La doctrina estratégica iraní

En los días posteriores a la muerte de Soleimani, las especulaciones sobre la respuesta iraní a la acción de EE.UU. fueron uno de los temas principales de conversación y análisis en prensa, redes sociales, gobiernos y think tanks

En el siguiente artículo se hará una semblanza de la cultura estratégica iraní, sus principales doctrinas estratégicas y militares, y cómo hay que entender esas doctrinas y conceptos para comprender la conducta estratégica iraní en el empleo de la fuerza armada; especialmente para comprender el caso concreto del ataque contra bases aéreas iraquíes con personal norteamericano. En los días posteriores a la muerte de Soleimani, las especulaciones sobre la respuesta iraní a la acción de EE.UU. fueron uno de los temas principales de conversación y análisis en prensa, redes sociales, gobiernos, think tanks, etc. A nivel popular y de análisis de prensa, se detectaba una enorme confusión y ausencia total de referencias documentadas y autorizadas respecto de la cultura y mentalidad estratégica iraní, su proceso de toma de decisiones y las opciones probables que pudiera tener la cúpula iraní sobre la mesa para escoger su respuesta.

Repasando los equívocos

En primer lugar, a medida que pasaban los días e Irán no ejecutaba ataques de represalia de ningún tipo, se llegó a conformar una corriente de opinión que afirmaba que finalmente Irán no se atrevería a hacer nada.

Por otra parte, estaba la corriente de opinión de los apocalípticos, que argumentaban que la respuesta iraní sería de tal escala, que llevaría a una espiral bélica regional a gran escala que casi podía terminar provocando una Tercera Guerra Mundial.

Otra corriente de opinión se amparaba el clásico infalible sobre la estrategia iraní: que Irán recurriría a acciones asimétricas, no convencionales y encubiertas (para hacer negación factible).

Por último, también estaban los que afirmaban que Irán amenazaría con cerrar el estrecho de Ormuz y castigaría la industria petrolera de Arabia Saudí, Kuwait, etc.

Una vez Irán ejecutó su ataque con misiles, hubo bastante sorpresa por el hecho que fuera un ataque realizado de manera abierta (no la clásica maniobra iraní encubierta, mediante proxies, etc), que fuese un ataque directo contra una base con presencia militar de EE. UU. (produciendo cierta cantidad de daños y pudiendo herir o matar a personal americano) y no la clásica maniobra asimétrica y con fuerzas no convencionales.

Esto produjo sorpresa incluso entre observadores con algo de bagaje en asuntos de Oriente Medio y algunos tópicos de la cultura estratégica iraní. No obstante, para aquellos que estudian de manera específica y minuciosa asuntos estratégicos iraníes, el método y medios de ataque no han sido una sorpresa en absoluto, sino que se encuadraba justo en lo esperado y en lo que se ha modelado durante años.

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Cultura estratégica y doctrina de Irán

A continuación, analizaremos punto por punto los motivos por los cuales el ataque con misiles balísticos no ha sido una sorpresa, así como la explicación de la relativa tardanza (respuesta se demoró varios días) en el mismo.

La primera pista o indicio que señalaba a que iba a haber una respuesta convencional (no irregular), directa y contra objetivos militares (no contra objetivos económicos de EE. UU. o sus aliados regionales), estuvo en las declaraciones del presidente iraní, Rohaní, a la salida de la reunión del Consejo de Seguridad Nacional Iraní al día siguiente del ataque mortal contra Soleimani. Según las notas de prensa que circularon ese día, Rohaní dijo que la respuesta a EE. UU. era algo «necesario».

Pudiera parecer que la palabra simplemente se refiriera a que necesitaban hacer una respuesta contra EE. UU., para no perder credibilidad. No obstante, en realidad el empleo de palabra «necesario» estaba indicando mucho más que eso.

En la cultura estratégica iraní y en sus parámetros mentales en los modos apropiados de usar la fuerza militar, la doctrina iraní hace una división clara entre las guerras y los usos de la fuerza que son de «oportunidad» y las que son de «necesidad». La distinción no es meramente nominal, sino que da bastantes pistas de los medios y métodos de fuerza que empleará Irán.

Las guerras o conflictos de oportunidad, son aquellas que ejecuta Irán cuando un cambio en la coyuntura estratégica e internacional ofrece una ganancia de poder e influencia a la República Islámica. El ejemplo prototípico es el de Líbano y la creación de Hezbollah. Tras la invasión israelí de 1982, aprovechando el caos e inseguridad que generaba la guerra civil, el rechazo de la población chií a la presencia militar de Israel, y el vacío de poder en el Sur del país tras la expulsión por Israel de las milicias palestinas de Líbano, se creaban las condiciones que propiciaban la creación de una nueva milicia que sería una correa de transmisión de la política exterior y de defensa en su lucha contra los israelíes, instrumentalizando a sectores de la población chií libanesa.

Otra guerra de oportunidad fue la intervención en Bosnia durante la guerra civil de la desintegración de Yugoslavia (enviando suministros y asesores militares). La actividad de elementos de la Fuerza Qods y el Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán (IRGC) en Bosnia, era vista por la cúpula iraní como una oportunidad para establecer áreas logísticas y de operaciones en el Sur de Europa y crear una base desde la que influir en el continente europeo (aunque finalmente tuvieron menos éxito que en Líbano).

Por lo tanto, los métodos de actuación en las guerras y conflictos de oportunidad suelen ser encubiertos, empleando fueras irregulares, milicias por delegación (proxy), grupos terroristas, así como una escasa o nula participación directa de sus fuerzas armadas, etc.

