Los carros de combate durante la Guerra de Corea

Un episodio olvidado de una guerra olvidada (1950 - 1953)

Los carros de combate durante la Guerra de Corea
Los carros de combate durante la Guerra de Corea

Realmente ninguna guerra es una guerra ignorada, y lo ocurrido en Corea entre 1950 y 1953 no se ha olvidado. Prueba de ello es la situación que hoy estamos viviendo, y que muchos especialistas han considerado que, de llegar el caso, podría convertirse en una nueva guerra de proporciones apocalípticas. Otra cosa es que no haya recibido la atención que mereció, pero, como suele decirse, de aquellos polvos vienen estos lodos. Sea cual sea el final de las posibles conversaciones, entre Estados Unidos y Corea del Norte, que se vienen considerando, no hay duda de que la situación en el Paralelo 38 sigue constituyendo un foco de tensión para la paz mundial.

Aunque el contexto de Corea, en 1950, puede ser considerado como un aviso de lo que ocurriría en Vietnam, prácticamente solo diez años después, los detalles de ejecución fueron radicalmente diferentes. Para empezar, en enero de 1950, el Secretario de Estado norteamericano Dean Acheson había declarado que Corea estaba claramente fuera de la esfera de interés de los Estados Unidos en el Lejano Oriente. Son muchos los historiadores y analistas de relaciones internacionales, los que consideran que esa declaración invitó a Corea del Norte, y por extensión a la Unión Soviética y a China también, a considerar que Estados Unidos no intervendría en caso de conflicto, y en consecuencia, Corea del Norte invadió en fuerza, y abiertamente, Corea del Sur. En Vietnam, Estados Unidos estaba actuando en forma parecida inicialmente a lo que había hecho en Corea, con consejeros e instructores, pero sin presencia real de unidades orgánicas, hasta que la guerra fue aumentando en intensidad, pero Vietnam del Norte nunca invadió en forma abierta Vietnam del Sur, hasta que Estados Unidos abandonó el escenario.

A diferencia de lo ocurrido en Vietnam, en Corea nunca se cuestionó el empleo de unidades acorazadas. Corea del Norte, incluso, invadió el Sur utilizando una división acorazada, lo que motivó enseguida al mando norteamericano a utilizar carros de combate igualmente. A diferencia de Vietnam, los carros norteamericanos sí modificaron el equilibrio de fuerzas y contribuyeron decisivamente a rechazar a las fuerzas comunistas. Otra cosa serían las modalidades de empleo que se aplicaron, especialmente en un terreno tan complicado como el de Corea. Sin embargo, al igual que en Vietnam, serían decisiones políticas las que impidieron una victoria completa de las fuerzas norteamericanas y de las Naciones Unidas.

Corea proporcionó importantes lecciones en cuanto al empleo de carros de combate en terreno difícil, e incluso no apto para el empleo de medios acorazados, pero los carros demostraron su utilidad y salvaron la situación en más de una ocasión. Pero como suele suceder, las lecciones aprendidas pronto se olvidaron, y en Vietnam, al menos inicialmente, los responsables de la dirección de las operaciones, habían olvidado que en Corea hubo carros de combate.

El único carro de combate de que disponían las tropas norcoreanas era el T-34/85 soviético. La imagen recoge la entrada de estos carros en la capital surcoreana, Seul, el 28 de junio de 1950

Los primeros carros norteamericanos en llegar a Corea, desde Japón, fueron M-24 Chaffee, que se manifestaron ciertamente inferiores al T-34/85
Los primeros carros norteamericanos en llegar a Corea, desde Japón, fueron M-24 Chaffee, que se manifestaron ciertamente inferiores al T-34/85

Carro M-46 Patton, con cañón de 90 mm, de una unidad de Marines efectuando misiones de apoyo por el fuego por el segundo sector -es decir, con puntería indirecta, como una pieza de artillería-, motivo por el cual ocupa una posición estática con sobre-elevación

UNA OJEADA AL CONTEXTO GENERAL DEL CONFLICTO Y LAS OPERACIONES

El 25 de junio de 1950, después de una preparación artillera masiva a lo largo de todo el Paralelo 38, Corea del Norte invadió lo que se conocía como Corea del Sur, con una fuerza de aproximadamente diez divisiones, una de ellas acorazada, a lo largo de cuatro avenidas de aproximación. Se trataba de tropas bien instruidas, disciplinadas al estilo soviético, y bien equipadas. Sumaban unos 90.000 efectivos, con 1.600 piezas de artillería, 200 carros de combate T-34/85, apoyados por algo más de 100 aviones de combate soviéticos de los tipos Yak-7, La-5 e Il-10, cazas y cazabombarderos convencionales principalmente. También contaban con artillería autopropulsada -obuses SU-76 de 76.2 mm-, asignada a las unidades acorazadas.

