Las declaraciones del Presidente Putin a principios de marzo de este año han sacado a la palestra una serie de desarrollos armamentísticos rusos de muy hondo calado. Por un lado, parecería que Rusia está más próxima a desarrollar un arsenal propio de la Ciencia Ficción que de contar con unas fuerzas estratégicas al uso. Por el otro, desde hace ya años, se viene discutiendo acerca de la viabilidad real de dichas armas y desarrollos.
Es cierto que la presentación de los nuevos sistemas por parte del Presidente de una nación tan poderosa como la Federación Rusa da un espaldarazo a la existencia de los mismos. No es menos cierto, por otra parte, que los rumores se han estado reproduciendo durante años y que, aunque escasa, hace ya años que existe información sobre el tema para aquel que desee profundizar un poco en el asunto.
En cualquier caso, no debemos perder de vista dos asuntos esenciales en todo esto:
- Las declaraciones del Presidente Putin tuvieron lugar durante el Discurso del Estado de la Federación Rusa y, además, en un año electoral.
- La forma en que tradicionalmente Moscú, sea Federación Rusa, Unión Soviética o Imperio Zarista, maneja la información que hace pública de tal forma que redunde en su beneficio o bien en perjuicio de sus posibles adversarios.
Hablaremos en las siguientes páginas de uno de los sistemas que, al menos en teoría, la Federación Rusa está desarrollando y que debe estar en un estado muy avanzado como para que Putin lo presente públicamente a la Comunidad Internacional. Es conocido como Kanyon o Status-6, y en una muy breve síntesis vendría a ser un drone submarino con cabeza nuclear estratégica y unas características y prestaciones fuera de todo lo conocido.
Las primeras informaciones públicas que se pueden rastrear acerca de este sistema provienen de informes del Pentágono que, allá por septiembre del 2.015, hablaban de un drone de largo alcance ruso al que asignaban el nombre de Kanyon. Aunque se sobreentendía que la Armada Rusa estaba trabajando con drones submarinos, sorprendía ver que el Pentágono atribuía a este proyecto un carácter ofensivo estratégico, algo muy inusual.
Sin filtrar excesiva información, las versiones iniciales del Pentágono hablan de un drone capaz de altas velocidades y profundidades así como de gran autonomía. Aunque revolucionario tan solo por incorporar estas características, lo cierto es que la construcción naval rusa hereda de la URSS precisamente esas dos tecnologías más avanzadas: velocidad y profundidad operativa, como se podría demostrar en los SSN Alfa o SSGN Papa. Así que por ese lado no deja de ser una evolución lógica, aunque aplicada a un drone.
Es el detalle de asignarle una vertiente ofensiva estratégica lo que llama poderosamente la atención. En esos compases iniciales de información sesgada, la pregunta es recurrente ¿Por qué invertir los tan escasos recursos de que dispone Rusia en algo que ya cumplen los caros SSBN y SLBM? Resulta que algo que a la Federación Rusa le ha costado décadas de esfuerzo y trabajo desarrollar (SSBN Borey) y que ahora iba a comenzar a rendir sus beneficios al permitir retirar del servicio antiguas y costosas plataformas como los SSBN Delta III y IV, pasaba a segundo plano. Además, eclipsado por un vector submarino con cabeza de ataque estratégica, lo que no deja de ser una incongruencia al no permitir atacar blancos en el interior de los EE.UU. continentales y restringiendo su uso exclusivamente contra ciudades e instalaciones costeras, al contrario que los SLBM de los submarinos lanzamisiles en servicio o en desarrollo.
En realidad, todo el asunto está lleno de curiosidades. Una de ellas es que poco después, el 10 de noviembre, en un foro con el Presidente Putin en donde se le informa acerca del desarrollo de diversos sistemas militares de la nación, en un descuido del General que ejecuta la presentación, se le puede ver con una lámina en las manos en las que el Kanyon pasa a ser algo mucho más concreto. Siempre sobre el papel, claro.
