La batalla de «73 Easting», pese a palidecer frente a las grandes batallas de carros de la Segunda Guerra Mundial o de las guerras árabes-israelíes, ha tenido un notable impacto en el imaginario del US Army. Su principal protagonista fue el hoy Teniente General Herbert R. McMaster, uno de los personajes más particulares que ha dado el US Army en las últimas décadas. A todos los atributos que hacen un hombre un oficial excepcional se unen experiencias únicas como la vivida en dicha batalla -que aquí narramos- y el desempeño de los cargos más importantes, como el de asesor de Seguridad Nacional hasta abril de 2018. Además, ha escrito dos libros imprescindible y es profesor en la Universidad de Stanford. Por todo ello, a lo largo de estas páginas aprovecharé para rendirle un merecido homenaje como militar, como persona y como amigo.
Conocí al Capitán Herbert Raymond McMaster allá por el mes de marzo de 1990, cuando visité las intalaciones del 2º Regimiento Acorazado de Caballería (2nd Armored Cavalry Regiment/2nd ACR) del US Army, en Bamberg, Alemania -y yo era entonces comandante, destinado a la sazón en Bruselas-, con motivo de una inspección inicial para estudiar la posibilidad de que fueran transferidos al Ejército español, un cierto número de carros de combate M60A3, y otros vehículos acorazados, almacenados entonces en las bases e instalaciones norteamericanas en la República Federal y que iban a ser retirados del servicio, al ser sustituidos por los más modernos M1 Abrams. Simpatizamos enseguida, y hemos venido manteniendo contacto de forma esporádica.
Recuerdo que McMaster me manifestó su sorpresa por el hecho de que estuviéramos interesados en quedarnos con algunos M60A3, ya que confidencialmente me dijo que no merecía la pena, por ser ya carros obsoletos y que habían recorrido muchas millas, y efectuado numerosos disparos, aunque la transferencia fuera gratuita, pero que no era así el mantenimiento ni su puesta en servicio. Eso era algo que yo personalmente sabía, pero que el Estado Mayor del Ejército, en Madrid, prefería ignorar. El Ejército español en 1990 no estaba bien, como tampoco lo está ahora, pero el cuadro de las unidades acorazadas si era algo, era patético.
Se disponía de un elevado número de carros M47, modernizados a la versión diesel aunque conservando el mismo cañón de 90 mm, y de carros M48A5, también diesel, pero estos con el mismo cañón de 105/51 que los M60A3 y M60A1 -si bien sin telemetro láser ni estabilización-, además de un número no pequeño de AMX-30E -con cañón diferente de 105/56-, fabricados en España, pero plagados de averías y escasamente operativos. Es decir, tres versiones de carros diferentes, con diferentes municiones, y con el problema logístico que eso conllevaba
Personalmente en mi informe lo desaconsejé, pero no sirvió de nada. Al final España se quedaría con más de 200 carros M60A3, e incluso unos 50 M60A1, en el marco de los denominados “Acuerdos TLE” (Transfer of Limited Equipment). ¡Ahora se pasaba no solo a tener tres tipos diferentes de carros, sino cinco! Más adelante, y ya como teniente coronel, conseguimos iniciar el programa Leopardo y los carros M60 serían paulatinamente retirados del servicio. McMaster me felicitaría por ello, lo que le agradecí (un articulo mío sobre los Leopard 2 para España se publicaría por la revista Armor del US Army).
