Sistemas contracarro (I)

Orígenes, las primeras armas

El “Tankgewehr M1918” es considerado el primer fusil contracarro del mundo, siendo realmente una modificación del Mauser de 1898.
El “Tankgewehr M1918” es considerado el primer fusil contracarro del mundo, siendo realmente una modificación del Mauser de 1898.

Hoy por hoy, el carro es el elemento resolutivo por excelencia del combate terrestre, no siendo previsible que la situación cambie mucho en el futuro a corto y medio plazo, a pesar de las continuas voces que llevan varias décadas augurando su inminente desaparición. La causa de ese presumible desenlace se encuentra en el desarrollo de sistemas contracarro, cada día más eficaces y sofisticados, que han alcanzado un nivel tecnológico realmente impresionante, que proporciona a las unidades una excepcional potencia de fuego y capacidad contracarro, hasta el punto de que pueden ser determinantes en el desenlace final de cualquier conflicto. A pesar de todo, no podemos olvidar que son armas eminentemente defensivas y, por lo tanto, necesitarán actuar junto a otros medios ofensivos, como los carros, para tener una mínima capacidad de resolución.

Para que la defensa contracarro produzca los efectos deseados tiene que estar organizada en profundidad, de manera que las formaciones acorazadas enemigas reciban continuas y sucesivas acciones de fuego que las desgasten, al tiempo que limiten su capacidad de movimientos. Con ello, aunque no sean destruidas en su totalidad, llegarán al choque muy debilitadas. Por consiguiente, necesitaremos una gran variedad de sistemas contracarro, cuyas características nos permitan distribuirlas en toda la profundidad del despliegue.

En este y otros trabajos posteriores, repasaremos los orígenes y las primeras armas contracarro, surgidas de forma un tanto precipitada en la PGM, a las que siguieron otras mucho más eficaces, diseñadas especialmente durante la SGM y, por supuesto, los eficaces modelos posteriores que culminaron en los actuales misiles de tercera generación.

Y sin más preámbulos, repasaremos las primeras armas que, para su más fácil estudio, dividiremos en: Fusiles contracarro, granadas de fusil, lanzagranadas, y, por supuesto, armas experimentales y de circunstancias.

Los rusos usaron dos fusiles contracarro el “PTRS” y el más simple “PTRD”.
Los rusos usaron dos fusiles contracarro el “PTRS” y el más simple “PTRD”.

Fusiles contracarro

La aparición de los carros británicos durante la batalla del Somme, cogió a los alemanes por sorpresa; sin embargo, el pobre resultado cosechado por los 50 Mark I usados en aquella ocasión (muchos se averiaron y otros se quedaron atascados en el barro), favoreció el escaso efecto que provocó inicialmente en el Ejército alemán, hasta el punto de que, a pesar de haber estudiado varios proyectos desde 1911, no decidió construir un carro propio hasta finales del 17, época en la que fueron creadas las primeras unidades acorazadas alemanas. En total, se organizaron 8 unidades, que integraron 60 carros, 20 de los cuales fueron los A7V nacionales. El resto eran en su mayoría Mark IV y Whippet británicos.

Solo a título anecdótico, citaremos que a lo largo de 1917, se llevó a cabo una amplia campaña propagandística, encaminada a desprestigiar a los carros ante las tropas y la población civil, que incluyó todo tipo de folletos, caricaturas, carteles, etc. El propio Hindeburg llegó a decir, el 20 de noviembre, que <<no le habían causado una gran impresión>>. Hasta tal extremo se llegó en la campaña que, según el general von Schwarte, <<tanto y tanto se dijo para prevenir a las tropas del escaso valor del tanque, de su inutilidad, del poco aprecio en que debían tenerlo, que el Estado Mayor, que tales cosas hacía correr, terminó por engañarse a sí mismo>>. En una fecha tan tardía como mediados de 1917, se mantenían afirmaciones como que <<los combates han demostrado que la infantería poco debe temer del carro si sabe permanecer en calma y tiene confianza en sus medios de defensa>>, o <<la construcción de los carros franceses debe juzgarse como un ensayo fallido que ha conducido a emplear estos medios sin estar a punto, sin satisfacer ninguna de las esperanzas que en ellos se habían fundado. Los carros son impotentes contra nuestros medios de defensa, particularmente artillería>>.

