Analizábamos en el anterior número de nuestra revista la situación de la artillería española, y como conclusiones citábamos que su papel en los conflictos está cambiando. Dotada de gran alcance y precisión, y a caballo de un nuevo proceso de targeting, el arma del fuego ha evolucionado, o quizá ha vuelto a sus orígenes, convirtiéndose en un elemento con un peso específico propio dentro del campo de batalla.
Igualmente, las necesidades de apoyo de las fuerzas de combate, actuando muy dispersas en unos TO muy inseguros y sin frentes definidos, así como el carácter heterogéneo de las unidades desplegadas han traído consigo nuevos conceptos de empleo de la artillería. La imposibilidad de que las unidades de artillería orgánicas de estas unidades puedan apoyarlas correctamente en sus múltiples modalidades de empleo, su gran necesidad de un abastecimiento continuo y su inherente vulnerabilidad; han propiciado que la artillería de campaña moderna se haya adaptado a operar como un elemento más del campo de batalla, con despliegues independientes en emplazamientos protegidos y abastecidos desde donde hacer fuego a grandes distancias de las fuerzas en contacto y con gran precisión. Incluso nos aventuramos a defender una orgánica en la que los grupos de artillería pertenecieran a un mando superior, dejando de depender de las brigadas.
Así pues, llegábamos a la conclusión de que las unidades de maniobra dependerán en mayor grado que antes de sus fuegos indirectos orgánicos, es decir: de sus morteros.
Una de las lecciones aprendidas en los modernos conflictos es precisamente que esta necesidad se da a niveles muy bajos, tanto como sección; para lo cual las tropas españolas en Afganistán, por poner un ejemplo, han añadido morteros ECIA commando de 60mm a sus secciones de fusiles, que no se utilizaban desde hacía muchos años.
Otra de las lecciones aprendidas hace referencia a la necesidad de batir rápidamente los objetivos designados (Time in Target), sin hacer disparos de ajuste antes de entrar en eficacia. Esto incluye la capacidad de realizar el proceso de puntería de forma automática, a través de los datos suministrados por el sistema TALOS, en el que previamente se han introducido los datos del objetivo por parte del elemento designador que ha solicitado dicha acción de fuego (en el caso de la artillería es un OAV)
Esta es la razón por la que, aún contando con varios modelos de morteros en su inventario, el Ejército de Tierra adquiriera un sistema específico para este conflicto, el Soltam cardom de 81mm instalado sobre el 4×4 Vamtac blindado de alta protección, fabricado por UROVESA, del que se adquirieron un total de 10 ejemplares.
Con un alcance máximo de 6900 metros con munición HE, puede disparar granadas guiadas de alcance extendido de hasta 9700 mts con un CEP (error circular) de 10 mts y dispone de GPS/inercial, calculador de tiro, transmisión de datos/fonía por PR4G y una reserva de 48 granadas de uso inmediato; es operado por cuatro hombres y, sin duda, es la pieza más moderna y eficaz de que dispone el Ejército.
Los morteros en el actual MPLTO
Si bien las plantillas de los nuevos batallones de infantería se han redactado en base al sistema CARDOM, lo cierto es que no hay actualmente ningún plan de adquisición que contemple más unidades; usándose en su lugar otros más antiguos, como los instalados en los TOA, BMR, Rg31 o portados por vehículos ligeros sin ningún tipo de preparación y usados pie a tierra; si bien estos tubos y, sobre todo, su munición, son bastante pesados.
Las unidades de infantería motorizada (sobre ruedas) están dotadas principalmente de morteros medios de 81 mm en diferentes variantes, mientras que las mecanizadas (de cadenas y acorazadas) emplean piezas de 120mm a bordo de vehículos TOA M113A2; Estos, no obstante, tienen la particularidad de que solo pueden disparar hacia atrás, por lo que hay que posicionar el vehículo correctamente antes de ejecutar una acción de fuego.
Los morteros en inventario, en ambos calibres, son de la extinta empresa ECIA, y disponen respectivamente de un alcance de 3900 y 5700 metros con granadas rompedoras del tipo MAE-84 y MA-85, con un CEP de varias decenas de metros.
Ninguno de ellos tiene los sistemas asociados que citamos para el Cardom, y mucho menos un sistema de carga automático que aumenten la cadencia de fuego y disminuyan la fatiga del personal, como sucede en los sistemas más modernos.
