Mercenarios rusos

El ejército de bolsillo de Putin

Desde que apareciera en 2014, la empresa Wagner ha ido cobrando relevancia en los medios de forma paulatina debido al uso cada vez más habitual de esta compañía por parte del estado ruso. Wagner, junto a otras compañías militares y de seguridad privadas (PMSCs) de menor importancia, es la última de una extensa lista de actores no estatales armados que ha utilizado Rusia -y antes de ella, la URSS- frente a los diferentes desafíos que se le han planteado, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

Aunque ya existía una larga tradición en el uso de estos actores -caso de los cosacos en época zarista-, los actuales son una evolución directa de todas las lecciones aprendidas a lo largo de los diversos conflictos en que ha tomado parte el Kremlin tras la caída de la URSS. En ellas, el estado ruso no ha ejercido el monopolio del uso de la fuerza de manera directa, sino que lo ha delegado en actores no estatales como el batallón Vostok, o ahora Wagner, siendo la negación plausible uno de los principales motivos para recurrir a estos agentes.

Esta estrategia no ha sido gratuita, sino que se ha implementado a costa de otros muchos problemas que han requerido a su vez de nuevas e imaginativas soluciones. La última, que es el resultado del refinamiento en el uso de estos actores, es el empleo de ejércitos privados de bolsillo, apuntalando regímenes en crisis como el de República Centroafricana, e influenciando en otros estados, o tomando campos petrolíferos para enriquecer a unos pocos oligarcas, siendo difícil saber dónde acaba la iniciativa privada y donde empieza la estatal.

Imágenes de la ceremonia de graduación de 200 soldados de la RC entrenados por la misión de la UE en el antiguo palacio de Jean-Bédel Bokassa en Berengo. En los recuadros rojos, posibles operadores de Wagner.

Definiendo las PMSCs rusas

A la hora de intentar clasificar las empresas privadas que ejercen labores de seguridad y/o militares, suelen emplearse los términos PSC (Private Security Company) y PMC (Private Military Company). En el primer caso hacen referencia a las compañías que dan protección a personal o bienes, como instalaciones, convoyes, personal VIP, etc. En el segundo, a las compañías que operan en el campo de batalla con una postura ofensiva, tal y como lo haría una unidad militar, teniendo un mayor impacto operacional que las PSCs.

En el caso ruso, tenemos a compañías que encajan bastante bien en la descripción de PSC, como RSB Group o Vegacy, mientras que otras como Moran Security Group, aunque ofrecen servicios como PSCs, han actuado como PMCs a través de subsidiarias como Slavonic Corps. Las PMSCs (Private Military and Security Companies) rusas a su vez varían considerablemente tanto en los servicios que ofrecen, como las conexiones con las autoridades, ya que tenemos a empresas (RSB-Group) que no suelen actuar como agentes del estado ruso, mientras que Wagner es principalmente una herramienta estatal, aunque con cierto grado de independencia. Y es que la línea que separa las acciones en favor del estado, o por motivos económicos es bastante difusa.

Las diferencias que podemos encontrar entre las PMSCs rusas y las occidentales se circunscriben fundamentalmente a dos aspectos. Por un lado, el tipo de servicio que ofrecen y, por el otro, el grado de autonomía que tienen respecto a los gobiernos. Si atendemos al tipo de servicio, las occidentales suelen centrarse en:

  • Protección: En el primer caso se engloban las escoltas a convoyes, de barcos, servicios de seguros antisecuestro y rescate, etc. Tras la mala experiencia de Blackwater Security Company, en este sector se han evitado aquellos trabajos más vinculados con el mercenariado o de alto riesgo. Mientras que las compañías occidentales han evolucionado a servicios de menor riesgo, las rusas se han implicado en combates durante misiones ofensivas en operaciones de armas combinadas, como hiciera Slavonic Corps en Siria, o Wagner tanto en Siria como en Ucrania. Estas últimas no distan apenas de aquellas polémicas compañías de mercenarios sudafricanos como, por ejemplo, Executive Outcomes.

  • Apoyo Militar: El segundo servicio -que es el más importante en las PMSCs occidentales-, es el de apoyo militar, en el cual se han mostrado esenciales para numerosas fuerzas armadas, como la de los EEUU, ofreciendo apoyo logístico, mantenimiento, transporte, inteligencia, etc. Por contra, este sector en las compañías rusas es de escasa importancia. Sin embargo, tras la caída de la URSS, sí que surgieron compañías de transporte aéreo, como la del famoso Viktor Bout, ofreciendo sus servicios en la Segunda Guerra del Congo. Numerosos empresarios convirtieron una parte de la flota aérea de transporte militar ex-soviética en un negocio próspero, gracias a los bajos precios que ofrecían, y que incluso todavía hoy ofrecen, en especial a Naciones Unidas y sus misiones. Por ejemplo, la compañía UTair y sus subsidiarias recibieron 1.300 millones de dólares por sus servicios de transporte aéreo entre los años 2005 y 2013, y en el año fiscal 2014-2015, el 34% del valor de los contratos por servicios de transporte aéreo estuvo en manos de compañías rusas.

  • Reconstrucción de las capacidades estatales: Este servicio comprende el entrenamiento de fuerzas armadas, la construcción de infraestructuras o la limpieza de minas y UXOs. El fin de este servicio es dar apoyo a países que están enfrascados en una guerra contrainsurgencia (COIN), lucha contra el terrorismo, etc. También sirve para contribuir al desarrollo y la paz de un país que acaba de salir de una guerra, donde la limpieza de minas, por ejemplo, es muy necesaria. Este era un campo típicamente europeo y norteamericano, pero que han empezado a tomarlo las compañías rusas con gran fuerza tras la Guerra de Siria, apoyando a los gobiernos aliados o con la intención de atraerlos.