Lo primero que habría que preguntarse es si realmente fue un descuido, o una forma taimada de hacer llegar determinada información al resto de oponentes. Es difícil de creer que a esos niveles se pueda llegar a cometer un desliz tan grave. Y aún más grave que sabiendo el férreo control que se ejerce sobre las informaciones militares en los medios rusos, se permitiera la difusión de las imágenes. Aquí cada cual que saque sus conclusiones.
Centrándonos en la lámina de la exposición que nos interesa, expongamos la información que presenta de una forma clara y concisa. Definen de forma oficial al sistema con el nombre: Sistema Oceánico Multipropósito Status-6. Un ingenio de 1,6 metros de eslora y 24 metros de manga que podría operar a una profundidad de 1.000 metros, a una velocidad sostenida de 185 nudos y con un alcance que sería superior a las 10.000 millas náuticas. En lo que respecta a la potencia de la cabeza de combate, este sería del del orden de los 100 megatones, más que suficiente para destruir cualquier objetivo aunque no sea la destrucción física (cinética) su cometido principal sino la contaminación, de tal forma que sea imposible volver a operar o a habitar en la zona objetivo. Una forma de eliminar, sin que el enemigo pueda hacer nada para reconstruirla, cualquier base militar o ciudad costera de interés estratégico.
De todo lo anterior, tenemos que para entender qué es realmente el Status-6, hemos de analizar de forma separada dos aspectos: Por un lado tenemos las propias características técnicas del arma, en las cuales nos centraremos un poco más adelante en este artículo, ya que son muy importantes. Por otro, el posible uso que a este drone pudiera darse y las implicaciones de su utilización. Pero antes, hablemos un poco de historia…
El Proyecto T15
Lo bonito de la historia es que muchas veces se repite y uno siempre puede recurrir a ella para explicarse el presente. Resulta que estábamos hablando de un drone submarino con una potente cabeza de combate nuclear destinado a destruir ciudades o bases navales enemigas como si de algo nuevo y revolucionario se tratase. Curiosamente, estudiando el desarrollo de las armas nucleares de la Unión Soviética, antecesora de la Federación Rusa, nos encontramos con un sistema de armas casi calcado, al menos en cuanto a su uso se refiere. Déjenme que les resuma un poco la historia de esta arma, conocida como Proyecto T15 y apodada como “Supertorpedo”.
A principios de la década de los años 50 del pasado siglo, la URSS se encontraba bajo la perenne paranoia, justificada o no, de la amenaza nuclear estadounidense, ante la cual no disponía de respuesta creíble alguna. Carentes por aquel entonces de vectores estratégicos que pudieran lanzar cabezas nucleares sobre los EE.UU., a los soviéticos les surge la idea de diseñar un torpedo que portara un potente cabeza nuclear destinada a destruir y contaminar las bases navales enemigas. ¿Les suena la idea?
El caso es que el Capitán de 1ª Clase V.I. Alferov, destinado en el centro de estudios nucleares de Arzamas 16, plantea la idea. Esta es apoyada por Aleksandrov y Kurchatov, padres del programa nuclear soviético, y que la defienden ante Stalin. Este, como gran Zar de su país, autoriza a su Ministro Malinin comenzar todos los estudios técnicos pertinentes para dar forma a esa idea.
Los estudios de un torpedo capaz de portar un arma termonuclear de la potencia necesaria, que en aquel entonces eran engendros de varias toneladas de peso, llevan a los requerimientos siguientes: diámetro de 1.550 milímetros y eslora del torpedo de 23,5 metros. Peso de 40 toneladas y propulsión a base de baterías y motor eléctrico que le permita alcanzar los 30 nudos de velocidad hasta las 16 millas náuticas de distancia.