La República de Corea del Sur disponía de una fuerza militar de aproximadamente 65,000 efectivos solamente, medianamente instruidos, y armados con equipo ligero exclusivamente, incluyendo algunos morteros y unas pocas piezas de artillería, y nada de aviación. Carecía por completo de carros de combate, y contaba solamente con algunos vehículos acorazados obsoletos de ruedas M-8 Greyhound 6×6, y por toda defensa contracarro disponía solo de lanzagranadas “bazooka” M1/M9 de 60 mm completamente ineficaces contra los T-34. Era, esencialmente, una fuerza para el mantenimiento del orden.

Aún así, en fecha tan temprana como en octubre de 1949, el Ministerio de Defensa surcoreano había solicitado de los Estados Unidos el suministro de 189 carros de combate M-26 Pershing con objeto de mejorar las capacidades defensivas frente al rearme y militarización de Corea del Norte. La petición fue rechazada por el Pentágono en base a que la geografía de la península de Corea hacía inútil el empleo de carros y medios acorazados. Sería un grave error.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, en 1945, la Unión Soviética ocupó el norte de la península de Corea, mientras que los Estados Unidos se establecieron en el Sur, quedando delimitadas ambas zonas por el Paralelo 38, fijado de común acuerdo por ambas potencias. La Unión Soviética se retiró de la zona norte en 1948, dejando un gobierno bajo control de Moscú, presidido por Kim Il-sung, abuelo del actual líder Kim Jong-un. En el sur se instaló un gobierno de tinte democrático, pero débil y corrompido, presidido por el doctor Syngman Rhee, educado en los Estados Unidos, y claramente pro-norteamericano. Mientras que Corea del Norte se dotaba con un fuerte ejército, equipado por los soviéticos, y en el país se aplicaba una disciplina férrea, Corea del Sur entraba en un período de tensiones civiles, y casi anarquía, que alimentó las ansias expansionistas de su vecino del norte. Cuando Stalin consideró que no era conveniente apoyar los deseos del líder norcoreano1, por el peligro que conllevaban de provocar un enfrentamiento no deseado con Estados Unidos, y enfrió su apoyo, Kim Il-sung concluyó un acuerdo con la nueva República Popular China, ya también comunista.

En 1950, el poderío y las capacidades militares de Estados Unidos habían decrecido considerablemente, y casi toda la fuerza real disponible se encontraba en Europa Central, frente a la considerada amenaza soviética, en la frontera entre las dos Alemanias. Corea, como casi toda Asia, era calificada como un teatro secundario. La mayor presencia norteamericana en Asia se encontraba desplegada en Japón, bajo la dirección del General Douglas MacArthur. Las escasas fuerzas enviadas inicialmente, desde Japón, a Corea, no eran fuerzas bien entrenadas ni bien equipadas2, y su misión era la de servir de apoyo al diminuto ejército surcoreano, igualmente mal equipado y mal instruido. Aunque ya desde marzo, de 1950, los servicios de inteligencia norteamericanos venían avisando de una invasión inminente, los informes emitidos no recibieron la atención adecuada ni fueron tenidos en cuenta. El ataque norcoreano fue una completa sorpresa para Washington.

Las fuerzas a disposición de MacArthur en Japón consistían en 4 divisiones, cada una con 3 regimientos, pero algunos regimientos realmente tenían solo un batallón, y algunos batallones, incluso, contaban con solo una unidad tipo compañía. Ello era solo un reflejo de la situación a la que había llegado el US Army al acabar la guerra mundial, en la confianza de que la Unión Soviética seguía siendo un aliado. En 1948, la reducción de fuerzas había sido drástica y el Cuerpo de Marines había pasado de 480.000 efectivos a 86.000, al tiempo que el US Army había pasado a contar con solo 9 divisiones. Quitando las divisiones reducidas desplegadas en Japón, quedaban solo 5 divisiones, de las cuales una estaba en Europa, como fuerza de ocupación aliada en Alemania. Al estallar el conflicto en Corea, las 4 divisiones todavía ubicadas en el territorio continental de los Estados Unidos, fueron enviadas a Europa, como medida de precaución. Era una situación poco halagüeña, que llamaba a procurar evitar cualquier conflicto.