La segunda gran diferencia entre las PMSCs occidentales y rusas es el grado de autonomía que tienen con respecto a sus gobiernos. Este depende del tipo de mercado en el que se encuentran. Según Dunigan y Petersohn (2015), hay tres tipos diferentes de market for force, en función de la fuerza que posea el Estado de Derecho:

  • Mercados Neoliberales: Los clientes y proveedores firman contratos de manera voluntaria para el intercambio de bienes y servicios.

  • Mercados Híbridos: El estado controla el mercado, necesitando los proveedores la aprobación estatal. Este sería el caso ruso.

  • Mercados de Extorsión: En el caso de estados frágiles como República Centroafricana, en donde los clientes son extorsionados por los proveedores, que obligan a pagar por sus servicios de protección.

El mercado ruso sería híbrido debido al papel del gobierno como organizador del sector y como cliente. La autonomía de ciertas PMSCs es bastante baja debido a que son meras herramientas estatales, como en el caso de Wagner, de la que, a pesar de que se conoce muy poco sobre su gestación, se sabe que la mano del Kremlin ha sido fundamental en ella. También el marco de ilegalidad en el que se mueven las PMCs permite al gobierno ruso eliminar o chantajear a las compañías según su conveniencia.

A pesar de las precauciones que toman por evitarlo, en ocasiones muy superiores a las que toman los ejércitos regulares, siempre termina por aparecer alguna imagen que delata la presencia de estas organizaciones, bien a través de las redes sociales, bien por la acción de la prensa y medios OSINT.

Antecedentes de las PMSCs

Tras la caída de la URSS, Rusia se encontró con unas fuerzas armadas adaptadas a un tipo de guerra muy diferente al que iba a hacer frente en Chechenia. Estaban preparadas para una guerra convencional a gran escala contra la OTAN, con la movilización masiva de unidades de reserva para completar las divisiones en cuadro en un lento proceso que podía llevar semanas. Es por ello que sus FFAA demostraron ser por completo ineficaces a la hora de desplegar fuerzas de reacción rápida bien preparadas para sofocar los puntos calientes que surgieron tanto dentro como fuera del país y sin ir más lejos, en la Primera Guerra de Chechenia esta lentitud fue clave para que los insurgentes pudieran prepararse a conciencia para hacer frente a la ofensiva rusa. Las tropas rusas, además, estaban muy poco adaptadas al tipo de guerra asimétrica que se dio en Chechenia, lo cual junto a otros muchos errores y carencias, llevaron a una humillante derrota.

A pesar de que en 1993 se lleva a cabo la primera reforma militar, en este caso por Pavel Grachev, seguida por otras tantas, ninguna de estas cumplió con su cometido, siendo en su mayor parte un fracaso bien por quedarse cortas, bien por culpa de las limitaciones presupuestarias o de otros impedimentos estructurales. Aún así, algunas medidas de éxito se tomaron para mejorar la capacidad de las FFAA rusas ante un enemigo como el checheno.

En la Segunda Guerra de Chechenia, Rusia no solo logró debilitar a la insurgencia dividiéndola, sino que consiguió atraer a su causa algunas facciones. De esta forma pudo hacer uso de unidades paramilitares reclutadas entre las distintas milicias de los clanes chechenos. Estas, a pesar de sus deficiencias, supusieron la creación de una fuerza adaptada a la guerra asimétrica en la zona, de manera rápida y sobre todo, barata, tanto política como económicamente. El uso de estas fuerzas es importante porque supone el antecedente más inmediato tras la caída de la URSS de actores no estatales armados tanto dentro de las fronteras, como en el exterior, integrándose en el ejército ruso como batallones GRU, de manera similar a como lo hizo Wagner un tiempo después.

De todas las unidades chechenas, merece ser destacada, por presentar las mayores semejanzas con Wagner, el batallón Vostok (Este). El poderoso clan de los hermanos Yamadayev, de la ciudad de Gudermes, tras pasarse al bando ruso,puso a su disposición su milicia, el denominado 2° Batallón de la Guardia Nacional de la República Chechena de Ichkeria, constituyen la base para el batallón Vostok.

El batallón Vostok, a pesar de haberse integrado en la 42.ª División de Infantería Mecanizada, y depender directamente del GRU, no operaba de la misma manera que el resto de unidades regulares, ya que dicha integración no era ni mucho menos plena y apenas había una supervisión, ya que se pretendía cierta desvinculación de las acciones que realizaban. El mismo aspecto de sus miembros era similar al resto de milicianos y completamente diferente al del ejército regular, de manera que se jugaba a mantener una ambigüedad que les permitiera una negación plausible. Si se había cometido algún crimen siempre se podía achacar a milicias descontroladas o bandas criminales, o a lo sumo al Vostok, pero el ejército ruso no se veía salpicado en ningún caso, algo muy importante y útil. Hasta el mismo Vostok negó alguna matanza amparándose en esa negación plausible que le daba su carácter irregular.

Tras la Segunda Guerra de Chechenia, el Vostok también jugó un papel clave durante la larga campaña contrainsurgencia, gracias a que se les permitía llevar a cabo una guerra sucia donde se cometerían todo tipo de tropelías contra la población civil y rebeldes, que de otra manera pasarían factura al ejército y gobierno ruso, atrayendo la atención y condenas internacionales. Además, también se ahorrarían la oposición de la opinión pública por culpa de las bajas entre el ejército regular, algo que había pasado factura en el conflicto anterior. La externalización de la guerra COIN conllevaba numerosas ventajas en estos aspectos y el empleo de los mercenarios de Wagner no deja de ser otra externalización similar a esta.

