Nuclear Sharing: Turquía, la OTAN y la proliferación nuclear

Turquía, la OTAN y la proliferación nuclear

Hoy en Turquía hay desplegadas una 50 bombas nucleares de EE. UU. dentro del marco de la OTAN del nuclear sharing o armas nucleares compartidas (garantizando la seguridad turca). Sin embargo, Erdogan ha explicitado su deseo de tener armas nucleares, desdeñando esas garantías de defensa nuclear que hacen la OTAN y los EE. UU. Aunque durante muchos años esas garantías de la OTAN parecieron ser suficientes para Turquía, de las declaraciones de Erdogan se desprende que ya no son satisfactorias. De este modo, la pregunta a responder queda formulada de la siguiente forma, ¿qué es el nuclear sharing, qué beneficios tuvo y qué utilidad tiene ahora para Turquía? Por otra parte, si Turquía estima que las armas nucleares que tiene en el marco OTAN no son útiles en el presente y quiere armas nucleares propias, se abre la cuestión de la proliferación de armas nucleares, ya que en el caso que Turquía proliferase nuclearmente es posible que hubiese una reacción en cadena…

La utilidad del préstamo nuclear

El nuclear sharing puede parecer una fórmula extraña para tener seguridad nuclear, ya que el país receptor no puede disponer libremente del uso de las armas nucleares.

En general, podría decirse que el nuclear sharing es algo similar a un simple préstamo de armas, que se hace (como todo préstamo) bajo una condiciones específicas, que impiden que el país receptor de las armas nucleares las emplee de cualquier manera y de forma arriesgada para la estabilidad estratégica internacional.

Sin embargo, hay una serie de ventajas tanto para los países donantes como para los receptores, en aceptar regímenes de préstamo o compartimiento de armas nucleares.

1) En el caso hipotético de que un país receptor fuese invadido o atacado a plena escala por una gran potencia nuclear hostil (caso de Alemania o Turquía atacadas por la Unión Soviética), sería el propio país que ha recibido esas armas el que, cuando se den las circunstancias y procesos establecidos, respondiese él mismo con las armas nucleares prestadas.

La ventaja de ese préstamo nuclear reside en que se refuerza la credibilidad de la disuasión nuclear de la alianza frente a la amenaza de la gran potencia hostil. Al ser el propio país receptor (por ejemplo Alemania o Turquía) el que podría disparar sus armas nucleares prestadas contra los ejércitos invasores o atacantes, hace que el empleo sea más creíble, ya que está defendiendo su propio territorio. Sin embargo, en el caso del país donante (EE. UU.), al estar más alejado de la zona de conflicto tiene menos interés en iniciar un enfrentamiento nuclear para defender población y territorios ajenos.

2) Por otra parte, la ventaja país donante de armas nucleares (EE. UU.) de prestar armas nucleares reside en que, como sería el país receptor (Turquía) el que usase las armas nucleares contra el agresor (la URSS y Pacto de Varsovia), la respuesta nuclear del agresor no se haría contra el pais donante (EE. UU.), sino que lo haría probablemente contra el que le disparó (el país receptor: Turquía, Alemania, etc).

De este modo, los EE.UU. lograban que los países europeos de la OTAN se defendieran a sí mismos sin que fueran los EE.UU. los que disparan esas armas contra las tropas soviéticas, evitando la escalada a una guerra nuclear total.

Básicamente y de manera muy simplificada (en realidad este es un asunto muy complejo y lleno de matices), podría decirse que la lógica del préstamo nuclear reside en que:

  1. Permite a los receptores poder defenderse por sí mismos (aumentando la credibilidad):
  2. Reduce el riesgo de escalada nuclear global a plena escala.

3) Por otra parte, las dos utilidades mencionadas tienen el beneficio adicional de resolver el problema del desacople nuclear (nuclear decoupling). El desacople nuclear consiste en que, por ejemplo, en caso de guerra nuclear durante la Guerra Fría, los EE. UU. quizás no estarían dispuestos a sacrificar Chicago en una guerra nuclear para salvar Hamburgo de una invasión soviética.

