Hoy por hoy, el carro es el elemento resolutivo por excelencia del combate terrestre, no siendo previsible que la situación cambie mucho en el futuro a corto y medio plazo, a pesar de las continuas voces que llevan varias décadas augurando su inminente desaparición. La causa de ese presumible desenlace se encuentra en el desarrollo de sistemas contracarro, cada día más eficaces y sofisticados, que han alcanzado un nivel tecnológico realmente impresionante, que proporciona a las unidades una excepcional potencia de fuego y capacidad contracarro, hasta el punto de que pueden ser determinantes en el desenlace final de cualquier conflicto.
Cuando entraron en combate los carros, los alemanes los combatieron básicamente con las piezas de artillería disponibles que, dado su diseño, eran muy poco móviles y, por consiguiente, de eficacia limitada. Por lo tanto, fijaron su atención en los cañones más móviles y ligeros, que ya usaban como armas de trincheras o de infantería e, incluso, para instalar en aviones. Como ejemplos, destacaremos el cañón Becker de 20 mm o el 3.7 cm Infanteriegeschütz M.15 que culminaron, al final de la guerra, en el primer cañón diseñado expresamente para la lucha contracarro, el TAK 1918 o Tankabwehrkanone 1918 de 37 mm, para el que fue diseñada una munición perforante con capacidad de penetrar 15 mm de coraza a 500 metros.
En el período entreguerras, surgieron numerosas piezas ligeras contracarro, basadas en gran medida en el cañón de trinchera Becker. Entre esas piezas había modelos de 25, 37, 40, 45, 47, 50 y 57 mm que, si bien permanecieron en servicio durante algunos años, pronto se quedaron obsoletos dada la creciente protección de los carros. Por ello, ya antes de la guerra, comenzaron a proyectarse otras versiones más potentes, al tiempo que alargaron su vida útil con la incorporación de nuevas municiones de núcleo de tungsteno. Un caso especial fue el del PAK 36 alemán que, en 1941, quedó relegado a un segundo término, siendo rehabilitado el año siguiente con el empleo de una granada de carga hueca, la Stielgranate 41, que era introducida por la boca y se disparaba con un cartucho de propulsión; es decir, como si fuera una granada de fusil de gran calibre.
A lo largo de la guerra entraron en servicio cañones cada vez más potentes y, como es natural, también más pesados, de 75 – 76,2 – 81,4 – 85 – 88 – 90 – 94 y 128 mm, hasta el punto de que la Infantería tenía graves problemas para su transporte. Dos claros ejemplos fueron el Pak 44 alemán de 128 mm y el 32 libras inglés de 94 mm, del que sólo se fabricaron dos ejemplares, que necesitaban un vehículo pesado para su remolque, ya que pesaban unos 10.000 y 3.000 kg, respectivamente. Como es lógico, muchos de estos cañones sirvieron también para dotar a los carros y cazacarros, debidamente modificados.
Algunas piezas de Artillería también sirvieron en misiones contracarro, sobresaliendo los soviéticos de 76,2 mm y el famoso antiaéreo alemán FLAK 18 de 88 mm que, empleado con notable éxito en la guerra civil española, más tarde dio lugar al contracarro PAK 43 del mismo calibre.
Por razones obvias, a lo largo de toda la SGM, diversos países (Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, EEUU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rumanía, Suecia, URSS…), fabricaron sus propios cañones por lo que citarlos todos sería una tarea bastante tediosa y nada eficaz, sobre todo porque ya existe abundante documentación disponible. Sin embargo, sí me parece conveniente citar algunos modelos experimentales o de características excepcionales, entre los que cabe destacar los modelos magnéticos, los de ánima cónica y los de presión alta-baja alemanes, así como el cañón Smith de 76,2 mm británico.