Con motivo de su nombramiento por el Presidente Trump, que confieso me sorprendió, le escribí una nota de cortesía deseándole mucha suerte, aunque albergando muchas dudas sobre el futuro, conocedor como era de que mi amigo Herbert, si tenía fama de algo, era precisamente de no callarse y de decir siempre lo que pensaba, sin importarle para nada si ello era “políticamente correcto”, o no. Lo que sigue es la historia de Herbert, o “HR” como le conocen sus amigos, al menos hasta hoy…
Unas pinceladas biográficas
Herbert McMaster es natural de Philadelphia, en Pennsylvania, hijo de militar veterano de la guerra de Corea -capitán de infantería-, y de madre de origen italiano. Pertenece a la promoción de 1984, de la Academia Militar de West Point, de donde se graduó como alférez (second lieutenant) de Caballería (Armor), pasando a continuación a realizar el curso básico del Arma Acorazada, en Fort Knox, Kentucky, y el curso de paracaidismo en Fort Benning, Georgia. Solicitó hacer el curso de piloto de helicópteros pero fue rechazado en el reconocimiento médico por astigmatismo, y fue destinado a la 2ª División Acorazada, en Fort Hood, Texas, que era la única equipada en ese momento con los carros M1 Abrams, y la dotada con el material más moderno de todo el US Army. Antes de incorporarse a Fort Hood, sin embargo, hizo el curso básico de Ranger, de fuerzas especiales, que duraba 9 semanas, de nuevo en Fort Benning.
A su llegada a Fort Hood fue destinado al Primer Batallón, del 66º Regimiento de Carros, en donde se le dio el mando de la Sección de Mantenimiento y Apoyo del Batallón, lo que no le gustó nada, pero no tuvo elección. Ocho meses despues lograría pasar a una compañía de carros, en donde se le dio el mando ya de una sección de carros. En 1987, tras haber mandado sección de carros, y haber ejercido también como jefe de la plana mayor de la compañía -un puesto desempeñado normalmente por el teniente más antiguo-, solicitó el mando de la sección de reconocimiento del batallón, un puesto que, al contrario de lo que suele ocurrir en el Ejército español, solo se le da a los mejores tenientes del batallón y con mayor experiencia, y que conlleva una gran responsabilidad ya que, en la fase inicial del combate, el batallón casi está en las manos de su sección de reconocimiento.
Recuerdo haber hablado de esto en algún momento con “HR”, y siempre me manifestó su incomprensión de que en España no lo vieran así (yo mismo, en mi primer destino tuve el mando de la sección de reconocimiento -dos carros ligeros M41 y tres TOAs M113A1-, pero no por ser el mejor oficial, sino por ser ¡¡el más moderno!!). McMaster tuvo así el mando de seis M2/M3 Bradley IFVs y 30 hombres, en lugar de los 4 M1A1 Abrams, de su antigua sección de carros, y su misión no era otra más que ser los “ojos y oídos” de su batallón.
“HR” me contaba que, tras varios ejercicios y maniobras en Europa, llegó al convencimiento de que la caballería acorazada era el elemento de mayor importancia crítica en el campo de batalla moderno. En 1988, McMaster ascendió a capitán (a los 4 años de su salida de West Point) y asistió al Curso Avanzado del Arma Acorazada (Armor Officer Advanced Course/AOAC)1, en la Escuela del Arma Acorazada, en Fort Knox, Kentucky. Este curso, en esencia, preparaba a los jóvenes capitanes para el mando de compañía/escuadrón (company/troop), y para las tareas de plana mayor del batallón, grupo de escuadrones, o regimiento acorazado de caballería. Sin la realización de este curso, en principio, no se ascendía al empleo de mayor.
Tras la realización de este curso fue cuando McMaster fue destinado a Alemania, al 2º Regimiento Acorazado de Caballería (2nd Armored Cavalry Regiment/ACR), cuyo cuartel general y plana mayor estaban en Nuremberg, pasando a desempeñar el puesto de oficial adjunto de operaciones (Assistant S-3) hasta enero de 1990, cuando le dieron el mando de un escuadrón mixto (Eagle Troop)2 -acuartelado en la base Warren (Warren Barracks), en Bamberg, a unos 40 km de Nuremberg-, con nueve carros Abrams y trece M2/M3 Bradley, momento en el que nos conocimos. McMaster permanecería en ese destino hasta 1992, participando en 1991 en la primera guerra del Golfo, en la Operación “Desert Storm”, y protagonizando en ese marco una hazaña increíble que se relata a continuación.
