curiosamente, al menos sobre el papel la UAF contaba con 125.482 hombres poco antes del inicio de la contienda, según el por entonces ministro de defensa, Ihor Tenuikh. De estos, el 11 de marzo de 2014 solo tenía unos 6.000 preparadas para el combate de los 41.000 que componían el ejército de tierra. Formaban lo que se conoció como Fuerza de Reacción Inmediata.

El estado del material también era deplorable, con un 90-95% de este heredado de época soviética y totalmente desfasado o aquejado de un desgaste excesivo, lo que provocó numerosas pérdidas de vehículos por fallos mecánicos. De los 800 vehículos blindados (carros, VCIs, APCs, artillería autopropulsada, etc) perdidos en los dos primeros años de la guerra, la mitad habían sido abandonados por sus tripulaciones debido en su mayor parte a averías y en menor medida a daños leves causados por el enemigo. Al menos, el material, gracias al incremento sustancial del presupuesto de defensa, fue reparado y reacondicionado en grandes cantidades durante los años 2014 y 2015, un proceso que se ralentizó a partir de 2016 debido a la bajada en intensidad del conflicto. Tan solo el equipamiento de las unidades que participaban en ejercicios o misiones internacionales estaba en buenas condiciones, lo que debe servir para poner de relieve dos aspectos muy relacionados:

  • La falsa imagen que puede dar un ejército de cara al exterior durante los ejercicios, especialmente si estos no son realistas. En este sentido, todos tenían excesiva confianza en las capacidades de las Fuerzas Armadas de Ucrania antes del conflicto.

  • La importancia de este tipo de misiones y ejercicios de cara a contar con un núcleo altamente preparado y bien equipado, algo de lo que Ucrania carecía, debiendo confiarlo todo a las levas.

Otro factor clave, especialmente en la etapa inicial, tuvo que ver con el alto nivel de infiltración rusa en la inteligencia, fuerzas de seguridad y ejército ucranianos. Además, los lazos informales entre los miembros de ambos ejércitos llegaron a cortarse, lo que supuso la defección de mandos ucranianos tras la anexión de Crimea, pasando a servir bajo bandera rusa.

A pesar del embargo que Rusia impuso a Ucrania, este país ha sido capaz de importar algunos componentes rusos destinados a sus Fuerzas Armadas a través de una red de intermediarios y con ayuda de compañías de Bielorrusia, y en menor medida Moldavia. Por otra parte, la ayuda norteamericana/occidental se ha basado principalmente en armamento o material no letal, además armas ligeras y equipos que no han tenido un gran impacto en el devenir de los acontecimientos. Por ejemplo, los radares contrabatería AN/TPQ-48 proporcionados por los EE. UU. han sido de escasa validez debido a su corto alcance. Fue algo deliberado, pues Washington pretendía que Ucrania no escalase la situación.

Conjunto de trincheras con posiciones reforzadas a un lado de la carretera y tras la línea de árboles. Este tipo de posiciones permiten, en caso de que el enemigo avance por la vía o bien trate de alcanzarla en perpendicular, concentrar una gran potencia de fuego sobre las tropas contrarias. Además, normalmente se sembraban minas en puntos de paso obligado para maximizar el efecto de la emboscada.

La guerra del Donbás: una guerra sin aviación

Una característica propia de la guerra del Donbás ha sido el nulo papel de la aviación. Ni los rebeldes, que carecían de ella, ni Rusia, ni Ucrania la han utilizado más que de forma anecdótica.

En cuanto al bando ucraniano, en un primer momento utilizaron aeronaves para castigar las posiciones rebeldes y para transportar tropas y material, pero la alta tasa de derribos terminó con esta práctica. Esto se debió a carencias en el equipamiento y en los pilotos. De los 507 aviones y 121 helicópteros disponibles sobre el papel en 2014 solo el 15% de ellos estaba en condición de volar al inicio de la guerra.

La Fuerza Aérea de Ucrania carecía de capacidades de Supresión de Defensas Aéreas Enemigas (SEAD), imprescindibles para neutralizar las modernas defensas aéreas rusas. Si en general los pilotos carecían de las horas y el entrenamiento para misiones de combate menos complicadas, a esto se unía a la falta de equipos de guerra electrónica para poder sobrevivir a esas misiones.