Las citadas plantillas contemplan la dotación de morteros en dos escalones diferentes, dentro de la sección de apoyo de la compañia (SEAPO) con un peloton de tres piezas, y una sección de morteros en la compañía de apoyo (CIAPO) del batallón, con tres pelotones de dos morteros, totalizando 6 tubos. De estas últimas existen dos tipos, la SMM (sección de mortero medios) en 81mm y la SMP (morteros pesados) con piezas de 120mm.
Las unidades de carros de combate cuentan con morteros exclusivamente en el escalón batallón, ya que carecen de SEAPO; mientras que Caballería solo emplea pelotones de dos piezas en el escalón escuadrón (sin encuadrar en sección) habiéndose suprimido en el escalón grupo.
Como vemos, existen orgánicas muy dispares, dificultando la interoperatividad entre diferentes PUs y la logística asociada, fundamental para facilitar la permanencia en ZO y las sucesivas rotaciones de los efectivos.
La sección de morteros dispone de un jefe (teniente) que ejerce de director de fuegos con una tablet TALOS técnico para el cálculo de datos de tiro (existe un modelo superior, o TALOS táctico, para la gestión en red de los fuegos via FSE), un calculador CALMOR y un telemetrista con un LP7. Dispone de radio VHF vehícular y portatil, para poder establecer un puesto de observación a pie; así mismo el brigada jefe de PLM dispone del telémetro y una PDA TALOS, para poder desdoblar la sección en dos núcleos de fuego distintos, a su vez ejerce de jefe de línea de piezas, con conexión VHF/voz con los tres jefes de pelotón, que se conectan con sus piezas por UHF.
En total la SMM dispone de 32 pax, mientras que la SMP cuenta con 44, incluido un oficial, y cuatro suboficiales, siendo el resto personal de tropa.
Dispone de 13 vehículos en total, entre mando (1), portamorteros (6) y vehículos de municionamiento (6), lo que la convierte en una unidad bastante costosa y de difícil manejo. En el caso de la SMM, estos municionadores son VLTT con remolque, lo que limita mucho los movimientos de la sección.
La mecánica de la acción de fuego se basa en el cálculo manual de los parámetros de tiro y es bastante lenta, ya que al telémetro hay que sumar coordinatógrafo y brújula. El problema se agrava por la carencia de medios de transmisiones, lo que impide que los pelotones de morteros puedan desplegarse de forma independiente o recibir datos de tiro de forma digital.
Como podemos ver, tanto las armas, como sus vehículos portadores, elementos de posicionamiento y cálculo de tiro o municiones, son bastante anticuados y necesitan urgentemente una renovación.
Si algo han demostrado los análisis de los conflictos acaecidos en los últimos años, es la gran cantidad de bajas debidas a estos sistemas. Es evidente que el mortero es un arma fundamental dentro del batallón, y que sin batallones de infantería no hay ejército, ni expedicionario ni de ningún tipo.
También es cierto que los modernos sistemas terrestres tienden a ser exageradamente caros y que incluso economías más boyantes que la nuestra han tenido problemas de adquisición importantes (por ejemplo la cancelación del wiesel 2 PM120 alemán, después de pagar 54 millones por 8 vehículos) por lo que deben elegirse con mucho cuidado las prioridades para invertir los escasos presupuestos.
Hay que tener en cuenta que un batallón de infantería cuenta con la prohibitiva cantidad de 15 morteros. Eso por 29 batallones actuales supone 435 armas (más 4 BICC y 12 GCAB, que suman otros 72) es evidente que no todos pueden ser tan avanzados como un Cardom.
Por ello, al hablar de estos sistemas de armas deberíamos también plantearnos la estructura de la unidad donde van a servir y ponderar sus necesidades reales.
La primera consideración al respecto es que las unidades de combate tipo GT o AGT, tienden cada vez más a ser interarmas. Aunque se organicen a partir de un batallón de infantería, contarán con apoyos de otras armas de la brigada, como zapadores, caballería y una batería de artillería, o al menos una unidad de fuego con 3 piezas.
Esto incide directamente en el papel que los morteros deben ejercer, ya sea como unidad supeditada al plan de fuegos de la AGT (como escalón secundario de fuego) o pasando a reforzar los puestos de combate avanzados y/o PUs tipo S/GT disgregadas por todo el teatro de operaciones (TO).
Hay que tener en cuenta también las limitaciones que algunas unidades, sobre todo las más ligeras o supeditadas a su aerotransporte, tienen para portar y sostener sus propios fuegos. Algunas además tienen unos requerimientos operativos muy exigentes, como paracaidismo, apoyo a OEs o alta montaña.
