‘’La artillería es tan antigua como las querellas de los hombres’’ Esta famosa frase se la debemos al militar y político D. Tomás de Morla, y forma parte de su tratado de artillería publicado en 1784. Y es que el uso del proyectil como arma de guerra ha permanecido invariable desde el uso de las piedras y lanzas del neolítico a los complejos y sofisticados sistemas misilísticos del siglo XXI.
Lo que conocemos hoy por artillería empieza a fraguarse en oriente, con el necesario e imprescindible uso de la pólvora. Dicen que traída a Europa por Marco Polo, el primer uso conocido de proyectiles lanzados por primitivos cañones de pólvora acaeció, como en otras tantas cosas en la historia de la guerra, en España; por parte de los moros en defensa de sus reductos ante las huestes cristianas. La reconquista pronto dio paso a la pujanza del imperio hispánico, donde los famosos e imbatibles tercios del emperador Carlos ya transportaban consigo importantes trenes de artillería, además de hacer del arcabuz, la primera de las armas portátiles de fuego, su elemento más decisivo y característico.
Igualmente el cañón revolucionaría posteriormente el arte de la guerra en el mar, dotando a los buques, hasta entonces dependientes del espolón, el abordaje y la infantería embarcada, del arma con la que combatir a distancia.
La generalización y mejora, en los siglos posteriores, del arma de fuego por parte del combatiente de infantería acabó con la preponderancia histórica de la caballería, y por tanto de la maniobra rápida y resolutiva que representaba; adquiriendo cada vez más peso específico la artillería como elemento capaz de destruir o diezmar las formaciones enemigas, así como demoler las fortificaciones o posiciones defensivas, a su vez potentemente artilladas.
Esta situación permanece invariable hasta la llegada de la aviación; su mayor alcance, letalidad e incluso precisión, acabó con la preeminencia de la artillería en el arte de la guerra y con el último vestigio de la fortaleza, representada por los grandes buques acorazados y armados con poderosos cañones, indefensos ante el poder aéreo. No obstante, esta nueva amenaza hizo surgir la necesidad de combatirla, como no, por el fuego; dando lugar a la aparición de la artillería antiaérea.
La mecanización de los ejércitos devolvió la preponderancia a la maniobra montada, evolución doctrinal de la vieja caballería, y el fuego directo de los cada vez más poderosos cañones instalados en diferentes vehículos acorazados y mecanizados. Así pues, la artillería como arma vio reducida su acción a los fuegos indirectos en apoyo de dicha maniobra, dependiendo de las decisiones de los comandantes de infantería y caballería (acorazada) para elegir sus asentamientos y hacer sus fuegos, dando lugar a una movilidad sin precedentes de los cañones y obuses.
Igualmente la mayor sofisticación de los sistemas aéreos propició el nacimiento de un nuevo sistema para batirlos que no se basaba en el uso tradicional del arma de fuego, si no de un sistema propulsado y guiado; había llegado la era del misil.
Fue la inferioridad en medios aéreos de la Alemania nazi, durante la segunda guerra mundial, la que impulsó el desarrollo de un arma llamada a realizar ataques a larga distancia impunemente por medio de una carga explosiva que, en vez de ser lanzada por un largo cañón e impulsada por los gases de una clásica carga detonante, usaba un sistema de propulsión con cohetes. Nacía así el misil balístico que, gracias a sus complejos sistemas de estabilización y guía y sus largos tiempos de vuelo, así como el advenimiento del arma nuclear (1945) harían que fuera responsabilidad de las fuerzas aéreas en las principales potencias surgidas tras la guerra.
La amenaza de estos misiles balísticos, utilizados después también por los ejércitos terrestres y marinas mundiales como elemento de represalia nuclear, representa a día de hoy una de las más importantes amenazas a batir por la moderna artillería antiaérea, desarrollando misiles interceptores para estos proyectiles de vuelo estratosférico.
