Para entender el pequeño conflicto entre Egipto y Libia acaecido durante el verano de 1.977, debemos de buscar sus raíces en los enfrentamientos que desde finales de los años 40 del siglo pasado, los países árabes tuvieron con el recién creado Estado de Israel. Tras la Guerra del Yom Kippur (para los judíos) o de Octubre (para los egipcios), del año 1.973, el Presidente de Egipto, Anuar el-Sadat, comenzó un tímido acercamiento hacia Israel y por ende a su principal aliado, los EE. UU. Dicha actitud comenzó a levantar recelos entre los países árabes, especialmente con la vecina Libia. El Coronel Muammar el Gadafi, emprendió una serie de alocuciones en diversos foros, que versaban sobre las supuestas ayudas, tanto económicas como militares, generosamente donadas por el pueblo libio al Estado egipcio para luchar contra el enemigo sionista.
Lo cierto es que el líder libio pretendía aumentar su prestigio y convertirse en la principal (y a ser posible única) voz del mundo árabe y gracias a los limitados éxitos militares logrados por las ofensivas sirio-egipcias, se le puso en bandeja la oportunidad de criticar a ambos por su manera de conducir la contienda e incluso atacar a otros países árabes, como Jordania, por su negativa de aunar esfuerzos frente al enemigo sionista.
El propio Gadafi comenzó a calificar a la Guerra de Octubre como una autentica cobardía, un ridículo intento de liberar suelo árabe de la presencia de Israel, llegando afirmar que, si bien dicho conflicto se había vendido a los ciudadanos árabes como una autentica guerra de liberación total, ciertamente no había sido más que un intento de confundir al pueblo árabe, el cual nuevamente era engañado por el pueblo judío.
Para complicar aún más las cosas, Sadat comenzó una serie de contactos directos con los EE. UU. e Israel para conseguir un alto al fuego completo y permanente que sirviese para colocar las bases de un futuro acuerdo de paz entre Egipto e Israel.
El Coronel libio no pudo contenerse más, y comenzó a difundir sus palabras en la radio oficial Libia y por ende al resto de países árabes. En una de sus alocuciones hablaba de la cooperación libia en la Guerra de Octubre, recalcando sus acciones al líder egipcio:
“Nosotros te dimos fondos y armas, y quedamos exhaustos junto a ti, y todo para nada. Últimamente estás estrechando lazos con EE.UU. y quieres reconocer a Israel. Sólo Libia no ha reconocido a Israel, y por supuesto nunca la reconoceremos hasta el Día del Juicio Final. Nosotros quedamos exhaustos por tus movimientos y ahora tú nos maldices. Te dimos 100 aviones Mirage como un regalo al Pueblo de Egipto para liberar El Sinai. Nosotros te dimos 100 Mirage y ahora nos vuelves a maldecir, insinuando que nosotros no participamos en la guerra, y la desafortunada gente del pueblo egipcio no conoce la verdad. Nos estamos aproximando al aniversario del 6 de Octubre. Todos los buques y lanchas neumáticas que el Ejército de Egipto usó para cruzar el Canal de Suez eran libias. No esperamos ningún tipo de recompensa ni ningún reconocimiento o agradecimiento porque nosotros simplemente cumplíamos con nuestras obligaciones históricas y panárabes. La artillería autopropulsada que se empleó en el frente egipcio era toda Libia, cañones móviles italianos que fueron comprados en Italia con el único objeto de regalárselos a Egipto. Los egipcios no tenían bulldozers y nosotros los compramos. Fuimos nosotros los que proporcionamos pertrechos al ejército egipcio, ropa e incluso calcetines… Yo personalmente transporté los misiles en mis hombros y marché con ellos hasta que pude dárselos a los egipcios. Los israelíes llegaron a 83 kilómetros del Cairo. Pero Sadat dijo, “Es suficiente. Voy a finalizar esta guerra, que tengas un buen día”, a lo que le respondí: “Adiós y que tu también tengas un buen día”.