En consecuencia, tampoco se diseñaron medidas para luchar contra los carros, considerándose suficiente el empleo de las piezas de artillería en servicio, y de los denominados cañones de trinchera para infantería, mucho más ligeros y flexibles, que fueron dotados de municiones especiales con núcleos de acero, con suficiente capacidad perforante.

La primera medida tomada para utilizar fusiles en la lucha contracarro consistió en utilizar la llamada bala invertida, que no era mas que una bala de 7,92×57 mm montada al revés, con la punta hacia dentro de la vaina y dotada de una mayor carga de proyección, lo que le proporcionaba un mayor poder de perforación. Más tarde, apareció la denominada bala K (de Patrone SmK Kurz), también para disparar con los fusiles de repetición Mauser Mod. 1898 de 7.92 mm, pero dotada de un núcleo de acero que, obviamente, era mucho más eficaz que la anterior, si bien quedó demostrado que sólo perforaba las paredes de los carros en determinadas circunstancias y si impactaban perpendicularmente. De todas formas, ambas balas producían bastantes averías en los fusiles y desgastaban sus cañones con gran facilidad, por lo que tuvieron muy poca aceptación. De hecho, en determinados casos, podían reventar los cañones y provocar serias heridas o, incluso, la muerte de los tiradores.

Un caso distinto fue el del Tankgewehr M1918 o T-Gewehr 1918, que cabe considerar el primer fusil contracarro del mundo y fue diseñado en 1918, cuando quedó patente que las balas K no perforaban la coraza de los Mark IV. Realmente se trataba de una modificación del fusil Mauser de 1898, aunque recalibrado a 13 mm, y utilizaba una bala con interior de acero templado denominada 13×92 Mauser, que era alimentada manualmente. Se llegaron a fabricar 15.800 ejemplares, que permanecieron en servicio hasta los años 30. Al igual que en el caso de otros fusiles contracarro, tenía un gran retroceso, por lo que los tiradores debían estar especialmente adiestrados, ya que podían dislocarse el hombro o romperse la clavícula.

Al comienzo de la SGM, el uso de fusiles contracarro se había extendido, utilizándose todavía algunos modelos, especialmente soviéticos, durante la guerra de Corea. Sin embargo, a lo largo de la guerra, conforme aparecieron carros mejor protegidos, quedó patente su falta de potencia, a pesar de lo cual continuaron prestando excelentes servicios en funciones contrapersonal y contra-material (vehículos ligeros o poco blindados, lanchas de desembarco, concentraciones de personal, etc). De hecho, podemos considerarlos antecesores de los actuales fusiles para francotiradores o sniper, de los que existen una gran variedad de modelos, especialmente de calibres 7,62 y 12,70 mm.

El Ejér­cito Rojo fue uno de los principales usuarios de este tipo de fusiles, ca­racterísticos por su gran longitud de tubo, disponiendo de dos modelos (PTRS y PTRD) a partir de 1941. La diferencia más destacada entre ambos, cuyo calibre era de 14,5 mm, radica­ba en que el PTRS incorporaba un mecanismo de accionamiento por gases y un cargador de 5 cartuchos, lo que ocasionaba frecuentes ave­rías, por lo que fue sustituido pro­gresivamente por el más simple PTRD. Sin embargo, ambos dispa­raban la misma munición de núcleo de acero.