Sin embargo, lejos del conflicto nuclear, los enfrentamientos en los que occidente se ha visto involucrado en la última década han venido condicionados por unas ROE muy restrictivas, donde el uso de la artillería convencional ha sido muy limitado, siempre bajo la máxima de no causar daños colaterales. Igualmente, la inseguridad debida a la ausencia de frentes definidos y la gran dispersión de las fuerzas actuantes, han multiplicado el alcance necesario de los fuegos artilleros, concentrados habitualmente en bases artilleras bien pertrechadas y protegidas, desde donde han prestado apoyo a las fuerzas en contacto dentro del alcance de las mismas.
La fugacidad y dispersión de los objetivos ha forzado igualmente una verdadera revolución en el proceso de adquisición de objetivos, y junto con la llegada de nuevos medios, especialmente los UAV, y la necesidad de coordinar los fuegos terrestres y aéreos propios, han dado forma a un nuevo concepto operativo denominado ISTAR.
Evidentemente, las limitaciones autoimpuestas por los órganos de decisión políticos y militares occidentales no han afectado al otro gran protagonista de los conflictos acaecidos en los últimos años; nos estamos refiriendo a la federación rusa.
Empleada de una forma mucho más convencional, la artillería ha allanado el camino a las fuerzas terrestres rusas con masivos bombardeos de saturación que han llegado a cambiar literalmente la fisonomía de ciudades como Grozni o hecho desaparecer bastiones del Daesh en Siria, con gran eficacia.
Precisamente el retorno de Rusia a la escena estratégica mundial está haciendo revisar algunos planteamientos demasiado aventurados, que han hecho especial mella en la artillería de muchos ejércitos occidentales.
España, pese a las limitaciones presupuestarias, tiene una larga tradición artillera y sostiene una capacidad considerable, si bien adolece de bastantes carencias técnicas, entre las que podemos destacar precisamente todas las referidas para actuar en los últimos conflictos con eficacia:
- Capacidad de adquisición
- Precisión
- Alcance
No es de extrañar que la artillería haya sido la gran ausente en el 99% de nuestros despliegues.
El origen del arma tal como la conocemos está íntimamente ligada al colegio de artillería de Segovia, fundado en 1764 por Carlos III. Es de hecho la academia militar en activo más antigua del mundo. Igualmente, ha sido históricamente la más exigente en cuanto a conocimientos teóricos sobre dinámica, matemática, geometría, física y química, ejerciendo los artilleros como verdaderos ingenieros de fortalezas del ejército, hasta que se creó dicho cuerpo.
Con estos antecedentes no es de extrañar que sea una de las armas con más poder institucional dentro del ejército, siendo probablemente este otro de los mayores problemas a los que se enfrenta en la actualidad, su sobredimensionamiento.
La Artillería española en la actualidad
En España, al contrario que en muchos otros países, la artillería antiaérea o AAA, pertenece al Ejército de tierra, al igual que la de campaña y los últimos vestigios de artillería de costa cañón existentes en toda Europa, debidos a la necesidad estratégica de proteger el estrecho de Gibraltar y a cierta inercia (resistencia a los cambios) tan propia de nuestro Ejército.
El arma cuenta no obstante con solo dos ramas fundamentales de tipo técnico o académico, asociadas al perfil de carrera de sus suboficiales (los oficiales cuentan con un perfil único para ambas) y claramente diferenciados, la artillería de campaña (ACA) y la artillería antiaérea (AAA), habiendo desaparecido la rama ‘costa’, integrada en la primera como una mera especialización.
Cada una de estas ramas está representada por un mando de nivel cuerpo de ejército (MACA y MAAA respectivamente), cuya jefatura ostenta un general de brigada, con los elementos necesarios para el apoyo de las fuerzas terrestres al más alto nivel. Igualmente el MAAA tiene la responsabilidad de colaborar, bajo dependencia directa del MACOM (Mando aéreo de combate), con el EdA en la defensa aérea del territorio nacional. También está presente en todas las unidades de maniobra tipo brigada (y comandancia general) con un regimiento/grupo de tipo mixto.
