El tema de la defensa europea en general y de la «autonomía estratégica» en particular, está cada vez más de moda, multiplicándose los artículos y estudios que abordan el asunto, desde que el presidente Trump sembrara la semilla de la duda de si los EE. UU. mantendrán sus pactos de defensa con Europa. La cuestión a dilucidar es si Europa y más concretamente la Unión Europea, más allá de los pensamientos desiderativos, puede ser realmente autónoma militar y estratégicamente.
Además, en el hipotético caso de poder serlo desde un punto de vista meramente material, se abren otras dos cuestiones no menos importantes. Por un lado, el coste económico de desplegar esa mejorada fuerza militar europea. Por otro, y no menos importante, la viabilidad y realismo político de tal proyecto, dado el gran número de países sin un liderazgo hegemónico y con intereses divergentes.
En el artículo se hará una exposición del fuerte desequilibrio militar a favor de Rusia en el este de Europa, las carencias en cuanto a capacidades y generación de fuerzas de los europeos occidentales, y el coste económico que supondría tener una fuerza de disuasión convencional europea.
Europa autónoma frente a Rusia
El primer desafío que debería afrontar una Europa estratégicamente autónoma, sería el hecho que Rusia es, con diferencia, la principal potencia militar del continente.
Rusia cuenta con unas fuerzas armadas mucho más grandes que las de cualquier país del este u occidente europeo, incluyendo Francia, Alemania y Reino Unido. Tiene, además, la ventaja de poder operar militarmente junto a su frontera, mientras que Francia, Reino Unido y otras potencias Europeas tendrían que establecer grandes líneas logísticas para llegar al teatro de operaciones.
Los países del este europeo, por su parte, tienen menor población, PIB y muchas menos capacidades de defensa que los países de Europa occidental. Aunque el conjunto de Europa tiene más población y PIB que Rusia, hay un fuerte desequilibrio militar a favor de Rusia.
Rusia tiene una fuerzas armadas de más de 800.000 militares (según el Military Balance), además de una gran fuerza paramilitar (unos 500.000). Polonia, el siguiente país con las fuerzas armadas más numerosas de europa oriental, tiene suma unos 105.000 efectivos. El desequilibrio en aviación de caza, bombarderos, artillería, carros de combate, misiles de crucero, etc, es todavía superior en favor de Rusia.
Hay que tener en cuenta, que el mayor tamaño de Rusia también proporciona ventajas para hacer economías de escala y poder generar también un superior número de unidades de maniobra y combate. Por ejemplo, un estado con unas fuerzas armadas de 800.000 efectivos puede generar muchos más batallones, brigadas, divisiones, escuadrones de caza, número de fragatas, etc, que el que podrían generar diez países con fuerzas armadas de 80.000 efectivos cada uno.
Por lo tanto, para evaluar el equilibrio de poder en Europa no podemos simplemente sumar el personal de cada fuerza armada y hacer operaciones aritméticas. Un método más adecuado es intentar calcular la cantidad de unidades de maniobra, combate y apoyo que puede generar cada país o coalición a considerar.
Rusia, para un escenario de guerra europea, solo empleando los efectivos de sus Distritos Occidental y Sur, podría generar unos 55 grupos de batalla o BTGs (el equivalente a una agrupación táctica o batallón reforzado), además de una gran cantidad de batallones de artillería de campaña y de teatro (como las brigadas de misiles Iskander), artillería antiaérea y de helicópteros.
Como puede comprobarse en la siguiente imagen, solo con las fuerzas del distrito militar occidental, Rusia podría generar 25 batallones de maniobra, 10 de artillería y 6 de helicópteros de ataque. Además, también podría generar una gran cantidad de escuadrones de cazas y bombarderos, que podrían lanzar salvas de cientos de misiles de crucero y otras municiones de precisión.
Debe recordarse, que muchos países de Europa del este y del norte tiene tensas relaciones con Rusia, y en el caso de que quisiera establecerse una Europa estratégicamente autónoma, eso requeriría la capacidad militar de responder a la amenaza militar rusa y poder mantener una Europa unida y autónoma desde el punto de vista estratégico.