Más allá de todas las bravuconadas del Coronel Gadafi1, la cuestión que realmente había atormentado al líder libio era el hecho de haber quedado relegado de las consultas previas al ataque conjunto entre Egipto y Siria. Además, si la Guerra de Octubre tenía éxito, pospondría una deseada unión entre Libia y Egipto, tras la cual Gadafi esperaba alzarse como líder indiscutible del mundo árabe. El problema era que Libia no podría erigirse en el principal actor de dicha federación consecuencia de su escaso censo poblacional, el cual le hacía configurarse como un enano militar, a pesar de disponer de unas considerables reservas petrolíferas y gaseosas. Sirva como ejemplo las observaciones dadas por el General egipcio Saad el-Shazly, durante su visita a Libia en el verano de 1.973, relativas al desolador estado que encontró en el seno de las fuerzas armadas libias. A regreso de su viaje redactó un exhaustivo informe, reflejando la escasa preparación de las fuerzas libias de cara a significar un posible refuerzo de las unidades egipcias en el previsible enfrentamiento con Israel. En el mencionado documento únicamente se establecía como unidades de respetable valor aquellos escuadrones equipados con los excelentes cazabombarderos Dassault Mirage en sus variantes Mirage 5DE (interceptor), 5DD (biplazas de entrenamiento), 5DR (preparados para el reconocimiento) y los cazabombarderos 5D. Dichas unidades se agrupaban en dos escuadrones2. Además también serían útiles unos 24 cañones autopropulsados soviéticos, algunos morteros pesados de 120 mm., y alrededor de un centenar de APCs.
De hecho, desde antes de la Guerra de Octubre del 73, se desplegaron en Egipto unos 54 Mirage libios, entre ellos los 32 Mirage 5DE interceptores, recibiendo marcas egipcias y operando plenamente integrados en la estructura de la Fuerza Aérea egipcia, siendo pilotados de manera prácticamente exclusiva por tripulaciones egipcias, las cuales, de manera rocambolesca, recibieron entrenamiento en Francia con pasaporte libio.
Poco tiempo después de finalizados los combates, el líder libio comenzó a explotar la situación, declarando públicamente que fueron los pilotos libios los que llevaron el peso de la contienda, volando sus Mirage contra Israel. Sorprendentemente, afirmaba que sus pilotos realizaron más de 400 salidas contra las tropas judías, entrando en una serie de contradicciones con sus anteriores declaraciones, en las que había señalado que Libia nunca había vendido, alquilado o regalado ninguna clase de armas el Gobierno egipcio. Posteriormente afirmó que habían sido sus pilotos los que ayudaron al entrenamiento de los pilotos egipcios. Aunque lo cierto es que no se conoce ni una sola salida de combate efectuada por los pilotos libios durante la Guerra de Octubre, a pesar de que al menos seis pilotos libios se encontraban desplegados en el 69º Escuadrón, que era la unidad egipcia que volaba los Mirage de procedencia Libia. Solamente se tienen documentados un pequeño grupo de pilotos pakistaníes, contratados por Libia para entrenar a las futuras tripulaciones de la Fuerza Aérea Libia, y que en ocasiones volaron alguna misión de combate sobre el frente de El Sinaí. Dichos Mirage continuaron desplegados en Egipto hasta 1.974, cuando fueron replegados a las bases libias tras comenzar las discrepancias entre ambos países.
La Marcha hacia El Cairo
La Guerra de Octubre provocó un grave quebranto económico y social, además de militar, en la sociedad egipcia. Como consecuencia, el Presidente egipcio se sintió lo suficientemente legitimado como para pensar en un acuerdo de paz permanente con el Estado de Israel, reconociendo de facto su legitimidad. Tras años de arduas negociaciones, comenzó a vislumbrarse un posible final a dicho plan, llegando incluso a producirse el anuncio de la visita a Israel por parte del Presidente Sadat en el verano de 1.977.
La sorprendente afirmación del máximo dirigente egipcio4, provocó numerosas protestas entre los dirigentes de los países árabes más radicales, los cuales reflejaban las revueltas que los ciudadanos del mundo árabe comenzaron a realizar, comenzando por demostraciones de fuerza frente a las embajadas y consulados egipcios. En Libia dichas protestas se magnificaron de manera superlativa, principalmente porque el líder libio aún ambicionaba la unión entre Libia, Egipto y Túnez, y comenzó a avivar la furia de las masas.