Curiosamente, quitando el método de propulsión escogido, los números son muy parecidos a los del Status-6 del siglo XXI. El caso es que una vez determinado el tamaño brutal del arma, comienzan a plantearse qué plataforma naval será capaz de aproximarse a las costas enemigas para lanzarlo, determinando, lógicamente, que lo más adecuado es apostar por un submarino.
El Ministro Malinin, que gestiona por entonces gran parte del programa soviético, convoca al mejor Diseñador de submarinos de aquel entonces, el Capitán de 1ªClase V.N. Peregrudov, y le asigna la tarea. Tras diversos estudios preliminares se determina que solo un submarino con propulsión nuclear sería capaz de acometer la tarea, con mínimas probabilidades de éxito, ya que uno convencional tendría que ir emergiendo para recargar baterías y sería localizado. Solo hay un pequeño problema: no existen submarinos con propulsión nuclear en la URSS, así que se decide construirlos para dar servicio a este supertorpedo. Casi nada, ya sabemos que el T15 es el causante directo de la existencia de submarinos nucleares soviéticos, lo cual indica que es un programa arraigado en el colectivo de constructores navales rusos.
El proyecto técnico del submarino portador, que llevaría un T15 a bordo y 2 torpedos convencionales de 533 mm sin recarga como autodefensa, se completa para 1954 y la quilla de la primera unidad, el K-3 del proyecto 627 SSN November, se coloca el 24 de septiembre de 1955. La cosa va deprisa y parece que en breve la URSS será capaz de lanzar este torpedo contra Nueva York, Gibraltar o el Canal de Panamá. Tan solo hay un pequeño detalle que no se ha tenido en cuenta en todos estos años: Nadie ha informado a la Armada Soviética en detalle del programa, debido al secretismo que rodea el desarrollo de armamento nuclear.
En aquel momento, el Comandante en Jefe de la Armada Soviética es el Almirante N.G. Kuznetsov, Héroe de la Unión Soviética y veterano de la II Guerra Mundial. En julio de 1954 se le presenta el programa al completo, terminado y ya puesta en marcha su construcción. Para ser sinceros, el Almirante Kuznetsov si conocía la existencia de un programa de submarinos nucleares, pero desconocía que su aplicación con la Flota iba a ser exclusivamente equiparlos con el T15… ¿Y qué dice el Comandante en Jefe de la Flota Soviética cuando le presentan el que va a ser su nueva y magnifica arma naval? “No necesito este tipo de buques”. Kuznetsov, conocedor del estado de la Flota y de las amenazas a las que se enfrenta el país, se enfrenta de cara contra todo el programa del T15 y, además, con razón.
Se nombra entonces una comisión de la Armada, encabezada por el Contraalmirante Orël, al frente de las Fuerzas Submarinas en el Cuartel General de la Armada, que desestima por completo el valor militar del T15 y aboga por la transformación del submarino lanzador,en un submarino nuclear equipado con torpedos convencionales, lo que viene a conocerse un SSN. Kuznetsov apoyaría dicho informe de forma rotunda, sabiendo que la misión inicial era suicida para el submarino lanzador y que la Flota Soviética lo que necesitaba en aquel entonces eran submarinos de ataque capaces de hacer frente a los buques enemigos y de dislocar el tráfico mercante en el Atlántico Norte llegado el caso. Poco después se transformaría el submarino en un SSN y el T15 se descartaría al existir formas más baratas y eficientes de destruir las instalaciones portuarias y bases navales enemigas.
Características técnicas
Con la historia del T15 fresca en nuestra mente, se nos podría ocurrir pensar que alguien en la Federación Rusa ha desempolvado un viejo programa de hace casi 70 años y lo ha puesto al día con las nuevas tecnologías disponibles. A priori eso no es nada malo. Lo malo es desempolvar ideas que ya hace 70 años se habían descartado por inútiles y erróneas.