En 1994, ya ascendido a mayor, fue destinado a la Academia Militar de West Point como profesor de historia, hasta 1996, cuando se tomó un año sabático para obtener un doctorado en historia, en la Universidad de North Carolina, en Chapel Hill, lo que consiguió en 1997. La tesis que McMaster presentó para su doctorado, resultaría muy controvertida, pero acabaría teniendo un éxito resonante cuando se publicó como un libro con el título “Dereliction of Duty” (Negligencia en el cumplimiento del Deber)3. La lectura de su tesis en la universidad le propulsó como asesor de la Hoover Institution, y del Consejo de Relaciones Exteriores (Council of Foreign Relations), y motivó que pasara un año en Londres, como consultor del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). En 1999 se diplomó de estado mayor, en la Escuela de Mando y Estado Mayor (US Army Command & Staff College), de Fort Leavenworth, Kansas.
Entre 1999 y 2002 estaría al mando del 1º Grupo de Escuadrones “Quarterhorse”, ya como teniente coronel, del 4º Regimiento de Caballería, ubicado normalmente en Fort Riley, Kansas, encuadrado en la 1ª División de Infantería, y tuvo varios destinos en el estado mayor del Mando Central (USCENTCOM), en Tampa, Florida. En 2003, siendo coronel ya, realizó un master en estudios estratégicos -por cuenta de la Escuela de Guerra del Ejército (Army War College)-, en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford (Stanford University’s Hoover Institution). En 2004 tomó el mando de un regimiento acorazado -el 3º ACR-, pero esta vez en Irak, en donde su misión fue la de pacificar la ciudad de Tal Afar, en el NE de Irak, lo que llevó a cabo satisfactoriamente entonces. La clave de “HR” fue simplemente la de ganarse a la población y de que no vieran a los soldados norteamericanos como invasores. Desafortunadamente no todos los mandos norteamericanos en Irak actuaron de la misma forma.
En 2006 cesó en el mando del regimiento, y volvió a Londres un año más, como analista e investigador del IISS, regresando a los Estados Unidos en 2007 para trabajar en el equipo de asesores del General David Petraeus, en la revisión del nuevo manual de contrainsurgencia, hasta 2008. En este punto tengo que decir que McMaster ya había sido evaluado y considerado para el ascenso a general de brigada, en 2006 y 2007, y rechazado en las dos ocasiones, sin que se le comunicara el motivo, lo que es la norma en el US Army. Aunque él nunca me lo ha dicho, asumo que este hecho fue la razón por la que decidió solicitar permiso e irse a Londres durante un año. La impresión es que se le negó el ascenso, precisamente por las criticas vertidas contra la cúpula militar del momento, en su libro antes mencionado sobre la guerra de Vietnam.
Sin embargo, a finales de 2007, el Secretario del Ejército, Mr. Pete Geren, había encargado al General Petraeus una revisión de los ascensos, y McMaster fue finalmente seleccionado, ascendiendo en 2009 a general de brigada, y siendo destinado a Afganistán en 2010, al Cuartel General de ISAF, en Kabul. En 2012 ascendió a general de división, y fue nombrado comandante de la Escuela de Maniobra (Army’s Maneuver Center of Excellence) en Fort Benning, Georgia. En 2014 ascendería a teniente general, y en febrero de 2017 fue nombrado Asesor de Seguridad Nacional por el Presidente Trump, cesando en este puesto el pasado 9 de abril de 2018. Culmina de este modo la carrera de un soldado, de un jinete y de un carrista, que como corresponde a un caballero de honor había dedicado su vida al servicio de su patria.
La batalla de «73 Easting»
La Operación “Desert Storm” comenzó el 17 de enero de 1991, y se dio por finalizada el 28 de febrero, con la liberación de Kuwait. La operación fue dada a conocer a la opinión publica como una victoria total, y como el triunfo indiscutible de la superioridad militar norteamericana. A tenor de lo que ocurriría en Irak a partir de 2003, y que de alguna forma, continúa en nuestros días, calificar aquello como un triunfo resulta muy discutible. La fase terrestre, denominada “Desert Sabre” (Sable del Desierto), no comenzaría, sin embargo, hasta el 22 de febrero. Durante 42 días y noches consecutivas, se calcula que la coalición aliada llevó a cabo más de 100.000 salidas aéreas, y lanzó unas 88.500 toneladas de bombas sobre las fuerzas iraquíes, como preludio y preparación del ataque terrestre.
