Son demasiados los mitos que circulan sobre la estrategia rusa. A la hora de interpretar la conducta estratégica y militar de Rusia, los analistas occidentales no familiarizados con el pensamiento estratégico ruso, cuando intentan comprender y explicar las acciones de ese país, recurren a etiquetas y conceptos que normalmente poco o nada tienen que ver con los conceptos manejados en Rusia. Para añadir más confusión, cuando usan términos y etiquetas que sí se emplean en los textos y discursos de los pensadores y estrategas rusos, en la mayoría de los casos se hace una interpretación que no se corresponde con lo que tratan de decir esos autores, deformándolos parcialmente para hacerlos encajar con los parámetros propios de los estudios estratégicos y de defensa occidentales. A lo largo de las próximas líneas ofrecemos una guía para interpretar a los principales pensadores rusos.
Comprender el pensamiento estratégico ruso tiene la dificultad de que usualmente este no proviene de un corpus doctrinal oficial u oficioso que pueda catalogarse como canónico, sino que más bien se genera de manera informal mediante debates y discusiones entre diferentes autores a través de publicaciones en diferentes revistas de referencia, debates en el Estado Mayor, etc. Dado que la tradición y el marco conceptual en el que se mueven los pensadores rusos divergen del marco occidental, comprender el sentido de dichos escritos a veces da lugar a graves malentendidos sobre las intenciones y los planes rusos.
El más sonoro de dichos malentendidos fue la ya famosa por falsa “doctrina Gerasimov” creada ex nihilo por Mark Galeotti (“The Gerasimov Doctrine and Russian Non-Linear War», 2014), hoy reconocida por el mismo Galeotti como una falsa invención suya por la que ha perdido perdón (“I´m Sorry for Creating the Gerasimov Doctrine”, 2018), en la que se trataba de vender el bulo de que había una suerte de gran o expandida teoría de la guerra moderna o una visión total y totalizadora de la conducción de la guerra. Que dicho bulo sobre una inexistente doctrina de guerra híbrida rusa se popularizara durante años en los círculos de estudios de defensa occidentales fue un síntoma de cómo el conocimiento corriente sobre el pensamiento estratégico ruso en los círculos especializados en seguridad y defensa occidentales está bastante abstraído de lo que piensan los estrategas y decisores rusos realmente.
Por lo tanto, y como los rusos no se mueven en las mismas coordenadas conceptuales que los estudios de seguridad, defensa y estudios estratégicos occidentales, hay que tener cierto cuidado cuando se emplean conceptos occidentales como los de guerra híbrida, zona gris, guerra política, coerción, crosdominio, etc, ya que aunque son conceptos valiosos que aportan claridad analítica para comprender los conflictos contemporáneos (que incluyen a Rusia), no pueden usarse como base deductiva fiable para interpretar lo que piensan los estrategas rusos.
No hay una clave o doctrina única para entender el pensamiento estratégico ruso
Lo primero que ha de tenerse en cuenta para entender el pensamiento estratégico ruso contemporáneo sin caer en los errores más comunes, es que en realidad no existe un concepto maestro que englobe de manera coherente la doctrina militar y estratégica de la Federación Rusa, sino que necesariamente habrán de revisarse muchos conceptos, términos y autores diferentes para intentar hacerse una imagen general. En este sentido no basta con saber de un puñado de autores centrales como ocurría durante el periodo clásico de estudios militares y de defensa de la Unión Soviética, en el que de algún modo podían deducirse las cosas desde los escritos de Isserson (para las operaciones y la batalla profunda), Tujachevsky (en el empleo de las armas combinadas), Svenchin (en la línea general estratégica de conducta, al estilo de Clausewitz) y Frunze (para las operaciones en retaguardia).
