La estrategia nuclear de Israel

Evolución y lógica de la estrategia nuclear israelí

F-16I Sufa de la Fuerza Aérea de Israel. Junto con los F-15I y los misiles Jericó, serían uno de los principales vectores de lanzamiento en caso de guerra nuclear. El segundo ataque, de ser necesario, correría a cargo de los misiles Popeye.

En contra de lo que se cree, la “Opción Sansón” nunca ha sido una verdadera opción para un país como Israel, en el que lo nuclear solo tiene una importancia relativa, dado el elevado umbral de uso, debido a sus capacidades convencionales. No obstante, el futuro próximo puede deparar interesantes sorpresas, como la búsqueda de la supremacía nuclear y el warfighting.

A nivel popular es usual que cuando se comienza a comentar el asunto de las armas nucleares israelíes y su estrategia, se recurra de manera casi inmediata a la teoría de la Opción Sansón (represalia masiva nuclear en caso de ser Israel derrotado militarmente), para acto seguido sacar a relucir el como durante la Guerra del Yom Kippur (1973) supuestamente Israel puso en alerta su arsenal nuclear (que en la cultura popular quedó reflejado en la escena del comienzo de la película Pánico Nuclear, cuando un avión A-4, armado con una bomba nuclear táctica, es derribado estando en patrulla de disuasión).

Sin embargo, en la comunidad de especialistas tales lugares comunes son catalogados como mitos. Esos mitos, además, están bastante alejados de la realidad de la estrategia nuclear israelí aportando solo confusión a la comprensión del tema. Por lo tanto, para aclarar en la medida de lo posible el tema de la estrategia nuclear israelí (doctrina, estructura y postura de fuerza, número de ojivas, etc), lo primero es destruir los mencionados mitos que enturbian la comprensión del asunto.

El mito de Hersh

El mito de la Opción Sansón ganó popularidad con la publicación en 1991 del libro de Seymour Hersh “The Samson Option”. En ese libro se llegaba a afirmar que Israel tenía un arsenal nada menos que de varios cientos de ojivas nucleares, minukes de neutrones, y que, entre otro tipo de armamento, Israel tenía tres batallones de artillería nuclear con más de cien obuses de 175 mm y 203 mm. Además, Israel habría robado inteligencia de satélites americanos para atacar blancos en la URSS. También se afirma que durante la guerra del Yom Kippur los israelíes habrían hecho chantaje nuclear a EEUU (amenazando con escalar nuclearmente el conflicto) para que les siguieran suministrando armas. Dicha narrativa ha sido reforzada por informes de prensa sin fuentes fiables, sobre que Israel realmente había activado de algún modo su armamento nuclear o que un SR-71 sobrevoló territorio israelí durante dicha guerra y que los israelíes incluso trataron de derribar dicho avión.

Sin embargo, aunque no existen informaciones fidedignas sobre el tamaño del arsenal nuclear israelí, ni las características de dichas armas, lo cierto es que la capacidad de producción de plutonio de la central nuclear de Dimona y la planta de reprocesamiento, no podía generar cientos de ojivas en el periodo de 1973 y 1991. También es dudoso que la capacidad técnica israelí pudiese fabricar tal variedad de armas nucleares (para obuses de diversos calibres, armas de neutrones, ojivas para misiles, etc). Por consiguiente, las aseveraciones que se hacen en el libro de Hersh probablemente se deban a la búsqueda de notoriedad mediática utilizando el sensacionalismo, pero entre los especialistas, sin lugar a dudas, es mirado con asombro y escepticismo.

Respecto a que Israel activó su arsenal nuclear y trató de hacer chantaje los EEUU durante la Guerra del Yom Kippur, es algo que tampoco resiste el análisis de la evidencia histórica disponible. En el estudio del prestigioso think tank CNA “The Israeli Nuclear Alert of 1973: Deterrence and Signaling in Crisis” (2013) y el libro de Yair Evron “Isarel´s Nuclear Dilemma” (1994) se repasan los relatos y documentación disponibles de las personas protagonistas o relacionadas con ellos. En lo que coinciden las diversas versiones de lo ocurrido es en que, durante los primeros días de la guerra, Moshe Dayan ante los negativos informes del desarrollo de las operaciones, tornó su opinión y estado de ánimo al pesimismo y pidió a la primera ministra Golda Meir que se iniciaran las preparaciones para alertar el arsenal nuclear de Israel con la intención de ejecutar explosiones demostrativas para intentar paralizar la guerra. No obstante, Yisrael Galili y Yigal Allon (miembros centrales junto a Dayan del gabinete de guerra informal de Meir) se opusieron frontalmente, diciendo que la guerra debería decidirse en el terreno de las armas convencionales (las intenciones y planes de guerra árabes no se dirigían a la destrucción de Israel, sino a desbloquear la situación generada tras la Guerra de los Seis Días) y que la situación militar no era tan mala. Para despejar dudas, Meir confió en el antiguo jefe de Estado Mayor, Haim Bar-Lev para que evaluara la situación en los Altos del Golán.