En 1991, el 2º Regimiento Acorazado de Caballería (llamado en el US Army, simplemente “Segundo de Caballería”) tenía una plantilla de alrededor de 4.000 efectivos y 350 vehículos acorazados de cadenas. Reforzado con artillería -un grupo autopropulsado con 32 obuses M109 A2 de 155/39 mm-, y durante el primer día de guerra, con un batallón de helicópteros de ataque Apache AH-64, era una fuerza considerable. Diseñado y concebido para combatir en Europa contra el Pacto de Varsovia, el regimiento se organizó en tres grupos de escuadrones4 (Squadrons), además del grupo de escuadrones de caballería aérea, con 74 helicópteros. El escuadrón de McMaster pertenecía al Grupo “Cougar”. En Irak, el “Segundo de Caballería”, al mando del Coronel Don Holder, iba a ser la vanguardia del VII Cuerpo de Ejército5, bajo el mando del General Fred Franks. Posteriormente, y dependiendo de la situación, el General Franks se reservaría la decisión de sí ordenar al regimiento continuar el avance hacia el norte de Basora -cortando la retirada a la Guardia Republicana-, o girar 90º hacia el este, y enfrentarse directamente con la Guardia Republicana.
El Grupo de Escuadrones “Cougar” estaba al mando del Teniente Coronel Mike Kobbe6, un oficial que no era muy querido por sus subordinados, debido a su actitud excesivamente estricta y rígida en lo que se refería a aplicar el reglamento, las más de las veces de forma absolutamente ciega e irreflexiva -algo que abunda desgraciadamente también en el Ejército español-, y que tampoco parecía confiar en sus subordinados. El S3 del Grupo era el Mayor Douglas MacGregor7, un excelente oficial con grandes conocimientos, que escribiría diversos tratados sobre táctica, y empleo de unidades acorazadas, pero que no alcanzaría el generalato, sin embargo, quizás por ser excesivamente crítico con los generales de aquel momento, y las decisiones adoptadas por el alto mando. Sería MacGregor realmente quien dirigió la maniobra del Grupo de Escuadrones en la Batalla de “73 Easting”, y quien compensaba los errores y deficiencias del Teniente Coronel Kobbe.
La amenaza que se consideraba como principal, y de mayor gravedad, en aquellos días, no era la capacidad en sí de las fuerzas irakíes, sino la posibilidad de que Saddam Hussein decidiese utilizar armas químicas, como gases mostaza o sarin, que ya habían sido utilizados tanto contra los kurdos como contra los iraníes. Aunque la probabilidad de su empleo era baja, se consideraba como una hipótesis, y naturalmente el Teniente Coronel Kobbe ordenó que conforme al reglamento, en el asalto inicial a la zona controlada por Irak, todo el personal del Grupo llevase puesto el traje de protección y máscara NBQ. Ni que decir tiene la incomodidad que ello suponía para las tripulaciones de los vehículos acorazados, especialmente en los carros, que carecían de sistemas de aire acondicionado en aquellos días, pero naturalmente la orden fue cumplimentada.
La misión del regimiento no era otra que la de encontrar a la Guardia Republicana irakí, y fijarla afín de que pudiera ser destruida por las divisiones acorazadas del VII Cuerpo. En principio, se trataba de una misión similar a la que un regimiento acorazado llevaría a cabo en el escenario de Europa Central, pero en un panorama geográfico diferente. El Mayor MacGregor llegaría a mencionar que la idea de maniobra parecía haberse concebido para una confrontación con el Ejército soviético en la zona de Fulda, en Alemania. Incluso el Ejército irakí se veía como una réplica del Ejército soviético. Sin embargo, la maniobra y movimientos en el desierto irakí iban a ser muy diferentes de las maniobras tradicionales en Europa Central. Por el contrario, el desarrollo y evolución de la maniobra iba a ser más parecido a los combates entre el Afrika Korps y el VIII Ejército británico en el norte de África en 1941 y 1942. Para empezar, en el desierto arábigo hubo que descartar las formaciones cerradas que a veces, en los densos bosques alemanes, había que utilizar, y aumentar mucho más las distancias entre vehículos.