Ucrania también dependía mucho del mercado ruso para comprar repuestos de sus aparatos, un suministro que lógicamente quedó interrumpido salvo por el mercado negro. Como consecuencia, el uso de helicópteros para rescate o transporte, aunque no fuese en combate, se ha reducido al mínimo por la baja operatividad de la flota y eso aun cuando desde 2014 solo vuelan a muy baja altura y siempre a retaguardia, no acercándose nunca a menos de 30 km de la línea del frente.

A pesar de que los rebeldes contaban tan solo con defensas aéreas de baja cota, pronto recibieron sistemas Buk-M1 por parte de Rusia. Esto supuso una amarga sorpresa para los ucranianos, que seguían unas rutas de vuelo lo suficientemente altas como para evadir cualquier SAM rebelde, especial los MANPADS, pero ante los Buk, de mucho mayor alcance, poco podían hacer.

Por el lado separatista, se carecía de fuerza aérea, ya que la Fuerza Aérea en su mayor parte estuvo del lado gubernamental. Tampoco pudieron apoderarse de aeronaves o disponían de capacidad para operarlas. Esto hubiera supuesto una carga logística excesiva y muy especializada. Por supuesto, tampoco Rusia podía aportar su Fuerza Aérea. El motivo era obvio, en un primer momento para mantener la negación plausible, y tras la intervención terrestre, la implausible. Pero si Rusia no hubiera suministrado sistemas SAM a los separatistas, se hubiera encontrado con un problema, al poder ser atacada la artillería propia, o al menos la de sus proxies, eliminando el factor más importante de las fuerzas rusas. Es por ello que suministró modernas defensas aéreas a los rebeldes, para mantener la simetría de capacidades y negar a Ucrania los cielos. A pesar de no poder usar Rusia su fuerza aérea, salvo de manera disuasoria y dentro del espacio aéreo ruso, esto no hizo falta, tal y como hemos visto con el uso combinado de UAVs y artillería.

La ausencia de aviación/artillería de precisión también tuvo consecuencias, sobre todo a la hora de eliminar objetivos puntuales como francotiradores, o a la hora de realizar apoyo cercano a tropas en pleno combate contra un enemigo que estuviera cerca. Estos solían operar a distancias bastante cortas, por lo tanto el uso de artillería de tubo/cohetes no estaba indicada contra estos, ya que había posibilidades de causar fuego amigo. Por tanto, se recurría a fuego directo en forma de carros de combates o artillería y cañones sin retroceso SPG-9.

Estación de guerra electrónica camuflada a las afueras de Donetsk. La superioridad del bando rebelde durante la guerra del Donbás en este campo concreto ha sido aplastante gracias a la ayuda rusa, con especial incidencia sobre los drones ucranianos y las comunicaciones militares.

La guerra del Donbás: guerra urbana

Hasta bien entrada la revolución industrial las ciudades tan sólo albergaban una pequeña parte de la población mundial, algo que ha ido cambiando progresivamente desde entonces. Ya en el siglo XX, la importancia de las urbes queda patente también en las contiendas bélicas, pero no es hasta la II Guerra Mundial cuando los ejércitos se ven forzados a luchar sistemáticamente por la toma o la defensa de las ciudades, con alrededor del 40% de los combates produdiéndose en dicho escenario.

Se convierte así la ciudad en uno de los puntos estratégicos de mayor importancia y es que las ciudades son los bastiones del poder estatal, el epicentro de la actividad política, industrial, económica y comercial, las comunicaciones, la cultura y los centros de las redes de transporte. Como consecuencia, la tendencia hacia la urbanización de la guerra ha ido en aumento y todo indica que seguirá haciéndolo en el futuro.

Centrándonos en la región del Donbás, esta está altamente urbanizada, con la población étnica rusa sobrerrepresentada. Este factor es clave durante los inicios de las revueltas, ya que los edificios gubernamentales de varias ciudades de Donbás fueron tomadas por los rebeldes gracias al apoyo de la población local, rusoparlante.

Aunque las ciudades sean de por sí puntos de alto valor estratégico, también hay que señalar que precisamente los lugares en donde se dieron las mayores batallas constituían importantísimos nodos ferroviarios, además de otros activos que los convertían en puntos estratégicos. Aunque el objetivo principal de Rusia ha sido conservar la integridad de las dos repúblicas separatistas, de ahí su intervención ante la incapacidad de las fuerzas irregulares para hacerlo, su entrada en el conflicto también ha estado motivada por el interés en tomar infraestructuras que permitieran a ambas regiones separatistas operar independientemente de Ucrania. Estas, por supuesto, solían estar también en las ciudades.