Aunque es cierto que en la actualidad los autores militares y estratégicos rusos tienen una visión que podría considerarse hasta cierto punto global y holística, no significa que haya coherencia interna o que ésta conforme realmente un sistema. No en vano, observadores reconocidos del pensamiento estratégico y laas doctrinas rusas como “Dima” Adamsky, califican el pensamiento estratégico ruso como de incoherencia estratégica («Nuclear Incoherence: Deterrence Theory and Non-Strategic Nuclear Weapons in Russia»). Con incoherencia se hace referencia a que el pensamiento ruso no tiene la coherencia ni pulcritud conceptual y teórica que tienen los estudios estratégicos occidentales, dominados por los escritos seminales de Thomas Schelling, Morgensten, Von Neuman, etc. Adamsky sacaba a relucir que no había una doctrina real sobre el uso de armas nucleares no estratégicas en el contexto de la doctrina rusa; inconsistencia extrapolable, mutatis mutandi, al resto de asuntos estratégicos y de defensa.
A ese respecto, el lector debe tener claro que cuando se denomina el pensamiento y doctrina estratégica rusa como holísticos, globales, etc, se refiere a que, de manera no muy pulcra, tienen en cuenta factores que entre los intelectuales y estudiosos occidentales se tratan en otras áreas. Por ejemplo, en los estudios estratégicos occidentales normalmente el área de estudio se circunscribe y limita a términos como disuasión, carrera de armamentos, temas de tecnología militar, etc, dejando los aspectos no militares de los conflictos en el área académica e intelectual de las relaciones internacionales. Por contra, en el pensamiento ruso contemporáneo estratégico sobre las guerras y los conflictos, los aspectos no militares tienen en cierta forma tanta importancia como los medios militares.
Pero aunque los militares y estrategas rusos dediquen atención a los aspectos no militares, esto no significa que tengan una doctrina y planes de acción que lo integren todo de manera coherente. Simplemente significa que fenómenos como las “revoluciones de color” los rusos los incardinan en los estudios estratégicos y de defensa, mientras que en Occidente esos fenómenos sociopolíticos no son un tema principal en los escritos de las revistas de defensa y estrategia, sino que se tratan en otros foros de las relaciones internacionales.
Disuasión Estratégica rusa como concepto global
No obstante, hay un concepto que podría ser usado parcialmente como concepto general que engloba a los demás y es el de “disuasión estratégica”, que aparece en la Doctrina Militar rusa de 2010, la Doctrina Militar de 2014 y en la Estrategia de Seguridad Nacional rusa de 2015. La «disuasión estratégica» es definida en el diccionario enciclopédico militar del Ministerio de Defensa ruso como:
“Un sistema coordinado de medidas militares y no militares (políticas, diplomáticas, legales, económicas, ideológicas, científico técnicas y otras) ejecutadas de manera consecutiva o simultánea, con el objetivo de disuadir una acción militar que implique un daño de carácter estratégico. La disuasión estratégica está dirigida para crear una situación político-militar, con el objeto de influir a un adversario en un determinado contexto o para desescalar un conflicto militar. Los actores u objetos a influir mediante la disuasión estratégica pueden ser tanto el liderazgo político-militar y/o la población del estado potencialmente adversario (o coalición de estados). La disuasión estratégica es ejecutada de manera continua, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra.”
Esta definición podría ser considerada como una especie de definición común entre los estrategas y pensadores rusos sobre la materia, pero de ningún modo es algo así como una definición unívoca, unificada y canónica. Autores como Kalinkin, Khyapin y Matvichuk en “Disuasión Estratégica en el Contexto del Sistema Global de Defensa Antimisil y Medios de Ataque Global” o Bogdanov y Chekinov en “Disuasión Estratégica y la Seguridad Nacional de Rusia en la Era Contemporánea”, discuten diferentes formas de aplicar la disuasión estratégica, definiciones del concepto propiamente dicho y otros asociados a él, etc. Como se decía al principio del artículo, la doctrina estratégica real y de facto rusa no consiste en una serie de documentos oficiales o escritos de algunos teóricos concretos; lo que difiere, por ejemplo, de los pormenorizados planes que se desarrollaban en el Mando Aéreo Estratégico (SAC) de los EE.UU. durante la época de las Opciones Nuclear Limitadas.