La idea de construir un cañón magnético surgió el año 1902, volviendo a reaparecer en 1918, aunque no se estudió a fondo hasta dos décadas más tarde, cuando el ingeniero alemán Otto Muck de la firma Siemens, propuso la fabricación de «un cañón eléctrico que puede disparar, sin ruido ni fogonazo, doce proyectiles por minuto con un alcance superior a 250 Km. Los proyectiles son de calibre 150 mm y pesan 200 kg”. A finales de 1944, la idea estaba suficientemente desarrollada para la fabricación de un prototipo, pero finalizó la contienda antes de iniciarla. Hoy en día, aún siguen los estudios, siendo el gran consumo energético el principal problema a resolver, si bien ya se están probando algunos modelos de gran tamaño sobre buques de guerra, por lo que es muy probable que, en breve, aparezcan otras versiones más pequeñas, de las que sólo existen algunos demostradores experimentales.
Los cañones de ánima cónica diseñados por el alemán Gerlich, según una idea patentada en 1909, estaban basados en un proyectil dotado de un collarín que quedaba aplastado al recorrer el tubo cónico, 15de manera que la presión de los gases aumentaba proporcionalmente a la disminución de la superficie del culote del proyectil; consecuentemente, crecía la velocidad inicial y, por lo tanto, el poder de perforación. Los primeros modelos fueron versiones de 28 y 42 mm (21 y 30 mm en la salida) denominadas Schewere Panzerbüchse 41 y Pak 41, respectivamente, que proporcionaban una velocidad inicial superior a 1.220 m/sg. Posteriormente, fue presentado el PAK 42 de 75 mm (55 mm de salida), del que se entregaron 150 ejemplares hasta 1942, año en que cesó la producción como consecuencia de la escasez de tungsteno, imprescindible para los proyectiles.
Por parte británica, tras diversos estudios realizados por el ingeniero checoslovaco Janacek y, después de las pruebas realizadas con un Gerlich de 28 mm, capturado en 1941, se decidió realizar el adaptador LittIejohn, empleado en diversos cañones montados en vehículos acorazados, así como con el cañón norteamericano de 37 mm, aumentando considerablemente sus prestaciones.
El grupo Rheinmetall-Borsig expuso en 1944 la idea de un cañón contracarro de poco peso denominado Sistema de Presión Alta-Baja. Se basaba en quemar el propulsor en una pequeña cámara cerrada (alta presión), permitiendo después que los gases pasaran a una cámara mayor (baja presión), en la que actuaban sobre el proyectil, que era una granada de mortero modificada con una carga hueca. La vaina del cartucho disponía de una tobera plana con ocho orificios, que permitía el paso de los gases entre el proyectil y la carga explosiva. El único cañón que entró en servicio con este sistema fue el Panzer Abwer Werfer 600 de 80 mm. Tenía un peso en combate de tan solo 600 gr y se pensó para sustituir a todos los cañones sin retroceso, si bien solo fueron entregados a las unidades unas 260 armas y 34.800 granadas. Además, estudiaron varios modelos autopropulsados que tampoco pudieron desarrollarse.
El cañón Smith de 76,2 mm era una curiosa pieza, aún conservada en el museo Royal Armouries de Londres, de ánima lisa montada sobre una cureña con dos ruedas cónicas. Para entrar en posición había que volcarlo para que quedara apoyado en una de las ruedas, lo que le permitía un giro horizontal de 360º. Incorporaba un escudo protector y alojamiento para cinco proyectiles de uso inmediato. También fue construido un remolque de tipo cilíndrico para transporte de municiones. Las granadas eran similares a las de mortero con cabezas de guerra rompedoras o de carga hueca.