El uso de este tipo de unidades traía consigo también numerosos problemas, como la lucha de poderes entre las distintas facciones, debido a que cada una debía lealtad a sus respectivos clanes, los de Kadyrov y de Yamadayev. Kadyrov se fue imponiendo a los Yamadayev, en especial tras la operación de castigo en Borozdinovskaya en junio de 2005, llevada a cabo por el Vostok. Esta represalia por el asesinato de uno de sus informantes, y en la cual mataron a una docena de personas, a diferencia de otras veces, atrajo la atención internacional, golpeando a la imagen pública de los Yamadayev. Posteriormente se vieron obligados a adoptar un perfil bajo que fue aprovechado por Ramzan Kadyrov para fortalecerse todavía más tanto en el aspecto político, como en el militar ya que había integrado cada vez más sus milicias leales en posiciones oficiales dentro de las fuerzas federales.

Ante la menor necesidad de operaciones COIN y el mayor dominio de Kadyrov, el peligro de que el batallón Vostok se viera seriamente reducido, desmovilizado o integrado en las fuerzas de Kadyrov se hizo evidente. La estrategia de Yamadayev fue la de intentar mostrarse útiles ante el Kremlin, y buscar fuentes alternativas de financiación que les permitieran mantener la lealtad de sus hombres. Los nuevos ingresos, como no podía ser de otro modo, procedieron del crimen organizado, así como del propio Kremlin gracias a su uso como fuerza en el exterior.

Vemos aquí una bifurcación en la búsqueda de fondos gracias a su libertad de movimientos, por un lado buscando fuentes de financiación propias, y por otro gubernamentales, algo similar a lo que veremos en Wagner, con iniciativas públicas, y otras privadas para enriquecer aún más a Prigozhin. A pesar de ser fenómenos distintos, nos permiten entender la libertad de movimientos con que suelen contar los actores no estatales armados al servicio del Kremlin, supeditados a sus intereses, pero con libertad suficiente para moverse mientras no entren en conflicto con los intereses de Moscú.

Hasta 2006 el batallón Vostok había sido una herramienta dentro de la política de seguridad interna rusa, pero a comienzos de octubre de ese año se anuncia que efectivos de esa unidad darán protección a ingenieros militares rusos que reconstruirían parte de la infraestructura destruida por Israel durante la guerra de Líbano. El tipo de misión que llevan a cabo en su primer despliegue exterior fue similar al que realizan las PSCs. Indicamos esto, ya que la evolución de los despliegues de esta unidad en el exterior fue de menos a más en cuestión de intensidad en combate.

Tras esta primera operación en el exterior, de baja intensidad, siguieron otras dos de similares características, una en Abjasia -donde fue desplegada una compañía de 150 hombres del batallón Vostok- y otra en Osetia del Sur, a la cual llegaron en octubre de 2007 tanto efectivos del Vostok, como del Zapad. De este último aparecieron informes relativos a su utilización en operaciones encubiertas en las regiones montañosas de la frontera de Georgia, por lo que posiblemente actuaron como algo más que como fuerzas de pacificación, un ejemplo por tanto de proyección de actores no estatales armados en una misión más agresiva que la de El Líbano. Tendríamos que esperar no obstante a la Guerra Ruso-Georgiana para ver a estas unidades en operaciones ofensivas.

Poco antes de la Guerra Ruso-Georgiana, las tensiones entre las milicias de Kadyrov y Yamadayev llegaron a su clímax, con un tiroteo entre dos convoyes de ambas fuerzas que acabó con los barracones del Vostok rodeados por dos batallones de Kadyrov. Éste a su vez utilizó todo el aparato estatal bajo su poder para someter a presión, tanto al clan de Yamadayev como al Kremlin. Este último fue incapaz de reducir la tensión y cedió a las exigencias de Kadyrov, reduciendo el personal del Vostok y deponiendo a su líder tras la guerra con Georgia. Finalmente el batallón fue reestructurado e incorporado totalmente a la 42ª División Mecanizada, cediendo definitivamente a las presiones de Kadyrov.

Sobre el desempeño del batallón Vostok durante la guerra de cinco días que enfrentó a Georgia con Rusia en 2008 y en la cual una compañía de 120 hombres tomó parte, este sufrió un alto número de baja -entre una y tres decenas-, posiblemente en los combates cerrados contra los georgianos para liberar los restos de un batallón ruso mecanizado que había quedado rodeado. Rusia habló de estos chechenos como voluntarios, desvinculandose de los crímenes que pudieran cometer. De hecho, se les acusó de gran brutalidad.

A pesar de todas las bondades en el uso de estos actores armados no estatales, del éxito estratégico en la estabilización de Chechenia durante la campaña COIN, y como no, durante la guerra que le precedió, se produjeron una serie de problemas. Aunque los batallones estaban supuestamente subordinados, la realidad es que esta obediencia era bastante laxa, como quedó durante la lucha de poderes entre ambos. El Kremlin carecía de la capacidad de controlarlos, a riesgo de volver a desestabilizar la zona. Aunque en un principio se utilizó al Vostok como contrapeso al poder de Kadyrov, con el tiempo este se hizo con él y fue el Kremlin quien hubo de plegarse a sus exigencias. Este problema entre facciones armadas no estatales no se ha reproducido con las actuales compañías de mercenarios, al menos hasta el momento, aunque algunas fuentes indican una rivalidad entre Wagner y Patriot, como veremos más adelante.

Aunque pueda parecer que la presencia rusa en África es reciente, en realidad estuvo presente, en realidad se remonta a tiempos de la Unión Soviética. En la imagen podemos ver a personal del Ejército Rojo encargado de la formación de guerrilleros angoleños, en uno de los muchos focos de conflicto en los que estuvieron presentes los intructores soviéticos.

Actores armados no estatales en Ucrania

En la Guerra de Donbass Rusia ha podido experimentar con una gran diversidad de formatos de actores armados no estatales, que van desde milicias de voluntarios ucranianos a cosacos, el batallón Vostok, etc.