Como explica Kristine Ven Brussgaard en «Russian Strategic Deterrence», el concepto ruso de disuasión estratégica en la mentalidad occidental puede dar lugar a confusiones en la terminología. Los rusos cuando hablan de disuasión en realidad no están diciendo disuasión como se entiende en occidente (que se refiere a cohibir o impedir una acción por amenaza de castigo) sino que también están haciendo referencia al concepto de compeler (forzar una acción mediante la amenaza de un castigo o uso de la violencia). Disuasión (sderzhivanie: mantener a raya) y compeler (ustrashenie: intimidar) son usados indistintamente cuando se hace referencia al término de disuasión estratégica (strategischeskoe sderzhivanie), por lo que en los parámetros conceptuales occidentales el término más adecuado a usar sería el de coerción estratégica (en lugar de disuasión estratégica).
Sin ir más lejos, en el título de otra publicación de Adamsky se describe el pensamiento estratégico ruso como “Cross-Domain Coercion: The Current Russian Art os Strategy” (publicación del IFRI muy recomendable), siendo una excelente aproximación al complejo pensamiento estratégico ruso actual. Además, hay que tener en cuenta que el mismo término de intimidación o ustrashenie, aunque suela traducirse en la literatura occidental como el equivalente de compeler (y en los escritos rusos muchas veces se emplea en ese sentido), en realidad es intimidación por el temor a ejecutar un gran castigo (sea disuasiva o coercitivamente) por lo que usualmente suele usarse en los escritos sobre estrategia nuclear, y tanto en los periodos ex ante de inicio de hostilidades como anterior al estallido de la guerra (mientras que en los estudios occidentales la disuasión suele limitarse a antes del estallido de la guerra y con el fin de evitar tal estallido).
Es importante tener en cuenta estas precisiones terminológicas, ya que lo que los rusos denominan “intimidación” lo que en Occidente se suele disgregar en un mayor número de conceptos, con definiciones más precisas y usados más pulcramente. Lo que a veces se interpreta en Occidente como holismo (al englobar en una sola palabra varios conceptos) en realidad debería interpretarse como ausencia de pulcritud, de ahí que un mismo término signifique cosas distintas y dé lugar a aparentes incoherencias. Como explica Adamsky en su última obra citada (p. 17) la falta de coherencia se debe a que los estudios estratégicos en Rusia comenzaron solamente a partir de los años 90, sin tener bagaje académico previo (salvo Andrei Kokoshin y algún otro teórico), y que dicha falta de coherencia no es exclusivo de Rusia, sino que, por ejemplo, la OTAN también demostró incoherencias e inconsistencias durante la implementación de la doctrina de la Respuesta Flexible. Hay que incidir sobremanera en esas cuestiones terminológicas y de incoherencia para evitar que el lector de textos sobre estrategia rusa se cree una falsa imagen sobre teorías estratégicas rusas omnicomprensivas, totales y coherentes. Más bien hay que contemplar el panorama como una suerte de tótum revolutum en continuo desarrollo y cambio.
Si los escritos de disuasión estratégica occidental se limitan al uso de armas nucleares o de salvas de misiles de crucero usados estratégicamente para disuadir o cohibir que el adversario desate una guerra, en los rusos, al hablar de disuasión estratégica, el Estado Mayor piensa en usar todos los medios a su disposición. Por contra, en Occidente se deja al decisor político el uso de todos los medios de poder nacionales, combinándolos como considere necesario. Sin embargo, esto no debe empujarnos a creer que el pensamiento estratégico ruso es totalmente coherente u holístico, algo que explicamos en el siguiente epígrafe.
La falsa holística coherente y total de la doctrina rusa
El pensamiento general estratégico y sobre conflictos ruso no es que sea más holístico que el occidental, ya que esa visión global que ahora se tiene en el Estado Mayor ruso sobre los conflictos y la disuasión estratégica es simplemente un intento de copiar la conducta y acciones occidentales. Lo que popularmente se terminó conociendo como “doctrina Gerasimov”, no fue sino una conferencia del año 2013 en la que el jefe del Estado Mayor ruso, Valery Gerasimov, trató de describir las guerras y agresiones que Occidente lleva a cabo contra sus adversarios geopolíticos (como en Kosovo) y la interpretación rusa de lo que fue la Primavera Arabe en países como Libia o Siria (una especie de conspiración para incitar a la revuelta, suministro de armas a guerrillas que derrocaran al régimen, y crear un caos humanitario con el que justificar una intervención internacional armada).