Los carros de combate eran considerados caros de operar y de mantener, por lo que los batallones de carros organicos de cada una de las cuatro divisions desplegadas en Japon, contaban solamente con una compañía (17 carros) de M-24 Chaffee, que no eran sino carros ligeros ya utilizados al final de la guerra mundial. A partir de 1947, gran parte del material acumulado en 1945 para una hipotética invasión de Japón, en Filipinas, las islas Marianas y Okinawa, fue enviado a Japón a petición del General MacArthur, pero no consta que en junio de 1950 hubiera ningún carro M-4A3 Sherman ni M-26 Pershing en Japón, en estado operativo para enviarlo a Corea3.

Inicialmente incluso, Estados Unidos, movido también por el deseo de evitar una confrontación con la Unión Soviética, incluso restó importancia al conflicto, llegando hasta considerarlo como algo que solamente requería una simple operación de reestablecimiento del orden público en el territorio de Corea del Sur4. Las escasas fuerzas norteamericanas que se hallaban en el país eran totalmente incapaces de resistir la agresión y la ofensiva comunista fue un completo éxito durante las primeras semanas. Ello llevó al Presidente Truman a actuar decisivamente, movilizando a las Naciones Unidas, para poner un freno a la expansión comunista en Corea, y el día 30 de junio, ordenó a MacArthur disponerse a intervenir. El General MacArthur se puso en movimiento casi inmediatamente y comunicó al Presidente Rhee que se disponía a enviar con urgencia 10 cazas P-51 Mustang, dos grupos de artillería ligera de 105 mm, y otros dos de 155 mm, además de nuevos “bazookas” más modernos, pero ningún carro de combate.

Las promesas sirvieron de poco ya que a los seis días de comenzar las hostilidades el gobierno del Presidente Rhee abandonó la capital, y los T-34 de las tropas norcoreanas entraron en Seul. Ni uno solo de los nuevos “bazookas” de 90 mm había sido entregado a tiempo a las tropas surcoreanas.

Las tropas surcoreanas, y las fuerzas de las Naciones Unidas que fueron llegando, se encontraron pronto arrinconadas en un rectángulo de poco más de 100 millas por 50, en el sureste de la península, con Pusan como centro neurálgico. La carencia de fuerzas navales por parte de Corea del Norte hizo posible el refuerzo continuo de la zona y permitió la resistencia. El desembarco de fuerzas americanas en la zona de Inchon -una idea de MacArthur-, en septiembre de 1950, en la costa oeste de Corea, facilitó la maniobra que, combinada con las fuerzas desde Pusan, rechazó a los norcoreanos más allá del Paralelo 38, ocupándose incluso la capital norcoreana -Pyongyang-, en octubre de 1950. Las fuerzas norteamericanas, en lugar de dar la guerra por ganada, y buscar un armisticio, siguieron presionando, no obstante, hasta llegar a final de octubre, a la frontera con China sobre el río Yalu. Ello motivaría la entrada en la guerra de China, empleando una considerable fuerza muy superior en número -aunque no en cuanto a material-, pero que rechazó a las fuerzas aliadas, y con ello, se provocó un aumento considerable de la tensión internacional. El Presidente Truman se vio obligado a relevar del mando al General MacArthur, y ordenó el repliegue a la línea del Paralelo 38 nuevamente. El frente se estabilizaría en esa zona.

La guerra acabaría durando tres años, y no tres semanas como algunos habían pronosticado, y se transformaría en un conflicto de alta intensidad y gravedad, en el que un contingente relativamente reducido de fuerzas norteamericanas y de la ONU, combatieron duramente contra fuerzas muy superiores en número -mayoritariamente chinas-, logrando neutralizarlas gracias a una tecnología más avanzada, y a un armamento técnicamente de mejor calidad con una gran potencia de fuego. Fue, por otra parte, una guerra que tuvo lugar en un terreno especialmente duro y con unas condiciones climatológicas muy severas en invierno. El terreno fue un factor que redujo considerablemente la superioridad tecnológica norteamericana -notablemente en cuanto al empleo de medios acorazados-, y en cambio, ofreció una gran ventaja a los comunistas. Como dijo el historiador militar, General Samuel L.A. Marshall, fue “la pequeña guerra más desagradable del siglo XX” en la que Estados Unidos se vio implicado. El político y diplomático Averell Harriman la calificaría como “una guerra agria”, y ya años más tarde, el que fue secretario de estado, Acheson, diría que “si mentes perversas se hubieran confabulado para elegir la peor ubicación posible donde luchar una guerra, desde los puntos de vista tanto político como militar, no hubieran encontrado peor sitio que Corea”.