Morteros ligeros y medios
Precisamente por el peso y la dificultad de sostener los trenes de municionamiento es por lo que algunos países han disminuido el calibre de los morteros orgánicos de compañía, como por ejemplo el ejército británico, con piezas M6, o el US ARMY con el M224A1, ambos en 60mm.
Con un sistema como este, el grueso de los batallones del ET dispondrían de un mortero mucho más ligero (pesan 20 kg y cada granada 1,6 kg) para que las compañías o sus secciones dispongan de fuegos indirectos propios, sobre todo en los momentos críticos del combate en contacto con el enemigo (combate a pie) y en zonas urbanizadas.
Su alcance máximo, de hasta 3800 mts, lo asemeja mucho a los actuales de 81mm, mientras que su menor letalidad puede ser una ventaja al limitar al máximo los daños colaterales.
Transportado en un VLTT, supondría también un notable ahorro de personal y medios técnicos, ya que se suprime la necesidad de vehículos específicos en este escalón.
Si se opta por seguir con el calibre 81 mm, la respuesta inmediata para mejorar los sistemas actuales sería el Cardom VAMTAC ya adquirido, o bien el EIMOS de la española Expal, un desarrollo nacional de similares características.
El EIMOS es un sistema completamente automatizado, que cuenta entre otros, con sensor meteorológico y un sistema de gestión de fuegos propiedad de la propia compañía, denominado TECHFIRE. Probablemente su talón de aquiles sea su complejidad y alto precio, junto con la falta de homologación con el software TALOS, que utiliza el Ejército de tierra y desarrollado por GMV.
Evidentemente, la alternativa a estos nuevos sistemas sobre VLTT es la modernización del BMR M1 PMM. Esta opción tiene algunas ventajas; por una parte su coste, ya que el vehículo está en dotación y no requiere modificaciones de consideración, por el otro su mayor movilidad táctica y protección durante las acciones de fuego (los sirvientes operan dentro de una cámara de personal blindada, y el vehículo dispone de un arma de 12,7 mm para su autodefensa) si bien en las fases de movimiento la protección de un MRAP como el VAMTAC es sensiblemente superior.
Morteros pesados
Entre los morteros pesados, el más avanzado de los sistemas existentes es el AMOS, un diseño de origen finlandés que cuenta con dos bocas de fuego instaladas en una torre compatible con diferentes vehículos blindados de tipo medio-pesado, si bien tiene una versión más ligera con una sola boca de fuego y los mismos automatismos (con una reducción lógica en la cadencia de fuego) denominado NEMO, algo menos exigente en este aspecto, pero también súmamente cara.
Es un sistema de retrocarga con cargador automático y tubos de gran longitud que lo asemejan mucho a una pieza de artillería de campaña, dado que tienen un alcance de más de 13 kms, a la que se suma una excelente cadencia de fuego (26 dpm).
Este sistema sería ideal para acompañar a los VCR y Pizarro, si bien no podría instalarse sobre las barcazas actuales (TOA y BMR), debiendo adquirir una variante específica del propio VCI, lo que lo hace inviable (fácilmente puede superar los 7 millones de euros por unidad).
La alternativa a los morteros en torre es la disposición clásica en el piso del vehículo, caso de los morteros españoles y de los que sirven en casi todos los ejércitos punteros, como el M1064 (M113) o el Stryker M1129 norteamericanos, que montan morteros Soltam con capacidad de punteria automatica y enlazados a un sistema de gestión de fuegos denominado MFCS, similar a nuestro TALOS. Este debería ser el estándar mínimo en el futuro, si bien hay, hoy por hoy, sistemas superiores.
Entre estos destacan algunos capaces de hacer fuego completamente automatizado, con un sistema de municionamiento asistido asociado. De estos los más punteros son el bighorn de la suiza RUAG y el 2R/2M de la francesa TDA.
Tienen la ventaja de poder instalarse en una amplia gama de vehículos, incluidos nuestros actuales TOA, e incluso el 2R/2M se ha probado en un VAB (equivalente a nuestro BMR) estando en servicio con el ejército italiano a bordo de una variante de su VCI ‘Dardo’.
Sin embargo, si bien el programa VCR contempla el relevo de TOA, BMR y RG31, no se ha especificado una variante PM del mismo, confiandose en los vehículos actuales para esta y otras variantes de apoyo al combate, que aún estarán en servicio durante mucho tiempo.