Gerasimov en dicha conferencia dijo que los medios no militares tenían una importancia de cuatro a uno respecto a los medios militares, tratando de decir que las fases de revolución de color, revuelta, etc, eran ahora mucho más importantes para debilitar, dividir y desintegrar al enemigo (provocando una guerra civil), siendo los medios militares (bombardeos aéreos, etc) y la fase cinética (violencia física y despliegue de unidades militares) el último empujón que derribaría al país adversario (como en el caso de Libia en 2011). Que Gerasimov y otros pensadores militares, a comienzos de la década del 2010, empezaran a introducir esos medios estratégicos no militares en sus ponencias y escritos no se debe a que antes fueran ciegos o inconscientes a dichos fenómenos (recuérdese las revoluciones de color y terciopelo en la disolución del Pacto de Varsovia, el «socialismo con rostro humano» checoslovaco que forzó la invasión de 1968, etc), sino por una simple maniobra de política burocrática para estar más acorde con Putin y la élite política rusa.
Hay que tener en cuenta las preocupaciones de Putin y la élite rusa y que el énfasis tradicional de los militares de limitarse a los asuntos meramente de estudios de defensa (estudios militares) no respondía a las ansiedades de supervivencia del régimen político ante una revolución de color en la propia Rusia o en los países aliados. Para evitar la desafección de Putin con las fuerzas armadas y que se comenzara a dar presupuesto e influencia a organizaciones ajenas a los militares, desde los pensadores militares rusos y el Estado Mayor comenzó a introducirse la temática no militar en los estudios estratégicos y de defensa. Que dicha temática no militar se haya introducido no por la existencia previa de una gran teoría o concepto maestro desde el que se hicieran deducciones, sino simplemente por pura oportunidad de política burocrática, explica la relativa falta de coherencia interna (aunque con la virtud de intentar tener en cuenta todos los factores de la estrategia) (ver “On the `Gerasimov Doctrine´: Why the West Fails to Beat Russia to the Punch”, de Ofer Fridman (2019)).
El discurso de Gerasimov de 2013 fue en realidad una especie de maniobra de retórica tanto de éste general como de la élite militar rusa que para contentar a la clase política, describían y explicaban los conflictos contemporáneos con una gran y nueva importancia de los medios no militares y amenazas híbridas (revoluciones de color). Todo en un ejercicio de malabarismo no hacía sino disminuir la importancia del factor militar en ellos ya que, aunque Gerasimov habla de la relación 4:1 en favor de medios no-militares respecto a los medios militares (a lo largo de las fases por las que va transcurriendo el conflicto), no es que los medios no militares sean cuatro veces más importantes que los militares.
Es decir, los medios militares siguen siendo con diferencia los más importantes en toda guerra y conflicto armado, aunque en los conflictos contemporáneos hay una fase previa al estallido de hostilidades en el que se hace una preparación psicológica y política que facilita el uso de la fuerza, debilitando la voluntad de lucha adversaria, generando disensión interna, etc, para que finalmente la intervención armada logre destruir del todo la voluntad de lucha y al régimen adversario (como en la guerra de Libia en 2011). Los medios no militares, aunque sean mayores en cantidad, quedan subordinados a servir a los militares que son los realmente decisivos. Con estas nuevas aproximaciones a los conflictos la élite militar respondía a las ansiedades de seguridad de la élite política al tiempo que se garantizaba la preeminencia del mando militar.
