Pensamiento y Guerra

Jean Guitton

Pensamiento y Guerra, de Jean Guitton

Ediciones Encuentro ha publicado en español el conjunto de ensayos, escrito por el filósofo francés Jean Guitton entre los años 40 y 60 del pasado siglo y recogidos en su edición original en francés de 1969 bajo el título “Pensamiento y Guerra”. Esta edición española, que se basa a su vez en otra francesa publicada hace un par de años, lejos de recoger únicamente los ensayos -ciclos de conferencias, más bien-, cuenta con interesantes prólogos para cada uno de sus capítulos, escritos por parte de destacados oficiales franceses. Los comentarios, que aumenta notablemente su valor, ayudan a clarificar las ideas de Guitton para aquellos que, como quien escribe, no estén acostumbrados al particular lenguaje filosófico.

El libro en sí, consta de cinco capítulos, cada uno de ellos precedido de una introducción, a los que se deben sumar tanto un prólogo como una introducción, que ponen en valor su actualidad y un par de apéndices, todo ello en menos de 250 páginas pues, al fin y al cabo, Guitton nunca pensó en escribir un libro como tal, sino que únicamente adaptó, para hacerlos más inteligibles, los guiones de las conferencias que impartía ante los jóvenes oficiales franceses, año tras año. Que el lector no espere por tanto un hilo conductor o alguna conclusión final, por más que en el prólogo se hable de “el pensamiento y la acción”. En realidad en cada capítulo se tratan temas muy diferentes, aunque lógicamente todos traten en torno a la guerra y la estrategia, pero sin ninguna intención de conferir a todo ninguna coherencia. Son temas tan distintos y espaciados en el tiempo, que esto resulta simple y llanamente imposible, lo que tampoco quita ningún valor a una obra que, además, puede leerse en función de nuestros intereses, descartando el resto.

Si bien cada uno de los capítulos es interesante, es obligado advertir que alguno de ellos está absolutamente desfasado, especialmente el último, referente a la disuasión en la Era Nuclear que. En realidad, ya en su concepción resultaban anticuados si tenemos en cuenta los avances conceptuales que se estaban desarrollando al otro lado del charco, entre los estrategas estadounidenses. Con todo, leer el libro completo resulta de sumo interés tanto desde el punto de vista histórico -para entender cómo otros antes que nosotros veían la evolución de la guerra y su probable evolución- como por lo sugerente que resulta en muchas de sus proposiciones.

Sin ir más lejos, el primer capítulo, titulado “Hitler, la Revolución y la Guerra” analiza la particular estrategia hitleriana, basada en la propaganda y que el autor francés define como “estrategia física”, destinada a conquistar las almas y no los cuerpos. Propaganda al servicio de una estrategia que buscar derrotar al enemigo antes de luchar, en la misma línea de Maquiavelo, pero con las posibilidades que los medios de comunicación de masas -radio y cine por aquel entonces- ofrecían al dictador germano. Propaganda que bebe de la utilizada por todos los revolucionarios anteriores pero que, con Hitler alcanza un nuevo nivel hasta ser un arma más dentro del arsenal nazi. De paso, en el prólogo se enlaza ésta forma de actuar, basada en el miedo, en el control de los instintos del oponente, con lo que Dáesh ha estado haciendo en los últimos años y no sin una buena dósis de razón. Es inevitable que la imaginación vuele y nos pasen por la cabeza conceptos con las InfoOps, las Fake News, la Guerra Informativa o cualquier otro de los que se han manejado en los últimos años para explicar un fenómeno que ha tenido un nuevo auge con la revolución de las comunicaciones digitales.

Los tres capítulos centrales sí constituyen un todo más homogéneo y son, en puridad, los que dan título al libro, pues giran en torno a lo que su título sugiere: “Pensamiento y Guerra”. De ésta forma, Guitton trata temas como “El arte de pensar y la dirección de la guerra”, “Pensamiento y guerra en Foch” y “El pensamiento hegeliano y la dirección de la guerra”. No entraremos en cada capítulo de forma pormenorizada, pues es tarea del lector coger éste libro entre sus manos y profundizar en el pensamiento del filósofo francés. Solo diremos que en los tres capítulos se observa un esfuerzo importante por: 1) Encontrar un nexo común entre las escuelas estratégicas alemana y francesa, la primera basada en el pensamiento de Hegel y la segunda, que bebe de Descartes; 2) Tratar de comprender la forma en que los soviéticos, cuya forma de pensar era también heredera de la filosofía hegeliana a través de Marx, concebían la guerra y el proceso estratégico; 3) Encontrar -curiosamente-, una síntesis superadora de ambas formas de pensar (lo que supone, en cierto modo, adoptar la lógica hegeliana). Lo más interesante será para muchos la defensa que, en éste punto, hace del Mariscal Foch, a quien, dicho de forma suave, la Historia no ha tratado demasiado bien. Se puede no estar de acuerdo con las tésis de Guitton en éste aspecto pero, no obstante, conviene leerle con atención.

El último capítulo es, como decíamos, el más polémico. Se dedica íntegramente a la estrategia en la Era Nuclear, que el autor diferencia, como hacía el general Beaufre -que ya ha pasado por éstas páginas- de cualquier época anterior. Es polémico, desde nuestra perspectiva, porque parte de ideas ya superadas en su día, aunque no está del todo claro que el autor pudiese tener acceso, en su momento, al corpus de estudios que estaban desarrollando los estrategas estadounidenses en esos momentos. Es polémico especialmente porque al intentar unir de forma un tanto artificiosa la filosofía y la estrategia -en lo que denomina metaestrategia-, se arriesga a cometer un error garrafal como es el de considerar que la energía nuclear, aplicada a la guerra, es un elemento “infinito”, cuando el resto de medios eran, hasta la aparición de la bomba nuclear, finitos. La realidad -y es algo de lo que hemos hablado en ésta revista-, es muy diferente. Con el advenimiento de la Segunda Era Nuclear, el uso de armamento atómico se vuelve más apetecible que en cualquier época previa y, nos guste o no, es posible que la disuasión a varias bandas no sea factible o que el cálculo coste-beneficio que antecede a cualquier empleo nos diga lo que nadie quiere oir: que se puede ganar -y por tanto convendría empezar- una guerra nuclear.

Como quiera que el mejor escribano hace un borrón, un fallo lógico, por ser el libro hijo de su tiempo, no resta en absoluto validez e incluso frescura a muchas otra de sus partes. Incluso desde el punto de vista del historiador militar o por simple curiosidad de aficionado, “Pensamiento y Guerra” continúa siendo una obra imprescindible, aunque solo sea por la influencia que su autor ha tenido durante décadas en la forma de entender la guerra de nuestros vecinos franceses. Debemos pues felicitar a Ediciones Encuentro por su atrevimiento a la hora de rescatar un clásico que no merece ser olvidado.

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