Cuando Ber-Lev informó a Meir que la situación aun siendo mala no era en absoluto tan desesperada como indicaban los informes de Dayan, la decisión de comenzar a preparar la fuerza nuclear israelí fue totalmente desestimada y Dayan cayó en desgracia por la errática capacidad de juicio que había demostrado desde que comenzara la guerra de 1973.

Lo anterior no quita que sea posible que las armas nucleares israelíes pudieran haber incrementado en algún grado su nivel de alerta (hay que tener en cuenta que el arsenal nuclear israelí probablemente esté desarletado, con las ojivas separadas de los vectores de entrega, etc), aunque sin llegar al nivel de cambiar la postura de la fuerza nuclear: alertándola y poniéndola en disposición de ejecutar ataques nucleares en cualquier momento. Por consiguiente, las informaciones de que el gobierno de Israel trató de hacer chantaje al gobierno de Nixon, amenzando con desatar una guerra nuclear (que hubiera provocado una hipotética intervención nuclear soviética, induciendo a su vez a una intervención americana que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial al enfrentarlos a los soviéticos) para que enviasen suministros de armas a Israel (y no tener que emplear armas nucleares), caen por su propio peso. Las historias e imágenes del SR-71 atacado por cazas israelíes o de cazas A-4 volando con armas nucleares no parecen tener demasiado fundamento.

Los submarinos de la clase Dolphin que opera Israel pueden operar con misiles de crucero Popeye Turbo, susceptibles de ser armados con una cabeza de guerra nuclear, de ser necesario.

Génesis del primer periodo de la estrategia nuclear de Israel

Por otra parte, el relato de lo ocurrido durante la Guerra del Yom Kippur sirve no solo para desmitificar y desmentir lugares comunes sobre el tema de la estrategia nuclear israelí, sino que nos revela pistas de en qué consiste dicha estrategia (el menos en perspectiva histórica, dados los años transcurridos).

Las deliberaciones y decisiones tomadas en el gabinete de Mair, desvelan que en Israel, la estrategia nuclear tiene mucho menos peso e influencia en el conjunto de la estrategia de disuasión y coerción de la que tiene en los EEUU, Rusia o Corea del Norte. Resulta que aun estando en una situación militar muy delicada, el gobierno israelí decidió que los medios convencionales serían suficientes para contrarrestar una amenaza militar a gran escala.

Israel Tal, en su clásico libro dedicado a la doctrina militar y disuasiva de Israel “National Security. The Israeli Experience” (2000) no menciona en ningún momento las armas nucleares. Enumera los objetivos de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en:

  • Destrucción de la fuerza enemiga como objetivo principal (para lograr la decisión política en el sentido de Clausewitz).
  • Invasión de territorio enemigo (para usarlo como baza negociadora).
  • Espacio para maniobrar y desplegarse (llevar la guerra a territorio enemigo, maniobrando para evitar una guerra de desgaste).
  • Poder atacar a los aliados distantes de los enemigos de Israel (para aislarlos internacionalmente).
  • Destrucción de infraestructura enemiga y amenazar sus capitales.

En añadidura, otros autores enmarcan los antedichos principios en:

  • Israel no puede mantener un gran ejército en operaciones durante mucho tiempo.
  • No puede sufrir demasiada atricción en personal y material.
  • Las guerras serán cortas, decisivas, destruyendo la masa de maniobra enemiga y en territorio enemigo (por escasa profundidad estratégica de Israel y evitar daños económicos), minimizando las pérdidas propias.
  • Cualquier agresión contra Israel será represaliada de forma más escalatoria y agresiva (con armas convencionales).
  • En casos extremos se ejecutarán ataques anticipatorios o preemptivos para garantizar el éxito militar y la seguridad.