La ACA dispone, como decimos, de un mando superior, el MACA, para el apoyo a las organizaciones operativas tipo División y Cuerpo de ejército, con un total de cuatro grupos de obuses modelo SIAC y M109A5; uno de ellos tiene capacidad dual de campaña/costa y los medios específicos (direcciones de tiro 9KA-410 y radares RAE) para la adquisición de objetivos navales; el resto de la fuerza dispone como apoyo ISR (intelligence, surveillance and reconnaissance) de un grupo, el GAIL (grupo de información y localización) que centraliza los medios de adquisición más sofisticados, como UAVs Atlantic, radares de contrabatería Arthur o medios de localización por sonido HALO, ya que no hay suficientes para equipar a todas las unidades del arma, que sería lo deseable.
De estos sistemas, los más modernos son los citados UAV o RPAS (remotely piloted aircraft system) Atlantic; un medio adquirido dentro del programa Rapaz (destinado a evaluar diferentes modelos de UAV para las fuerzas armadas) y que ha venido a relevar en la tarea de adquisición de objetivos de artillería a los mucho más sofisticados y eficaces ‘Searcher’, que han pasado a depender del Regimiento de inteligencia Nº1.
El Atlantis es un sistema de tipo I (ligero) que tiene un peso de 50 kgs y es capaz de llevar una carga de pago de cinco kilogramos (equipos de observación) a 100 kms de distancia y permanecer en estación durante cinco horas.
En lo que respecta al radar Arthur, es el principal medio para la localización de fuegos enemigos, pudiendo actuar también en modo ‘amigo’ (corrigiendo el fuego propio) y hacerlo de forma simultánea, para lo cual es capaz de detectar más de cien disparos al minuto y seguir hasta ocho trayectorias simultáneamente a distancias de hasta 60 kilómetros.
El GAIL generalmente incluye todos estos medios en organizaciones operativas llamadas ULAO (unidad de localización y adquisición de objetivos) que varían en su composición dependiendo de la entidad de la fuerza donde se integren y del grado de persistencia en ZO que se requiera, ya que el grupo solo dispone orgánicamente de dos baterías o BAO para proporcionar esta capacidad crítica al conjunto de la fuerza.
Respecto a la artillería perteneciente a las unidades de maniobra, se dispone de diez grupos, uno por cada brigada y COMGE. La integración de las unidades de defensa aérea de brigada en los grupos de ACA y, posteriormente, la adopción de las brigadas orgánicas polivalentes, ha obligado a estos GACA a adoptar una gran heterogeneidad, con hasta tres tipos de baterías de fuego:
- Obús pesado
- Obús ligero
- Misiles antiaéreos
Cuatro de estos grupos disponen de dos baterías con obuses pesados autopropulsados del tipo M109A5 norteamericano, que cuenta con un tubo de 155/39 calibres con un alcance máximo de 30 kms con munición asistida (por cohetes) y un peso total de 27 Tn, mientras que otros cuatro utilizan los obuses remolcados SIAC de 13 Tn de peso, con un tubo de 155/52 y hasta 50 kms de alcance con la munición Excalibur; que se ha empezado a introducir en pequeñas cantidades.
Las piezas cuentan con una unidad auxiliar de potencia (APU) que les permite moverse autónomamente durante cortos periodos, proporcionando además energía al sistema asistido de carga y el sistema de puntería automatizado, siendo las únicas piezas en España con esta capacidad, que se asocia al sistema de gestión de fuegos de artillería TALOS.
Estas baterías disponen de dos unidades de fuego, cada una con 3-4 piezas y un FDC (fire distribution centre), capaces de actuar de forma independiente, batiendo dos objetivos simultáneamente o, más habitualmente, alternándose en mantenerse en posición (disponibilidad de abrir fuego de forma inmediata) y cambiar de asentamiento (fase de movimiento).