De lo contrario, esa Europa dejaría de estar unida y los países bajo amenaza rusa deberían acordar sus asuntos estratégicos con Rusia (no con el resto de europeos) de forma individual. Esto implicaría repartir Europa en esferas de influencia, con un gran segmento de Europa bajo la influencia rusa, destruyendo el proyecto de autonomía estratégica europea.
Como se ha analizado en múltiples juegos de guerra, Rusia podría invadir los países bálticos en cuestión de días incluso con la actual presencia militar de la OTAN y de EE.UU en esos países y solamente con las fuerzas de su Distrito Occidental.
Para ejemplificar ese desequilibrio de poder en Europa oriental, la RAND publicó en 2016 uno de los muchos juegos de guerra que se han hecho en los últimos años para estudiar los desequilibrios militares en la región (Reinforcing Deterrence on NATO´s Eastern Flank). En solo 60 horas las fuerzas rusas del Distrito Occidental alcanzarían Tallin y Riga, a pesar de la presencia de fuerzas de la OTAN.
No obstante, el juego fue criticado por el escaso Arte Operacional del plan ruso, ya que militarmente hay planes mucho más inteligentes. Otra crítica es que el plan ofensivo ruso no se corresponde con la actual doctrina rusa que poco tiene mucho que ver con el arte operacional de la época soviética. Sin embargo, estas críticas son injustas porque ese juego en particular está basado en un supuesto político de guerra limitada, que debería dar ventaja defensiva a los bálticos y fuerzas OTAN. La clave a tener en cuenta es que sin los EE. UU. en el continente, el resultado del juego sería todavía mucho más favorable a Moscú.
En la RAND se ejecutaron otros muchos juegos no publicados (como los de las siguientes fotos) en forma de estudio, y los resultados siempre mostraban una gran superioridad rusa local en el este europeo, incluso con los EE. UU. implicados en la defensa europea.
Los desequilibrios presentes en el este europeo se muestran en las siguiente imagen , en el que se evidencia una gran superioridad en número de soldados, carros de combate, vehículos de combate de infantería, artillería autopropulsada, etc (extraída de «Deterring Russian Aggression in the Baltic States Through Resilience and Resistance») . Hay que tener en cuenta que apenas representa las fuerzas que Rusia podría generar solo con su Distrito Occidental y con un breve lapso de tiempo para la movilización. Las fuerzas OTAN incluyen el equivalente a dos brigadas de los EE. UU..
Es de destacar, como se ve en la siguiente imagen, que los EE. UU. despliegan para la defensa de los países bálticos el doble que el resto de aliados.
Más adelante en el artículo se clarificará esa gran deficiencia de fuerza que pueden generar de manera eficaz (lista para el combate) los países europeos.
La cifra de superioridad en cuanto a aviones de combate de la OTAN (sin los EE. UU.) es bastante engañosa (2.500 contra 1.200), e induce a la confusión. Aunque es verdad que en aviación OTAN sin contar con la USAF aún tendría superioridad europea respecto a Rusia, ha de tenerse en cuenta que en caso de guerra, este país cuenta con unas formidables defensas antiaéreas, por lo que no podría haber superioridad aérea europea en ese conflicto. Además, hay un déficit de aviones de cuarta generación más avanzados para enfrentar a los Su-30, Su-35, etc.
Recordemos que las capacidades de supresión de defensa aérea (SEAD) de la OTAN son principalmente norteamericanas. La aviación europea sencillamente no puede destruir las defensas aéreas rusas y un conflicto militar debería librarse sin superioridad aérea y sin poder hacer misiones de apoyo aéreo cercano e interdicción sobre el campo de batalla a riesgo de sufrir pérdidas masivas y prohibitivas.
Hay que recordar que junto a esas baterías de misiles antiaéreos, los rusos operarían escuadrones de cazas Su-35, Su-30 o Mig-31. Al tener que enfrentarse a esos cazas junto a la potente artillería antiaérea rusa, las potencias europeas no podrían hacer una campaña SEAD contra las baterías rusas como la que hizo Israel contra las sirias en la guerra de 1982, por más que los europeos invirtiesen grandes cantidades de dinero en desarrollar capacidades SEAD.