Es allí en Ucrania donde se demuestra que los mercenarios aúnan efectividad y mejor control, a diferencia de los numerosos problemas que causaban los líderes de los rebeldes ucranianos pro rusos, muchos de los cuales fueron asesinados, como el caso de Alexander Bednov, más conocido como “Batman” y Alexei Mozgovoy, bien por orden rusa, bien por rivales locales. En el caso de Batman, sus rivalidades con el “presidente” de la República Popular de Lugansk, Igor Plotnitsky, fueron el motivo de su asesinato y de la purga realizada entre los mandos de su batallón. La diversidad de grupos armados del tipo de estos batallones de voluntarios pueden resultar en un panorama caótico, no solo durante los combates, sino -y muy especialmente-, tras la guerra y la estabilización de la zona.

Hemos mencionado al batallón Vostok, pero este no era el mismo que el original del que hemos hablado antes, sino uno creado en Ucrania por un ex jefe de la unidad antiterrorista Alpha del Donbass, Alexander Khodakovsky, junto a miembros de su antigua unidad, algunos veteranos del Vostok, y con una gran variedad de voluntarios, la mayoría extranjeros. Aunque no sea una réplica del Vostok original, podemos ver una proyección de la fuerza rusa en forma de grupo paramilitar similar a la desarrollada en Chechenia.

La baja calidad de estas milicias también fue otro hándicap, pues incapaces de hacer frente al Ejército de Ucrania, necesitaron el apoyo de los Grupos de Batallón Táctico rusos, con lo que la presencia rusa fue imposible de ocultar con los riesgos políticos que ello conllevaba. A su vez, estos BTG se encontraban escasos de fuerzas de maniobra, así que para compensar este hecho y preservar el poder de combate, evitando que las unidades regulares rusas tuvieran que desperdiciarse en labores de apoyo, integraron de manera rudimentaria dichos grupos paramilitares. Estos sirvieron para dar protección a los BTG frente a ataques, asegurar el terreno y proporcionar inteligencia, en especial HUMINT. La integración, como dijimos, era escasa, como muestran los medios de enlace con el HQ del BTG, teléfonos móviles, teléfonos por satélite y radios no protegidas.

Pero los principales problemas en el uso de estas milicias prorrusas en el este de Ucrania fueron similares a lo que ocurrió en Chechenia, con la desunión entre ellas y las rivalidades. Éstas acabaron por ser meros instrumentos de sus líderes para su beneficio personal, lo que resultó totalmente contraproducente durante el conflicto. Rusia, a diferencia de la lucha entre Kadyrov y los Yamadayev, sometió a una purga a los líderes problemáticos, tal y como indicamos anteriormente, antes de que el problema se desbordara. Una purga que se hizo extensiva a los llamados “milicianos salvajes”, pandillas de matones que se dedicaban al saqueo.

En Ucrania vuelve Rusia a utilizar fuerzas paramilitares proxy, y vuelve a hacer una proyección de la fuerza del mismo tipo, aunque esta vez incluyen a los mercenarios, que es la gran novedad. A diferencia de Chechenia, el Kremlin puede reconducir en cierta manera estos grupos paramilitares subordinados, mostrando la lección aprendida.

Miembros del Batallón Vostok en Chechenia.

El interés del Kremlin por las PMSCs

Como hemos visto, Rusia ya había preparado el terreno para el uso estatal de empresas de mercenarios con su larga experiencia en el uso de fuerzas proxy de características similares, como el Batallón Vostok, así como con la proyección de estas fuerzas en el espacio postsoviético, e identificando los problemas que acarreaba su uso.

En 2010 el Kremlin se acerca al campo de los contratistas durante el 14º Foro Económico de San Petersburgo, al que va como invitado Eeben Barlow, el mítico fundador de Executive Outcomes, quien tomó parte en la sesión sobre “Nuevos modelos de cooperación para la Industria Militar”. El modelo de EO era muy diferente a todo lo que había en Rusia. Su exposición trató sobre el modelo de creación de PMC e incluso ofreció opciones para adaptar dicha empresa a las condiciones rusas. Barlow, según la web The Bell citando contactos con personal del Ministerio de Defensa ruso, se reunió a puerta cerrada con una pequeña delegación del Estado Mayor Ruso. La destitución del ministro de defensa Serdyukov, unida al retiro del jefe del Estado Mayor, Nikolai Makarov, retrasaron cualquier posible implementación que se intentara.

Es imposible determinar cuánto influyó Barlow en la evolución del sector hasta llegar al ejército de bolsillo de Wagner en Siria (término empleado por el jefe del SBU ucraniano, Hrytsak), pero ambas compañías han realizado servicios similares. El papel de Executive Outcomes, contratada por el gobierno angoleño para proteger campos petrolíferos de los ataques de la guerrilla de UNITA, cobrando por derechos de explotación de campos petrolíferos y minas de diamantes, etc, difiere muy poco del jugado por Wagner en Siria y la República Centroafricana y los servicios que esta empresa ofrece.

La larga sombra de Executive Outcomes, sobre la que tantas leyendas se han escrito, en muchos casos totalmente alejadas de la realidad.

La Guerra de Nueva Generación

El principal elemento de la Guerra de Nueva Generación de Rusia (New Generation Warfare) es la Guerra Asimétrica (Asymmetric Warfare). Esta permite a Rusia, entre otras cosas, intervenir de manera encubierta o indirecta en otros países, sin implicación directa de sus FFAA. Rusia cuenta con una amplia gama de instrumentos para la Guerra Asimétrica, siendo algunos de las principales la toma de medidas para aumentar la preocupación del enemigo acerca de sus intenciones reales, tal y como hizo desplegando gran cantidad de tropas en la frontera con Ucrania, operaciones de información y psicológicas, como los SMS con mensajes desmoralizadores a tropas ucranianas, y en lo que respecta al tema que tratamos, el uso de fuerzas indirectas, entre las cuales tenemos a las PMSCs.