Cazacarros
Son realmente piezas autopropulsadas diseñadas expresamente para la lucha contracarro, por lo que deben montar cañones (misiles, los modelos más modernos) adecuados para esa función. Los primeros ejemplares alemanes fueron diseñados a partir de blindados obsoletos o capturados, sobre los que montaban cañones de distintos calibres en casamata (37, 47, 75, 76,2 mm…), aunque también se desarrollaron modelos de nuevo cuño, pertenecientes a las principales familias acorazadas, con cañones de hasta 128 mm, los alemanes, y obuses de 152 mm, los soviéticos. Algunas versiones iniciales, como los denominados Sturmgeschütz, fueron realizados como piezas de asalto para apoyo de infantería, sustituyendo en cierta medida a los más complejos y caros carros de combate, si bien pronto quedó claro que su principal misión debía ser la lucha contracarro, por lo que fueron dotados de cañones de mayor longitud de tubo y, por lo tanto, mayor capacidad contracarro, pasando a denominarse con el nombre genérico de Panzerjäger o Jagdpanzer. Entre los principales ejemplos a destacar, cabe incluir los pertenecientes a las diferentes familias de carros desde el Panzer I al Panzer VI, así como las numerosas versiones realizadas a partir de los blindados obsoletos o capturados, de procedencias muy variadas (Francia, Polonia, Checoslovaquia, Italia, Reino Unido, Unión Soviética…). Todos estos vehículos montaban cañones en casamata, con giro limitado de las armas, pero mucho más baratos y fáciles de construir que los modelos dotados de torres giratorias, como los norteamericanos. Solo a titulo anecdótico citaremos los siguientes: Panzerjäger I, Marder I/II/III, Sturmgeschütz III/IV (inicialmente fueron cañones de asalto), Panzerjäger 38(t) Hetzer, Panzerjäger III/IV Nashorn, Jagdpanzer IV y IV/70, Jagdpanzer V o Jagdpanther, Jagdpanzer VI o Jagdtiger…, así como los experimentales Grille 10, 12, 15…, VK 30.01 (H), Panzer Selbstfahrlafewtte IVa / V Sturer Emile / 7,5 cm L/40,8 / 5,7 cm L/70, etc.
Al igual que los alemanes, los soviéticos también diseñaron diferentes modelos de cañones de asalto / cazacarros, con montajes en casamata y con piezas cada vez más potentes, denominados SU (Cañón Autopropulsado, o ASU si era aerotransportable), seguido del calibre de su arma principal (cañón u obús). Entre los principales, encontramos los ASU-57/76, y los SU-85/100/122/152, aunque tal vez deberíamos incluir el KV-2, que era una versión del carro pesado KV-1, pero dotada de una torre de enorme tamaño que integraba un obús de 152 mm.
El US Army usó básicamente tres modelos de cazacarros (M10 Wolverine, M18 Hellcat y M36 Jackson), con armas de 76,2 – 76 y 90 mm sobre chasis derivado del carro Sherman, aunque disponían de torres giratorias, inicialmente sin techo que, al final, en muchos casos, recibieron protecciones superiores plegables como defensa frente a la metralla y equipos cazacarros.
Los británicos utilizaron el modelo Achilles, que era una versión del M10 norteamericano, y el Archer nacional, diseñado a partir del carro Valentine con cañón QF de 17 libras (76,2 mm) montado en casamata. Por otra parte, fabricaron 6 ejemplares del denominado Carro Super-pesado A 39 Tortoise que debería servir para el asalto a la linea Sigfrido, al igual que el prototipo norteamericano T 28 que, al usar cañones en casamata, deberían ser incluidos entre los cañones de asalto.
El Ejército italiano empleó ciertas cantidades de sus Semoventes con cañones de 47/32, 75/46 y 90/53 mm en montajes externos, sobre chasis de carros ligeros L 6/40, M 13/40 y M-15/42. Por supuesto, otros países como Rumania (Maresal de 75mm y TACAM R-2/T-60 de 76,2 mm) y Hungría (40/43M Zrinyi) también desarrollaron sus propios cazacarros, si bien construyeron cantidades muy reducidas.