En julio de 1.977, cientos de protestantes libios instigados desde el Gobierno, iniciaron una Marcha hacia El Cairo, cuyo objetivo era provocar la rebelión de la población egipcia alentando el derrocamiento del Gobierno. La concentración tomó cuerpo en la ciudad libia de Amsa’ad5, la agitada multitud comenzó a presionar en dirección a la frontera cercana a As-Sallüm, urbe localizada en el noroeste de Egipto, junto a la bahía del mismo nombre. Los protestantes se enfrentaron a los soldados egipcios que intentaban evitar que sobrepasasen el puesto fronterizo. El Presidente egipcio decidió poner en alerta a las unidades del Ejército y de la Fuerza Aérea. El conjunto de dichas acciones exasperaron al Coronel Gadafi, que no concebía ningún tipo de resistencia por parte egipcia. Para evitar el estancamiento de la situación (y su consiguiente humillación) ordenó un ataque artillero al puesto fronterizo.
En previsión a un posible incremento en las tensiones entre ambos países, los responsables de la Fuerza Aérea libia tomaron la decisión de cambiar las escarapelas de sus aeronaves, pues hasta el momento eran prácticamente idénticas a las utilizadas por Egipto (de dentro a fuera, franjas circulares negras, blancas y rojas). Libia comenzó a pintar apresuradamente sus aviones con la característica escarapela verde Islam, que perdura hasta nuestros días. Era 20 de julio de 1.977.
21 de julio de 1.977
En el primer día oficial de la guerra, los libios iniciaron un nuevo ataque artillero contra el puesto fronterizo, algunas instalaciones militares existentes en los alrededores de As-Sallüm y el paso de Halfaya, un lugar de tránsito estratégico para las comunicaciones con la metrópoli. Como hemos comentado, el Coronel Gadafi no esperaba ninguna reacción de grandes proporciones por parte egipcia, sin embargo no había nada más alejado de la realidad, pues de inmediato unidades acorazadas egipcias apoyadas por infantería mecanizada fueron rápidamente movilizadas y enviadas hacia la frontera. Además, se transportó un grupo de artillería, la cual respondió al fuego libio, creándose un duelo artillero entre la imaginaria línea de demarcación. Dos divisiones del Primer Cuerpo del Ejército egipcio, las cuales normalmente estaban acantonadas alrededor del El Cairo también fueron enviadas a reforzar las fronteras.
Las primeras unidades aéreas egipcias llamadas a capítulo fueron los bombarderos Tu-16KSR-2-11, los cuales dada su obsolescencia frente a defensas aéreas de nueva generación, no realizaron un ataque convencional con armas de caída libre, sino que fueron utilizados para lanzar misiles de crucero, con objeto de eliminar dos puestos de radar avanzados que Libia utilizaba como alerta aérea temprana. Para realizar dicho ataque los bombarderos pudieron situarse a distancia de seguridad, empleando los misiles KSR-11, equipados con un sistema de guía antirradar. Los primeros blancos atacados estaban en las inmediaciones de Tobruk y El Adem en la costa noreste de Libia, y en la provincia de Al-Kufra, pues cercana a la capital Al-Jauf, existía una batería de defensa antiaérea. Tras dicha ofensiva se reclamó la destrucción de al menos dos equipos de radar de largo alcance, dejando vitales pasadizos aéreos para el ingreso de las siguientes oleadas de aeronaves de ataque egipcias. Los pasillos generados en las defensas aéreas fueron utilizados en posteriores misiones, permitiendo atacar blancos lejanos como Trípoli, sin ser molestados por los interceptores libios o por los sistemas estáticos de defensa aérea como los misiles S-75 (SA-2) y S-125 (SA-3).
Mientras se producían los movimientos iniciales de las fuerzas terrestres, se ordenó a la Fuerza Aérea egipcia realizar ataques a los acuartelamientos y concentraciones de tropas libias cercanas a la frontera, con la finalidad de mermar el espíritu combativo. La aeronave más adecuada dentro del arsenal egipcio para realizar dichas misiones era el Sukhoi Su-20, escoltado por MiG-21MF, aunque para blancos más cercanos a las bases aéreas propias, se decidió emplear a los más numerosos Sukhoi Su-7 y MiG-17, los cuales a pesar de su arcaica apariencia, eran tremendamente apreciados en misiones de apoyo aéreo cercano, dada la utilidad para desatascar puntos concretos en beneficio de las tropas propias. Además de golpear dichas posiciones, se preparó un ataque táctico contra la base aérea de Bengasi, siendo bombardeada a baja cota combinando bombas de racimo con armas penetradoras, quedando la pista principal fuera de servicio. Asimismo los edificios y hangares sufrieron daños de diversa consideración.