Vayamos viendo sus características principales, según los datos que se han “filtrado” y hablemos un poco de ellas:
- Propulsión nuclear: Estamos de acuerdo en que para lograr un alcance de 10.000 millas náuticas sin repostaje ni apoyo logístico de ningún tipo, es necesario poseer un reactor nuclear como fuente de potencia principal sea cual sea la plataforma. Lo difícil es lograr un reactor que dé la potencia requerida y que este lo haga en un reducido espacio de 1,6 metros de diámetro y tal vez 3 ó 4 metros de eslora. Para lograr la potencia térmica requerida (y hablamos de propulsarlo a 185 kilómetros/hora), tal vez, la mejor opción sería un reactor con una alta densidad de potencia, esto es, capaz de generar el mayor número de CV por unidad de volumen m3. Hasta el momento los reactores nucleares que han conseguido más altos ratios de CV/m3 han sido los refrigerados por metal líquido empleados en la clase SSN Alfa P.705 Lyra de la extinta URSS. Pero estos reactores, aunque pequeños, seguían pesando varios cientos de toneladas incluyendo la protección y los sistemas auxiliares. Tal vez el reactor pueda miniaturizarse, pero para que fuera un reactor seguro, también requiriera de servicios auxiliares, como varias bombas de refrigeración, motores para barras del moderador y un algún tipo de escudo biológico para proteger el entorno de la radioactividad que genera el proprio reactor. Todo esto, hasta donde llega el autor, requiere de volúmenes y pesos incompatibles con lo presentado hasta el momento. Sin contar con que el suministro eléctrico de todos los equipos, como veremos más adelante, también debería generarse a costa del reactor. Bien es cierto que tal vez, si algún día se decidiera disparar esta arma, la situación mundial fuera tal que les daría igual contaminar a un nivel mortal el Océano desde la Península de Kola hasta la costa Atlántica de los Estados Unidos, pero claro, a pesar de esto, me surge una pregunta más ¿Y las pruebas? ¿Van a probar esta arma contaminando brutalmente su propio país? ¿Tal vez el mar circundante a Novaya Zembla se va a convertir, aún más, en un erial contaminado? No me queda más remedio, para poder continuar, que pensar que la Federación Rusa ha encontrado la forma de miniaturizar un reactor nuclear, de agua o de metal líquido, hasta un nivel realmente impresionante. Por el camino de la tecnología actual no me quedaría más remedio, siendo realista, que descartar la existencia de este propulsor, y por tanto del propio dron, tal y como nos lo han planteado.
- Propulsores y Velocidad: Hemos de tener en cuenta que hablamos de una muy alta velocidad en inmersión, del rango de los 90 nudos. Aunque existen equipos submarinos que puedan alcanzar dichas cotas -el ejemplo puede ser el misil submarino Shkval-, para dichas velocidades se necesitan unas características muy especiales y diferentes de las de un propulsor convencional, es decir, a hélices, como puede ser un Mk48 ADCAP estadounidense que se le supone del orden de 55 a 60 nudos. Incluso se debería llegar a pensar en los efectos de una navegación a altas velocidades durante tanto tiempo sobre los materiales de la propia hélice. 10.000 nm a 100 nudos son 100 horas de navegación, que son 4 días y algunas horas. Una resistencia de materiales muy alta, a las que añadir la fatiga de materiales para la presión y temperatura a las que se moverá. Una vez más debemos pensar que la Federación Rusa tiene algo increíblemente novedoso entre las manos… o que no tiene nada. Y es que la potencia requerida para desplazar dicho drone en inmersión a esas velocidades es tal que una vez más hemos de volver al asunto de la potencia del reactor.