Dado que quizás los norteamericanos no estarían dispuestos a sufrir millones de muertos para salvar la soberanía de Alemania Occidental (o la de Turquía), esto induciría a un ataque soviético sin temor a recibir represalias nucleares de EE. UU..

Como consecuencia de lo anterior, la desconfianza de los aliados europeos de la OTAN a que EE. UU. librase una guerra nuclear por ellos contra la URSS, minaría la confianza en la Alianza para terminar rompiéndola, haciendo que los europeos prefiriesen un acuerdo con la URSS, poniéndose bajo la esfera de influencia soviética a cambio de seguridad (a cambio de no ser invadidos o atacados).

De este modo, el préstamo de armas nucleares resuelve (al menos parcialmente) los dilemas del desacople nuclear, ya que no obliga a la potencia principal a tener que usar directamente su propio arsenal para defender segmentos limitados de territorios aliados.

4) Además, en caso que las armas nucleares prestadas a los aliados no fueran suficiente para frenar una agresión soviética a gran escala y en riesgo estuviera perder Europa occidental entera, entonces los EE. UU sí podrían tener incentivos suficientes para usar sus propias armas nucleares estratégicas (por el cambio fundamental en el equilibrio de poder mundial que esa pérdida implicaría). Ese mayor incentivo de uso nuclear a gran escala en esos casos, mantendría la disuasión de un conflicto global a plena escala.

El problema de los préstamos y la doble llave nuclear

Turquía fue uno de los primeros países en recibir armas nucleares «prestadas», en el año 1959, cuando se desplegaron misiles balísticos Júpiter. No obstante, esas y otras armas (además de los Júpiter) no estaban en un régimen de nuclear sharing tal y como se entiende actualmente en la OTAN, sino que fueron arreglos de EE. UU. con países aliados específicos, a los que se prestaba armas en régimen de «doble llave«, por el que en teoría el uso requería tanto la aprobación de un oficial norteamericano como otro aliado del país anfitrión.

El problema con el régimen de los préstamos y la «doble llave», consistía en que el diseño de los planes de guerra estaban monopolizados por los EE. UU.. Aunque los países aliados recibían armas nucleares, no podían influir en el modo en que realmente iban a emplearse esas armas, quedando su uso subordinado a los planes norteamericanos.

Por ejemplo, hasta el plan integrado norteamericano SIOP en 1961, la única opción que tenían los norteamericanos en caso de conflicto con la URSS era la de una represalia masiva contra el Pacto de Varsovia. Esos planes llevaban a un escenario de guerra nuclear a plena escala en suelo europeo, en el que la doble llave en la práctica no tenía mucho sentido operacional y estratégico más allá que el de acatar los planes de EE. UU., en el marco de un conflicto nuclear global total.

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El nuclear sharing de la OTAN y su utilidad

El actual régimen de nuclear sharing en la OTAN nace durante los años de la década de 1960, como respuesta al temor de los aliados europeos no tanto a un decoupling de EE. UU. de la defensa de Europa, sino a que un enfrentamiento entre la URSS y los norteamericanos (como en Cuba en la Crisis de los Misiles de octubre de 1962), desencadenara una respuesta nuclear de de los EE. UU. que llevaría a una guerra nuclear táctica y operacional en Europa para derrotar a los soviéticos (no para defender Europa).

Esta situación inducía a fuertes presiones en los países aliados para desarrollar y desplegar sus propias armas y disuasión nuclear, ya que no tenían control en los planes americanos del uso de armas nucleares. Por lo que había una fuerte presión a que las armas nucleares proliferasen.

Dado que los EE. UU. no quería las armas nucleares proliferaran, plantearon a los europeos la creación de una Fuerza Nuclear Multilateral (FNM) que integraría muchas de las armas que se prestaban a los países europeos. Esa fuerza multilateral seguiría planes aprobados de manera conjunta, y los EE. UU. quedaban con el compromiso informal de no usar sus propias armas nucleares tácticas en Europa de forma unilateral.