Prácticamente al unísono con dicha acción, aeronaves egipcias golpearon la Base Aérea de Gamal Abdel Nasser, situada al sur de Tobruk, sede de los Mirage libios, los cuales eran considerados por Egipto como las aeronaves más avanzadas del arsenal enemigo. Durante estos ataques iniciales los libios reclamaron el derribo de dos Su-20, los cuales nunca fueron confirmados por Egipto, por el contrario, éstos reclaman la destrucción de siete aeronaves libias en tierra.
Otro ataque se dirigió hacia la costa mediterránea, junto a Bardiyahwere, donde se situaba una base de cohetes libia, equipada con Frog-7 y Scud-B. Al parecer los daños fueron importantes, dejando dicho emplazamiento sin posibilidad de uso inmediato.
Tras estos ataques, una pequeña escuadrilla bombardeó la pista de Martubah, cercana a la ciudad de Damah, y que era empleada como base secundaria, provocando daños de menor consideración.
De igual manera que los libios habían cambiado el aspecto de las escarapelas de identificación, los egipcios aplicaron marcas altamente visibles a sus aeronaves, principalmente a los Mirage 5 y a los MiG-21, pues ambos servían en las dos fuerzas aéreas. Curiosamente, las marcas empleadas eran prácticamente un duplicado de las empleadas por Israel en sus Dassault Mirage IIICJ e IAI Nesher durante la Guerra de Octubre (y años más tarde seguiría empleándolas en sus IAI Kfir), consistiendo en grandes triángulos de naranja brillante delimitados por franjas negras. Dichas marcas se aplicaron sobre las alas, la deriva y tras la carlinga del piloto.
Tras sufrir estas ofensivas aéreas, los libios improvisaron diversos ataques sobre ciudades fronterizas egipcias. Dichos ataques fueron realizados por los cazabombarderos Mirage 5D, escoltados por los interceptores Mirage 5DE, los cuales habían quedado prácticamente indemnes tras el ataque egipcio. Durante dichas acciones, uno de los cazas en delta fue derribado por un misil antiaéreo, supuestamente un SA-7. Los ataques estaban apoyados por helicópteros Mil Mi-8, algunos de los cuales habían sido equipados con sistemas de contramedidas electrónicas, especulándose con la probabilidad de que dichas aeronaves operaran bajo mando y con tripulaciones de los denominados asesores soviéticos. Con cierto éxito, las perturbaciones trataban de evitar la comunicación entre los puestos avanzados del Ejército y los interceptores egipcios, los cuales llegaban a la zona demasiado tarde.
A últimas horas del día comenzaron a llegar las avanzadillas de la Tercera División Armada egipcia, e inmediatamente comenzaron su avance desde Musaid hacia la ciudad Libia de Amsa’ad, convenientemente apoyados por los helicópteros de transporte Mil Mi-8 y algunos Westland Commando Mk.2, mientras un pequeño número de Aerospatiale Gazelle atacaba blindados y piezas de artillería libia empleando misiles HOT. La prensa internacional comenzó a interesarse por el conflicto, afirmando el periódico The New York Times, citando fuentes egipcias, que los libios habían perdido cerca de 40 carros de combate y dos aeronaves. Sin embargo los libios negaban pérdidas tan graves, y afirmaban el derribo el día 21 de un Sukhoi Su-7 y un MiG-21 del bando contrario, ambos habían caído frente a dos Mirage 5DE, sin embargo otras fuentes afirman que el Su-7 fue derribado el 23 de julio por un misil antiaéreo SA-7 Grail.
22 de julio de 1.977
La Fuerza Aérea egipcia nuevamente inauguró el día lanzado una serie de ataques contra las bases libias, de igual manera que en la anterior ocasión, se emplearon Sukhoi Su-20 escoltados por MiG-21MF, a los que se añadió alguno de los Mirage 5SDE como escoltas electrónicos frente a los sistemas de artillería y misiles antiaéreos. El primer embate se concentró en la Base Aérea Gamal Abdel Nasser, la cual tras haber sufrido un bombardeo el día anterior, ahora contaba con una CAP permanente en sus alrededores, formada por Mirage 5DE. La sorpresa del ataque fue menor en esta ocasión, y uno de los Mirage consiguió derribar un MiG-21MF de la escolta egipcia tras un corto combate aéreo. Los daños causados por este ataque fueron de menor importancia que los del día anterior, en gran parte porque los libios habían colocado parte de sus aparatos en el interior de los hangares reforzados y el resto habían sido dispersados en los alrededores de la base.