Estas son utilizadas debido a que le permiten que no se vincule al Estado con las operaciones que hacen estas empresas. Pueden realizar cualquier actividad de guerra irregular, e incluso convencional. Pueden actuar en las fases no cinéticas de la NGW, como en la escalada de la subversión, preparando el terreno para la intervención militar primero -encubierta con el uso de mercenarios y grupos paramilitares locales-, y con el de fuerzas regulares posteriormente, pero siempre utilizando los mercenarios y resto de grupos armados no estatales para amortiguar las bajas.

En Ucrania se han podido probar algunas de las ideas que conforman lo que se llama Guerra de Nueva Generación rusa.

Bezulikovost o la falta de evidencia

Así se refirió el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, Valery Gerasimov, a lo que se suele denominar como negación plausible. Este es el motivo principal para el uso de PMSCs por parte de Rusia en los distintos escenarios, aunque en cada uno actúen con un fin diferente, ya sea proteger a un presidente aliado de un golpe de estado o como multiplicador de fuerzas en una ofensiva en apoyo a tropas aliadas mucho menos capaces.

En la Guerra de Nueva Generación rusa, el Kremlin está externalizando las operaciones militares en lo que se denomina Zona Gris (ver Número 5), siendo ésta la zona del espectro de los conflictos que se encuentra entre la paz (zona blanca) y la guerra (zonanegra). El uso de este tipo de actores le permiten al estado ruso evitar responsabilidades de las acciones en pos de sus objetivos.

Una de las principales responsabilidades que se pretenden evitar de cara a su política interna, son las posibles bajas entre sus militares, que de otra manera hiciera la guerra inviable debido a la presión de la opinión pública. Si los varios cientos de muertos de Wagner y otras PMSCs en Siria hubieran sido de militares rusos, el apoyo a la operación hubiera sido mucho más bajo, y sin duda habría pasado factura al gobierno de Vladimir Putin.

Podemos ver el uso flexible que hace Rusia de las PMSCs en los distintos escenarios, pero siempre como herramienta de externalización para tapar las bajas propias y para no implicarse políticamente. Mientras que en Ucrania, junto a los distintos grupos paramilitares, los contratistas servían para proteger a los BTGs, en Siria se utilizaban como algo similar a un BTG, pero en esta ocasión no intentando obtener las mínimas bajas posibles, sino como tropas de choque. El nexo común en ambos escenarios es que se utilizaron para ocultar caídos en combate entre las filas del ejército ruso, que de otra manera podrían resultar inaceptables.

En Ucrania los de Wagner y los grupos paramilitares, combatieron como tropas de primera línea, sufriendo la mayor parte de las bajas, mientras que el BTG daba apoyo de fuego, e intervenían cuando era estrictamente necesario. Pero en Siria, más en concreto en Palmira, en vez de utilizar un esquema similar, las unidades de Wagner, de hasta 600 hombres o más, eran utilizadas para dar reconocimiento e inteligencia (labor parecida a la de los BTGs rusos), pero a su vez como carne de cañón utilizada para ablandar al enemigo a batir. Luego, en una segunda ola actuaban los sirios, y con ellos la propaganda que nos mostraba una guerra terrestre exclusivamente síria o de milicias afines al régimen. Un veterano de Wagner se quejaba amargamente de que ellos eran los que iban en primer lugar al combate, preparando el campo de batalla, dirigiendo el fuego de artillería y de aviación, haciendo luego retroceder al enemigo. Cuando la tarea estaba ya casi hecha, iban las tropas sirias, y tras ellos las cadenas de TV rusas para entrevistarlos.

Una jugada magistral que permite vender ante la opinión pública la intervención en Siria como una guerra luchada con sangre siria y con el apoyo aéreo ruso.

Aquí el mando ruso no intentó reducir las bajas rusas, aunque fueran de contratistas, sino que buscaron principalmente la efectividad y la rapidez. Las bajas de los mercenarios no importan a la opinión pública del país, que cree que están muy bien pagados y que saben dónde se meten, por lo que se utilizan como carne de cañón.

Son varios los lugares en los que se sospecha que hay personal ruso en tareas de instrucción y apoyo. En este caso, en el vídeo original se escuchaba a personal dando las órdenes en ruso y utilizando traductores.

Herramienta de política exterior

El uso de PMSCs por parte de Rusia se ha mostrado como un instrumento adaptativo a los distintos entornos, de muy bajo coste político y económico y de gran capacidad de reacción como vimos en Venezuela o en los disturbios de Sudán.

La posibilidad de apoyar con una PMSCs a un gobierno favorable a Moscú frente a una crisis que pusiera en riesgo su supervivencia ya fue identificada por el diputado de la Duma Gennadii Nosovko hace casi una década. Dicho diputado presentó dos iniciativas legislativas en 2010 y 2014 para la legalización de las PMSCs. Ante la Duma dijo lo siguiente:

“No habría habido esta situación actual en Ucrania si en Rusia hubieran habido PMSCs relevantes para contratar en el momento de la crisis del gobierno de Yanukovych. En un momento en que [el gobierno de Yanukovich] no podía estar seguro de la lealtad de su ejército, podría haber firmado un contrato con una PMSC rusa.”

La acción de Wagner en Venezuela es un escaparate que ha permitido a Rusia mostrar las bondades de esta herramienta de política exterior. Y es que nos encontramos con una herramienta muy atractiva para cualquier régimen con una grave crisis -sea o no aliado de Rusia- y que, ante los crímenes cometidos contra su propio pueblo, se viera rechazado e instado a dejar el poder. En el primer caso Rusia podría llegar a mantener al aliado, y en el segundo, podría encontrarse ante la posibilidad de abrir una excelente vía para influenciar sobre éste. Por supuesto, los contratistas no son un seguro de vida infalible para un régimen que reprima a su pueblo duramente como hizo en su momento Gaddafi, y podrían ser atacados por una coalición internacional como la OTAN, repitiendo una masacre como la febrero de 2017 en Siria. Aun así, constituyen una oportunidad excelente que en el Kremlin no están dispuestos a desaprovechar. En este sentido, podemos analizar operaciones como la llevada a cabo en Siria y que se ha utilizado como escaparate entre otras cosas para:

  • Publicitar el armamento ruso, de cara a mejorar las exportaciones en ese sector crucial de su industria.

