Los últimos conflictos han demostrado una vez más la necesidad de contar con modernos sistemas lanzacohetes capaces de batir concentraciones de fuerzas, neutralizar o prohibir el empleo de fuerzas acorazadas o mecanizadas, efectuar fuegos de contrabatería, impedir el uso de las defensas contracarro y antiaéreas o realizar fuegos de ocultación o de cegamiento. Por desgracia, España después de la baja de los Teruel no ha sido capaz de adquirir un reemplazo, una decisión que no puede demorarse más.
Un cohete es un proyectil autopropulsado que obtiene su empuje por la reacción de la expulsión rápida de gases de combustión desde un motor cohete. Generalmente, utilizan combustible sólido y pueden montar cabezas de guerra de cualquier tipo (alto explosivo, rompedora, termobárica, incendiaria, de racimo con diferentes submuniciones o minas contracarro, anti-búnker, etc). Siguen una trayectoria balística, si bien existen modelos dotados de un sistema de guía terminal (inercial, satélite, GPS, corrección de la trayectoria…) que, mediante las correspondientes aletas, modifican la dirección en la fase final de su recorrido para dirigirse al blanco, al que atacan con gran precisión.
Origen de los cohetes
Las flechas de fuego voladoras chinas son los cohetes más antiguos de los que tenemos constancia, siendo utilizados en la defensa de la ciudad de Kai Fung Fu frente a los mongoles (1232) y, dos años más tarde, contra los tártaros. A partir de entonces, existen numerosas referencias sobre su uso tanto por parte de los chinos como de otros pueblos, entre los que destacan los mongoles, los coreanos y los habitantes de Timor, que los emplearon contra los indios en 1399. En líneas generales, eran largas flechas de bambú que llevaban un cohete atado en la parte delantera, siendo lanzadas desde afustes de madera o bambú, algunos dotados de ruedas. Además, tanto los chinos como los coreanos construyeron ejemplares con soportes para una gran cantidad de flechas, es decir, algo parecido a los lanzacohetes múltiples actuales. En algunos dibujos chinos son apreciables unos lanzadores múltiples y portátiles que se apuntaban a la estima (fueron denominados hwach), por lo que cabe suponer que su eficacia debía ser más psicológica que otra cosa.
Aunque sea en el plano meramente anecdótico, creo que vale la pena reseñar dos modelos de cohetes chinos: El pájaro y el dragón de fuego. El primero fue llamado así porque montaba dos alas similares a las de un pájaro, mientras que el segundo, diseñado para ser lanzado desde el agua, recordaba a ese animal mitológico y disponía de varios cohetes propulsores que entraban en funcionamiento de forma sucesiva, por lo que podemos considerarlo el primer cohete de dos etapas de la historia, siendo su alcance estimado de unos 1.600 metros.
Los árabes introdujeron en Europa las llamadas flechas chinas que fueron lanzadas durante el asedio a Valencia en 1288, siendo usadas a partir de entonces de forma muy esporádica. Según Clonard, un químico anónimo describe aquellas armas de la siguiente manera: «AI cohete se le pondrá una varilla recta y muy ligera que sea dos veces mas larga o algo más que la longitud del tubo á fin de que le sirva de timón cuando se dispare en una dirección, ya sea hácia arriba, ya hácia los lados, conforme convenga. Póngase despues el tubo sobre un caballete, como la saeta en la ballesta, y con semejante apoyo podrá dispararse. El caballete sobre que ha de descansar el tubo, estará dispuesto de modo que tenga una canal, en la cual quede ajustado; la parte de la varilla estará metida en un aparato perforado en toda su longitud, al modo de caña, de manera que pueda entrar toda en el hueco y darla la dirección que se quiera…
Si con este cohete se quiere hacer estragos contra el enemigo, póngase dentro alguna materia sólida, como azúfre, piedras ó pez, y arrójese contra el punto que se quiera y arderá. Si se desea que el tiro haga mucho estruendo y se oiga desde lejos, métanse cartuchos pequeños en el cohete, los cuales se inflamarán con mas retardo y durará por lo mismo más tiempo el ruido».
Dada la escasa eficacia de los cohetes de aquella época, para que su empleo se generalizara en Occidente, hubo que esperar hasta principios del siglo XIX, con la entrada en servicio de los modelos del inglés William Congreve, dotados de una vara alargada montada inicialmente en un lateral, que les servía para mantener la dirección. Su desarrollo se benefició del uso de los modelos empleados contra los británicos por las tropas del sultanato indio de Mysore, gracias a los cuales obtuvieron algunas victorias destacadas.