- Profundidad Operativa y Calefacción: La cota operativa, es decir aquella a la que el documento refiere que va a navegar, es de 1.000 metros de profundidad. Para hacernos una idea, esto supone una presión uniforme de 101 kg/cm2. Los actuales submarinos, esos mismos que también posee la Federación Rusa, pueden rondar la horquilla de los 600 a 700 metros, siendo una información muy sensible y clasificada. Una vez más se podría decir que existen diferentes submarinos que alcanza dicha profundidad, pero han sido y son escasos, y no es la norma. Si lo normal fuera sumergirse a 1.000 metros ¿No se aplicaría dicha tecnología a la flota de submarinos primero a gran escala? Lo cierto es que el coste del casco se dispara al tener que recurrir a materiales especiales, como el titanio, o a grandes espesores, que en cualquier caso los hacen inasequibles. Plantear una serie de armas estratégicas basadas en unos cascos tan caros, mucho más que ICBM o SLBM, no parece un camino a seguir para el actual estado de la economía de la Federación Rusa. La profundidad, además, añade un pequeño detalle que suele pasar inadvertido: El frío. Aunque muchos equipos funcionan mejor a bajas temperaturas, como los conductores eléctricos, lo cierto es que a esas temperaturas harán falta calefacción para impedir la congelación de muchos equipos y fluidos. Aunque la fuente térmica puede ser el propio reactor nuclear, entonces repartiría el calor por el resto de la nave a través de un circuito de agua caliente a presión o de vapor, lo cual incrementaría la complejidad del arma y de su construcción y mantenimiento, frente a una calefacción eléctrica. Adoptar esta última, por contra, aumentaría las necesidades del generador o fuente eléctrica. La temperatura y la presión, por último, suelen tener la mala costumbre de volver quebradizos algunos materiales, como el acero, y aunque el casco pueda ser de titanio, otros puntos como los arbotantes o el eje de la hélice y la propia hélice requerirían de estudios y materiales muy complejos.
- Guiado y navegación: Al Status-6 se le supone una capacidad de navegación intercontinental autónoma. No es un imposible, ya que podría hacerse a través del uso de potente cartografía submarina y la utilización de sonares activos y pasivos. Debería, por tanto, ser capaz de alcanzar su ojetivo solo con esos sistemas, ya que al navegar a 1.000 metros no podría mantener comunicaciones con otras estaciones de apoyo, ni enviar mensajes de ningún tipo, dado que no emergería porque a 100 nudos de velocidad su firma acústica será bastante potente y detectable, a varias zonas de convergencias de distancias. Pero es fácil decir eso de “cartografía submarina”. Hablamos de una cartografía a un nivel de detalle como para que un drone sin comunicación sea capaz de navegar solo, expuesto al efecto de las corrientes y a posibles desperfectos desde Rusia a los EE.UU. ya sea por el Atlántico o el Pacifico y además, siguiendo rutas complejas. Una vez más, solo ese programa, supone un coste y una logística inaudita, aunque se posea una flota de avanzados buques capaces de hacerlas, como pudiera ser el buque Yantar u otros.
- Comunicaciones: Las comunicaciones con un elemento sumergido son prácticamente inexistentes, debido a la incapacidad física de las ondas de radio de penetrar mucho en la masa oceánica. Existe la opción, que es la usada hoy día, de comunicar a través de la red de VLF que tan solo hace llegar al submarino a centenares de metros unos pocos dígitos de información. Una vez recibidos estos dígitos suelen necesitar acercarse a una cota de menor profundidad donde reciben más información a través de otros medios, habitualmente una boya con antena. Las antenas de los centros emisores de estas señales VLF suelen tener decenas de kilómetros de largo, y son costosas tanto de construir como de mantener. Su ubicación es conocida y son blancos fáciles en caso de conflicto. Los EE.UU. usan una variante de una antena remolcada por un avión con el mismo fin. Bien, con esta base tecnológica, y no es porque la humanidad no lo intente, ¿Qué comunicación podemos mantener con un drone a tan alta profundidad para dar y recibir órdenes? Piense el lector que la comunicación es necesaria para todo, desde conocer su ubicación a la corrección del blanco o del rumbo, la autodestrucción… Se me antoja difícil imaginar un arma estratégica la cual, una vez disparada, no tenga ni la más mínima posibilidad de cancelar el ataque ¿Y si ocurre un fallo? Insisto, tenemos mejores comunicaciones con las sondas en Marte que con un submarino en patrulla a 300 metros de profundidad.