Ya en la época de la Guerra Fría, continuaron usándose cañones contracarro de 85, 90, 100, 105, 120 y 125 mm, si bien fueron relegados a funciones secundarias, sobre todo en los países occidentales, ya que el peso principal de la defensa contracarro se centró en los cañones sin retroceso y, más tarde, en los misiles. En el caso de los países de influencia de la URSS y China, aún continuaron en pleno funcionamiento, junto a las nuevas armas. De hecho, en la actualidad, los únicos cazacarros en servicio son los modelos chinos como el Tipo 89 con cañón de 120 mm, si bien, a menudo, algunos carros ligeros son denominados cazacarros, lo cual puede ser aceptable si, efectivamente, son empleados como tales, lo cual no es así, ni mucho menos. El problema viene de la mala prensa que tienen los carros ligeros, más por su deficiente empleo que por sus verdaderas cualidades. De ahí que, desde hace muchos años, algunos Ejércitos vienen empleando la denominación de cazacarros, sistema de cañón móvil, sistema de cañón acorazado y otras similares, únicamente para no usar el apelativo de carros ligeros, aunque los usen como tales. Como ejemplos, encontramos desde el SK 105 Kürassier austriaco, AMX-13 y AMX-10RC franceses, Centauro italiano, MCV japonés, Stryker MGS norteamericano, Sprut ruso, Rooikat sudafricano, etc.
En resumen, las tendencias actuales nos indican que vamos hacia el abandono definitivo de los cañones contracarro y cazacarros dotados de cañón, mientras que todavía se mantendrán operativos algunos cañones sin retroceso, especialmente algunos ligeros como el Carl Gustav sueco y el Folgore italiano y, sobre todo, los misiles de segunda generación y superiores.
Cañones sin retroceso
Para encontrar el nacimiento de los cañones sin retroceso, o lo que es lo mismo, cañones carentes de sistema de retroceso y recuperación, hay que remontarse hasta 1910, cuando un norteamericano, el comandante Davis, patentó una idea consistente en un cañón con dos tubos unidos por el centro a una recámara común. El tubo delantero disparaba un proyectil convencional, mientras que el trasero lanzaba un contraproyectil de igual peso y a la misma velocidad, pero en sentido contrario; de esta forma, las reacciones (retroceso) de los dos tubos se anulaban entre sí. La principal desventaja de este cañón era, como resultaba obvio, que necesitaba una gran zona de seguridad en la parte trasera. Para evitarla, o mejor dicho, disminuirla, fue sustituido el contraproyectil macizo por uno de grasa con trozos de plomo.
Cañones de este tipo fueron usados durante la PGM por el Servicio Aéreo de la Marina Real británica y por la RAF, aunque no se tiene constancia de su empleo en combate; sin embargo, se construyeron modelos de 2, 6 y 12 libras (1,57 – 2,45 y 3 pulgadas de calibre), algunos de los cuales se conservan en el Imperial War Museum de Londres. Posteriormente, se hicieron ensayos con armas de este tipo en Rusia y Alemania, que es donde realmente recibieron el impulso definitivo los cañones sin retroceso (CSR), especialmente por parte de las firmas Krupp y Rheinmetall. La primera de ellas, siguiendo las teorías de Davis y Newton llegó a la conclusión de que en lugar de lanzar dos proyectiles del mismo peso y a idéntica velocidad, se podría lanzar hacia atrás un proyectil dos o tres veces menos pesado, pero al doble o al triple de velocidad. Siguiendo este proceso lógico, un chorro de gases a gran velocidad podría contrarrestar el retroceso del cañón. Para conseguir este efecto, se practicó un orificio en el bloque del cierre con un tubo venturi, que aceleraba los gases en su salida hacia la parte trasera. Los gases eran producidos por la carga propulsora que iba dentro de la vaina del proyectil, cuyo culote era de material plástico que se fundía durante el disparo, permitiendo la salida de los gases a través del tubo venturi. El primer cañón fabricado siguiendo estos principios fue el LG 1 de Krupp, más tarde conocido como LG 40 de 75 mm. Entró en combate por primera vez en 1941, durante el ataque a Creta, fabricándose un total de 450 ejemplares.