En algunos casos mantener vehículos de menor ‘perfil’ supondrá un lastre que merme la capacidad táctica del conjunto, en otras serán un adecuado complemento de bajo coste que permitirá un considerable ahorro. A este respecto podemos revisar la estructura de un BIMZ del US ARMY dotado con M2 Bradley, y ver que el M113 aun sirve en importantes cantidades en múltiples variantes de apoyo, incluidos los conocidos portamorteros M1064A3.
El problema radica en que el BMR es incapaz de acoger un arma de este retroceso, por lo que hasta ahora los batallones de ruedas han dispuesto únicamente de morteros medios.
Si se quiere incorporar un arma de mayor capacidad, en sintonía con las necesidades expuestas al inicio de este artículo, solo parece haber dos soluciones posibles:
- Cargar los morteros en vehículos para que hagan fuego desde el suelo.
- Remolcar el mortero.
El ejército ha optado por el primero, transformando BMR porta-Milán para llevar dentro un ECIA L65 con su pesada placa base, que se descarga mediante una pluma en el techo del vehículo, resultando un proceso bastante lento.
Esta solución es muy reciente y deriva también de las experiencias en combate, donde los morteros medios han demostrado estar muy limitados en cuanto a capacidad de destrucción, por lo que se ha optado por incorporar piezas de 120mm siempre que sea factible.
Resulta evidente que es un sistema de concepción muy anticuada y de carácter provisional, en espera de un modelo, probablemente sobre VCR 8×8, que lo sustituya.
Existe también un sistema bastante sencillo y económico para morteros autopropulsados sobre VLTT, que es el de disparar con el mortero asentado en el suelo, pero asistido por un sistema de posicionamiento hidráulico que, desde su posición de transporte en la parte trasera del vehículo, baja el mortero hasta la posición de disparo de forma bastante rápida.. Este sistema tiene la ventaja de que no impone desgaste al vehículo portador, ya que la fuerza de retroceso del tubo no incide sobre la suspensión de aquel.
Es el caso del Alakran, de la española NTGS; disponiendo de un sistema robotizado de puntería y la posibilidad de asignar blancos de forma automática, incluso a través de sistema BMS.
Es muy ligero, pudiéndose instalar sobre un VLTT de 1 ™ sin apenas modificaciones, como podría ser el Anibal, y una vez retirado el sistema, que es modular, puede utilizarse en otros cometidos o bien adaptar dicho módulo a nuevos vehículos según entren en servicio.
Por último citar que puede utilizar los morteros ECIA en dotación, manteniendo estos la capacidad para actuar fuera del vehículo de forma convencional; por lo que su flexibilidad es máxima y su coste de adquisición muy reducido.
Como principales inconvenientes citaremos la vulnerabilidad del personal al actuar en el exterior y el escaso ángulo de disparo del mortero, que se orienta hacia atrás.
Este sistema se ha desarrollado en 81 y 120 mm y ya se ha exportado a un cliente de oriente medio (sin especificar) y a Ucrania.
De concepción similar es el mortero M326 MSK del US ARMY, destinado principalmente a unidades ligeras y de la guardia nacional, y donde el sistema de estibaje y el afuste hidraulico del mortero (un Soltam K9) va instalado en un remolque M1101 estandar por lo que resulta muy flexible y económico. El pentágono adquirió 588 sistemas con un coste total de solo 13 millones de dólares.
Por último, está la opción de remolcar el mortero, tal como hace el ejército francés con el RT-120, para lo cual utiliza un VAB. El USMC (Cuerpo de Marines de los EE. UU.) usa el mismo arma, pero arrastrado por una mula mecánica de alta movilidad estratégica (basada en el venerable jeep) que también tira de un rack de municiones.
Adquirido como medio de fuego expedicionario altamente móvil, (Expeditionary Fire support System o EFSS) y denominado localmente como M327 DragonFire, en los últimos años e ha beneficiado de una modernización mediante la cual ha sido dotado con un sistema avanzado de puntería y es un claro ejemplo de arma pesada integrada en un conjunto ligero y fácilmente desplegable por todo tipo de unidades.
No muy alejado en prestaciones, en algunos parámetros es incluso superior, al obús L118 Light gun, representa una verdadera artillería ligera para los batallones de maniobra, pudiéndose adaptar con facilidad a todas las modalidades de empleo necesarias según la unidad que lo encuadre solo con cambiar el vehículo de remolque.
Al respecto de este sistema citaremos que es fabricado por General dynamics en consorcio con TDA, una empresa que a su vez es participada por Thales (el diseñador original del mortero) y EADS. Sobra decir que el tejido industrial es propicio para su implantación en España.
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