Las guerra de necesidad, en la doctrina y cultura estratégica iraní, engloba todas las respuestas a las amenazas o ataques que comprometen de forma directa y grave la seguridad del estado y el interés nacional, amenazas que se considereden como existenciales, etc. En estas guerras, el empleo de la fuerza llega a recurrir al uso del personal y unidades regulares iraníes, empleando métodos más abiertos y parcialmente de guerra convencional, aunque sin llegar a hacer una guerra convencional a plena escala.

Ejemplo contemporáneo de guerra de necesidad en la doctrina iraní, es la guerra en Siria. Que el régimen de Assad fuese derrocado significaba un golpe demoledor al «eje de la resistencia iraní» y a su objetivo estratégico de lograr un espacio geopolítico de influencia contínuo desde Irak a Líbano. Por ese motivo, Irán comenzó a enviar nutridos contingentes (aunque no masivos) de fuerza armada a Siria desde las primeras fases de la guerra. Como decíamos, aunque no usarían tácticas y procedimientos de guerra regular convencional a plena escala, sí pudo verse a personal de las IRGC y Hezbollah haciendo una guerra relativamente convencional. A Siria se envió personal no solo de los guardias revolucionarios iraníes IRGC, sino también del Ejército (Artesh) y milicias propiamente conformadas en Irán (no solo usando milicianos iraquíes o sirios).

Muy buen estudio sobre disuasión y estrategia para contener a Irán: descarga

Es decir, que los analistas que sabían distinguir entre guerras de oportunidad y guerras de necesidad, al escuchar que Rohaní decía que la respuesta a EEUU era algo «necesario», les indicaba que las acciones de represalia iraní no iban a limitarse a emplear las milicias proiraníes en Irak, atentados terroristas contra objetivos económicos o militares, ataques asimétricos, etc. Indicaba que Irán iba a emplear fuerzas regulares, métodos más directos, etc… , aunque sin llegar a una guerra convencional a plena escala.

Los análisis que decían que atacarían las milicias iraquíes como respuesta, asimetría, atentados, etc, carecían de todo fundamento y no estaban basados en conocimientos actuales sobre la doctrina estratégica iraní.

Por otra parte, el hecho que Rohaní se reuniera con el Consejo de Seguridad Nacional (que está compuesto por Rohaní, el presidente del parlamento, el del poder judicial, múltiples autoridades militares, así como asesores y representantes del líder supremo Khamenei), indica que el sistema político está muy dividido y fraccionado, no es una dictadura personalista con un líder carismático que dirija todo como pudo hacer Jomeini (o como era la dictadura en España durante los años del general Franco). Por contra, se requieren amplios consensos y las decisiones se toman de manera que podría denominarse de colegiada. Por ese motivo, en la cultura estratégica iraní, las respuestas a las amenazas suelen demorarse en el tiempo. De hecho, que pasaran cinco días desde la muerte de Soleimani al ataque iraní con misiles, es un indicativo de que deliberaron y decidieron con mucha rapidez para los parámetros del régimen iraní. Esa demora no debe interpretarse jamás como falta de resolución o coraje, sino que tiene una explicación institucional y cultural.

En otro orden de cosas, dado que en las guerras de necesidad no recurren al enfrentamiento convencional a gran escala, los análisis que decían que Irán contemplaba el bloqueo del estrecho de Ormuz, ataques masivos contra fuerzas norteamericanas, etc, desembocando ello en una espiral bélica que terminaría en una gran guerra regional o incluso mundial, tampoco tenían base y carecían de todo fundamento respecto lo que se conoce de la cultura estratégica y doctrina iraní.

Otro gran estudio de la cultura estratégica y estrategia iraníes en el marco del concepto estratégico de Zona Gris: descarga

Por contra, Irán siempre tratará de evitar casi a toda costa (y mientras pueda) un gran enfrentamiento convencional generalizado, precisamente para evitar esa espiral de escalada hacia una gran guerra. Esa aversión a guerras convencionales a gran escala se debe al trauma de la Guerra Irán-Irak de los años 1980-1988.

Contrariamente a lo que suele creerse, Irán no es una nación de mártires fanáticos, inspirada por el ejemplo de Hussain en la Batalla de Kerbala en el año 680, o como fueron las cargas de los basij contra los campos minados de la Guerra Irán-Irak. Durante dicha guerra, el costo en sangre fue tan terrible para Irán, que incluso a Jomeini terminó espantándole el horrible coste de esos martirios inútiles y la futilidad de su política exterior de promover la exportación de la revolución islámica a toda costa. Jomeini en 1988 llegó a decir que debía «beber un cáliz envenenado» para hacer la paz con Irak y abandonar sus objetivos de revolución contra el Gran Satán (EE. UU.) y el Pequeño Satán (Israel).

Por otra parte, también cabe recordar que en 1987, durante la Guerra de los Petroleros, también el mismísimo Jomeini llegó a vetar el uso de misiles de crucero y antibuque contra los buques de guerra americanos que escoltaban los petroleros kuwaitíes. Los ataques con misiles se limitaron a petroleros no escoltados, estaciones de bombeo e infraestructura petrolera en Kuwait, por temor a una guerra contra EE. UU. que no podía ganar Irán, país al que terminarían destruyendo.

Es decir, que ni siquiera Jomeini se comportaba y pensaba como un fanático mártir que lanzaría a su país a un sacrificio kamikaze generalizado contra grandes potencias muy superiores al poder de Irán (ni siquiera contra potencias militares de inferior categoría como Irak). En la actual cultura estratégica iraní, un enfrentamiento de ese tipo, de guerra convencional a gran escala, que es lo que exigiría el bloqueo del estrecho de Ormuz u otras acciones de gran guerra regional, causan pavor en la cúpula iraní y sería la última opción, desesperada, y solamente para disuadir o combatir amenazas del tipo de una invasión terrestre por parte de los EE. UU.

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