La ofensiva que se había encomendado al VII Cuerpo, para destruir a la Guardia Republicana irakí, iba a requerir acción de mando y dirección en vanguardia de las tropas, pero como reconocerían tras la batalla tanto MacGregor como McMaster, los generales norteamericanos iban a estar ausentes del frente, al menos de primera línea. El planeamiento del avance a traves del sur de Irak, iba a resultar lento, deliberado, pero excesivamente prudente ante la actitud poco decidida del adversario. MacGregor, en particular, criticaría el excesivo número de líneas de coordinación que se habían fijado en lo que era simple desierto sin accidentes, calificándolas como poco apropiadas para un combate de movimientos rápidos. El Mayor MacGregor pidió a McMaster su opinión en cuanto a la formación a adoptar por el Grupo de Escuadrones en su avance, y éste sin vacilar propuso lo que se conoce con el nombre de “diamante”: un escuadrón mixto en vanguardia, seguido por los otros dos escuadrones mixtos escalonados en los flancos, con los vehículos separados entre doscientos y trescientos m, con el escuadrón de carros en el centro del despliegue, y el mando (Centro Táctico de Operaciones/TOC) con el tren de combate, y servicios, en el vértice posterior del despliegue. Era la mejor solución para avanzar con tres escuadrones abarcando todo el frente del Grupo, que venía a medir unos 20 km aproximadamente. Los tres escuadrones mixtos venían a cubrir unos 15 km del total de ese frente, pero se disponía de unos 5 km de espacio para observación y maniobra en cada flanco. El escuadrón de McMaster (Eagle Troop) era el escuadrón que iría en vanguardia, en un principio.
Cada carro M1 Abrams llevaba una dotación de 40 disparos de 120 mm, en adecuada proporción de proyectiles perforantes con núcleo de uranio empobrecido HVAPFSDS, denominados SABOT en el lenguaje carrista norteamericano, de carga hueca HEAT, multipropósito MPAT, contra fortificaciones OR (Obstacle Reducing), y antipersonal CANISTER, y cada M2 Bradley, por su parte, llevaba 1500 disparos de munición perforante de 25 mm, también a base de uranio empobrecido, 480 disparos de munición explosiva HE, y 10 misiles contracarro TOW. Un solo escuadrón poseía, por lo tanto en teoría, capacidad para destruir 300 carros de combate enemigos.
La idea era que los Bradley avanzasen delante de los carros, en función de exploración, y que los carros procedieran a asaltar y atacar al enemigo, una vez identificado éste. Un problema que se revelaría, a lo largo de los combates que tuvieron lugar, fue la necesidad de mantenimiento frecuente de los filtros de aire, debido a la arena, y la conveniencia de parar los motores para economizar combustible, cada vez que se hicieran altos prolongados, dado el alto consumo de la turbina de los carros Abrams. El Grupo lograría realizar abastecimientos completos de los 42 carros con que contaba, en menos de 16 minutos, y el total, incluyendo los vehiculos de ruedas, en 45 minutos.
El Mayor Macgregor tomó también la prudente decisión de utilizar un carro Abrams como su vehículo personal de mando, y trasladar su puesto de mando a un Bradley, en vez de utilizar el M577 de mando que era demasiado fácil de identificar por el enemigo. El mando norteamericano, en cualquier caso, había hecho planes de contingencia y esperaba que se iban a sufrir elevadas bajas, por lo que estaba actuando con excesiva prudencia, y había considerado que no sería posible avanzar a una velocidad superior a 15 km/h, lo cual empezó a exasperar a todo el personal del regimiento, máxime cuando se empezó a hablar de llevar a cabo reabastecimientos de combustible cada 30 o 50 km. Al final, durante los dos primeros días de avance, se realizarían reabastecimientos cada 5 o 6 horas de marcha8, y se aprovechaba cada detención para repostar.