Otra base aérea atacada fue la de Tobruk, visitada por la típica formación de Su-20, MiG-21MF y Mirage 5SDE, reclamándose la destrucción de varias aeronaves estacionadas junto a los hangares. Durante este ataque los libios reclamaron el derribo de un MiG-21MF, nuevamente por un misil SA-7, aunque sin duda, las bases libias estaban protegidas por distintos tipos de sistemas antiaéreos, desde los SA-6 a los ZSU-23-4, mucho más eficaces que los sistemas portátiles como el SA-7, el cual tenia una escasa tasa de aciertos.
La respuesta Libia no se hizo esperar y apenas unas horas más tarde se lanzaban diversos ataques frente a las tropas que se habían acantonado junto a la ciudad de Musaid, pero también los egipcios habían establecido diversas CAP alrededor de sus tropas principalmente con MiG-21MF. Uno de dichos pilotos reclamó el derribo de un Mil Mi-8 libio, el cual se creé que realizaba interferencias electrónicas en apoyo de las aeronaves de ataque. Otro pequeño grupo de Mirage 5DE libios atacó la Base Aérea de Marsa Matruh, sin conseguir daños de importancia.
Por la tarde se organizó una nueva acometida egipcia a una pista auxiliar de la provincia de Al-Kufra. En esta ocasión bombarderos Tu-16KSR-2-11 combinaron las capacidades de los misiles antirradar KSR-11 y los antibuque KSR-2, los cuales podían ser empleados contra blancos en tierra de grandes dimensiones como era una base aérea. Aprovechado la confusión causada por dicho ataque, un grupo de cazabombarderos Sukhoi Su-20 se internó a baja cota consiguiendo aumentar los daños.
En tierra se producían diversos intercambios artilleros y algún combate entre blindados, donde un nuevo vehículo sorprendió a los egipcios, el blindado de ruedas EE-9 Jacara de procedencia brasileña, el cual disponía de una excelente movilidad sobre las arenosas zonas de combate, lo cual unido a su cañón le permitía golpear con gran eficacia y rapidez a las tropas egipcias. De la misma forma se pueden calificar como altamente eficientes las diversas maniobras envolventes que realizaron los infantes egipcios, empleando helicópteros medios del tipo Mil Mi-8 y Westland Commando. También alguno de los gigantescos Mil Mi-6 realizó diversos lanzamientos de paracaidistas.
Dichos ofensivas llevaron, según el diario The Washington Post, a que Sadat proclamara dichos ataques como “una lección que (Gadafi) nunca olvidaría”.
23 de julio de 1.977
El día comenzó como los anteriores, con un ataque vespertino de la Fuerza Aérea egipcia a distintas instalaciones militares libias. Nuevamente los protagonistas fueron los mismos que los días anteriores, y el objetivo principal volvió a ser la Base Aérea de Tobruk, desde la cual partían la gran mayoría de aeronaves libias que atacaban a las tropas egipcias. Durante los asaltos, la Fuerza Aérea Libia reclamó el derribo de un MiG-21MF a manos de un Mirage 5DE (otras fuentes atribuyen el derribo a fuego antiaéreo). A cambio, las aeronaves egipcias que burlaron la CAP enemiga consiguieron golpear duramente las instalaciones en tierra, causado daños en varios puntos de las pistas principales, reclamando además la destrucción de al menos dos aeronaves en tierra.
Encorajinados por dichas pérdidas, los libios plantearon un ataque en venganza sin planificación suficiente, contra la Base Aérea de Marsa Matruh, situada en el noroeste de Egipto. Los resultados obtenidos fueron insignificantes, dado que los ataques se realizaron desde gran altitud, con objeto de evitar la artillería antiaérea egipcia6, cayendo la mayoría de las bombas en el exterior del perímetro de la base. También realizaron algunas misiones de apoyo a las tropas propias, pues estaban siendo duramente castigadas por las envestidas de las unidades acorazadas egipcias, que contaban con mucha experiencia por sus enfrentamientos con los carristas israelitas. Los libios empleaban como aeronaves de apoyo desde sus flamantes Mirage 5D, hasta los sencillos SF.260WL, pasando por los MiG-23BN e incluso se tiene conocimiento de alguna misión realizada por los veteranos Fouga Magister. Según los propios soldados egipcios, las aeronaves más temidas eran los pequeños turbohélice de diseño italiano, los cuales actuaban desde pistas improvisadas cercanas a la frontera, y permitían una persistencia sobre la zona mucho mayor que la de los reactores, si bien carecían de la precisión y potencia de fuego de aquellos.