Mientras que los primeros modelos eran lanzados desde sencillos caballetes, la introducción de la vara central permitió la adopción de tubos metálicos, con los que aumentó su precisión. Además, como consecuencia lógica, aparecieron diversos afustes multitubo de campaña, que contaban generalmente con 8 tubos de cobre, estudiándose otras variantes como la propuesta por el marqués de Viluma con 10 tubos colocados en dos filas.En España, a pesar de que no se les atribuyó excesiva importancia, también se hicieron algunos ensayos con cohetes a partir de 1817, siendo de destacar los realizados en Cuba en 1832, con versiones de metralla de 6 y 3 libras, aunque los resultados no fueron nada alentadores. De hecho, si bien fueron usados en las operaciones de Navarra (1835) y en Marruecos (1859), lo cierto es que nunca alcanzaron un desarrollo aceptable, si bien, en ciertas cantidades fueron fabricados varios modelos, en gran medida derivados de los diseños de Congreve.
Ya en 1844, William Hale modificó el diseño de los cohetes colocando varios motores inclinados que los hacían girar durante el vuelo, lo que aumentó considerablemente su precisión e hizo innecesario el uso de la vara. Este hecho favoreció el empleo de los cohetes que, a pesar de todo, no se hizo extensivo ante el aumento de potencia de fuego y precisión de la Artillería clásica. En consecuencia, hubo que esperar hasta la SGM para que los cohetes sufrieran el auge definitivo con el empleo masivo, sobre todo, de los Nebelwerfer alemanes o de los Katiushas u órganos de Stalin soviéticos, si bien los americanos también utilizaron el T-34 Sherman Calliope y los canadienses los Land Mattress, de calibres más pequeños. De todos ellos, los modelos alemanes fueron los más variados tanto por las plataformas y las configuraciones adoptadas, como por su calibre, ya que hubo versiones desde los 80 hasta los 380 cm del cohete lanzado por el Sturmtiger. Como datos interesantes, los alemanes utilizaron un modelo para ser lanzado desde aviones (Werfergranate 21), y los aliados también los emplearon a menudo para batir objetivos terrestres desde las bordas de los buques, especialmente en el Pacífico.
Actualmente, todo Ejército que se precie dispone de unidades de lanzacohetes, dotadas básicamente de lanzadores múltiples autopropulsados, montados sobre camiones o en blindados de ruedas o cadenas, aunque también existen numerosos modelos de lanzadores sencillos o múltiples sobre remolques, o para instalar en vehículos ligeros.
Lanzacohetes modernos en el Ejército de Tierra
En los años 50 se organizó el Centro de Estudios de Cohetes, comenzándose el diseño de algunos sistemas que, a la postre, culminaron con el desarrollo del Teruel. Pero, antes tuvieron que construirse y probarse varios tipos de cohetes y sus correspondientes lanzadores que, a partir de la creación del Regimiento de Lanzacohetes en Astorga, en 1960, se le entregaron para su uso y experimentación. Solo como mera curiosidad, podemos citar que se realizaron cohetes de muy diversos calibres (108, 216, 300 mm…) que fueron instalados en lanzadores tipo jaula con distintos alvéolos (1, 4, 6, 8, 10, 18, 20, 21, 32, etc). Además, como plataformas fueron usados ejemplares tan dispares como un chasis sobre orugas de Stürmgestchutz III, un pequeño remolque de dos ruedas, camiones Reo, Dodge WC-51, Barreiros Comando 4×4 y Panther 6×6, Pegaso 3045… e, incluso, una góndola remolcada.
En el campo de los cohetes, se diseñaron numerosas variantes, algunas basadas en los modelos alemanes de la SGM, como el tipo A de 300 mm, y la versión modificada C de mayor alcance (6,5 km en lugar de 4,5); posteriormente, aparecieron los denominados D, E1/E2/E3, R6, R-7, R-6B1, RB6, R6B2, etc. En cuanto a los lanzadores, fueron denominados L-4C, L-6C, L-10E, L-12E, L-21E, etc. Finalmente, en 1987 entró en servicio el sistema Teruel, del que llegaron a construirse 12 ejemplares (más 2 de pruebas) con los que fue dotado el Regimiento de Artillería de Lanzacohetes de Campaña RALCA nº 62, en el que se mantuvieron en servicio hasta 2011.