Los alemanes emplearon bastantes fusiles contracarro sovié­ticos capturados, aunque también poseían dos modelos nacionales, los Panzerbüchse 38 y 39 de 7,92 mm, de los que sólo fue normalizado el se­gundo, dado que el 38 era excesivamente caro y complejo. Además, varias firmas realizaron numerosos prototipos, incluyendo la ame­tralladora MG­-141, que no llegaron a construir en serie. Debido a su pequeño cali­bre tenían escaso poder de perforación, a pesar de que fueron dotados de un proyectil de núcleo de tungsteno, copiado del que usa­ban los fusiles polacos Marosczek. Además, utilizaron un corto número del modelo suizo Panzerabwehrbüchse 785 (s) de 20 mm, desarrollado a petición del Alto Mando Alemán. El modelo original S-18-100 fue realizado por la empresa Solothurn Waffenfabrik AG, que fue adquirida en los años 20 por la alemana Rheinmetall Borsig AG, con la finalidad de desarrollar diferentes armas ligeras, evitando las prohibiciones del Tratado de Versalles. También se realizaron dos versiones repotenciadas (S-18-1000 y S-18-1100), la última de las cuales también fue usada como arma antiaérea. En sus distintos modelos, fue utilizado por varios países como Alemania, Suiza, Finlandia, Italia, Hungría, Holanda…EEUU intentó adquirirlo pero finalmente desistió ante los problemas burocráticos.

Tras la invasión de Checoslovaquia, a petición de las Waffen SS fue producido en pequeñas cantidades el MSS 41. Como dato interesante, fue el primer fusil de tipo bullpup construido en serie, por lo que era realmente un arma muy compacta. Recordemos que este tipo de fusiles, probados desde la PGM son aquellos que tienen el cajón de los mecanismos y el cargador detrás del disparador.

El modelo polaco Marosczek Kb Ur wz. 35 fue diseñado en la década de los 30, manteniéndose su existencia en total secreto; de ahí que fuera denominado Kb Ur (de “fusil para Uruguay”). Durante la invasión de Polonia, los alemanes capturaron algunos, que fueron denominados Panzerabwehrbüchse 35 (p) o PzB 35 (p). Antes de la guerra, se calcula que salieron de las cadenas de montaje unos 6.500 ejemplares.

Solo a título anecdótico, men­cionaremos la Sturmpistole ale­mana, que era una pistola de señales modificada para disparar va­rios tipos de granadas, entre las que había una de carga hueca con un alcance máximo de 90 me­tros. Como es lógico, su eficacia dejó mucho que desear.

Los británicos construyeron el fusil Boys de 13,97 mm, muy usado como dota­ción de vehículos lige­ros acorazados. También fabricaron una versión simplificada (Mk 1*) que difería en el freno de boca, en utilizar el bípode de la ametralladora Bren y en ciertos cambios menores. En pequeñas cantidades prestaron servicio en la Infantería de Mari­na de los EEUU, así como en el Ejército alemán que capturó algunos ejemplares en Dunkerque.

En los años 30, el Ejército finlandés solicitó armas ligeras contracarro, aunque no tenían claro si preferían fusiles de 12,70, 13,20 o 20 mm. Además, indicaron sus preferencias en el sentido de que también sirvieran para batir aeronaves. En 1935, el fabricante VKT (Valtion Kiväritehdas) presentó un prototipo del L-35 de 13,20 mm, aunque el propio diseñador Aimo Lahti manifestó su preferencia por el modelo de 20 mm, del que construyó 2 prototipos denominados L-39, justo a tiempo para usarlos en la denominada Guerra de Invierno. Antes de la Guerra de Continuación ya se habían entregado 1.850 ejemplares de L-39, si bien se cambió la munición de 20×113 mm por otra de 20×138 mm, que obtuvieron muy buenos resultados en posiciones fijas, dado su elevado peso, tanto en funciones contracarro como antiaéreas e, incluso, montados en barcos.

Denominado fusil sin retroceso, el Carl Gustav Pvg fm/42 sueco, realmente no deberíamos incluirlo entre los fusiles contracarro sino entre los cañones sin retroceso o lanzagranadas como el Folgore italiano y Carl Gustav M2. De todas formas, los 1.000 ejemplares construidos muy pronto pusieron de manifiesto que la aplicación de las teorías de contramasas de Davis no eran eficaces para proyectiles macizos de 20 mm, aunque sirvió de base para el modelo actual de 84 mm.