A su vez, los egipcios contaban con sus propias aeronaves de apoyo cercano, bajo la forma de MiG-17 y Sukhoi Su-7, los cuales empleaban principalmente bombas de racimo y cohetes en sus ataques, aunque en ocasiones los escasos MiG-21F-13 y MiG-21PFM disponibles. Se empleaban para realizar rápidos ataques en cadena, llegando en formación cerrada y atacando los blancos previamente marcados por las aeronaves precedentes con bombas de caída libre, dichos ataques se demostraron muy eficaces al entregar una gran cantidad de bombas de 500 Kg. en rápida sucesión.
El día finalizó con diversos combates en tierra, siempre contando con apoyo de aeronaves por uno y otro bando, explotando los egipcios su potente fuerza de helicópteros, que permitía rápidos movimientos entre las líneas de fuego. Por otra parte, los pequeños grupos de infantería libia, equipados con misiles contracarro, obtuvieron ciertos éxitos frente a los T-55 y T-62 egipcios.
24 de julio de 1.977
Al iniciarse el que resultaría último día de los enfrentamientos, los libios decidieron planificar de mejor manera sus ataques, llegando a profundizar en territorio egipcio7, atacando alguna Base Aérea cercana al río Nilo. También trataron de lanzarse contra objetivos en el área de El Cairo, pero ahí la Fuerza Aérea Egipcia desplegaba constantes CAP8 desde el inicio de las hostilidades, sorprendiendo a las aeronaves libias, gracias principalmente a que Egipto había conservado intacta su red de radares de alerta temprana, antes de que se acercaran a sus objetivos. En los subsiguientes combates, los egipcios consiguieron derribar un MiG-23MS y tres Mirage 5DE más un cuarto reclamado pero no confirmado. Todos estos combates fueron protagonizados por los MiG-21MF egipcios, principal interceptor de la Fuerza Aérea.
Además, Egipto lanzó varios ataques sobre territorio libio. Es destacable el bombardeo contra uno de los famosos campos de entrenamiento de terroristas que Libia fomentó en los años 70 y 80. La única información relativa a dicho ataque es que el campo situado a 35 Km. de la frontera, quedó completamente destruido en un ataque combinado de la Fuerza Aérea y unidades del Ejercito de Tierra egipcios.
A medio día un grupo de ataque egipcio se aproximó a los alrededores de Trípoli, para bombardear objetivos en la zona (y para enseñar a Gadafi que podían golpear cualquier punto del territorio libio). Uno de los MiG-21MF que escoltaban a la formación, se vio sorprendido por un SA-6, siendo el último aparato egipcio derribado de la contienda, y también la última aeronave egipcia perdida en combate hasta la fecha.
El fin de los combates
Desde el primer día de las hostilidades, distintos líderes árabes habían tratado de disminuir la tensión y parar los combates. Sin embargo no fue hasta la intervención conjunta del Presidente de Argelia y el Líder de la OLP9, Yasser Arafat, cuando se consiguió un acuerdo de alto el fuego a partir de las 00:00 del 25 de julio. El Presidente de Egipto, Anuar el-Sadat, ordenó el cese de todas las hostilidades, y el regreso de sus unidades al lado egipcio de la frontera, devolviendo las extensiones conquistadas especialmente cuantiosas en la provincia de Al-Kufra. Sin embargo, aún se produjeron algunas escaramuzas de escasa importancia, principalmente entre pequeños grupos libios que, privados de comunicaciones con los centros de comando, continuaban hostigando a las unidades egipcias mientras regresaban a sus asentamientos.
El conflicto generó varias corrientes de simpatías entre los bandos enfrentados. Los países musulmanes más moderados veían con cierta complicidad las políticas de Sadat con respecto a Israel (principalmente como medio de acercarse a EE. UU.). Sin embargo, otros estados más radicales (especialmente aquellos que comenzaban a implementar el denominado socialismo islámico) se opusieron con más fuerza si cabe al reconocimiento de Israel.