Los que recuerden lo que le pasó a Israel en la guerra del Yom Kippur en 1973 contras las defensas aéreas egipcias, lo entenderán bien. Israel sufrió docenas de derribos entre sus cazabombarderos en solo unos días mientras intentaba dar apoyo aéreo, teniendo que suspender esas operaciones aéreas hasta que la maniobra del general Sharon, cruzando el canal de Suez y luego maniobrando al sur, destruyó las baterías de misiles tierra aire, permitiendo a la aviación de Israel volver a dar apoyo aéreo.
La única posibilidad pasaría porque los países europeos desplegasen cazas muy superiores a los Su-35, como es el caso de los modelos de quinta generación F-22 y F-35, pero esos son aparatos norteamericanos, por lo que debe eliminarse de la ecuación si queremos hablar de autonomía estratégica europea.
Las tres siguientes imágenes corresponden con la representación de otro de los juegos de guerra ejecutados por parte de RAND, de acceso restringido y no publicados (aunque sí las imágenes con permiso).
Generación de fuerzas de los ejércitos europeos
Respecto a la capacidad las principales potencias militares de Europa occidental (Francia, Reino Unido y Alemania), para generar fuerza de maniobra con la que defender a sus aliados orientales en caso de crisis o conflicto con Rusia, para equilibrar la situación estratégica y ser Europa realmente autónoma (no troceada en esferas de influencia por los rusos), es bastante decepcionante.
En otro estudio de la RAND se estimó la capacidad de esos tres países a la hora de generar una fuerza terrestre en 30 días, y se calculó que Francia podría como mucho generar una brigada, Alemania otra y el Reino Unido una agrupación táctica o una brigada con más de 30 días de preparación (ver en «The Abilities of the British, French, and German Armies to Generate and Sustain Armored Brigades in the Baltics»).
No podemos olvidar el reducido tamaño de los ejércitos europeos occidentales contemporáneos. Además, a ello se suma que cada unidad no está permanentemente lista para el combate, sino que debe ejecutar ciclos de formación, descanso y preparación para el combate, en los que se van cumpliendo hitos para que la unidad esté realmente operativa y no simplemente para desfilar o hacer tareas de guarnición.
Para colmo, el mantenimiento material de las fuerzas armadas europeas deja mucho que desear, con cantidades importantes de material sin los debidos repuestos o sin personal formado para operarlo. Por ejemplo, Alemania no podría generar mucha más fuerza (con suficiente capacidad operativa) en lapsos superiores de tiempo, y el material de transporte de las unidades terrestres francesas ya está al límite de su vida útil por el constante despliegue de fuerza en el Sahel.
Además, para oponerse a la gran cantidad de carros de combate y misiles anticarro rusos, Francia, Alemania y Reino Unido, apenas poseen algo más de 200 carros cada uno. Una cifra a la que debemos restar los que no tienen un adecuado nivel de mantenimiento, pudiéndose desplegar luego solo una fracción de los mismos.
Con dos o tres batallones de maniobra por brigada, una coalición de Francia, Alemania y Reino Unido (sumando unos 6 u 8 batallones de maniobra) no podría oponerse a los 25 batallones de maniobra rusos que podrían generar en cuestión de semanas o un mes, en el caso de su Distrito Occidental. Sería aún menos rival de añadirse los 30 batallones del Distrito Sur (reforzados por unidades de los Distritos Oriental y Central para tareas de guarnición, etc), que sumarían unos 55 batallones de maniobra.
Como se ha demostrado en múltiples ejercicios militares durante estos años, Rusia es capaz de generar y movilizar una gran fuerza en cortos periodos de tiempo.
Además, en cuanto a artillería los europeos son muy inferiores respecto a la artillería de las brigadas y divisiones rusas (de mayor alcance y mucho más numerosa), teniéndose que añadir las brigadas y unidades de artillería independientes que apoyan la maniobras de los batallones de las brigadas y divisiones de infantería (acorazadas, mecanizadas y de fusileros).