Para finalizar con este apartado, no pode­mos olvidamos del Tipo 97 japonés que, con un calibre de 20 mm, incluía un sistema de recupera­ción accionado por gases y un cargador para 7 disparos. Al igual que los anteriores, muy pronto demostró que era incapaz de perforar la coraza de los carros medios, por lo que su empleo quedó muy restringido.

Granadas británicas de varilla.
Granadas británicas de varilla.

Granadas de fusil

Desde los tiempos de la antigua tormentaria, se han ideado máquinas o equipos para lanzamiento de proyectiles de todo tipo, sobre todo los de fuego griego y, más tarde, explosivos. Tras la aparición de las armas de fuego portátiles, como el mosquete, se usaron para lanzar armas incendiarias como las llamadas trompas o dardos de fuego, que podrían ser considerados antecesores de las granadas de fusil.

A lo largo de toda la PGM se vio la necesidad de utilizar sistemas para aumentar el alcance eficaz de las granadas de mano. Por ejemplo, instalándoles un mango de madera o usando máquinas, a menudo inspiradas en antiguas catapultas o balistas. Sin embargo, estos sistemas no eran demasiado precisos, lo que favoreció el nacimiento de las granadas de fusil.

Las primeras granadas de fusil eran sencillas granadas de mano dotadas de algún mecanismo que permitía lanzarlas desde un fusil, con un cartucho de fogueo, sin proyectil, que proporcionaba los gases necesarios para su proyección a distancia. Posteriormente, aparecieron otros modelos preparados para usar balas normales, lo que agiliza su utilización. Los primeros ejemplares disponían de una varilla acoplada a su parte trasera que, tras ser introducida dentro del cañón del fusil, servía para guiarlas. Pero, este método demostró ser poco eficaz ya que desgastaba excesivamente el tubo del cañón, dejando inservible el arma. Para evitar ese problema, se ideó un sistema consistente en una base colocada en lugar de la varilla y una especie de copa o recipiente cilíndrico que se adaptaba a la bocacha del fusil. Entre las primeras cabe destacar la granada Hales, construida a partir de 1907, así como la bomba Mills Nº 23, que apareció durante la guerra. En cuanto al segundo tipo, destacaremos los modelos británicos Mills Nº 36 y 36M, que fueron adoptadas por numerosos ejércitos, algunos de los cuales las mantuvieron en servicio hasta los años 80, así como la francesa Tromblon (trabuco), llamada así por su forma abocinada.

Centrándonos en la defensa contracarro, la inmensa mayoría de estas granadas de mano tenían nula o muy escasa capacidad para destruir carros. De ahí que se idearan modelos más potentes, como la Geballte Ladung (carga concentrada) alemana realizada uniendo 6 granadas M24 alrededor de un mango de madera, o la Flachmine 17, que era una sencilla caja de madera rellenada de explosivos, activados por un percutor de presión. Por su parte, la Panzerwurfmine alemana en sus versiones (L) (de Lang, larga) y (K) (de Kurz, corta), aunque también era de lanzamiento manual, presentó la novedad de disponer de una carga hueca (para muchos autores fue el primer proyectil dotado de este tipo de carga) y de unas aletas de lona que servían para estabilizarla durante la caída. Su relativa eficacia favoreció que otros ejércitos, el ruso por ejemplo, adoptaran variantes como las RPG 40, RPG 43 y RPG-6. Un caso especial fue la granada británica Tipo 68 que usaba un adaptador Mills y una carga hueca.

Por supuesto, durante la SGM y años posteriores proliferaron los adaptadores para lanzar granadas de fusil, entre los que destacaremos el Schiessbecher (taza de disparo) y el Gewehrgranatengerät para granadas de carga hueca alemanas, los japoneses Tipo 2 y Tipo 100, los M1y M2 norteamericanos, SKS yugoslavo, etc. Por último, tras sucesivas modificaciones, aparecieron los modelos que todavía se usan y no necesitan ningún adaptador, sino que son retenidos por un muelle circular u otro mecanismo similar existente junto a la bocacha del fusil.