Dichas acciones no hicieron sino mantener latentes los desencuentros entre ambos países, con continuas maniobras agresivas de uno y otro bando, incluyendo violaciones de la frontera por aeronaves que entraban rápidamente en el espacio aéreo contrario durante varios kilómetros, para dar la vuelta antes de poder ser interceptados por los cazas del otro bando.
En agosto de 1.977 se produjo un intercambio de prisioneros, lo cual relajó ciertas actitudes momentáneamente, pues la tensión volvió a quedar patente el 19 de noviembre de 1.977, cuando un Boeing B-707 de la Fuerza Aérea egipcia, aterrizó en el aeropuerto de Ben Gurion, en Israel. En su interior viajaba el Presidente Sadat, el cual dio un discurso conciliador en el Parlamente israelí. Al finalizar su visita, el B-707 fue escoltado hasta abandonar el espacio aéreo de Israel por cinco IAI Kfir C-2 del Escuadrón Hornet.
Finalmente, en 1.978, tras diversos días de encuentros secretos en EE. UU., concretamente el día 17 de septiembre, se firmaron los Acuerdos de Paz de Camp David, en los cuales se rubricaba una paz duradera entre Egipto e Israel, siendo éste último oficialmente reconocido por Egipto. Dichos tratados llevaron a la devolución de la península de El Sinaí. Las tensiones comenzaron a aumentar nuevamente, llegando a ser movilizadas ciertas tropas libias. En una fecha desconocida del mes de noviembre de 1.979, una pareja de MiG-23MS libios se internó en territorio egipcio. Inmediatamente se vieron interceptados por una pareja de MiG-21MF que habían despegado en misión de alerta. Los MiG-23MS hicieron caso omiso de las advertencias, y decidieron entablar combate con los egipcios. Su error fue subestimar a los MiG-21MF, los cuales como hemos visto, para dichas fechas habían sido modernizados en diversos aspectos electrónicos, y especialmente en su sistema de armas, que ahora empleaba el misil AIM-9J-1 Sidewinder. En un breve combate, uno de los libios fue derribado por uno de éstos misiles, mientras la otra aeronave libia aprovechó la superior aceleración disponible para abandonar la zona de inmediato. Sorprendentemente, tras dicha acción las aguas volvieron a relajarse, a pesar de que cualquiera esperaría una reacción más violenta de Gadafi.
La lección de los combates dejó patente que el estado de las fuerzas egipcias no era el más deseable, pero aún así a pesar de su falta de repuestos y equipos básicos, consiguió superar a sus respectivas contrapartidas libias, las cuales estaban abastecidas con armamento más moderno que el disponible por los egipcios, y aún más importante, contaban con grandes cantidades de repuestos y armas, aspecto en la que el otro bando mostraba una patente carestía.
Este conflicto no ha sido especialmente cubierto por la prensa occidental, pasando a la historia como una pequeña escaramuza10. Sin embargo, ambos bandos presentaron acciones innovadoras, como el uso de misiles de crucero de alcance medio, operaciones combinadas de aeronaves de ataque y otras equipadas para realizar misiones de contramedidas electrónicas, blindados de ruedas para golpes de mano contra unidades mucho más blindadas o el uso masivo de misiles antiaéreos portátiles de corto alcance.
Los números de Libia
En 1.977, la situación entre ambas Fuerzas Aéreas era radicalmente opuesta.
Comenzaremos explicando las circunstancias libias. En 1.943 las tropas Aliadas expulsaron a los alemanes e italianos del territorio que hoy conforma Libia, y que por entonces era dominio colonial italiano. La administración del territorio se asignó a británicos y franceses en dos áreas diferenciadas, bajo dictamen de las Naciones Unidas, hasta el día 24 de diciembre de 1.951, cuando pasó a ser el Reino de Libia, regido por el Rey Irdis I. El Coronel Gadafi ascendió al poder tras un golpe militar contra dicho Monarca, en septiembre de 1.969 (por aquel entonces, el rango de Gadafi era el de Capitán). El País pasó a llamarse República Árabe de Libia, y Gadafi se autodenominó como el “Hermano, Líder y Guía de la Revolución”, comenzando una inmediata reorganización de las Fuerzas Armadas libias, acompañada de una presión hacia a las fuerzas británicas y estadounidenses, las cuales mantenían una importante presencia en el país, con objeto de que abandonasen sus bases y acuartelamientos, desmantelando toda presencia antes de marzo de 1.970.