Sin embargo, tras la noticia de la destrucción de la 5ª División Mecanizada irakí en la batalla de Khafji -en el este-, el 29 de enero, el cuadro que la inteligencia norteamericana pudo presentar apuntaba a que “los irakíes eran incapaces de coordinar fuego y movimiento, y por lo tanto eran incapaces de maniobrar. Todo lo más que eran capaces de hacer era atacar en oleadas, con columnas de carros y BMP,s; en suma, eran incapaces de combatir realmente”9. Esta noticia restaba argumentos a la cautela que el mando del Cuerpo de Ejército demostraba, pero aún así, no se modificó inmediatamente esta actitud de prudencia.
El frente venía definido por lo que se consideraba la frontera entre Arabia Saudí y lo que, tras la ocupación de Kuwait, era ahora Irak, y que estaba protegido por una especie de arcén elevado o terraplén, a modo de obstáculo artificial de arena de considerable dimensiones -entre 3 y 4 m de altura según las zonas- , combinado con alambradas, zanjas contracarro y minas, preparado por los irakíes, y en el que los zapadores norteamericanos tendrían que abrir numerosas brechas10. Inicialmente, la idea era la de iniciar el ataque el 25 de febrero, pero debido al éxito inicial obtenido en el ataque y progresión de la coalición aliada en el este hacia Kuwait, se decidió adelantar el momento de comenzar la ofensiva al 23 de febrero, por lo que el regimiento desplegó en la tarde del 22 de febrero en la frontera, al sur del terraplén, e inició su avance unas 15 horas antes de que se desencadenara la ofensiva general. Sorprendentemente, no hubo ninguna reacción irakí, ni fuego de artillería ni nada de nada; la impresión era la de que los irakíes ni siquieran eran conscientes de la maniobra y movimiento de las fuerzas norteamericanas. No se detectaron vuelos de reconocimiento irakíes en ningún momento, ni actividad de exploración terrestre.
Los escuadrones del Grupo tenían nombres acordes con su denominación orgánica en el regimiento: escuadrón mixto E -Eagle-, al mando del Capitán McMaster; escuadrón mixto F -Fox-, al mando del Capitán Tom Sprowls; escuadrón mixto G -Ghost-, al mando del Capitán Joe Sartiano, y el escuadrón de carros H -Hawk-, al mando del Capitán Bruce Tyler; el indicative del Grupo era Cougar. Cada escuadrón contaba, para el franqueo del obstáculo, con una sección de zapadores, dotada con un bulldozer blindado para remoción de tierras (Armored Combat Earthmover/M9 ACE), que tras el paso del terraplén, pasarían a la retaguardia del Grupo de Escuadrones, integradas en la compañía de zapadores asignada al regimiento. Asimismo, el grupo contaba con una batería autopropulsada de M109A2 con 8 piezas -procedente del grupo de artillería asignado al regimiento-, como apoyo de fuego directo de su maniobra. Los escuadrones Fox y Ghost contarían además, cada uno, con un equipo especial de operaciones sicológicas y una unidad para control de los posibles prisioneros de guerra enemigos.
La validez de un obstáculo está en proporción directa a cómo esté de cubierto y batido por el fuego, precisamente para impedir o dificultar su franqueamiento, de no estarlo solo retrasa su paso momentáneamente. El terraplén con que se encontró el Grupo “Cougar” estaba prácticamente abandonado y no estaba cubierto por el fuego. El mando norteamericano se sorprendió, aunque los numerosos medios de reconocimiento y observación de que se disponía deberían haberlo descubierto con toda precisión11. No obstante, el VII Ejercito actuó como si lo estuviera, y la preparación artillera fue exhaustiva.