Quizás el peor aspecto de toda la guerra fue el terreno, no obstante, como lo definió uno de los mandos de batallón, el Teniente Coronel George Russell, de la 2ª División de Infantería: “Lo peor de Corea, era Corea misma”. Para el US Army, acostumbrado a utilizar numerosos vehículos y medios acorazados, el terreno era el mayor inconveniente. Si en España, por poner un ejemplo, existen numerosas zonas montañosas, también se dan amplias llanuras por las que el movimiento es posible, pero en Corea, como decía Russell, “detrás de cada montaña, había una nueva montaña”.

Aproximadamente 33.000 soldados norteamericanos perecieron en Corea, y otros 100.000 fueron baja. Los surcoreanos sufrieron más de 400.000 muertos y otros tantos heridos, mientras que las bajas sufridas conjuntamente por los norcoreanos y chinos -aunque no se han revelado nunca-, se estiman en cercanas a 1 millón y medio de muertos. Corea costó a Gran Bretaña tres veces más muertos de lo que supondría el conflicto de las Malvinas en 1982.

En toda la historia de lo que se llamaría luego la “Guerra Fría”, tan solo la crisis de Cuba, en 1962, supuso un peligro mayor de que se desencadenase una guerra nuclear entre el Este y el Oeste. En Corea, en 1950, algunos mandos y autoridades norteamericanos llegaron a considerar seriamente el empleo del arma atómica contra China, pero la posesión del arma nuclear también por parte de la Unión Soviética eliminó esta posibilidad. Corea, por otra parte, y a fecha del día de hoy, constituye el único escenario en que fuerzas norteamericanas se han enfrentado directamente con fuerzas militares chinas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Línea de carros M-24 norteamericanos en Corea en 1950

Carro M-26 Pershing en el frente de Corea del Sur. Este carro era notoriamente superior ya al T-34
Carro M-26 Pershing en el frente de Corea del Sur. Este carro era notoriamente superior ya al T-34

Línea de carros M-24 norteamericanos en Corea en 1950

Llegada a Corea del 89º Batallón de Carros Medios del US Army, equipado con M-4 A3 Sherman con cañón de 76 mm
Llegada a Corea del 89º Batallón de Carros Medios del US Army, equipado con M-4 A3 Sherman con cañón de 76 mm

LA SITUACIÓN DEL PARQUE DE MEDIOS ACORAZADOS DEL US ARMY EN 1950 Y EL CONSIGUIENTE EMPLEO DE LAS UNIDADES ACORAZADAS EN COREA

Al acabar la Segunda Guerra Mundial, el US Army procedió a evaluar su doctrina de empleo, y en especial la misión de los carros de combate, concluyendo que “el carro de combate era la mejor arma contracarro”, procediendo a introducir ya de forma definitiva el carro M-26 Pershing, con cañón de 90 mm, que debería sustituir a todos los M-4 Sherman en servicio. Los carros de combate pasaron a figurar en las plantillas (Tables of Organization & Equipment/TOEs) de 1946, y cada división de infantería contó con un batallón. Al menos en plantilla.

Sin embargo, las restricciones presupuestarias de la post-guerra, ante lo que se vislumbraba como un mundo ya en paz, impidieron la puesta en práctica de tales ideas, e incluso la fabricación de nuevos carros de combate se detuvo, reconvirtiéndose la mayoría de las líneas de producción para uso civil. El US Army no lo notó inmediatamente, pero estas medidas repercutieron seriamente en su efectividad como fuerza a partir de 1949, y sobre todo en 1950, que es cuando la situación internacional se deterioró sensiblemente.

Para el Octavo Ejército norteamericano, que era la fuerza de ocupación en Japón, las restricciones significaron la eliminación del tercer batallón de infantería de cada regimiento, y la reducción del batallón de carros divisionario a solo una compañía, y estas compañías fueron equipadas con carros ligeros M-24 nada más. Es decir, en Japón donde había cuatro divisiones de infantería (24ª, 25ª, 7ª y 1ª División de Caballería, organizada ésta como una división de infantería), formando parte del Octavo Ejército, solo había cuatro compañías de carros ligeros M-24 en 1950, o sea unos 69 o 70 carros, y ningún carro M-26 ni M-4 en servicio. Estas fuerzas, en cualquier caso, estaban todas entre un 65 y un 70 por ciento de operatividad.

Ya declarado el conflicto y ante la situación de alarma provocada, el 13 de julio de 1950, el General Matthew Ridgway -como adjunto para administración, al Jefe del Estado Mayor del Ejército-, propuso varias recomendaciones de urgencia en relación con la disponibilidad de carros de combate, entre las que estaban:

  • Completar la conversión de un total de 800 carros M-26 al nuevo M-46.