Por otro lado, no hay que confundir los aspectos no militares de la estrategia (como los que se leen en la pirámide de Gerasimov: bloqueo naval, económico, etc) que se han introducido en los escritos estratégicos y militares, con los medios asimétricos e indirectos que tradicionalmente sí eran tenidos en cuenta (aunque no formaran del nivel estratégico del conflicto propiamente dicho). Por medios asimétricos e indirectos básicamente se entienden acciones como armar grupos terroristas, grupos guerrilleros, etc. Era y es habitual que en los escritos militares rusos se empleen títulos y términos como guerra asimétrica, conflictos indirectos, etc, pero esos son medios irregulares de fuerza armada (por ejemplo, leer “Asymmetrical Actions to Maintain Russia´s Military Security”, de Chekinov y Bogdanov). Los medios no militares de los que habla Gerasimov y otros autores hacen referencia, además a medios irregulares violentos, (especialmente) a medidas informativas, económicas, psicológicas, diplomáticas, etc, que terminan desembocando en caos interno y revoluciones de color (que son primordialmente acciones del tipo desobediencia civil, huelgas, violencia no letal, etc).
El concepto de “caos controlado” es una manifestación de ese cambio de énfasis en los escritos estratégicos y militares rusos por introducir los medios no violentos para estar acorde a las preocupaciones de supervivencia. Como explica Dave Johnson en “General Gerasimov on the Vectors of the Development of Military Strategy”, el término «caos controlado» fue introducido por Putin en una comunicación sobre el futuro de la defensa, realizada justo antes de las elecciones presidenciales de 2012. Con dicho término, Putin trataba de describir el modo en que ante el descontento social, el discurso occidental sobre libertad y democracia era utilizado como una especie de caballo de Troya que llevaría el caos al país adversario, y también que este caos estaría controlado y manipulado por EE.UU. para generar un conflicto civil con el que tener la excusa para hacer una intervención militar.
Posterior a dicha comunicación, el término «caos controlado» se ha hecho muy popular en los escritos militares y estratégicos rusos, como en los famosos e influyentes escritos “La Tecnología Política de las Revoluciones de Color” de Belskii y Klimenko, en “La estrategia de atricción y destrucción en el nuevo panorama” de Vorobeev y Kitselev. En el excelente libro “Russia´s Military Strategy and Doctrine” (de varios autores, editado por Glen Howard y Matthew Czekaj), de las páginas 164 a 179 (es fácil encontrar en internet una versión pdf en abierto de descarga gratuita) se hace un repaso somero sobre ese y otros conceptos militares y estratégicos rusos contemporáneos, pero sin el espacio suficiente para explicar el sentido y procedencia de dichos conceptos.
La estrategia de «caos controlado» suele describirse en tres o cuatro fases. La primera fase es la de generar una crisis, el caos y la insurrección interna. La segunda fase es la del agravamiento de la situación, desintegración de la sociedad y política interna para generar un estado fallido y guerra civil La tercera fase es aquella en la que Occidente se presenta como salvador de la situación, ejecutando una intervención militar que derroque al régimen político adversario. Por último, la fase de ocupación y de establecimiento de una operación de paz y reconstrucción. Hay que resaltar que el «caos controlado» no es ninguna estrategia ni doctrina rusa, sino que simplemente (como hiciera Gerasimov en su mal llamada “doctrina”) es una descripción del modo de operar occidental, en la que se expone como el enfrentamiento entre potencias comienza antes de que se empiecen a usar los medios militares, pero siendo los medios militares los instrumentos maestros que permiten derrocar finalmente a un gobierno y estado adversario.
Cuando Gerasimov introdujo los aspectos no militares del conflicto en su famosa pirámide del conflicto en 2013, estaba haciéndose eco (y ahora poniendo en primera plana) los escritos e interpretaciones sobre la guerra que hicieran Bogdanov y Chekinov (como el mencionado artículo de 2010), especialmente en el artículo de esos autores de 2013 titulado “The Character and Content of New Generation Warfare”. Una constante en los análisis de Chekinov y Bogdanov (que usan y popularizaron el término de «Nueva Generación de Guerra») es que las armas nucleares y el gran poder destructivo de las armas de precisión de largo alcance, induce a que los enfrentamientos tiendan a hacerse de manera indirecta y asimétrica, con medios militares y no militares, tanto para evitar la destrucción masiva como para hacer uso de la gran ventaja occidental en municiones guiadas de largo alcance (dando apoyo aéreo a guerrillas y fuerzas locales). Por ese motivo, dado ese entorno operativo, Rusia debería prepararse no para un enfrentamiento militar convencional a plena escala con masas de tanques, etc, ni para un intercambio nuclear a plena escala, sino contra agresiones que tendrán ese nuevo carácter indirecto y asimétrico, de guerra de salvas a larga distancia y sin contacto ni choque de masas de maniobra.