Apenas iniciado el despliegue del Grupo, inmediatamente al sur del obstáculo fronterizo -hacia la 1:30 pm-, para preparar su paso a primera hora de la tarde del 23 de febrero, la artillería del VII Cuerpo -hacia las 2:30 pm hora local-, llevó a cabo una preparación de gran intensidad con empleo de todas las piezas disponibles de 155 mm -un total de 13 grupos autopropulsados, con 416 piezas-, y 10 baterías de lanzacohetes MLRS, que lanzaron más de once mil proyectiles durante media hora, y cuyos efectos solamente se hicieron sentir en la inmensidad del desierto, sin afectar a las fuerzas irakíes, ya que simplemente, éstas ni siquiera estaban en la zona, y se habían replegado al interior del desierto. Dado que el mando del VII Cuerpo no quiso utilizar los helicópteros de que disponía, hasta iniciado ya el avance, siempre por exceso de prudencia, no tuvo manera de saber lo que había realmente al otro lado del terraplén, aunque si hubiera habido algo, se habría volatilizado con la intensidad del fuego artillero. Tras la preparación, el movimiento se inicio más como una marcha de aproximación que un ataque, marchando las unidades en columna, detras de la fuerza de vanguardia, que no era otra que el entero 2º Regimiento de Caballería. Con tres grupos de escuadrones desplegados en primer escalón, y la cobertura ya de los helicópteros del cuarto grupo de escuadrones (Aviation Squadron), el regimiento abrió la brecha en el terraplén y se adentró en el desierto. A unos 30 minutos en tiempo, le seguían los elementos de vanguardia de dos divisiones acorazadas, y más al este, una división de infantería, que abrió el camino a la Primera División Acorazada británica12, al mando del General Rupert Smith.
El escuadrón Eagle fue el primero en cruzar el terraplén, tras abrir brecha la sección de zapadores apoyada por los Bradley de una sección de exploradores, con el carro de McMaster en vanguardia, y las dos secciones de carros en columna. Al mismo tiempo, los helicópteros OH-58 Kiowa y AH-1F Cobra del regimiento, se adentraban en vuelo táctico, en el desierto, precediendo a los escuadrones mecanizados. Apenas ya en zona enemiga, todos los carros y vehículos del escuadrón, procedieron a abrir fuego con todas sus armas, menos los misiles Tow, para comprobar su correcto funcionamiento, mientras avanzaban. Recorridos unos 20 km, y alcanzada la primera línea de coordinación (Línea de Coordinación Becks)13, en torno a las 16:30, el escuadrón hizo alto -obedeciendo órdenes-, y se detuvo el avance hasta el dia 24. Algunos oficiales, como MacGregor y McMaster, calificarían el avance como el movimiento de un caracol.
Aunque inicialmente el VII Cuerpo contaba con un batallón de helicópteros Apache -en el marco de toda una brigada de aviación de ejército a su disposición- , por decisión del General Franks no se pusieron a disposición del regimiento -como se había previsto inicialmente-, y por lo tanto el Grupo solo contó con los helicópteros del 4º Grupo de Escuadrones del Regimiento, que eran esencialmente Kiowa y Cobra, y que de todos modos, tenían órdenes de no ir más allá de solo 15 o 20 km por delante de los elementos más adelantados de la vanguardia del regimiento -y por ende del Grupo-, por lo que no iban a resultar de gran ayuda a la hora de descubrir al enemigo, sobre todo cuando el tiempo empeoró notablemente.
Nada más cruzar el terraplén, la disposición inicial de la formación en “diamante” se modificó en el sentido de que fue el escuadrón Fox (Capitán Sprowls) el que iba en vanguardia -con una sección de exploradores adelantada entre 10 y 20 km al conjunto del Grupo-, seguido del puesto de mando avanzado del Grupo (S3 Mayor MacGregor, con un carro M1 y un vehículo Bradley), y con el escuadrón Eagle, de McMaster, al oeste, y el escuadrón Ghost (Capitán Sartiano) al este, ambos ligeramente retrasados respecto de Fox. Cerrando la marcha, a unos 5 km, en el centro del despliegue, iba el escuadrón de carros Hawk (Capitán Tyler), con la batería de artillería autopropulsada adelantada unos 2 km, y desplegada en línea. Los trenes y mando del Grupo cerraban la retaguardia a una distancia entre 4 y 9 km del escuadrón Hawk. Los escuadrones mixtos avanzaron en formación de “cuña” con una sección de exploradores en vanguardia -seis vehículos Bradley-, seguida de la sección de morteros pesados y del observador avanzado de artillería (todos sobre M113), e inmediatamente detrás, el mando del escuadrón (un carro M1, un vehículo Bradley y un vehículo de mando M577), con las dos secciones de carros en segundo escalón, y la otra sección de exploradores protegiendo la retaguardia. El Grupo venía a cubrir un frente de entre 10 y 15 km, por casi 30 km de profundidad.