Los éxitos obtenidos por el LG 1 hizo que se encargaran modelos de 105 mm, tanto a Krupp como a Rheinmetall, dando lugar al LG 2 Kp y al LG 2 Rh, que entraron en servicio en 1943 con las denominaciones de LG 40 de 105 mm y LG 42, respectivamente. Inicialmente, todos estos CSR fueron ideados para sustituir a las piezas convencionales de Artillería, pero una vez comprobadas sus posibilidades se decidió emplearlos en funciones contracarro. Por ello, la empresa Bohler recibió la petición de desarrollar un modelo de 75 mm para Infantería que resultó ser excesivamente complejo y de pobres resultados, pasándose el encargo a Krupp que realizó un cañón de una gran sencillez denominado RfK 43 (Rückstossfreikanone – Cañón sin retroceso). Era tan simple que carecía de elementos de puntería y de dirección, moviéndose a mano. Posteriormente, aparecieron dos modelos de 150 mm para sustituir al obús de Infantería sIG 33 (LG 240 y LG 290), pero la escasez de materias primas impidió su construcción en serie, entrando muy pocos en servicio. En 1944, fueron abandonados todos los proyectos de CSR en favor de los cañones de presión alta-baja, que no presentaban los inconvenientes del gran rebufo y excesivo consumo de propulsor.
Los británicos también estudiaron cañones sin retroceso, aunque no estuvieron listos antes del final de la guerra. Todos ellos fueron diseñados por el inventor Sir Charles Denistoun Burney, que siguió los mismos razonamientos que Davis y Krupp. Inicialmente, construyó una escopeta de cuatro cañones que le sirvió para experimentar, desarrollando después un cañón de 20 mm y otros de mayor calibre, que debían sustituir a diversas piezas de Artillería. Entre ellos, podemos destacar los de 87,63 mm, 93,98 mm, 95 mm y 119,38 mm, así como una versión de 7,2 pulgadas (182,88 mm), para batir defensas de hormigón que fue abandonada antes de construirse en serie y otra de 8 pulgadas (203,2 mm), cuyo único prototipo reventó el tubo al primer disparo, por lo que también fue desechado. La principal diferencia entre los cañones Burney y los modelos alemanes, residía en que los primeros utilizaban una vaina perforada y recubierta de una fina protección de latón, que se fundía durante el disparo, permitiendo así la salida de los gases. Por otra parte, los gases no salían por un solo tubo venturi sino por varios (2, 4 ó 6). Es curioso que la serie de cañones BAT de 120 mm, que culminó en el WOMBAT, y que fue declarado reglamentario en 1954, utilizara el mismo sistema que los alemanes, es decir, con la vaina rígida de base blanda y un solo tubo venturi.
En los EEUU hubo dos proyectos paralelos de cañones sin retroceso: Por una parte, los realizados en la Sección de Artillería del Servicio de Investigación y Desarrollo, basados en un LG 40 de 105 mm que habían capturado, del que se diferenciaban muy poco; y por la otra, el denominado Kromuskit (derivado de los nombres de los diseñadores Kroger y Musser) que era en líneas generales muy parecido al diseño de Burney, aunque la vaina tenía muchos agujeros pequeños, en lugar de unos pocos grandes, y estaba revestida de material plástico. El primero de los proyectos dio lugar al obús de 105 mm T9 y a su versión para aviones con carga automática (9 disparos) T9E2, habiéndose estudiado en 1945 otra variante de 156 mm, denominada T4. Por su parte, entre los modelos Kromuskit podemos mencionar el de 57 mm (del que se encargaron 2.000 ejemplares a principios de 1945), que fue seguido por el de 75 y 105 mm, aunque éste último no se fabricó en serie. Sin embargo, los otros dos modelos obtuvieron un gran éxito hasta el punto de que aún se utilizan en algunos países iberoamericanos. Finalmente, citaremos que intentaron realizar dos morteros sin retroceso de 106, 68 y 60 mm, que no pasaron de la fase de prototipo.