- Cabeza de Combate: Curiosamente es el único aspecto de todo el programa en el que no creo que la Federación Rusa tenga muchos problemas. Es una cabeza de alta potencia (100 Mt) miniaturizada. Aunque un aspecto técnico complejo, lo cierto es que podría entrar dentro de los desarrollos tecnológicos de las últimas décadas. Incluso reduciendo la potencia, que no afectaría en demasía al rendimiento del arma, lo que facilitaría el problema a los constructores.
- Tiempo de paz y mantenimiento: Un arsenal de un número determinado de Status-6 repartidos por el territorio ruso implica una logística y un mantenimiento excepcionales. Algo obvio. La extinta URSS es famosa por la cantidad de accidentes que sufrieron sus armas de todo tipo, incluidas las nucleare. El problema del Status-6, tal y como nos lo presentan, es que su mantenimiento en tiempo de paz es casi tan arriesgado como su propio uso. Tenemos un reactor nuclear -recordemos que carente de una protección biológica y radiológica adecuada-, en alguna base naval. El reactor debe estar refrigerado, lo cual requeriría de unas instalaciones bastantes caras en regiones no fácilmente accesibles, como suele ocurrir con las bases rusas. Ya le cuesta a Moscú mantener su flota de submarinos bastante, incluso reduciendo su número y sustituyendo antiguos modelos por otros más modernos y eficientes, como para derrochar el escaso presupuesto en estos sistemas que, como toda arma, deben atender a relaciones de coste/eficacia. Asimismo, el personal requerido para su mantenimiento debe ser personal cualificado, algo que también le cuesta a la Armada Rusa pagar y retener. No es que sea imposible, pero seguramente esos técnicos serían más deseables para la propia Armada en el mantenimiento de sus buques operacionales. Pensemos en los años de reformas que llevan los cruceros Kirov u otros submarinos o en los problemas, más que notables, para acometer la modernización del portaaviones Kuznetsov.
- Firma Acústica: Aquellos que nos hemos interesado por la guerra submarina, e inclusos los aficionados, saben que las plataformas que se mueven debajo del agua son detectadas prácticamente solo por el sonido que emiten. Dicho sonido es producido por los equipos que funcionan a bordo, por las hélices y como consecuencia de la velocidad del propio submarino. Un drone a 100 nudos emite tal cantidad de energía sónica al medio submarino que la propagación de este por el océano lo convierte en una plataforma muy fácilmente detectable a larga distancia, desde el momento que comience a superar los 30 nudos. Y recordemos también que existe una cosa llamada SOSUS que, según dicen, ha logrado detectar submarinos a menores velocidades a cientos de millas náuticas de distancia. Los 1.000 metros de profundidad no ayudan a mantener el silencio. La mayor presión del agua a esa profundidad, todo lo contrario, favorece la propagación de las ondas sónicas. Y las capas térmicas son constantes, y hace décadas fueron superadas por equipos de guerra antisubmarina a diferentes profundidades. Aparte, incluso los propios rusos dicen, hace años, haber desarrollado un equipo que detecta las partículas radioactivas que un submarino nuclear deja a su paso por el agua. Equipo que más o menos se supone que la Royal Navy también ha desarrollado. Algo más arriba hablábamos del rastro radioactivo que este drone dejaría a su paso. Si la invisibilidad es la principal ventaja del submarino, el Status-6 la ignora por completo, como ya hicieron los submarinos Alfa, pero con la diferencia de que el Alfa fue concebido como un submarino interceptor para cortas distancias y al Status-6 se le pide un alcance intercontinental. Es una cuestión muy importante y me es fráncamente difícil entender cómo han podido darle solución en la Federación Rusa.