Ambos tipos de grupo complementan estas piezas con una batería de obuses ligeros L118 Light Gun, en 105/37 mm, con un alcance efectivo de hasta 17 kms, destinados a apoyar fuerzas con una gran movilidad estratégica.
Igualmente todos los grupos disponen de una batería antiaérea con 12 lanzadores Mistral distribuidos en cuatro pelotones de tres lanzadores cada uno; este misil de guía IR se usa exclusivamente para batir blancos a muy baja cota, siendo necesario que se combine con otros medios para ofrecer una cobertura completa a las unidades terrestres o LCAD (Land component air defense).
Los lanzadores son portátiles, si bien se han posicionado sobre plataformas de carga de VLTT Vamtac y tienen capacidad de enganche dia/noche al incorporar una cámara térmica; su acción se coordina por medio de un centro de control de AAA de tipo ligero (COAAAS-L), con un FDC conectado a los lanzadores vía radio/datos, y dos radares ‘raven 2D’ para seguimiento de objetivos; todo ello se transporta en CLTT remolcados y/o instalado en shelters.
En las comandancia de Ceuta y Melilla hay dos regimientos mixtos, encuadrando una batería reducida de 4 SIAC y dos con anticuados obuses L56 de 105/26 mm, una dotación completamente insuficiente fruto de las limitaciones de material. Estos grupos no disponen de batería Mistral; en su lugar ambos regimientos encuadran sendos GAAA dotados con estos misiles y cañones Oerlikon GDF de 35/90 mm. Parte de estos cañones disponen de DT skydor y son capaces de disparar munición de espoleta programable en boca o AHEAD, lo que les capacita teóricamente para batir proyectiles de artillería en vuelo, lo que se conoce como defensa C-RAM (counter rocket, artillery and mortar o anti-cohete, artillería y mortero) mientras que el resto aún cuentan con la más antigua Skyguard.
El MAAA, por su parte, cuenta con un total de siete grupos dotados con hasta seis sistemas de armas diferentes:
- Misiles de largo alcance Patriot y Hawk
- Misiles de medio alcance Aspide y NASAM
- Misiles de corto alcance Mistral
- Cañones GDF
Como puede apreciarse una extensa y heterogénea relación de medios y un quebradero de cabeza logístico.
El grupo Patriot se completó recientemente con la adopción de un total de tres baterías (18 lanzadores) y un centro coordinador de fuegos de entidad grupo (ICC); cada batería dispone de una estación de control AN/MSQ-104 y un radar de exploración y seguimiento AN/MPQ-53.
Un escalón por debajo en prestaciones está el hawk, un misil muy veterano (entró en servicio en 1962) pero continuamente actualizado (improved Hawk PIP III), del que se dispone de dos grupos, cada uno con tres baterías de a seis lanzadores. Dispone de radares de exploración de alta cota AN/MPQ-50 PAR y de baja cota MPQ 34 CWAR, así como iluminadores MPQ 61, uno de estos grupos dispone de arquitectura digital, mientras que el otro aún es analógico.
Por su parte el NASAMS está en servicio en dos grupos, aunque solo se dispone de un total de 8 lanzadores, distribuyendose en cuatro baterías (una en Canarias) con dos lanzadores y un radar de exploración y seguimiento MPQ 64 Sentinel cada una.
Respecto al más antiguo Aspide, un misil semiactivo de origen italiano basado en el AIM-7 Sparrow, será próximamente dado de baja y, previsiblemente, su unidad (GAAA II/73) desactivada.
Finalmente se dispone de un grupo equipado con los mismos misiles Mistral que emplean las brigadas (con 36 lanzadores) y otro con dos baterías de cañones GDF en funciones de defensa de punto o SHORAD. Ambos sistemas también equipan al GAAA I/94 del MCAN, cuyo cometido es la defensa aérea del archipiélago canario; una unidad muy heterogénea pues como hemos citado, dispone adicionalmente de dos lanzadores NASAMS.