Durante la época de la Guerra Fría numerosos países fabricaron sus propios cañones sin retroceso que, junto a los diseñados tanto por los EEUU como por la URSS y China, dotaron a la mayoría de Ejércitos del mundo, manteniéndose todavía en servicio en muchos Ejércitos de segunda línea, dado el precio muy superior de los sistemas de misiles. Como simples ejemplos, citaremos los modelos M18 de 57 mm, M20 de 75 mm, M67 de 90 mm, M27 de 105 mm, y M40 de 106 mm norteamericanos, Modelo 1968 de 105 mm argentino, Tipo 36 de 57 mm, Tipo 52 de 75 mm y Tipo 65/78 de 82 mm chinos, T-21 y M-59 de 82 mm checoslovacos, M-55 de 55 mm, M-58/61 de 95 mm y proyectos Raikka (de 41 a 150 mm) finlandeses, EM 67 de 90 mm griego, Folgore de 80 mm italiano, M2/M3 Carl Gustav de 84 mm y PV-1110 de 90 mm suecos, Wombat de 120 mm británico, SPG-9 de 73 mm, B-10 de 82 mm, y B-11 de 107 mm soviéticos, y M-60/M-79 de 82 mm y M-65 de 105 mm yugoslavos.
Como simples curiosidades citaremos que el US Army recibió entre 1955 y 1957, un total de 297 cazacarros montados en un blindado ligero de 8,6 toneladas, destinado a prestar servicio en unidades aerotransportadas. Disponía de 6 cañones sin retroceso M40 de 106 mm y fue utilizado en Vietnam donde resultó muy útil como arma de apoyo de infantería, dado el escaso empleo de carros que hizo el Ejército nordvietnamita. En 1969, fueron dados de baja, aunque algunos ejemplares se mantuvieron en servicio varios años más.
Otro ejemplo muy curioso, en este caso para unidades paracaidistas francesas, fue el escúter Vespa 150 TAP (Troupes Aéro Portées) que entró en servicio en 1956, pesaba 90 kg y montaba un cañón sin retroceso M2 de 75 mm. Se llegaron a construir 500 ejemplares que fueron ampliamente utilizados en la guerra de independencia de Argelia.
Municiones especiales
Entre las más destacadas encontramos las de guía terminal, también llamadas inteligentes, que admiten ser proyectadas desde cualquier vector (morteros, artillería clásica, cohetes, misiles, UAV y aviones), tratándose en muchos casos de submuniciones multiuso. Al llegar a un punto preestablecido de la trayectoria, inician la fase de caída libre (con o sin la ayuda de uno o más paracaídas), durante la cual, el sensor – normalmente de ondas milimétricas y/o infrarrojos – busca y selecciona el objetivo más adecuado. A partir de ese momento, el sistema de guía la dirige mediante las correspondientes aletas hasta impactar con el blanco escogido o, en su caso, le lanza un proyectil autoforjado.
Aunque estos ingenios tienen una vida más bien corta, existen numerosos modelos en servicio, pero hasta ahora solo son usados por los países más poderosos. Como más conocidas señalaremos la granada británica Merlin para morteros de 81 mm (radar de ondas milimétricas), Strix sueca (sensor de infrarrojos), GM 120 y Fireball israelíes y la internacional M9351 para morteros de 120 mm, el cohete de 70 mm APKWS norteamericano con guía láser semi-activa, las submuniciones 155 ACED y Ogre francesas, Sadarm, Smart y Skeet norteamericanas, Bonus franco-sueca, y Smart 155 alemana. Un caso aparte es la nueva granada Excalibur de 155 mm también con guía láser que, con alcances de hasta 57 km, ya es utilizada por varios ejércitos (Australia, Canadá, EEUU, Noruega, Países Bajos, Suecia…). Por su parte, las empresas rusas ofrecen las granadas Krasnopol, Kilotov, Santimetr y Smelchak, que son controladas por un sistema láser semi-activo y sirven para morteros/piezas de artillería de 120 a 240 mm, al igual que submuniciones para diversos usos tales como la Motiv-3M, USM, PTAB, OFAB-50 y OAB-2.5, por citar sólo algunas. Por último, citaremos la existencia de una gran variedad de bombas de aviación como la familia Paveway II norteamericana que utiliza una guía láser y tiene un CEP de tan solo 5 metros. Por supuesto, gran parte de estas municiones no son realmente modelos contracarro ya que fueron diseñadas para batir objetivos estáticos, si bien en la lucha contracarro podrían servir perfectamente para cerrar puntos o zonas de paso obligado, o batir grandes concentraciones de fuerzas, por ejemplo.
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