A continuación, Chekinov y Bogdanov describen ocho fases de todo conflicto, que empiezan con la guerra no militar y asimétrica en la primera fase. Segunda fase de operaciones para confundir a los líderes militares y políticos adversarios. Tercera fase de intimidación y decepción, para inducir a oficiales militares a abandonar sus puestos. Cuarta fase de desestabilización de la población por proganda y llegada grupos armados irregulares. Quinta fase de establecer zonas de exclusión aérea, bloqueos y uso de compañías militares privadas junto a los grupos armados irregulares. Sexta fase de comienzo de la acción militar. Séptima fase de intensificación de las acciones militares con salvas de artillería de largo alcance, guerra electrónica, aviación, etc. Octava fase de destrucción de los remanentes puntos de resistencia. Por otra parte, en el artículo también de Chekinov y Bogdanov de 2012 titulado “The Initial Period of War and Its Influence on the Preparation of the Country for Future Wars”, describen la importancia que tiene la fase inicial de todo conflicto para lograr la superioridad informativa, que será crucial en el posterior desenvolvimiento del conflicto mientras va escalando a la fase de guerra y enfrentamiento abierto.
Hay que señalar que aunque Chekinov y Bogdanov empleen el término nueva generación de guerra (empleado por primera vez en 2008 en “Mobile Underwater Robots: Their Part in Navy Missions” de Gizitdinova y Cherkasov, para hacer referencia al uso de armas de precisión stand-off o de larga distancia), en los escritos rusos no suele ser el término usado para describir los conflictos que contemplan en el pensamiento estratégico ruso para hacerles frente como amenaza. Por contra, es más usado el término de «Nuevo Tipo de Guerra», que han usado Kartapolov y Gerasimov y que se ha terminado imponiendo. Kartapolov en 2015 escribió “Lessons of Military Conflicts, Prospects for the Development of Means and Methods of Administering Them, Direct and Indirect Actions in Contemporary International Conflicts”, (que sirve de botón de muestra de cómo interpreta el Estado Mayor ruso la estrategia contemporánea y el nuevo tipo de guerras) y dijo que:
«En relación con esto, se están desarrollando formas y métodos no estándar para el empleo de nuestras Fuerzas Armadas [rusas], que permitirán nivelar la superioridad tecnológica del enemigo. Para esto, las características de preparación y conducción de la “guerra de nuevo tipo” se están utilizando por completo y se están desarrollando métodos «asimétricos» para enfrentar al enemigo.»
Otro autor que hay que tener en cuenta a la hora de entender el pensamiento estratégico ruso es Vladimir Slipchenko, ya que es considerado como el padre intelectual de Bogdanov y Chekinov. Slipchenko es el creador del término de «Guerra de Sexta Generación», que en buena medida imbuye los escritos de los otros dos autores, y que es una interpretación muy personal (y discutible) de lo que fue la guerra del Golfo de 1991 y la apabullante victoria norteamericana sobre Irak.