A su vez, como a la URSS tampoco le interesaba que las armas nucleares proliferasen sin control por el mundo, comenzó negociaciones con los EE. UU. a comienzos de los 60 para promover lo que terminaría siendo conocido como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).

Aunque la FNM no prosperó en la forma planteada (una fuerza basada en misiles balísticos embarcados en submarinos), abrió la cuestión de la necesidad de integrar los planes nucleares de forma conjunta, y en diciembre de 1966 se creó el Grupo de Planeamiento Nuclear (NPG), que junto a otros organismo de la alianza, formularía (y formula hoy) los planes para el uso de armas nucleares. A las reuniones del NPG asistirían frecuentemente y durante muchos años los embajadores en la OTAN y los ministros de defensa (en la actualidad está en un segundo plano).

Al año siguiente, en 1967, la OTAN adoptaba la doctrina nuclear de la Respuesta Flexible, por lo que ya oficialmente en la alianza los planes dejaban de basarse en la represalia masiva nuclear que habría destruido Europa, en el caso de un conflicto en la periferia de la Guerra Fría (como fue la Crisis de los Misiles de Cuba).

Además, a diferencia del modelo de la simple doble llave de los años 50, desde 1966 se explicitaban planes y procedimientos conjuntos entre los aliados en el empleo de armas nucleares (no habría usos defensivos unilaterales). En este contexto, los EE. UU. enmarcaron en la OTAN miles de ojivas nucleares de todo tipo para el nuclear sharing: obuses de artillería, misiles antiaéreos con cabezas nucleares, misiles balísticos, cargas de demolición, etc.

A fines de los 60, más de 2000 ojivas nucleares de EE.UU. estaban en nuclear sharing en la OTAN

Cabe resaltar que el planeamiento y ejecución de los planes en nuclear sharing es conjunto y siguiendo las estructuras de mando y control de la OTAN. De la OTAN (SACEUR) vendría la autorización para la ejecución de los planes de ataque nuclear conjuntos, así como el plan concreto que vendría de un cuartel aliado y usaría la infraestructura aliada conjunta para culminar todo el proceso de ataque (como usar aviones cisternas aliados en el caso de hacer ataques con bombarderos).

A Turquía, como al resto de países aliados de la OTAN, le interesaba estar en ese marco nuclear en el que la amenaza soviética era disuadida por un complejo entramado de armas nucleares cedidas de forma masiva (fueron miles de ojivas al conjunto aliado). Ni Turquía ni ningún país (salvo la URSS) podía por su cuenta crear semejante arsenal.

Además, el TNP que promovían los soviéticos y norteamericanos, que permitían la tenencia de armas solo a los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, ya estaba firmado en 1968 y los países aliados no autorizados se enfrentaban a fuertes presiones de EE. UU. para firmar el TNP (con el riesgo de enemistarse con los norteamericanos y perder su cobertura nuclear hipotéticamente, además de sanciones, etc)

Por lo tanto, el nuclear sharing de la OTAN, además de resolver el problema del desacoplamiento, dar grandes capacidades de defensa nuclear a los receptores, permitir acceder a influir en los planes nucleares, etc, también sirvió para limitar la proliferación de armas nucleares, desistiendo los aliados sus intenciones de tener sus propias armas desarrolladas por ellos.

El nuclear sharing tras la Guerra Fría

Ya terminada la Guerra Fría, a finales de 1991 la OTAN tomó la decisión de reducir en un 80% su arsenal nuclear. Esto se añadía a la decisión presidencial norteamericana, también de 1991, de eliminar unilateralmente el despliegue de todas sus armas nucleares en Europa (salvo las basadas en buques que recalasen en territorio europeo).

Actualmente hay solo unas 190 ojivas nucleares en régimen de nuclear sharing en Europa, de las que 50 estarían en Turquía. Esas 190 ojivas están integradas en bombas aéreas de caída libre B-61, lanzadas desde cazabombarderos certificados para ello (se requiere equipo específico y personal entrenado para poder operarlas de manera efectiva).

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