Unos años antes de la entrada en servicio del Teruel, en 1983, se puso en marcha el denominado Plan META o de Modernización del Ejército de Tierra, con el que se pretendía pasar de un Ejército de tipo territorial a otro funcional.
Para ello, era necesario reducir los efectivos en un 50% aproximadamente, lo que trajo consigo la desaparición de unas 115 unidades, al tiempo que contemplaba la adquisición de nuevos materiales. Sin embargo, muy pronto se comprobó que los fondos disponibles tanto en ese como en los planes posteriores (RETO, RETO 2, NORTE…), no iban a permitir la adquisición de todos los equipos necesarios. De hecho, en el folleto propagandístico publicado en 1994 con motivo del lanzamiento del Plan NORTE, aparecía el lanzacohetes norteamericano M270 MLRS (Multiple Launch Rocket System) como uno de los principales sistemas a adquirir, pues era considerado el modelo más avanzado de los que se encontraban operativos. Además, prestaba servicio en varios Ejércitos europeos, dato muy interesante desde el punto de vista de la compatibilidad e interoperatividad de materiales entre Ejércitos Aliados.
Pasados los años, se puso de manifiesto que el Ejército español no estaba en condiciones de pagar el precio del MLRS, tomándose la decisión de adquirir la versión HIMARS (High Mobility Artillery Rockets), que utilizaba un lanzador sencillo, para 6 cohetes, en lugar de los 12 del anterior modelo y un camión 6×6 como plataforma.
Finalmente, al ser dados de baja los Teruel en 2011, la Artillería española se convirtió en una de las pocas de cierta entidad que no dispone de ningún sistema de lanzacohetes.
Como consecuencia de esta penosa situación, que ya se ha alargado más de lo deseado, el Estado Mayor del Ejército lleva varios años realizando estudios con la idea de adelantar los trabajos necesarios todo lo posible; así, una vez se disponga de los fondos adecuados, el programa de adquisición podrá desarrollarse con gran rapidez al haberse completado todas las etapas previas.
Necesidad operativa
Está claro que, tras la baja de los Teruel, el ET español necesita adquirir nuevos sistemas para el RALCA nº 63, actualmente dotado con piezas remolcadas SIAC de 155 mm. Además, por razones obvias, esos nuevos sistemas deben estar a la altura de las circunstancias, ofreciendo las capacidades que se exigen a un moderno lanzacohetes, como:
- Batir concentraciones de fuerzas no protegidas como pueden ser las bases de partida, posiciones defensivas, cabezas de puente o de desembarco, centros logísticos, etcétera.
- Neutralización o prohibición de empleo de fuerzas acorazadas o mecanizadas, dificultando o impidiendo su movimiento.
- Efectuar fuegos de contrabatería.
- Neutralizar o impedir el uso de las defensas contracarro y antiaéreas.
- Realizar fuegos de ocultación o de cegamiento, que cubran amplias zonas del campo de batalla.
Por otra parte, deben ofrecer unas buenas prestaciones, disponiendo para ello de las siguientes características:
- Posibilidad de batir objetivos lejanos, fuera del alcance de la artillería clásica (distancias superiores a los 40 km).
- En casos especiales, utilizando municiones de guía terminal, disponer de una gran precisión, para evitar los indeseados daños colaterales.
- Peso y dimensiones que permitan su fácil proyección por cualquier medio de transporte, incluyendo los aéreos. Asimismo, debe disponer de unas buenas prestaciones de velocidad, movilidad y autonomía.
- Fácil y rápida recarga de las municiones, a ser posible con cargador automático, y con el uso de lanzadores desechables o no, que sea inferior a los 10 minutos.
- Posibilidad de utilizar cohetes de varios calibres y prestaciones que, además, puedan ser dotados de distintas cabezas de guerra y guía terminal. En este campo, sería muy recomendable el uso de una o varias municiones de alcance limitado para labores de instrucción y adiestramiento, en zonas de tamaño reducido como campos de maniobras. Obviamente, las tablas de tiro de esas municiones también deben incluirse en los sistemas de control de puntería.
- La cabina deberá contar con una coraza modular con planchas adicionales, que protejan a los artilleros tanto frente a impactos directos de armas ligeras, como a metralla, minas y explosivos improvisados (IED), así como a penetradores formados por explosión (EFP). Obviamente, los diferentes niveles de protección, serán los que considere oportuno el EME, según el tipo de misión a efectuar; de ahí, que el conjunto de la protección debe ser de tipo modular.