- Fragilidad Tecnológica y Estructural: Por último, y no menos importante, la resistencia del drone ante posibles ataques debe tenerse muy en cuenta. Cierto que podemos suponer que su casco es de titanio en el mejor de los casos, lo cual le confiere un gran capacidad de resistencia. Pero no olvidemos que si viaja a muy alta profundidad, el titanio ya se ve sometido a 101 kg/cm2 de presión, con lo cual cualquier incremento de la presión circundante debido a un ataque parte con esa presión de ventaja hacia el límite estructural del casco. Por no hablar de aquellas tuberías que conecten con el agua exterior como el circuito de refrigeración. Sé que muchos pensaran que actualmente no existen armas ASW que alcancen esas cotas, pero me parece más sencillo desarrollar cargas de profundidad (¿Por qué no nucleares? Ya puestos a lo que se van a enfrentar…) reforzadas capaces de alcanzar dichas profundidades. Como también parece que no sería especialmente complejo localizarlo. De hecho, dependiendo de la distancia a la que se lance, se pueden tener hasta días para interceptarlo. Si el drone tuviera que emerger o salir de la zonas de altas profundidades, para recibir comunicación o no cumpliese con todos los requisitos que Moscú se esfuerza en publicitar -algo casi seguro-, más sencillo sería aun interceptarlo.
Hasta aquí hemos hablado del propio Status-6 como elemento independiente y de sus contras tecnológicos. Como beneficios que el Status-6 aporta a las actuales capacidades de la Flota Rusa la principal es la capacidad de destruir instalaciones navales enemigas de forma permanentes, incluidas las ciudades. Pero eso es algo que ya pueden hacer los ICBM o SLBM de una forma mucho más eficiente, rápida y barata que el Status-6, e incluso los ALCM lanzados desde bombarderos estratégicos, precisamente ahora que Rusia está apostando de nuevo por estos. ¿Por qué, entonces, desarrollar este arma?
La única opción que a este autor se le ocurre es que a día de hoy el Status-6 sería muy difícilmente interceptable, aunque eso se podría solventar en unos pocos años. Pero según las propias declaraciones de Moscú, el Escudo antimisiles estadounidense tampoco es efectivo. Y como arma naval táctica tampoco tiene mucho sentido, teniendo en cuenta el arsenal de SSM con el que cuenta la Federación Rusa. Así que uno de los grandes misterios para este autor sigue siendo cual ha sido la necesidad operacional u estratégica que ha llevado a la Federación Rusa a este desarrollo.
La plataforma
Este drone, además, presenta una particularidad muy curiosa, dentro del concepto que nos han presentado: Requiere de una plataforma submarina para ser lanzado. Después veremos que submarinos son los escogidos para dicha función, pero pensemos antes en el concepto tal cual. Si el Status-6 está diseñado para ser un arma estratégica de limitadas capacidades (por poder atacar solo puntos costeros) o de segunda respuesta, con las mismas limitaciones, por sus características tecnológicas requiere de plataformas específicas para poder ser usado. Por lo tanto, ¿Es rentable para la Flota Rusa construir una serie de submarinos nucleares para el uso exclusivo del Status-6? Debido a la escasez de fondos, de tripulaciones y de unidades disponibles, no parece el camino a seguir para las Fuerzas Submarinas Rusas. Y por solo comentar, los SSBN de la Flota cumplen la misma misión, ofrecen una mayor flexibilidad y son capaces de llevar a cabo su tarea de una manera más práctica y eficiente. No debemos olvidar que la URSS invento el concepto SSBN y que en los últimos años los SSBN Borei y SLBM Bulava han sido dos de los pilares de la financiación de Defensa Rusa.
Como cualquier arma experimental, el Status-6 ha ido pasando a través de diversas plataformas navales submarinas según ha ido evolucionando el proyecto. Decimos que ha ido pasando porque si es cierto que los siguientes buques han estado involucrados en programas de armamentos navales secretos, aunque sin poder atestiguar a ciencia cierta entre ellos haya estado este. Veámoslos.
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