Como mera curiosidad, diremos que las granadas de fusil son fabricadas en empresas de países tales como Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Brasil, Bulgaria, China, EEUU, España, Francia, Hungría, Israel, Italia, Polonia, Reino Unido, Rusia, Serbia, Sudáfrica, etc. De hecho su gran proliferación se debe a que, aparte de las dotadas de cabezas de guerra de carga hueca, han sido diseñadas versiones muy variadas (polivalentes, contrapersonal, fumígenas, incendiarias, etc) por lo que constituyen una estimable ayuda para el infante, por más que su eficacia contracarro sea bastante limitada, dada su escasa potencia y precisión. Sin embargo, su bajo precio y el efecto moral que producen en el usuario aconsejan su empleo.

El “Panzerfaust” alemán fue el primer lanzagranadas desechable del mundo, siendo el padre de los actuales modelos alemanes, así como del “RPG-2” y versiones posteriores.
El “Panzerfaust” alemán fue el primer lanzagranadas desechable del mundo, siendo el padre de los actuales modelos alemanes, así como del “RPG-2” y versiones posteriores.

Lanzagranadas

En líneas generales, un lanzagranadas es un arma portátil consistente en un tubo abierto por ambos extremos que dispara granadas y/o cohetes estabilizados por aletas, por lo general de encendido eléctrico y dotados de una cabeza de guerra de carga hueca, rompedora o mixta, existiendo asimismo otras muchas versiones.

Cada día aparecen más modelos capaces de ser accionados desde locales cerrados, al tiempo que aumenta su discreción, aplicando para ello el principio de contramasas de Davis. Este comandante norteamericano patentó en 1910 un cañón constituido por dos tubos unidos por el centro a una recámara común. El tubo delantero disparaba un proyectil convencional mientras que el trasero lanzaba otro de igual peso y a la misma velocidad, pero en sentido contrario; de esta forma, las reacciones o fuerzas de retroceso originadas en los dos tubos se anulaban entre sí. El principal inconveniente de esta arma, que fue probada por las Fuerzas Aéreas británicas durante la PGM, radicaba en la necesidad de una gran zona trasera de seguridad, lo que intentó paliarse utilizando un contraproyectil de grasa y trozos de plomo. Tras numerosos ensayos, realizados principalmente en la URSS y Alemania, variando el peso y velocidad de la contramasa, se llegó a la conclusión de que era posible contrarrestar el retroceso del arma con un chorro de gases a gran velocidad, lo que dio el impulso definitivo a los cañones sin retroceso.

En 1933, los EEUU decidieron realizar un sistema lanzacohetes contraca­rro, basándose en un programa de investigación desarrollado en el polígono de experiencias de Aberdeen, dando lugar al primer lanzagranadas operativo del mun­do, el Bazooka M 1 de 2,36 pulgadas (60 mm), sustituido mas tarde por el M 9, que podía desmontarse en dos mitades para el transporte y, finalmente, por el M 18, construido enteramente de aluminio.

Paralelamente al desarrollo del Bazooka, los alemanes diseñaron un lanzacohetes de 88 mm denominado Raketenwerfer 43 o Püppchen (muñeca), que era realmente un pequeño cañón sin sistema de retroceso, con un alcance máximo de 700 metros, si bien el eficaz de combate no superaba los 250. No tuvo una vida muy larga, ya que poco después de su entrada en servicio, en 1943, los alemanes capturaron en Tunicia algunos M1 americanos y decidieron realizar un modelo similar pero de mayor calibre (88 mm). Denominado Raketenpanzerbüchse 43 (RPzB 43), utilizaba el mismo co­hete que el Püppchen, pero con disparo eléctrico. Dado que el motor del cohete estaba encendido cuando salía del tubo, el tirador estaba obligado a emplear ropas protectoras. Para evitar este inconveniente, recibió un escudo protector en el tubo, dando lugar al modelo RPzB 54, seguido después por el RPzB 54/1, con un tubo más corto y un cohete de mayor alcance.

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