- Para funciones de autodefensa, sobre el techo de la cabina del vehículo deberán montar una ametralladora pesada de 12,70 mm como opción básica, si bien sería deseable que integrara una estación de armas de control remoto con posibilidad de utilizar ametralladoras de 12,70 o 7,62 mm, o bien un lanzagranadas automático de 40 mm. Por supuesto, esta RCWS también sería conveniente que incluyera un conjunto de visión diurno/nocturno (dotado de cámaras de TV y térmica), un telémetro láser y una batería de lanza-artificios con posibilidad de utilizar diferentes municiones, no solo fumígenas para la ocultación.
- Por último, deben poderse utilizar integrados con otras unidades de Artillería, a través del sistema de gestión del campo de batalla y, por supuesto, del sistema de mando y control (TALOS) y, dentro de lo posible, ser interoperables con los equipos usados por los Ejércitos Aliados, especialmente los de la OTAN.
En líneas generales, el futuro sistema de lanzacohetes estará constituido por los siguientes elementos: Plataforma, que debería ser la misma para todos los elementos, en base a un camión de los existentes en servicio o previstos para el futuro; lanzador o lanzadores, de acuerdo con la selección que se haga de modelos desechables o recargables, para cohetes de diferentes características, etc; conjunto de transporte para los vehículos de municionamiento (grúa, soportes para los distintos lanzadores…); un Sistema de Control de Fuegos montado sobre un vehículo con cabina o contenedor trasero, para cada batería; y un Sistema de Mando y Control de GALCA. En resumen, tendrán que adquirirse los conjuntos para completar las plantillas del GALCA:
- 12 vehículos lanzadores para organizar tres baterías, con otros tantos vehículos de municionamiento.
- 3 vehículos de control de fuegos de batería.
- Sensores de apoyo (radar, estación meteorológica, observadores avanzados terrestres y con UAV…)
- 1 vehículo de mando y control de GALCA; y, aunque suponemos que ya están integrados en la unidad, los equipos y vehículos auxiliares necesarios para el grupo y las baterías (recuperación y mantenimiento, transporte, evacuación de heridos, víveres y bagajes, municionamiento, transmisiones, etc).
Obviamente, todos los sistemas de mando y control serán derivados del TALOS de la firma GMV, usado actualmente tanto para la artillería como para los morteros, así como el sistema de gestión del campo de batalla, cuya adaptación a un lanzacohetes no debe suponer ningún problema en absoluto.
Opciones disponibles
Básicamente, existen tres posibilidades para desarrollar y fabricar el futuro lanzacohetes, o cualquier otro sistema de armas de cierta complejidad, a saber:
- Desarrollar y fabricar un modelo enteramente nacional, utilizando una o varias empresas españolas. De hecho, para sustituir al Teruel se estudiaron los modelos Duero y Segovia, que finalmente fueron abandonados.
- Adquirir un sistema extranjero ya en servicio, que sería fabricado en su país de origen. Para el mantenimiento posterior o, incluso la fabricación de municiones o algunos elementos, podría contratarse a alguna empresa nacional.
- Por ultimo, seleccionar algún sistema operativo, con idea de que sea construido en su mayor parte en España, contando para ello con una o varias empresas españolas que colaboren, según diferentes acuerdos o convenios, con el socio tecnológico correspondiente. Por supuesto, deberá incluir una aceptable transferencia de tecnología, aunque es bastante probable que los equipos más sofisticados (direcciones de tiro, equipos de guía terminal, etc) se suministren directamente desde la empresa de origen.
La primera opción, aparte de que retrasaría todo el programa, comporta importantes riesgos tecnológicos, al tiempo que necesita grandes inversiones en I+D y no garantiza la consecución de un sistema de suficiente calidad, comparable a la de los principales sistemas existentes, por lo que debe ser descartada.
