En la historia de la literatura y ciencia militar, son muchos los tratados que han ocupado un lugar de honor, desde la antigüedad hasta nuestros tiempos. De entre todos ellos, la inmensa mayoría no son sino recolecciones más o menos afortunadas de principios o máximas, casi siempre reflejo de la azarosa vida militar de su autor, por lo general comandante de algún ejército. Aquí podemos citar a César o a Napoleón, pero también a Gustavo Adolfo o al mismo Sun-Tzu.
Son menos -muchos menos, de hecho- los volúmenes que aportan ese “algo más” que todos buscamos. Una idea nueva, una concepción diferente, un estudio omnicomprensivo de la guerra como fenómeno y como acto, de la estrategia como idea y como práctica. Un lugar en el que destacan nombres como Clausewitz, Mahan -que fue todo menos un marino competente y cuya obra considero sobrevalorada- o más recientemente, Beaufre o Luttwak.
Lo que es todavía más difícil es encontrar un manual de en el que no se pretenda aportar nada nuevo, sino más bien explicar en toda su grandeza y complejidad un tema -la estrategia- sobre el que no hay acuerdo. Este es el caso del libro de John M. Collins del que hablamos hoy.
Collins, coronel retirado del U. S. Army y profesor de la National Defense University de los EE. UU., fue también Director de Estudios Estratégicos del Grupo de Investigación Estratégica del War College estadounidense, además de haber sido asesor del Congreso y ostentado varios cargos más. Aparte de monosgrafías y artículos académicos, -varios de ellos fruto de la colaboración con Anthony Cordesman, otro peso pesado) hasta donde un servidor sabe, no ha escrito ningún otro título de importancia, aunque no cabe duda de que su contribución ha sido básica a la hora de establecer la estrategia militar de los EE. UU. en las últimas décadas, dada la importancia de sus cargos y, muy especialmente, la influencia de su manual, que ha servido de libro de cabecera desde que fuera publicado en los 70 a decenas de promociones de nuevos oficiales no solo en los EE. UU., sino también en el resto de Occidente.
Este manual, aunque en algunos aspectos haya quedado desfasado, pues dedica un espacio importante a la Unión Soviética, como no podía ser de otra forma y a su particular estrategia, sigue siendo un referente dada la minuciosidad con la que el autor ha estudiado a cada autor anterior a él mismo y el rigor con el que recoge lo más importante de sus aportaciones para conformar un todo propio, en el que el resultado es mucho más que la suma de sus partes.
Es más, “La Gran Estrategia” cuenta con una virtud que pocas obras, especialmente universitarias, poseen: la capacidad de obligar al alumno a pensar. Es así, puesto que de forma posiblemente deliberada, Collins opta por dar apenas pinceladas de algunos temas o por dejar caer ideas sueltas de otros, forzando al lector a profundizar, a plantearse alternativas, a contrastar informaciones y a refutar en su cabeza algunas de las propuestas. Es una constante que se repite por todo el libro y que nos hace preguntarnos por qué, en lugar de un volumen de alrededor de 500 páginas en su edición argentina de 1975, no llegó a las 1.000 o a las 1.500. Materia había.
En lo concerniente a los temas que trata, poco se puede decir, pues el autor aborta prácticamente todo aquello que está relacionado de una forma u otra con la estrategia, desde sus principios a las razones por las que unos estrategos tienen éxito y otros no y desde el impacto de la geografía -ahora de moda otra vez tras la reciente obra de Kaplan- en la conformación de la estrategia a las diferencias y relaciones entre los distintos tipos de esta que existen, o el correcto encuadramiento de la estrategia militar dentro de la gran estrategia.
Es una obra densa pero apasionante, en ocasiones lenta de leer -al fin y al cabo no deja de ser un tema arduo y no apto para cualquier público- y en muchos casos demasiado breve para lo que el autor sugiere en sus páginas. Esta es, como hemos dicho, su mejor virtud. Lejos de hacer que los lectores rehúyan el tema, consigue que lo utilicen de guía en el futuro y que, dado que no puede detenerse en cada autor o concepto más que brevemente, no tengan más remedio que acercarse a la obra de otros autores como Lenin o Mao, Liddel Hart, el propio Clausewitz o cualquier otro de los que van apareciendo entre sus páginas.
Una verdadera pena que el texto no haya sido actualizado en los últimos tiempos, datando la última edición hasta la fecha de 2002, salvo que alguien nos corrija, con alguna referencia a los conflictos balcánicos, pero sin hablar sobre el fenómeno yihadista que, por cierto, cuenta con una estrategia propia que merece la pena estudiar.
En cualquier caso, como seguramente ha quedado claro, a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo una obra absolutamente imprescindible en la que, además, el lector atento encontrará muchas a fenómenos hoy en día en pleno auge pues, al fin y al cabo, mucho del espacio que dedica a la Unión Soviética o a la China Comunista y a su herencia estratégica nos sirve para entender el porqué de la estrategia actual de ambos actores.
Por cierto, que aunque estamos a favor del libro en papel -nostálgicos que somos-, en este caso en particular creemos que es más recomendable acceder a cualquier de sus versiones digitales, pues es un libro fráncamente difícil de encontrar en buenas condiciones. Eso sí, quien quiera leerlo de este modo habrá de hacerlo en inglés.
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