La mejor manera de comprender a qué se refiere concretamente Slipchenko con Sexta Generación de guerras es ponerla en perspectiva con las otras cinco generaciones. La primera generación, según Slipchenko, sería la que estaba dominada por las armas blancas, como espadas, lanzas, etc. La segunda generación es la de las armas de fuego que dejó desfasada el cuadro y orden cerrado, etc, en favor de la guerra lineal, fuego por sección, etc. La tercera generación es cuando las armas de fuego se hicieron automáticas, teniéndose que ir a formaciones mucho más dispersas, etc. La cuarta generación es cuando apareció el carro de combate y la guerra mecanizada. Slipchenko dice que muchos países, incluida Rusia antes de las reformas de Serdyukov y Makarov como respuesta a las insuficiencias de la guerra de Georgia de 2008, están aún doctrinal y materialmente en las guerras de cuarta generación. Las guerras de quinta generación son los conflictos enmarcados por la amenaza de guerra nuclear, de las que de manera abierta solo fue la Segunda Guerra Mundial, aunque generó un entorno de guerras limitadas e indirectas. Las guerras de sexta generación son las que arrancan en 1991 con el espectacular uso de las armas de precisión de largo alcance y el uso de la información para poder localizar y atacar objetivos enemigos.
Hay que destacar que es una interpretación discutible porque según Slipchenko la guerra terrestre no tuvo apenas importancia y todo se basó en la guerra sin contacto lanzando misiles y bombas guiadas, lo que llevó a la destrucción del ejército iraquí; o que las fuerzas terrestres norteamericanas tenían por objetivo dirigirse a Bagdad. Los que han estudiado un poco la Guerra del Golfo de 1991 saben bien que las fuerzas aliadas no se dirigían a Bagdad y que el choque terrestre fue sumamente decisivo para barrer a las divisiones mecanizadas y acorazadas del ejército iraquí y la Guardia Republicana (que estaban muy poco dañadas), siendo todo un paradigma la muy conocida Batalla del 73 Oriental. También dice Slipchenko que el uso de las armas de precisión comienza en la guerra de las Malvinas de 1982, cuando en Occidente se retrotrae como poco a la guerra de Vietnam y el uso de bombas guidas por láser para atacar objetivos como el puente de Than Hoa.
Slipchenko, describiendo lo que para él son las guerras de sexta generación, popularizó el concepto de guerra sin contacto, en la que se han basado en buena medida los escritos de Kartapalov, Gerasimov, etc, y que en parte está tras el énfasis que se está dando en Rusia a la adquisición a gran escala de municiones de precisión de largo alcance, o en la reforma de la artillería que está protagonizando la modernización militar convencional terrestre rusa (ver «Russian Military Pursues Artilley Reform», Roger McDermott, 2019). Pero tal visión de los conflictos actuales (de sexta generación) es en realidad bastante polémica precisamente porque quita énfasis al choque de fuerzas pesadas, por lo que tiene importantes críticos en los círculos de pensamiento militar y estratégico rusos. El coronel Zhikhaskiy en “Sobre el asunto de las guerras del futuro” (2010) y Valentin Rog en “Priority-Attainment of Air Superiority: Use of Precision Weapons Demands Adequate Means of Counteraction” (2001), hacen críticas bastante mordaces a Slipchenko sobre su sesgada visión y efectividad de las armas de precisión en la guerra de 1991 o la de Kosovo de 2001.
El oponente teórico de más relevancia a Slipchenko es nada menos que el general Majmut Gareev, quizás el pensador militar ruso más importante, veterano de la Gran Guerra Patriótica, ayudante de Ogarkov en los años 80 cuando el Ejército desarrollaba su doctrina de grupos de batalla móviles y presidente de la Academia de Ciencia Militar. Aunque Gareev, al haber sido el principal teórico de Ogarkov cuando éste también hablaba de los complejos de reconocimiento y ataque (que daban una gran superioridad a la OTAN respecto al Pacto de Varsovia), apoya la gran relevancia de la guerra sin contacto y las salvas de municiones de precisión en la guerra contemporánea, es mucho más prudente que Slipchenko en que el choque terrestre ya tenga escasa importancia.