  • Fabricar 300 nuevos carros más M-46.

El carro M-46 Patton5 no era sino una nueva versión del carro M-26, también con cañón de 90 mm, que incorporaba ya el nuevo motor de gasolina Continental AV-1790, con su tremendo consumo de 8 litros/km, y la transmisión Allison CD-850 -tan conocidos de los viejos carristas españoles-, además de otras modificaciones. Por puras razones matemáticas, más de 1.000 nuevos carros M-46 Patton deberían haber estado disponibles para su uso en Corea, aunque es dudoso que existiese entonces la logística adecuada para sostenerlos, pero ello significó que el Octavo Ejército debería contar, de momento, solo con los medios disponibles.El hecho de que las fuerzas norcoreanas irrumpieran en Corea del Sur con carros soviéticos T-34 desde el primer momento, hizo que las fuerzas norteamericanas y de la ONU no se cuestionaran su empleo en ningún momento, sino que provocó un gran clamor entre las fuerzas aliadas por contar con carros ya desde el primer momento.

Los siete primeros meses de la guerra constituyen el período que se puede llamar “activo o de maniobra” durante todo el conflicto, ya que el resto fueron operaciones esencialmente defensivas y de mantenimiento y consolidación de lo que era todo el territorio de Corea del Sur, a lo largo y al sur del Paralelo 38, lo que no resta ni dramatismo ni dureza a los combates que siguieron teniendo lugar hasta la finalización de la guerra en 1953. Los carros se siguieron empleando, pero ya en modalidad de apoyo por el fuego y de defensa contracarro, sobre todo.

Durante todo ese período activo, caracterizado por la retirada al perímetro de Pusan, el desembarco en Inchon, el avance hacia Corea del Norte y hacia la frontera con China, sobre el río Yalu, incluyendo la ocupación de la capital norcoreana -Pyongyang-, y la posterior retirada hacia el Paralelo 38 tras la intervención de fuerzas chinas, a finales de noviembre de 1950, se llegarían a emplear por parte aliada 1.231 carros de combate -entre norteamericanos y británicos-, de los que 516 fueron M-4A3 Sherman. Los norcoreanos utilizaron un total aproximado de 500 carros T-34/85, incluyendo unos 250 adicionales que se enviaron por parte soviética para sustituir pérdidas.

El 1 de julio de 1950 las primeras tropas de combate norteamericanas llegaron a Corea del Sur y procedieron a ocupar una posición defensiva sobre la ruta de Suwon a Osan. Se trataba de lo que hoy llamaríamos un grupo táctico de la 24ª División de Infantería -“Task Force Smith”-, que se había aerotransportado urgentemente desde la base de Itazuke, en Japón, mediante aviones DC-4, al aeródromo de Pusan. En realidad se trataba de solo dos compañías de fusiles del 1º Batallón del 21º Regimiento de Infantería, y una batería de 6 obuses M-101 de 105/22 mm, aproximadamente 500 hombres, al mando del Teniente Coronel Charles “Brad” Smith. El resto del regimiento llegaría posteriormente por mar. Por todo armamento pesado contaban con 6 lanzagranadas “bazooka” M9 de 60 mm, 2 morteros de 120 y 4 de 60 mm, 4 ametralladoras de 12,70 y 2 cañones sin retroceso de 75 mm. Realmente nada serio con que detener a los T-34 norcoreanos, a excepción de los obuses de 105 mm, sí se empleaban en tiro contracarro con puntería directa, y con munición de carga hueca (HEAT), de la que solo había una prequeña disponibilidad.

El resto de la 24ª División, incluyendo su compañía de carros M-24, iría llegando paulatinamente desde Japón por via marítima a Pusan, utilizando cuantos barcos, LSTs, y otros, fue posible movilizar con la máxima urgencia. Al mismo tiempo se ordeno a la VIIª Flota de la US Navy, aproximarse a las costas de China y Corea. La primeras unidades en llegar, tras el 21º Regimiento, serían los regimientos de Infanteria 34º y 19º. Posteriormente, también el 29º Regimiento de Infantería, desde Okinawa, una unidad que estaba apenas comenzando su instrucción, y que no estaba preparada para entrar en combate. Como manifestó el General Jefe de la 24ª División, William F. Dean, sus unidades llegaban a la zona de combate, “por partes, incompletas, y sin instruir”. No era un buen principio. La 25ª División de Infantería también se unió enseguida al despliegue en Pusan. En realidad, todo el Octavo Ejército norteamericano, al mando del General Walton “Bulldog” Walker se trasladó desde Japón.

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