No resulta exagerado decir que la mayor parte de las principales batallas de la Guerra de Donbás han sido asedios, salvando el raid de Zabrodski. Tenemos, entre otras, la segunda batalla por el aeropuerto de Donetsk, el de Luhansk, o los sufridos por las ciudades de Ilovaisk y Debaltsevo. Aunque el bando gubernamental también sitió algunas urbes, esta práctica solo alcanzó su mayor dimensión gracias a la ayuda rusa. Tras esto, los miembros del bando pro-Kiev son sitiados en cada una de las ciudades o aeropuertos en donde estaban. Es por ello que nos centraremos más en los sitios realizados por el bando prorruso con apoyo de los BTGs.

La importancia de las urbes en la Guerra de Donbás puede achacarse, además de a lo ya explicado, a tres factores:

  • Creciente urbanización: ese desplazamiento de la población del campo a la ciudad conlleva, además, el desplazamiento de los problemas políticos. La región del Donbáss está altamente urbanizada y es demográficamente densa. El 90,4% de la población del oblast de Donetsk es urbana, mientras que la del Luhansk el 86,8%.

  • Condiciones políticas internas cada vez más volátiles: es un fenómeno propio de los países en desarrollo que Rusia ha sabido explotar en el caso de las ciudades de mayoría rusoparlante del este de Ucrania, apoyando a los sublevados y operando en el dominio de la información para imponer un discurso favorable a la rebelión contra Kiev.

  • Cambios en el carácter del conflicto armado debidos a la predominancia de actores no estatales armados, que aprovechan el entorno urbano para intentar suplir la asimetría de fuerzas respecto a las fuerzas estatales. Esto coincide con la primera fase de la guerra en Ucrania, en la cual grupos armados organizados de separatistas tomaron los edificios estatales y asumieron cargos políticos con el apoyo posterior de voluntarios rusos, mercenarios proporcionados por el estado ruso a través de Wagner, agentes de inteligencia rusa, etc.

El modus operandi ruso fue muy similar al de la Segunda Guerra de Chechenia. En esta, por ejemplo en la aproximación a Grozni, en aquellas zonas semiurbanas en las cuales encontraban resistencia, se rodeaba, aislaba y bombardeaba con artillería hasta que se rendían. Posteriormente las tropas se internaban en la población, limpiándola de enemigos. Son parte de las lecciones aprendidas a sangre y fuego durante la batalla por Grozni en la Primera Guerra de Chechenia. Al igual que se hizo en las poblaciones de menor tamaño, cuando alcanzaron Grozny la ciudad fue igualmente aislada y bombardeada tanto por la artillería como por la aviación. En la guerra del Donbás esta segunda opción no estaba disponible, pero el uso combinado de UAVs y artillería, así como el largo alcance de ésta, y la cercanía de los objetivos, permitieron sustituirla.

Este tipo de bombardeos de artillería también tiene sus semejanzas con los llevados a cabo por la URSS durante la Segunda Guerra Mundial. Si el ejército ruso llegó a las inmediaciones de Grozny a mitad de octubre, el bombardeo de la aviación y de la artillería se prolongó hasta diciembre. La artillería “preparaba” diversas zonas demoliéndolas para la posterior entrada de las tropas terrestres. Sin embargo, la falta de munición guiada en cantidades significativas implicaba que no se podía apoyar a las tropas en combate cerrado. Esto mismo ocurriría en Donbáss, ya que el ejército ruso sigue teniendo como asignatura pendiente contar con un stock amplio y flexible de municiones guiadas.

Aunque sea un método indiscriminado contra la población civil presente en las urbes, su eficacia ha sido demostrada. Según Marine Corps Intelligence Activity, “en términos generales, el lado menos preocupado por la seguridad de la población civil tiene la ventaja, especialmente si esto se combina con un desprecio por informar sobre la verdad y la habilidad para manipular la opinión internacional”. Aunque precisamente hemos pretendido alejarnos de la guerra de información, esta es utilizada en combinación con los aspectos más convencionales de la guerra que tocamos en este artículo. Por tanto, a la vez que se asedia una ciudad como Debaltsevo, y se ataca indiscriminadamente con artillería, Rusia utilizó la guerra de información para moldear ese dominio en su favor. Por supuesto, ambos bandos atacaron núcleos de población de manera indiscriminada y lo cierto es que ese desprecio por la población civil tuvo los efectos deseados en cuanto a eficacia.