La segunda posibilidad probablemente sería las más sencilla y barata, pero sin embargo presenta algunos inconvenientes, como la nula o reducida presencia de empresas españolas en el proyecto, por lo que tampoco se haría ninguna transferencia de tecnología, como suele exigirse en los proyectos de cierta importancia. Sin embargo, si analizamos detenidamente los principales programas llevados a cabo en los últimos años, como el del carro Leopardo 2E, por ejemplo, llegaremos a la conclusión de que el programa se ha visto encarecido considerablemente y alargado en el tiempo pero, sin embargo, la tan codiciada transferencia de tecnología ha brillado por su ausencia. O, a estas alturas, alguien cree que en España existe actualmente la tecnología necesaria para desarrollar un carro similar al Leopardo? Efectivamente, la respuesta es: NI EN SUEÑOS.
En consecuencia, la solución que se adoptará sin lugar a dudas será la última, es decir, que se llegará a un acuerdo por el cual una o varias empresas españolas firmarán algún tipo de alianza con el socio tecnólogo correspondiente, para producir en España parte de los componentes del sistema, mientras que los más importantes se fabricarán en el país de origen. Además, dado que el futuro lanzacohetes tendrá un largo ciclo de vida, probablemente de más de 25 años, cabe suponer que buena parte de las tareas y equipos de mantenimiento, de las municiones y otras piezas de repuesto, se gestionarán y construirán en España para asegurar cierta autonomía de uso.
Por razones de tiempo y coste, como ya hemos dicho, lo primero que habrá que hacer es seleccionar un lanzacohetes de los actualmente operativos, para proceder más tarde a su producción, según las premisas antes citadas. Para ello, repasando el mercado internacional, encontramos una gran cantidad de modelos que podrían ser considerados, si bien muchos de ellos podemos descartarlos sencillamente por su origen o por su falta de calidad, especialmente en lo relativo al uso de municiones de guía terminal suficientemente precisas. Como simple curiosidad, los más destacados siguiendo el orden alfabético de su país de procedencia son los siguientes: Astros II y Astros 2020 (Brasil); SLM Hijo del Rayo (Chile/Israel); WS-1/2/6, Tipo 90B, WM-80/120…(China R.P.); MLRS e HIMARS (EEUU); Pinaka I/II (India); Lynx (Israel); LAROM (Rumania/Israel); BM 21 Grad, BM 27 Uragan, BM 30 Smerch y TOS-1 Buratino (Unión Soviética/Rusia); Valkiri Mk II (Sudáfrica); M-94 Plamen-S, M-77 Oganj, y LRSVM Morava (Yugoslavia).
Aparte de los sistemas citados existen otros muchos en diferentes configuraciones, siendo los más numerosos los derivados del BM-21 soviético, que son utilizados por una veintena de países de todo el mundo, algunos de los cuales los han modernizado o han realizado sus propias versiones.
Modelos seleccionados
De acuerdo con lo reseñado hasta ahora y las noticias que se han publicado hasta el momento, parece ser que el Ejército español está considerando tres sistemas, a saber: ASTROS 2020 brasileño, HIMARS norteamericano y LYNX israelí. De hecho, según ha trascendido, sobre los dos últimos se hizo en 2017 una petición de información o RFI a las empresas constructoras (Lockheed Martin e IMI), mientras que, en septiembre de 2018, se desplazó a Brasil una comisión de la Dirección de Adquisiciones del Mando de Apoyo Logístico del Ejército, para recibir información directamente de la empresa Avibras. En consecuencia, con independencia de que más tarde se contemple algún otro equipo, a continuación repasaremos los principales datos de interés de los tres citados.
ASTROS 2020
El desarrollo de cohetes de campaña en Brasil se produjo en los años 60, siendo el primer modelo el FGT-108RA1 de 108 mm, que fue adquirido tanto por la Artillería e Infantería de Marina brasileña como por Irak. Disponía de un lanzador con 16 rampas que iba montado en un vehículo ligero 4×4 o en un remolque de dos ruedas. Más tarde, utilizando ese mismo remolque, apareció el modelo para exportación SBAT-70, con un lanzador para 36 cohetes aire-superficie de 70 mm, fabricados por Avibras. Fue seguido por el SBAT-127, también para exportación y derivado de la versión aérea de 127 mm, pero con lanzador de 12 rampas que podía ser instalado sobre un vehículo ligero o un remolque.
Tras los dos sistemas descritos, de los que no tenemos constancia que fueran construidos en serie, se diseñaron algunos cohetes experimentales de largo alcance para pruebas, que sirvieron de base, ya en los años 80, para el desarrollo definitivo del ASTROS II (Artillery Saturation Rocket System), realizado a petición de Irak, que se encontraba en guerra con Irán.