Además, Gareev, en su libro traducido al inglés “If Wat Comes Tomorrow? Te Contours of Future Armed Conflict” (1998), en el que observando las actuaciones de EEUU y la OTAN en Yugoslavia, advertía que a causa de: 1) el cambio en la situación política internacional con el fin de la política de bloques, y 2) la revolución en la tecnología militar que da gran importancia a la información y las municiones de precisión, se abría una nueva era de intervenciones más limitadas y un selectivo uso de la fuerza, pero con efectos políticos y operacionales desproporcionados (algo en lo que concuerda con Slipchenko, tal y cómo se ha escrito más arriba), pero a la vez 3) destacando los medios asimétricos, indirectos, informativos, etc, en las fases iniciales de la guerra. Una publicación interesante en la que la que pueden leerse (en inglés) las dos perspectivas sobre las guerras futuras para las que tendría que prepararse Rusia se encuentra en el libro conjunto de Slipchenko y Gareev “Future War” (2005).
Por otra parte, Nagorny y Shurygin hacen referencia a los métodos asimétricos de guerra que emplea Occidente (lo que los pensadores militares rusos denominan «guerra híbrida», que no es la misma guerra híbrida que definía Frank Hoffman), en “Defense Reform as an Integral Part of a Security Conception for the Russian Federation: a Systemic and Dynamic Evaluation” (2013) (disponible en abierto y en inglés en internet), un muy destacable y extenso artículo que es un intento de actualizar la “Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa para el periodo hasta 2020″ (del año 2009). Aunque en dicha Estrategia de Seguridad Nacional ya se señalaban los aspectos no meramente militares que amenazaban al estado y régimen ruso, fallaba en cómo se integraban todas esas amenazas con los medios militares. Al ser un documento del año 2013 ya saca a relucir los problemas de las agresiones tipo indirecto, revoluciones de color en el mundo árabe, etc.
La amenaza militar de las nuevas guerras que ejecutan los Estados Unidos reside en un periodo de desestabilización y desintegración psicológica, el uso de la guerra sin contacto, el empleo masivo de municiones de precisión de largo alcance y en nuevas formas de tomar el territorio (recurriendo, dicen los rusos, al empleo de compañías militares privadas tema tratado en el Número 8).
Un aspecto que no suele destacarse del trabajo de Nagorny y Shurygin, es que los norteamericanos tienen como política deliberada hacer inútil o carente de credibilidad el empleo de armas nucleares que lleven a un daño inaceptable (para tener libertad de acción estratégica y poder atacar sin temor a una represalia nuclear). También señalan, como hacen Gerasimov y otros autores, que el cambio en el contexto geopolítico no hace que los medios no militares prevalezcan sobre lo militares, y que los primeros están subordinados a los segundos.
Otro concepto que está detrás del pensamiento militar ruso contemporáneo y de hecho inspira la reforma militar en curso desde la guerra de Georgia de 2008 (reformas de Serdyukov y Makarov en adelante) en el de «Guerra Basada en Redes» (ver por ejemplo las columnas “Russia’s Network-Centric Warfare Capability: Tried and Tested in Syria” (2018); “Russia Tests Network-Centric Warfare in Tsentr 2019” (2019); y “Russia’s Network-Centric Warfare Experiment in Syria” (2016). Probablemente, el principal exponente de la guerra basada en redes rusa sea Aleksandr Kondratyev, que ha publicado en las principales revistas de pensamiento militar y estratégico rusos (Pensamiento Militar; El Correo Industrial-Militar; Revista Militar Independiente; Revista Militar Extranjera). Como indica McDermott en “Russian Perspective on Network-Centric Warfare: The Key Aim of Serdyukov´s Reform” (2011), Kondratyev también ha estado muy influenciado por los libros y artículos de Slipchenko sobre la «guerra de sexta generación». Además de ser un defensor del concepto de «guerra sin contacto», en sus escritos hace énfasis en la importancia de la información en el nuevo tipo de guerra de sexta generación, que no consiste simplemente en la existencia de armas de precisión de largo alcance, sino que el verdadero núcleo de la nueva guerra es la superioridad informativa y el dominio del ciclo OODA (observar, orientar, decidir y actuar). (Para leer algunos trabajos de Kondratyev (en ruso) búsquese “The Realisation of the Concept ‘Network-Centric Warfare’ in US Army Aviation»).
(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.
2 Trackbacks / Pingbacks