Por norma general un asedio comprendía el establecimiento de puestos de control reforzados, trincheras, etc, en los puntos de acceso estratégicos. Aisladas las fuerzas ucranianas, eran castigadas con fuego indirecto de artillería de tubo y de cohete, morteros, y fuego directo procedente de carros de combate relativamente modernos como los T-72B3 y T-90A, al menos en comparación con los vetustos T-64 ucranianos, sin modernizar en su mayoría.

Es posible, dado el poder de fuego mostrado por Rusia a través del despliegue de varios BTG, que los asedios pudieran haber sido mucho más intensos y durado menos. Sin embargo había buenos motivos para prolongar los asedios:

  • La aniquilación de cientos o miles militares ucranianos por parte de Rusia hubiera puesto en un serio aprieto a esta última frente a la comunidad internacional. Si ya resultaba difícil jugar con la negación implausible (no confundir con la negación plausible que explicamos en los números 5, 8 y 12), semejante acción hubiera tenido importantes consecuencias para un país expuesto a las sanciones.

  • Rusia busca sentar al gobierno de Ucrania en la mesa de negociaciones aprovechando su posición desesperada y su intención de evitar una matanza. Fue así en parte como se llegó a Minsk I tras el asedio de Ilovaisk, y a Minsk II con el de Debaltsevo.

Además, no hay que descartar la posible búsqueda del efecto disuasorio que se consigue con el lento desgaste de las tropas sitiadas. Esto es válido también de cara a la población civil para reducir el apoyo a las tropas oficiales y disminuir el número de efectivos que se enrolaban en los batallones de voluntarios, claves en esta guerra al cubrir la carencias de la UAF.

La artillería ha tenido un protagonismo especial en el conflicto, causando en ambos bandos en torno al 85% de las bajas. Sin embargo, la que ha destacado y sorprendido al mundo ha sido la de Rusia gracias, entre otros motivos, a las innovaciones introducidas en materia de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR), con especial relevancia por parte de los drones.

El largo alcance de la artillería rusa, que llega a los 90 Km en el caso de los MLRS de 300 mm, junto con los potentes medios ISR: radares contrabatería, fuerzas especiales, drones, sistemas de escucha electrónica, etc, les ha permitido atacar a distancia de seguridad (a lo que ha contribuido la presión de EE. UU. a Ucrania para que no respondiera al fuego evitando así una imprevisible escalada), restando fuerza a las operaciones ucranianas sin exponerse, y concentrando un fuego masivo con mayor precisión.

La letalidad de la artillería rusa también se vio aumentada gracias a la amplia panoplia de municiones y submuniciones a su disposición. Es el caso de la Munición Convencional Mejorada de Doble Propósito (DPICM), la munición dispensadora de minas, la utilización de espoletas radiocontroladas y otros tipos de sensores, las municiones top-attack, las cabezas termobáricas, etc. Además, gracias al uso de la guerra electrónica, Rusia ha podido interferir la artillería con espoletas radiocontroladas utilizada por Kiev, reduciendo así su eficacia.

El uso combinado de estas municiones, unido al escaso blindaje de los transportes de personal blindados (APC) de la familia BTR y vehículos de combate de infantería (VCI) de la familia BMP/BMD, hizo que la tasa de pérdidas fuera realmente alta. Estos no protegían, no ya contra ataques directos, sino tampoco contra las mismas esquirlas de la artillería. Por desgracia para sus tripulantes, los carros de combate presentes en el conflicto tampoco estaban mucho mejor preparados, debido a su escasa protección superior y a los huecos sin proteger que dejaban los ladrillos de blindaje reactivo.

El uso profuso de la artillería por parte de ambos bandos, pero en especial por el prorruso, provocó que se optara por excavar trincheras, preparar posiciones bien fortificadas, y esconder los vehículos tanto de la vista de los UAVs como del fuego indirecto. Es por ello que ha primado la construcción de defensas estáticas y el camuflaje, sobre la maniobra. Incluso los ucranianos han utilizado sus propios UAVs para monitorizar las firmas de sus propias posiciones.