Hay que reseñar que el MCAN dispone de dos unidades diferentes dotadas con misiles AA Mistral, una de apoyo a la BRILCAN, como el resto de brigadas y encuadrada en su GACA y otra como parte del RAAA 94, lo que supone una innecesaria complicación táctica y logística.
Todos estos grupos se controlan por parte de un sistema de mando y control de tipo medio (COAAAS-M) de los que se adquirieron nueve, y que incluyen un CIO/CPL (Centro de información de operaciones – centro de personal y logística) y un radar de exploración de largo alcance Rac 3D. Cada uno de estos COAAAS-M puede controlar a su vez varios COAAAS-L, actuando como centro neurálgico de un despliegue de AAA y coordinador de varios sistemas de armas complementarios entre sí, conformando una unidad de defensa antiaérea o UDAA, que es la entidad operativa fundamental sobre la que se basa la defensa antiaérea.
Dentro de los planes de contingencia establecidos por el JEMAD y asociados a las misiones permanentes asignadas a las FAS (OPLAN MARCO) se mantienen dos unidades de artillería permanentemente activadas y listas para entrar en acción. Una UDAA dentro del mando de defensa y operaciones aéreas (MDOA) y otra, la UDACTA (unidad de artillería de costa) bajo control del mando de vigilancia y seguridad marítima (MVSM).
Como vemos, las principales actividades de la artillería del Ejército de tierra de primer nivel se realizan bajo mando de los componentes marítimo y aéreo, lo que indica la posibilidad de reducir la estructura de mando de la misma a un órgano gestor destinado a la preparación de la fuerza. Desde el propio arma, y en sintonía con documentos doctrinales aliados, se está planteando lo posibilidad de integrar toda la artillería en un único órgano de mando que englobe la función ‘fuegos’ en su totalidad; sin duda sería una considerable mejora en cuanto a la racionalización de medios.
En total, el Ejército de Tierra dispone de 14 GACA y 10 GAAA, encuadrados en 11 regimientos. Alista un total de 84 obuses SIAC, 96 M109A5, 56 L118 y 24 viejos L56. Respecto a la AAA hay disponibles 8 lanzadores NASAMS, 36 Hawk, 18 Patriot, 12 Aspide, 180 Mistral y 60 Oerlikon GDF.
En lo que respecta a los MPLTO de grupo, solo en la ACA hay hasta siete diferentes para una misma función. Incluso en el escalón batería contamos con hasta cinco plantillas de obuses, más que sistemas de armas; un verdadero caos.
Como vemos en la Tabla I, unas cifras propias de una potencia terrestre no afectada por problemas de personal o presupuestarios, lo que dista bastante de la realidad en ambos casos.
La entidad de la fuerza debe establecerse en base a dos criterios básicos: La necesidad operativa, que viene determinada por el grado de amenaza a afrontar, y la sostenibilidad, basada fundamentalmente en las disponibilidades presupuestarias; no parece que esté correctamente dimensionada bajo ninguna de estas dos premisas.