  • Mejorar el prestigio de Rusia en el mundo, al aparecer como un aliado fiable capaz de implicarse para sostener al régimen de Assad.

Tal vez menos obvio, pero igual de importante, Siria se ha utilizado para vender un modelo de intervención. En él, un régimen autoritario acosado por la insurgencia y por gran parte de la comunidad internacional, es capaz de salir victorioso gracias al apoyo ruso en cuestiones como el entrenamiento, el mantenimiento del orden público, la captura de enclaves con grandes recursos, etc. En todos estos servicios, huelga decirlo, los mercenarios o las tropas rusas han jugado un papel importante.

Numerosos estados frágiles se encuentran en una situación que no dista demasiado de la que vivió Assad hace unos pocos años. Exportar una intervención limitada ante los desafíos menores que se les plantean a estas naciones es un buen negocio para las empresas rusas, y una manera de expandir la influencia rusa. Es ahí donde las PMSCs rusas juegan un papel importante, ya que le permite a Rusia ejercerlo sin apenas riesgos.

La proliferación de contratistas rusos en diversos países de África puede suponer a su vez un peligro para las tropas de diversos países que se hallan sobre el terreno. Al igual que ocurrió con las tropas norteamericanas en Siria, pero con un apoyo aéreo mucho más limitado, pueden ser un fácil objetivo ante un tipo de actores que obedecen a intereses poco claros y a veces imprevisibles, aunque estén subordinados a Moscú. Los intereses privados de empresarios cercanos al Kremlin y la negación plausible, pueden ser una peligrosa combinación para la seguridad de las tropas internacionales.

El uso de contratistas encaja en cierta manera con la estrategia rusa de “bandolerismo internacional” descrita por Michael Kofman. Aunque pueda presentar una connotación negativa el término, por su relación con la actuación al margen de la ley, está más relacionado con la forma de guerra irregular o escaramuza que utilizaría un partisano en el ámbito internacional.

Los raids suelen realizarse por fases, iniciándose con la infiltración, negando al enemigo la oportunidad para recibir refuerzos, seguidos de un ataque sorpresa y retirada. Sería este el modo de actuar mejor adaptado a las características y necesidades de Rusia, aprovechando la agilidad y la cadena de mandos simplificada. Es una estrategia de medios limitados pero lucrativa, con unos retornos muy grandes, frente a oponentes mucho más fuertes.

Más personal militar soviético, siempre bajo la denominación de “asesor”, durante una de las muchas operaciones de este tipo que llevaron a cabo en el continente negro.

Mucho más que Wagner Group

Tras la caída de la URSS, uno de los primeros casos de uso de PMC en un conflicto armado fue el de la empresa rusa Rubikon, con base en San Petersburgo,. Operó en Bosnia entre los años 1992 y 1995, y fue tomada como vía para que cientos de voluntarios marcharan al combate. Este flujo de combatientes no pudo haberse llevado a cabo sin el beneplácito y cobertura del estado ruso a través del KGB-FSB.

También en 1992 la petrolera Lukoil establece su propia empresa de seguridad, Lukom-A, compuesta por ex miembros de la unidad Vympel, aunque en 2010, se retirara como accionista de Lukom-A. Este modelo de empresas que trabajan en países con gran inseguridad y con personal propio de seguridad se ha dado en más ocasiones, como en la actualidad ocurre con la empresa minera de oro Nordgold, que dispone de explotaciones en la Guayana Francesa y en Burkina Faso.

Tendríamos que esperar, no obstante, a la creación de Antiterror y las oportunidades de inseguridad que dieron Irak y Somalia para que Rusia se metiera en el mercado.

Antiterror-Orel, la génesis de las PMSCs rusas

La Guerra de Irak de 2003 supuso el boom de las PMSCs rusas. La inseguridad en la zona abrió rápidamente posibilidades al personal ruso de operaciones especiales o similares.

En la ciudad de Orel se establece en 2003 el “centro educacional no gubernamental” Antiterror. Este campo de entrenamiento creado por miembros de las fuerzas especiales del lugar y con el apoyo de la Unión Rusa de Paracaidistas, consiguió firmar contratos para la protección de infraestructuras relacionadas con la extracción de gas y petróleo en Irak con las compañías Tatneft, Energoinzheniering y la Russian Engineering Company. El apoyo del FSB para establecerse en Irak fue de gran importancia.

Tras este punto de partida, empiezan a surgir diversas compañías, como Moran Security Group, Ferax y Redut-Antiterror. A pesar del auge, el número de PMSCs rusas es todavía pequeño, con una cuota de mercado muy alejada de sus homólogas occidentales. Veremos una gran mayoría que se mueve entre los servicios de PSCs como RSB, y otras con un enfoque más de PMC como Moran o Patriot, esta última siendo un agente casi estatal al estilo de Wagner. Esta última compañía destaca sobre el resto, en cualquier caso, por ser un ejército en toda regla desplegado en aquellas misiones en las cuales el Kremlin no quiere verse implicado.

Wagner, el boots on the ground encubierto de Rusia

La compañía que luego daría origen a Wagner, Slavonic Corps, a pesar de su corta vida y suponer un estrepitoso fracaso, exhibió las posibilidades que podían permitir las PMCs. Conocer la historia de Slavonic Corps es fundamental para entender cómo surge Wagner.