Sin lugar a dudas, el ASTROS II es uno de los sistemas de cohetes más versátiles que existen, ya que dispone de municiones de diferentes calibres que pueden combinarse (cada uno de los dos módulos del lanzador puede llevar cohetes distintos), lo que permitiría, por ejemplo, hacer fuego contra objetivos cercanos y lejanos de forma casi simultánea. Además, se ofrecen diversas cabezas de guerra que incluyen hasta submuniciones bivalentes, contracarro y contrapersonal. Cada módulo tiene capacidad para los siguientes cohetes: 16 SS-30, 8 SS-40, 2 SS-60/80 y 1 SS-150 o misil AVMT. En cuanto al alcance, este varía entre los 30 km del SS-30 hasta los 150 km del SS-150, sin contar con los 300 km del misil AVMT de rmás reciente desarrollo.
Si bien los cohetes disparados por el sistema original ASTROS II disponen de un sistema de guía terminal bastante rudimentario, de tipo inercial con corrección de la trayectoria, cuyo CEP o Centro de Error Probable va aumentando proporcionalmente con el incremento del alcance, el nuevo ASTROS 2020 dispone de dos municiones especiales (SS-AV-40 y SS-150) que integran un sistema de guía terminal por GPS mucho más preciso, aunque no está del todo claro que su desarrollo haya concluido, siendo este un punto clave a la hora de hacerse con el futuro contrato español.
Inicialmente el ASTROS II consta de los siguientes tipos de vehículos: Lanzador Múltiple Universal (AV-LMU); Reabastecimiento de Municiones (AV-RMD), con dos recargas completas y grúas hidráulicas; de Mando y Control de Grupo (AV-VCC); de Mando y Control de Batería (AV-PCC); Radar para Control de Tiro (AV-UCF), opcional; Estación Meteorológica (AV-MET); y varios talleres móviles para el mantenimiento electrónico y mecánico (AV-OFVE). Según AVIBRAS, una batería ASTROS típica incluiría: un AV-VPC, seis AV-LMU, seis AV-RMD, un AV-UCF, y un AV-MET; además, a nivel Grupo habría que añadir un AV-VCC, y tres talleres móviles AV-OFVE. Por supuesto, según las preferencias de cada usuario, existen otras muchas alternativas y posibilidades de integrar equipos de distintas preferencias (direcciones de tiro o de mando y control de batería y grupo, radares, estaciones meteorológicas, posicionamiento inercial y GPS, etc.
MLRS / HIMARS
El Ejército norteamericano -US Army- comenzó, a mediados de los años 70 los estudios del denominado GSRS (General Support Rocket System), encargando proyectos a cinco empresas. Tras las pruebas correspondientes fue seleccionada la opción de la firma Vought en 1979, cambiándose la denominación inicial por la de MLRS (Multiple Launch Rocket System), al tiempo que se decidió convertir el proyecto en un arma propia de la OTAN.
Utilizando como plataforma un chasis derivado del VCI Bradley, la primera batería estuvo operativa en 1983, al tiempo que se creaba en Munich el consorcio europeo MLRS-Europaische Produktions Gesellschaft GmbH (MLRS-EPG), que integraba las empresas Diehl alemana, Hunting Engineering (actual Lockheed Martin Reino Unido), Aerospatiale (actual MBDA) de Francia, y SNIA BPD italiana. La distribución de la fabricación en los diferentes países se hizo de acuerdo con los pedidos correspondientes.
A finales de los 90, comenzaron los estudios del nuevo cohete de guía terminal GPS denominado GMLRS, que comenzó a fabricarse en 2003, y ofrece un alcance máximo de 70 km. Así mismo, comenzó el desarrollo de una nueva cabeza unitaria para esa munición, ya que todos las anteriores disponían de cabezas con submuniciones (contrapersonal – contramaterial, de guía terminal contracarro, con minas AT2 dispersables…).
En la actualidad, una buena parte de los MLRS en servicio han sido modernizados con la utilización de nuevas direcciones de tiro con capacidad para disparar municiones guiadas GMLRS y misiles MGM-140 (TACMS II de 300 km de alcance).
A finales de los 80, con la finalidad de cumplir los requisitos expresados por el Ejército norteamericano, Lockheed Martin comenzó el desarrollo de un sistema más versátil, liviano y con posibilidad de proyección, que pudiera ser transportado en aviones C-130 Hercules, lo que culminó en el HIMARS (High-Mobility Artillery Rocket System).