Tabla I. Orbat actual de la Artillería Española | ||
DEPENDENCIA |
UNIDAD |
MATERIAL |
BRILEG II |
GACALEG II |
12 SIAC + 6 L118 + 12 Mistral |
BRIPAC VI |
GACAPAC VI |
12 SIAC + 6 L118 + 12 Mistral |
BRILAT VII |
GACA VII |
12 SIAC + 6 L118 + 12 Mistral |
BRIAC XII |
GACA XII |
16 M109A5 + 6 L118 + 12 Mistral |
BRIMZ XI |
GACA XI |
16 M109A5 + 6 L118 + 12 Mistral |
BRIMZ X |
GACA X |
16 M109A5 + 6 L118 + 12 Mistral |
BRIMZ I |
GACA I/20 |
16 M109A5 + 6 L118 + 12 Mistral |
MACA |
GACA I/11 |
18 M109A5 |
GACA II/11 |
12 M109A5 |
|
GALCA I/63 |
12 SIAC |
|
GAIL II/63 |
4 Arthur + 2 Atlantis + HALO |
|
GACTA I/4 |
18 SIAC + 9KA-410 + RAE |
|
MAAA |
GAAA I/71 |
12 GDF |
GAAA II/71 |
36 Mistral |
|
GAAA I/73 |
6 NASAMS |
|
GAAA II/73 |
12 Aspide + 12 GDF |
|
GAAA III/73 |
18 Patriot |
|
GAAA I/74 |
18 Hawk |
|
GAAA II/74 |
18 Hawk |
|
MCAN |
GACA I/93 |
6 SIAC + 12 L118 + 12 Mistral |
GAAA I/94 |
2 NASAM + 12 Mistral + 12 GDF |
|
COMGECEU |
GACA I/30 |
4 SIAC + 12 L56 |
GAAA II/30 |
12 Mistral + 12 GDF |
|
COMGEMEL |
GACA I/32 | 4 SIAC + 12 L56 |
GAAA II/32 | 12 Mistral + 12 GDF |
Nuevos sistemas de artillería
Doctrinalmente, al MACA se le asignan dos capacidades fundamentales, ejercer la acción de apoyo y apoyo/refuerzo de las unidades de mayor entidad: División (para lo cual dos de sus regimientos disponen de una PLMM operativa) o Cuerpo de ejército (ejercido por el CGMACA), y la capacidad de defensa de costas. Esta última se ejerce con una unidad especializada, el RACTA 4, dotado de tres baterías de obuses SIAC y una BLIO (batería de localización de objetivos) con los medios adecuados para el seguimiento de blancos navales.
Tradicionalmente asociada al control del estrecho de Gibraltar, la ACTA ha evolucionado de un sistema de fortines fijos, del que sobrevive únicamente el acuartelamiento de ‘el Bujeo’ a modo de observatorio avanzado en el propio estrecho, y dotados con piezas de gran calibre, a una defensa móvil en base al obús SIAC y misiles antibuque sobre camiones; una capacidad ésta largamente deseada por los artilleros y que nunca ha llegado a materializarse.
A mi parecer, centrar esta capacidad en una sola unidad de obuses es una limitación innecesaria que somete a la unidad a unos ratios de disponibilidad muy exigentes además de obligar a transportar mucho más material para dispersar las unidades de fuego por el litoral o en algún despliegue expedicionario (capacidad de concepción muy reciente) donde se requiera negar el acceso a una costa a fuerzas navales enemigas, procedimiento que abre nuevas e interesantes posibilidades de empleo en operaciones de control del mar, protección portuaria, lucha contra la piratería, tráfico ilegal o amenazas terroristas contra objetivos en el mar.
Puesto que usa obuses SIAC de tipo estándar, sería mucho más racional depositar la capacidad de adquisición de objetivos navales a una unidad especializada del MACA, como ocurre en el caso del GAIL, pero que pudiera colaborar con cualquier unidad de ACA disponible en el TO, incluso tierra adentro.
Por lo pronto permitiría actuar a la ACTA desde ambos lados del estrecho, en defensa del litoral alrededor de Melilla o en las islas Canarias, e incluso en costas que dispongan cerca de contingentes artilleros (caso de las bases navales de Cádiz, Cartagena y Ferrol) ahorrando en desplazamientos de las piezas, sus trenes de municionamiento y contingentes de protección (defensa terrestre, AAA, etc)
Del mismo modo, la actuación de RPAS como el Atlantis dentro de la BLIO de ACTA permitiría complementar las capacidades de vigilancia marítima de las aeronaves del EdA, cuyo coste de hora de vuelo es muchísimo mayor.
Respecto a la actuación en el escalón división y/o cuerpo de ejército, requiere de sistemas de gran alcance, de tal forma que el mando pueda ejercer su acción en profundidad del despliegue enemigo, así como favorecer la maniobra de conjunto más allá de la acción de sus brigadas, para lo que se requiere del uso de sistemas cohete. La carencia de estos medios (desaparecieron del inventario con la baja del ‘Teruel’) ha obligado a mantener en el MACA un grupo dotado con M109A5 ATP, un obús que por alcance es completamente inadecuado para actuar en este escalón.