En 2013 Moran Security Group recibe una oferta del Ministerio sirio de Petróleo y Recursos Minerales (otras fuentes mencionan a algún líder local) para la protección de instalaciones petrolíferas en Deir ez-Zor. Tras evaluar los riesgos, MSG declinó la oferta, pero la oportunidad no fue desaprovechada, por lo que registraron una compañía, la mencionada Slavonic Corps, en Hong Kong, para llevar a cabo esta misión y evitar problemas legales que vincularan a su compañía. En total se contrató a 267 hombres, divididos en dos compañías, una de ellas de cosacos de Kubán, y otra de rusos étnicos de diversa procedencia bajo el mando de Dmitry Utkin, cuyo indicativo, “Wagner”, dio nombre a la futura compañía que dirigiría.

Los contratistas viajaron en vuelos comerciales a Líbano, y desde allí a Damasco en coche. Los vuelos se realizaron con suma discreción, evitando que llevaran nada que les reconociera como personal militar. Esto nos recuerda a los vuelos comerciales utilizados por los militares cubanos para volar a Angola de manera encubierta en 1975. Una vez allí, el panorama había cambiado por completo, ya que las zonas a proteger habían sido tomadas por el ISIS, de modo que una misión de protección pasó a convertirse en una ofensiva para capturar el terreno. El armamento proporcionado era de origen sirio, básicamente SALW (Small Arms and Light Weapons), y debido a la inoperatividad de los carros y VCI proporcionados, tuvieron que recurrir a pickups con blindaje improvisado y autobuses. A los pocos días, ante un ataque de rebeldes contra las milicias pro Assad, tuvieron que ir a dar apoyo, pero tras verse rodeados, y ante la aplastante superioridad numérica del enemigo (más de 2.000 efectivos), huyeron.

A la vuelta a Rusia, dos de los líderes de Slavonic Corps fueron arrestados por violar la ley rusa sobre mercenariado. Sin embargo, el asunto no salpicó directamente a RSB, que salió indemne de ello, negando cualquier vinculación con Slavonic, a pesar de que MSG estaba dirigido por veteranos del FSB, y oficiales de dicha agencia participaron en el reclutamiento, por lo que la iniciativa tenía en parte el beneplácito gubernamental. Puede que uno de los motivos para actuar así hubiera sido obligarles a guardar silencio.

A pesar del desastre de la aventura siria de Slavonic, algunas cosas quedaron patentes sobre el potencial de estas compañías:

  • Que pueden usar una fuerza militar privada de gran entidad sin que les vinculen. Al igual que RSB salió indemne, el Kremlin podría hacer lo mismo, siendo los chivos expiatorios mandos menores en el caso de algún fiasco.

  • Siria y posiblemente otros países con buenas relaciones podrían necesitar dicho tipo de servicios a cambio de concesiones petrolíferas. La calidad de los contratistas podía ser un factor desequilibrante. La improvisación, falta de Inteligencia y equipamiento fueron principalmente los motivos para el fracaso de Slavonic.

Al igual que el Kremlin aprendió de las lecciones en el uso de fuerzas proxy en Chechenia, hizo lo propio con los contratistas, creando la versión 2.0 de Slavonic Corps: Wagner.

El proceso por el cual se gesta Wagner es bastante oscuro, y lo único seguro es que en 2014 ya entra en acción en Ucrania. Según el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) Vasyl Hrytsak, Wagner nace a finales de mayo de 2014, y en un comienzo eran tan solo 10 hombres, creciendo rápidamente hasta los 300 efectivos para finales de agosto de ese mismo año.

El líder y uno de los fundadores de Wagner es Dmitry Utkin, un antiguo teniente coronel de la 2° Brigada Spetsnaz del GRU que pasó a la reserva en 2013, poco antes de su aventura con MSG en Siria. Pero los vínculos con el GRU no acaban ahí, sino que su campo de entrenamiento está anexo a la base de la 10° Brigada Spetsnaz del GRU en Molkino (Krai de Krasnodar). Esto nos indica que dicha compañía no era una PMC al uso, sino una herramienta supeditada en sus comienzos al GRU, y a los intereses del Kremlin. Esto último es confirmado por numerosos testimonios tanto de ex-veteranos como de fuentes gubernamentales a medios como Fontanka, además del gran número de ex-Spetsnaz GRU entre sus filas. No es descartable que también hubiera un trasvase de miembros de la 10° Brigada a Wagner.

Respecto al campo de entrenamiento de Wagner, en un principio estuvo en Rostov, y luego se trasladó a Molkino a mediados de 2015, lo que puede indicar que tras la primera fase experimental en sus inicios en Ucrania, se integrara de una manera más formal en el GRU (Fuentes del Ministerio de Defensa ruso y del FSB habrían dicho al diario ruso RBC que era el GRU quien supervisaba en secreto a Wagner), de cara a la futura intervención en Siria. El entrenamiento allí llegó a ser intensivo durante los años 2015-2016, disparándose gran cantidad de munición de todo tipo y a todas horas durante 2 meses. Según ex-Wagners, se llegaban a disparar de 10 a 15 ATGM Kornet al día, lo que muestra no solo el grado de entrenamiento al que eran sometidos antes de ser desplegados, sino los enormes recursos financieros que los respaldan.

Al igual que los batallones Vostok y de Kadyrovtsy fueron encuadrados en la estructura del GRU, sin embargo éstos obtenían otras formas de financiación ligadas al crimen organizado, y tenían cierta libertad de acción mientras no chocaran con las de Moscú. En el caso de Wagner podemos observar algo similar. Por un lado obtendría beneficios en iniciativas propiamente privadas (las que se vinculan con Prigozhin), en escenarios preparados previamente por el Kremlin. Cuando decimos preparados, nos referimos a que pueden ser desplegados allí gracias a la iniciativa política del Kremlin que articula a través de sus misiones diplomáticas. Luego actuarían con cierta libertad al mejor postor, siempre y cuando no chocaran con los intereses estatales, tal y como hacían los hombres de Yamadayev. Estas relaciones cordiales parecen haber durado hasta 2017.