Por aquel entonces la Fuerza Aérea Libia era prácticamente anecdótica, y sus únicos aparatos medianamente modernos eran un puñado de Northrop F-5A y F-5B, los cuales fueron inmediatamente vendidos a Turquía junto con algunos transportes Douglas C-47. Además, poseía una docena de Lockheed T-33 de entrenamiento. Los últimos ejemplares seguirían en servicio hasta ser sustituidos por los SOKO G-2AE Galeb en los 80. Tras estas ventas y el importante aumento en el precio del petróleo en los mercados internacionales, Gadafi comenzó negociaciones con diversos países, entre ellos la URSS, Yugoslavia y Francia para dotarse de armamentos fuera del ámbito anglosajón.
Asimismo, desde inicios de los años 70, comenzó un hermanamiento con la Fuerza Aérea egipcia, hasta el punto que unidades libias se desplegaron de manera continuada en Egipto.
Sin duda alguna, la parte del león de los contratos armamentísticos se la llevó Francia. El Coronel adquirió 110 Dassault Mirage 5 firmando un contrato de adquisición y entrenamiento del personal destinado a su empleo, en enero de 1.970. Curiosamente dicha variante había sido desarrollada expresamente para Israel, el gran enemigo de Libia en aquellos años, pero tras la Guerra de los 6 Días, Francia impuso un embargo oficial a los Dassault Mirage 5J (porque extraoficialmente bajo las órdenes de Sergé Dassault, se continuó la colaboración con Israel para producir el aparato en Israel, siendo conocido tras diversas controversias, casos de espionaje, etc., como IAI Nesher). Las aeronaves francesas se subdividieron en diversas variantes. Como interceptor principal para la Fuerza Aérea se seleccionaron 32 Mirage 5DE equipados con radar de intercepción Cyrano II, que los hacía prácticamente idénticos a los Mirage IIIE, pero con un fuselaje alargado y mayor capacidad de combustible, y que contaba como armamento aire-aire con dos cañones DEFA de 30mm., y un único misil de alcance medio MATRA R.530 en sus variantes de guía SARH e IR, ya que Gadafi no podía acceder a los Philco-Ford AIM-9 Sidewinder de fabricación estadounidense que era el armamento ofrecido para el corto alcance por Francia, y la contrapartida francesa MATRA R.550 Magic no llegaría hasta años más tarde. Además el contrato incluía 15 biplazas Mirage 5DD (las cuales solamente retenían un cañón de 30mm., y también podían emplearse en misiones de ataque con bombas de diversos pesos, a costa de una menor autonomía), 10 aeronaves monoplazas de reconocimiento Mirage 5DR (que podía equiparse con cinco cámaras Vinten de origen británico o cuatro Omera 31 francesas, todas en el morro, con lo cual retenía su pareja de cañones y podía emplear bombas y cohetes en misiones de ataque de manera conjunta a otras aeronaves de la familia) y 53 cazabombarderos Mirage 5D, los cuales sólo contaban con un radar Aida en un morro mucho más estrecho, y podía emplear una carga bélica sensiblemente superior a la de las anteriores variantes, y con las que se pensaba crear la base de ataque táctico de la Fuerza Aérea.
Como dato curioso merece la pena resaltar la excentricidad del líder libio, que deseaba enseñar sus nuevos aparatos al pueblo lo antes posible, y para ello, cinco biplazas Mirage 5B del ECT 2/2 del Armée de l’Air recibieron marcas libias y se desplegaron al país entre el 28 de agosto y el 4 de septiembre de 1.970, con motivo del primer aniversario de la República Árabe de Libia. Los primeros Mirage auténticamente libios llegarían en 1.971 formando parte del 1.001 Escuadrón de Conversión Operacional.
A principios de los 70, los libios carecían de suficiente personal capaz de pilotar aeronaves de altas prestaciones. De hecho, sólo podían considerarse como tales un pequeño grupo de pilotos que habían sido entrenados para volar los defenestrados Northrop F-5A y F-5B. A parte de comenzar a entrenar nuevos pilotos, los libios esperaban mantener aproximadamente la mitad de los aparatos adquiridos en reserva como apoyo a Egipto en caso de un nuevo conflicto con Israel.
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