Por otra parte, la operatividad y capacidad de generación de fuerzas (y economías de escala) de países como España, Italia, etc, es inferior a la francesa o alemana, por lo que no podrían compensar la inferioridad de las tres potencias principales de Europa occidental (además que los rusos pueden trasvasar fuerzas adicionales procedentes de otros distritos como el Central y Oriental).
El pobre desempeño de los europeos en la campaña aérea de Libia 2011
La escasa capacidad europea para librar una guerra por sí sola, incluso contra un enemigo de muy inferior categoría a la Federación Rusa, pudo comprobarse durante la campaña aérea contra Libia en el año 2011.
Esa guerra de la OTAN contra el régimen de Gadafi comenzó de manera unilateral por parte europea, cuando Francia comenzó a realizar ataques por orden del presidente Sarkozy, sumándose a estos posteriormente el Reino Unido. No obstante, desde el comienzo fue evidente que franceses y británicos no podían hacer la guerra por sí solos, por lo que arrastraron a los EE. UU. a intervenir y con ello, a la OTAN
En el extenso estudio de la campaña aérea aliada durante la guerra de Libia de 2011 «Precision and Purpose. Airpower in the Libyand Civil War», se leen los siguientes pasajes.
(Desde la página 101) «La totalidad de la OTAN pudo contribuir con solo de 12 a 15 aviones cisterna a la campaña. En particular Francia lideró el camino, desplegando seis C-135FR y un avión cisterna C-130 a Creta, Gran Bretaña envió dos VC-10 o Tristars a Decimomannu AB, Cerdeña y varios otros a Chipre. Canadá desplegó dos aviones cisterna Polaris en Trapani AB, Sicilia. Los holandeses enviaron un KDC-10 a Cerdeña hasta el 4 de abril, cuando tuvieron que retirarlo de la Operación Protector Unidifaco para cubrir otros compromisos. Los suecos trajeron un C-130T y los italianos hizo disponible un KC-767«.
Por lo tanto, aparte de los Estados Unidos, la Alianza era solo capaz de establecer en el orden de una relación de aviones cisterna / tirador (shooter) de solo 1:10, y contribuir solamente con la cuarta parte del esfuerzo general de reabastecimiento de combustible aéreo. Los aproximadamente 25 aviones cisterna de la USAF en Morón e Istres contribuyeron con el resto del esfuerzo, aunque incluso su incorporación solo trajo la relación cisterna / tirador a 1:4.
(Página 163) «Los norteamericanos proporcionaron la mayor parte de la capacidad de SEAD, el 77% de la capacidad de reabastecimiento de combustible aire-aire, y algo menos de un tercio del ISTAR (información para seguir y disparar contra objetivos), la planificación militar-estratégica también fue mayoritariamente norteamericana. Cabe destacar que aunque los EE. UU. estadísticamente solo aportaron un tercio del ISTAR no hay que confundirse. Esa estadística recoge que cada helicóptero tigre o cada caza Tifón, cuenta como unidad ISTAR en el cómputo de la estadística. Sin embargo, eso no representa la enorme superioridad de la capacidad y cualidad del ISR e ISTAR norteamericana, esencial para ejecutar una guerra moderna. No puede compararse cualitativamente un JSTARS o un Global Hawk con el ISTAR de un caza Rafale«.
(En la página 193) «A pesar de los primeros logros de Francia atacando Libia, esto se hizo sin suprimir o destruir las defensas aéreas libias y no podían sostener una campaña aérea para dar apoyo cercano a los rebeldes, etc. Por lo tanto, los primeros días de operaciones se basaron en gran medida en los activos estadounidenses, especialmente los que los franceses no pudieron proporcionar aviones SEAD y ni misiles de crucero (Tomahawk), que fueron los encargados de efectuar ataques profundos contra infraestructura crítica de la defensa aérea, mando y control de Libia. (De los 199 misiles de crucero lanzados desde el mar y disparados en los primeros diez días, 192 eran estadounidenses y siete británicos. Ninguno de los misiles era francés, ya que el equivalente naval francés, el SCALP naval, aún no había entrado en servicio».
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