Basado en el MLRS, el HIMARS va montado en un camión de 5 toneladas, por lo que se beneficia de una mayor movilidad estratégica y velocidad, al tiempo que puede ser proyectado a grandes distancias con mucha mayor velocidad. Fue presentado en EEUU en 1993 y, en Europa, durante el siguiente año. Ya en 1996, el Mando de Misiles del US Army firmó un contrato para la realización de 4 prototipos que fueron sometidos a pruebas durante un periodo de 53 meses. Posteriormente, a finales de 1999, se firmó un nuevo contrato para el desarrollo definitivo del sistema, construyéndose 6 conjuntos entre 2001 y 2002, para llevar a cabo las pruebas y evaluaciones finales. Por último, en 2003 fue admitido el sistema para su fabricación en serie, siendo completada la primera unidad en 2005.
En líneas generales el HIMARS puede definirse como un MLRS simplificado, con un lanzador sencillo para seis cohetes, que va montado en un chasis de camión de tipo medio FMTV, de configuración 6×6. Además, su tardío desarrollo ha permitido que sea dotado de los equipos de mando y control modernizados e instalados en el M-270A1, de manera que es capaz de disparar las mismas municiones, incluidas las de guía terminal GPS y el misil TACMS o ATACMS (Army TACMS). En resumen, esas municiones son: M-26 (644/518 submuniciones M-77/M-85 contrapersonal-contramaterial); M-27 y M-28, inertes de instrucción; M-31 de tipo GMLRS con cabeza de guerra unitaria y espoleta programable; SCATMIN, con 28 minas AT2 contracarro; y misil M-140 TACMS, para el que también está estudiándose una cabeza de guerra unitaria de 213 kg.
Aunque la cabina de personal carece de protección, en el caso español, que con toda seguridad utilizaría otra plataforma, tampoco tiene gran importancia. Además, en el Reino Unido se han ofrecido varias opciones, por lo menos dos, para proporcionar kits de protección adicionales que permitirían salvar este inconveniente.
En lo referente a los sistemas auxiliares, EEUU utiliza un camión pesado de tracción 8×8, mientras que el resto de países emplea diversas plataformas y equipos para cada función (dirección de tiro, mando y control, recarga de municiones, mantenimiento, etcétera).
LYNX
Este sistema israelí posee sin lugar a dudas una excelente versatilidad, disponiendo de una gran variedad de cohetes e, incluso, del misil Delilah, que ha sido utilizado con profusión contra objetivos iraníes en Siria. Realmente se trata de la evolución del sistema LAR-160 diseñado en los años 70 por varias empresas encabezadas por IMI (lanzadores, afuste y desarrollo de cohetes) e IAI (misiles y sistemas de guía), inicialmente sobre chasis de carro ligero AMX-13 de construcción francesa. Desde que comenzó su producción en 1983 ha sido modernizado continuamente, dando lugar al sistema actual, aparte de que sirvió de base para dos modelos mixtos, el SLM Hijo del Rayo realizado a petición de Chile y el LAROM rumano. El primero fue adaptado para lanzar cohetes chilenos Rayo de 160 mm, así como los ACCULAR y EXTRA, mientras que el LAROM puede usar los diferentes modelos GRAD de 122 mm y el LAR-160.
El LYNX actual dispone de los siguientes cohetes: GRAD ruso y sus derivados de 122 mm, LAR de 160 mm, ACCULAR de 120 ó 160 mm, EXTRA de 306 mm y Predator Hawk de 370 mm, con alcances eficaces desde 20 a 300 km. Además, puede lanzar el misil Delilah de 330 mm y 180 km de distancia eficaz de empleo y con un CEP de tan solo un metro. Por otra parte, se ofrece un sistema de guía terminal GPS para los cohetes ACCULAR, EXTRA y Predator Hawk con un CEP de 10 metros. Según nos consta, el Ejército español mostró sus preferencias iniciales por los cohetes ACCULAR de 122 mm y EXTRA de 306 mm, con una gran parte dotados de guía terminal.
La plataforma consiste en un camión de configuración 6×6, si bien es posible utilizar diferentes modelos 6×6/8×8, tanto para los lanzadores como para el resto de componentes del sistema (municionamiento, mando y control, mantenimiento, etc). En cuanto al lanzador es necesario destacar que dispone de dos módulos desechables, pudiéndose combinar ambos para utilizar al mismo tiempo dos cohetes distintos, de acuerdo a la siguiente capacidad por módulo: 20 GRAD, 11 ACCULAR, 13 LAR, 4 EXTRA/Predator Hawk o 1 Delilah.