Pero la preparación de defensas no solo se ha realizado ante una posible ofensiva enemiga, primero por parte rebelde, para aguantar los ataques gubernamentales al inicio de la contienda, y luego por el lado ucraniano frente a los rebeldes y las tropas regulares rusas. También se han utilizado para cubrir retiradas y establecer líneas de defensa, como en el caso de la batalla de Debaltsevo. En este caso, se pudo constatar la construcción de sólidas trincheras, con sus búnkeres excavados a 2 metros de profundidad, además de la utilización de numerosos troncos para proteger el techo. Así se protegía la ruta de retirada a Artemivsk.

Para contrarrestar esto, Rusia ha utilizado armamento termobárico, como el TOS-1 Buratino y misiles guiados Kornet en su variante termobárica 9M133F-1. Los efectos de este tipo de armas están optimizados contra un enemigo atrincherado, o escondido en edificaciones o cuevas.

Otro aspecto que ha hecho que los combates sean estáticos es el uso de la guerra electrónica por parte de Rusia para localizar las emisiones ucranianas y después destruir las fuentes de estas. Esto llevó al bando gubernamental a reducir significativamente el nivel de las comunicaciones y a operar las radios y demás equipos electrónicos emisores remotamente. Claro está, todo ello redundó en una menor coordinación, lo que a su vez provocó que los jefes de las unidades más pequeñas se vieran forzados a asumir más riesgos a la hora de tomar decisiones.

Llegados a este punto conviene hacer un pequeño inciso y citar, aunque sea de pasada la batalla de Zelenopillya, un claro ejemplo de sitio, pero en este caso en el dominio electromagnético. Durante la misma Rusia hizo gala de su capacidad para aislar a varias unidades en un espacio físico gracias a su aislamiento previo en el dominio electromagnético. Una vez sin comunicaciones y localizadas sus posiciones, fueron destruidas aprovechando la mayor potencia de fuego. Todo ello supuso un shock importante para los ucranianos, así como una notable demostración tanto de las capacidades rusas en guerra electromagnética como de llevar a cabo operaciones interdominio.

Se trata de avances fascinantes, pero no todo en este conflicto ha sido así. Muchas otras prácticas, pese a demostrarse efectivas, podrían parecernos mucho más arcaicas, como el uso intensivo de trincheras que analizamos a continuación.

La guerra del Donbás: una guerra de trincheras

La situación en Ucrania, en especial tras el enfriamiento del conflicto posterior a Minsk II, muy bien podría ser descrita como “la Primera Guerra Mundial con tecnología del siglo XXI”. Esto es debido al uso generalizado de trincheras a lo largo del frente por ambos bandos, al estancamiento de las operaciones y la guerra de desgaste a la que se han visto abocados.

Las mayores amenazas en el Donbáss provienen de los francotiradores y la artillería/morteros. Estos últimos cobran mayor letalidad gracias a los UAVs, que se utilizan para buscar y proporcionar coordenadas con las que realizar fuego indirecto, por lo que el camuflaje es fundamental para aumentar la supervivencia. Esto se pone de manifiesto en el cuidado que tienen los combatientes a la hora de mimetizar los vehículos y de poner cubiertas con redes o vegetación a las posiciones, algo que vienen haciendo desde incluso antes del enfriamiento del conflicto. El temor a ser descubiertos por los drones y al subsiguiente fuego indirecto han terminado por estancar la lucha, negando cualquier posible maniobra. Tan solo durante la noche, debido a que ninguno de los dos bandos operaba apenas sistemas de visión térmica, y menos a bordo los UAV, se podían realizar movimientos con seguridad, buscando donde ocultarse para cuando fuera de día, aprovechando las arboladas, por ejemplo.

Precisamente las zonas arboladas han sido muy codiciadas a la hora de poner posiciones desde el inicio de la contienda. Numerosas carreteras están flanqueadas por hileras de árboles en donde se esconden los vehículos blindados o entre los cuales se cavan trincheras. También en los diferentes campos de cultivo o praderas hay líneas de árboles que los delimitan y son aprovechados para establecer pozos de tirador que pueden controlar estos amplios descampados y sirven para observar las posiciones enemigas sin exponerse ni a la visión directa, ni a los drones. Aún así, las zonas arboladas suelen ser atacadas por pura precaución, ya que son aprovechadas no sólo para establecer estas posiciones, sino para situar material pesado en ellas, como camiones o carros.

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