En agosto de 2016, una fuente del ministerio de defensa dio al diario ruso RBC algunos datos sobre los gastos en contratistas en Siria, que permitieron a RBC calcular el coste aproximado del año de campaña que llevaban los hombres de Wagner. El resultado variaba entre los 76.5 y 154.5 millones de dólares, siendo durante esas fechas cuando se alcanzó el pico de 2.500 efectivos. En estos gastos estaba incluido el equipamiento, alimentación, alojamiento, compensación a familiares muertos, etc.

Los datos de gastos en los primeros 6 meses de la intervención militar rusa en Siria según el Kremlin eran de 484 millones de dólares, mientras que la cifra de RBC según sus cálculos era un poco superior, de 557 millones. Si los datos barajados hasta ahora son fiables, el gasto en contratistas sería un poco mayor a la décima parte de la campaña oficial durante ese mismo tiempo.

Las fuentes de financiación de Wagner pueden ser estatales y privadas. En el segundo caso, los distintos empresarios que pretenden escalar posiciones en el Kremlin, o simplemente para mantenerse en el círculo de favoritos, financiarían a Wagner. Aquí Prigozhin parece ser una figura clave, pero ni es el único que la financia, ni es la única compañía a la cual respalda económicamente, pues la otra herramienta del Kremlin, la PMCS Patriot, también ha recibido dinero de Prigozhin. Esto es una muestra de lo difícil que es separar negocios y Estado, pues el mundo empresarial se involucra con el aparato estatal ruso financiando sus instrumentos cuando sea requerido por el Kremlin. Con todo, a su vez estas herramientas pueden ser utilizadas por alguno de estos empresarios para su beneficio. Esto convierte al uso de las PMSCs en bastante imprevisibles para el adversario, aunque también para Rusia, creando posibles conflictos de intereses.

A pesar de que Prigozhin ha negado todo vínculo con Wagner, incluso citando que la ley rusa prohíbe ese tipo de empresas (interesante que la ley se emplee como parapeto para la negación), existen numerosos vínculos con la compañía. Por citar algunos, existe relación entre el líder de Wagner y él, ya que a mediados de noviembre de 2017, se nombra a Utkin CEO de una de las compañías de Prigozhin, Concord Management and Consulting. Or otra parte, uno de los tres monumentos conmemorativos por los caídos en combate de Wagner, el que se halla en Goryachiy Klyuch, cerca de la base de Molkino, según investigaciones de la BBC fue construido por la empresa Megaline, de Prigozhin. Los otros dos monumentos están en dos de los países que más bajas han registrado los hombres de Wagner, en la ciudad siria de Hama, y en Luhansk, Ucrania. Esta costumbre de levantar monumentos, reconociendo el servicio a la patria, además de la concesión de medallas, ponen de manifiesto que Wagner no es una compañía privada de mercenarios que hace servicios a su pagador, sino que hay un fuerte componente ideológico entre los contratistas. Algunos incluso esperaban conseguir medallas para hacer sentirse orgullosa a su familia, siendo la Orden de Coraje la distinción habitual para los Wagnerianos muertos. Esto no es de extrañar teniendo en cuenta que la mayor parte de ellos son ex veteranos de unidades fuertemente motivadas como con una edad de entre 35 y 55 años, aunque también hay algunos bastante más jóvenes, apenas sobrepasando la veintena.

En la imagen aparecen miembros de Vegacy comprobando los aciertos en el campo de tiro. Esta empresa, siguiendo el ejemplo de otras de su misma nacionalidad, está registrada fuera de la Federación Rusa para sortear las barreras legales que prohíben la existencia de las mismas. Es un ejemplo común no solo en Rusia, sino en el resto del mundo. Así pues, podemos encontrar por ejemplo compañías de mercenarios e instructores franceses basados en Malta, siendo ésta una práctica común en todo el mundo, lo mismo que utilizar toda suerte de empresas pantalla para realizar los cobros.

Patriot

De esta PMSC no se tenía noticia alguna hasta el 5 de julio de 2018, cuando la All-Russian Officers’ Assembly, una asociación de veteranos de guerra rusa publicó una petición al gobierno para legalizar las PMSCs. En ella se nombraba a la enigmática Patriot, que habría estado actuando en Siria al menos desde primavera de 2018. Parece ser una compañía al estilo de Wagner, es decir, una herramienta estatal, pero con marcadas diferencias, entre ellas:

  • Su personal tiene gran experiencia, a diferencia de Wagner que vio su calidad reducida a partir de 2017 en Ucrania y Siria. Además, según el coronel general en la reserva Leonid Ivashov, son miembros activos de las SOF rusas, Spetsnaz GRU, etcétera, algo que consideramos poco probable, ya que se cargaría por completo la negación plausible y la ocultación de bajas.

  • Tienen sueldos mucho mayores, aunque los contratos son mucho más cortos, de 1 a 2 meses frente a los 3 o 6 de Wagner.

  • A diferencia de empresas como Wagner, que desempeña labores militares ofensivas más complejas, Patriot actuaría más como PSC, centrándose en protección de personalidades e infraestructuras, con contratos más rentables y menor exposición.

Sería por tanto una compañía más elitista, capaz de dar servicios de seguridad como los que está dando Wagner en la República Centroafricana, en donde otras PMSCs rusas no cubrirían este tipo de servicios de alto riesgo, en especial políticos. Se ha sugerido también que era la compañía que daba protección en Burundi, como veremos más adelante.
Sin duda, lo más relevante de esta compañía, es que su surgimiento parece haber sido provocado por un desacuerdo del Ministerio de Defensa con Wagner. Si antes indicamos que el entrenamiento de Wagner llegó a ser muy intensivo entre los años 2015 y 2016, sin embargo en 2017 bajó, tanto la calidad de los contratistas, como el entrenamiento.

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