La cabeza de guerra pesa entre 20 y 140 kg, y puede ser unitaria con varios tipos de espoletas, disponer de diferentes submuniciones o, incluso, ser penetrante con explosión retardada, lo que proporciona un importante abanico de posibilidades para batir los objetivos más dispares.
A título orientativo, IAI considera que un Grupo de Lanzacohetes Lynx podría estar formado por los siguientes elementos: Centro director de Fuegos (Mando y Control) del Grupo, Estación Meteorológica, Observación Avanzada de Fuegos (3 equipos más otro de UAV), Radar de adquisición y tiro, tres Baterías con su Puesto de Mando Móvil, 4 Lanzadores y los correspondientes vehículos de Municionamiento, con capacidad para transportar 4 módulos de munición de hasta 2,7 toneladas, cada uno. Además, habrá que incluir los necesarios equipos de mantenimiento.
Resumen y conclusiones
Tras la retirada del servicio de los lanzacohetes Teruel en 2011, el Ejército español se ha convertido en uno de los pocos -entre los que poseen cierta entidad- que no disponen de ninguna unidad de lanzacohetes de campaña.
En 1994, el Plan NORTE contemplaba la compra del lanzacohetes norteamericano MLRS, en pleno auge en aquellas fechas, y que además estaba siendo adquirido por los principales Ejércitos europeos. Sin embargo, pronto se puso de manifiesto la dificultad de que los presupuestos españoles permitieran su adquisición, ni siquiera para adquirir un grupo de 12 lanzadores. Aunque esta cifra nos pueda parecer ridícula, si repasamos los distintos presupuestos de Defensa, vemos que está perfectamente justificada.
Más tarde, se decidió adquirir el sistema HIMARS, que cabe definir como una versión simplificada del MLRS que va instalada sobre un chasis de camión 6×6, lo que además favorece la movilidad y capacidad de proyección. Sin embargo, esa nueva opción tampoco pudo llevarse a cabo, por lo que se aparcó momentáneamente.
Finalmente, en los últimos años se está planteando la adquisición futura, para la que todavía no existe una previsión a corto plazo, de un sistema de lanzacohetes, basado en alguno de los modelos en servicio, que deberá ser fabricado en gran medida en España. Para ello, habrá que contar con la colaboración de algunas empresas españolas que, según la normativa vigente, deberán obtener la correspondiente transferencia tecnológica. De todas formas, teniendo en cuenta que los cálculos iniciales para los 20 o 25 años del ciclo de vida del sistema, contemplan un coste comprendido entre 300 y 500 M€, creo sinceramente que la compra definitiva va para largo, sobre todo porque la mitad de ese coste, como mínimo, habrá que hacerla en los primeros años del programa.
A pesar de la gran variedad de lanzacohetes existentes, es casi seguro que el finalmente elegido será uno de los tres modelos tratados en este trabajo (ASTROS 2020, HIMARS y LYNX), que sin lugar a dudas pueden cubrir las necesidades del Ejército español. Sin embargo, teniendo en cuenta la situación económica actual, es bastante probable que, con independencia de sus prestaciones, probablemente lo que más pesará será su coste total, especialmente si existen grandes diferencias entre ellos.
Por último, todavía habrá que estudiar los acuerdos entre las empresas tecnológicas, ya que según nuestras noticias, solamente IMI ha llegado a un acuerdo con una firma española, en este caso EXPAL, que se encargaría de liderar el proyecto. Sin embargo, este acuerdo presenta un claro inconveniente, ya que esta última empresa cuenta en la actualidad con pocas simpatías dentro del MALE, sobre todo tras la denuncia que presentó hace unos años contra los oficiales que seleccionaron el mortero israelí Cardom de 81 mm, en detrimento del EIMOS que, les guste o no, en aquella época, tal como me comentó personalmente uno de aquellos oficiales, era un mero demostrador. Por si esto fuera poco, en el campo de los cohetes, el MALE quiere que la empresa indemnice al Ejército con varios millones de euros por la no aceptación de los cohetes Teruel M-25, que no pudieron utilizarse porque uno hizo explosión dentro del lanzador y, desde entonces, no se ha llegado a ningún acuerdo sobre las causas del accidente.
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