Los cohetes son una vieja aspiración del arma que no ha podido ser cubierta, nuevamente, por las limitaciones presupuestarias; si bien parece que se les dará prioridad dentro del nuevo ciclo inversor de defensa, si es que la estabilidad política permite semejante previsión.
Los modernos cohetes aportan unas prestaciones extraordinarias, a la habitual capacidad de fuego de saturación de estos sistemas (una gran capacidad de fuego en un intervalo de tiempo muy corto) se une el uso de cabezas guiadas y de tipo múltiple, con centenares de submuniciones, que ofrecen una gran precisión y letalidad con alcances de hasta 60 kms, que llegan hasta los 300 kms con el misil balístico ATACMS, asociado al sistema cohete norteamericano MLRS, que es el modelo estandarizado dentro de la OTAN; proporcionando al mando componente terrestre (LCC) un arma capaz de atacar blancos en el nivel operacional sin depender de las fuerzas aéreas.
Si bien el Ejército de tierra prefiere lanzadores de seis celdas montados sobre un camión, denominado HIMARS, sería interesante explorar la posibilidad de adquirir ejemplares de segunda mano (los principales excedentes están en Alemania) de la variante M270, con doce celdas sobre una plataforma de cadenas (basada en el M2 Bradley) dado que su coste sería muy inferior y la posibilidad de desplegar sistemas cohete con unidades aerotransportadas de despliegue rápido (la gran ventaja del HIMARS) muy improbables.
Como decíamos, el Ejército de tierra también busca un nuevo sistema de artillería ATP que sustituya los viejos M109A5. La nueva concepción heterogénea de las BOP han traído no pocos problemas a nivel organizativo, táctico y logístico, sobre todo en las unidades de apoyo, que con un solo batallón/grupo deben proporcionar capacidades diversas en virtud de la unidad de maniobra a apoyar.
La artillería no ha sido una excepción y los actuales GACA de brigada combinan obuses M109A5 o SIAC, con los más ligeros L118 Light Gun, para apoyar los batallones aerotransportados; en teoría presentes en todas las brigadas. En esto debemos ser prudentes, la posibilidad de destacar un GT ligero no significa que debamos disponer de una batería para prestarle apoyo directo, precisamente cuando la artillería no actúa habitualmente en este escalón, si no en favor de AGT o GU tipo brigada y actuando como grupo; donde las piezas ligeras, en un calibre y con unas propiedades completamente diferentes, tienen poca utilidad.
El hecho de que las brigadas pesadas o BOP-C puedan incorporar los nuevos VCR 8×8 hará necesario, igualmente, que dispongan de artillería apropiada para su apoyo inmediato, más livianas que los M109A5 pero con mayor movilidad táctica y potencia de fuego que un L118.
Para acabar de complicar la situación, dos de estas brigadas encuadran los dos batallones de montaña que subsisten en el Ejército, por lo que es prácticamente imposible plantear un GACA capaz de apoyar a todas estas unidades de forma simultánea.
Las BOP-R son algo más homogéneas, ya que solo disponen de dos tipos de fuerzas, medias (mecanizadas de ruedas) y ligeras, siendo la SIAC la pieza dedicada a apoyar a las primeras; si bien no dispone de la movilidad táctica adecuada para esta tarea, siendo la acción desde posiciones fijas o bases artilleras, apoyándose en su gran alcance, la modalidad más propicia para hacer sentir su acción en toda la ZR (zona de responsabilidad) de la gran unidad.
Como vemos, las fuerzas medias serán el elemento común y más importante de todas las unidades, y la artillería debería priorizar la posibilidad de prestarles apoyo adecuado, aunque sea a costa de que las otras fuerzas dispongan de medios que, aún válidos, resulten menos ‘idóneos’.
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