Además, la amenaza de importantes actores no estatales a los que Israel ha tenido que hacer disuasión y coerción (OLP, Hezbollah, Hamas, etc), abunda en la relativa marginalidad de la estrategia nuclear en el conjunto coercitivo israelí. Por otra parte, como bien señala Dmitry Adamsky en “From Israel with Deterrence: Strategic Culture, Intra-war Coercion and Brute Force” (2017), en Israel al fracasar en muchas ocasiones la disuasión (al estar en estado de guerra latente casi constante) en realidad habría que hablar de estrategia de coerción y fuerza bruta, en el que compeler al otro y la coerción dentro del conflicto tiene tanta o más importancia que la disuasión (lo que deja menos espacio para el uso nuclear, que es eminentemente disuasivo para evitar guerras).

La relativa escasa importancia del armamento nuclear en Israel previa a 1990, se refleja en el hecho que, aunque la construcción del reactor nuclear de Dimona finalizó a comienzos de los años 60, Israel no decidió fabricar armas nucleares hasta varios años más tarde (después de la Guerra de los Seis Días de 1967). En las reuniones e informes que en 1962 se hicieron durante el gobierno de Ben Gurion, Arnan Azaiahu (“Sini”), Galili y Allon, se posicionaron contra el desarrollo y despliegue de un arsenal nuclear. Los motivos principales es que induciría a los países árabes a desplegar también ellos armas nucleares, por lo que la ventaja cualitativa en armas convencionales de Israel sería equilibrada y disminuida por el poder igualador del arma atómica; también podría desencadenar un ataque preventivo árabe o comenzar una carrera de armamentos estratégicos; la cercanía geográfica de Israel y sus hipotéticos adversarios nucleares haría la situación estratégica nuclear mucho más peligrosa e inestable que la de los EE. UU. y la URSS. En el lado de los que apoyaban el desarrollo nuclear estaban Dayan y Shimon Peres, resaltando que la capacidad de destrucción masiva del arma nuclear garantiza en última instancia la supervivencia de Israel, lo que permitiría dedicar en conjunto menos recursos económicos a Defensa.

Tras las discusiones se adoptó la decisión que caracteriza la ambigüedad de la estrategia nuclear de Israel que llega hasta nuestros días: se siguió adelante con los desarrollos técnicos nucleares para hacer de Israel un estado latente nuclear (sin desmentir la tenencia de armas nucleares), mientras la doctrina disuasiva estratégica sería preponderantemente convencional. De hecho no se adoptaría una estrategia nuclear realmente. No se diseñaría una estrategia disuasiva que indicase el número de armas nucleares para atacar los tipos de objetivos establecidos para conseguir hacer disuasión (armas para destruir ciudades, armas para destruir concentraciones de tropas y material en campañas de interdición sobre el campo de batalla, armas nucleares de aviación para destruir bases aéreas atravesando las defensas en el interior de los países enemigos, etc); el tipo de sistemas de comunicaciones, mando y control; la autoridad del lanzamiento y empleo de las armas nucleares.

Aunque no se puede estar plenamente seguro, se cree que no fue hasta después de la guerra de 1967 y por la insistencia de Dayan (que entonces tenía un gran prestigio) que Israel no comenzaría a acumular un pequeño arsenal nuclear. Como indica Michael Karpin en “The Bomb in the Basement: How Israel Went Nuclear and What that Means for the World” (2007), cuando Meir fue a EE. UU. en 1969 les comunicó que Israel había iniciado la fabricación de bombas nucleares. aunque por otra parte suele estimarse que la capacidad de producir armas nucleares era anterior a la guerra de 1967.

Por su parte, en un informe de la CIA de 1974 estimaba que Israel tenía un “pequeño” arsenal, sin especificar su número, aunque estimándose en círculos informados que consistiría en un monto de entre 10 y 20 bombas. Cuando Vanunu hizo públicas las informaciones sobre el programa nuclear israelí (1986) se estimó que Israel podría un máximo de material para fabricar 168 ojivas de plutonio de diseño de segunda generación (requiriendo menos plutonio) con boosted. No obstante, en absoluto se tiene claro el diseño de las ojivas nucleares israelíes, si tienen dispositivos de boosted o si incluso tienen armas de generación aún más avanzadas.

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