Todo el recorrido hasta la línea Becks transcurrió sin ninguna novedad, y no había ni rastro de fuerzas irakíes por ningún sitio, lo que resultaba frustrante y motivaba a los escuadrones a seguir avanzando, pero se obedecieron las órdenes y la marcha se detuvo hasta las 07:00 del día siguiente, 24 de febrero. Durante la noche comenzó a llover y el tiempo se deterioró considerablemente14.
A esa hora, 07:00, el Grupo recibió órdenes de avanzar hasta la siguiente línea de coordinación (Busch), a unos 15 km, para una vez allí, establecerse en defensiva. Sin embargo, dado como se desarrollaba la situación en el eje de progresión de las fuerzas que avanzaban a lo largo de la costa15, hacia las 02:30 pm, se ordenó nuevamente al Grupo continuar su avance hasta el primer objetivo asignado (denominado “Objetivo Merrell”), a unos 60 km de distancia.
Cuando ya se habían recorrido unos 35 km en el interior de la zona enemiga, y se seguía sin tener contacto alguno con unidades irakíes, el oficial de enlace aire (ALO/Air Liaison Officer) informó de que había un escuadrón de aviones de ataque Thunderbolt A-10 (Nails -Clavos-, en argot), sobre el objetivo Merrell, y pedía instrucciones. Los A-10 habían identificado, en el objetivo, fuerzas del orden de una compañía de carros (T-55), enterrados en posiciones defensivas, y lo que parecia un grupo de artillería de campaña en sus asentamientos, además de fuerzas de infantería en posiciones. Es decir, una fuerza considerable.
El Mayor MacGregor inició, por consiguiente, una petición de apoyo aéreo directo (Close Air Support/CAS), y tras unos 4 ó 5 minutos que parecieron una eternidad, el oficial ALO informó nuevamente de que, tras sucesivos ataques, la evaluación del escuadrón de A-10 era la de que toda la artillería y los carros identificados parecían destruidos, pero la infantería que había sobrevivido se había enterrado en sus posiciones y no era visible. Los A-10 se retiraron y el Grupo “Cougar” continuó el avance, con el escuadrón Fox en vanguardia, adelantado unos 15 km, hacia el objetivo Merrell.
Hacia las 3:30 pm, la sección de exploradores del escuadrón Fox, comunicó que recibía fuego de armas ligeras, respondiendo al mismo con los cañones de 25 mm de los Bradley, y haciendo dos bajas al enemigo, tras lo cual toda una sección de infantería se rindió al escuadrón. Los soldados irakíes apenas tenían agua ni alimentos desde hacía varios días, y se encontraban en un estado lamentable. La sección enemiga era, con toda seguridad, un elemento avanzado del escalón de seguridad de una división, y pronto se detectó una fuerza equivalente a una compañía de fusiles en defensiva, que tras una resistencia simbólica, empezaron a rendirse casi por pelotones formados. Apenas hubo empleo de la fuerza, al margen de algunos disparos desde los Bradley o las ametralladoras de los carros. El cañón Bushmaster del Bradley resultó ser de una precisión imponente y la letalidad de sus proyectiles -de uranio empobrecido-, superó todas las expectativas imaginables.
Alrededor de las 4:00 pm, la sección de exploradores estaba sobre el objetivo Merrell, descubriendo que algunos camiones no habían sido afectados por el ataque de los A-10, por lo que procedió a destruirlos, al tiempo que abría fuego también sobre grupos de irakíes que disparaban con armas ligeras, y sobre las fortificaciones existentes en el objetivo. Desde el mando del regimiento, no obstante, se ordenó detenerse ligeramente al sur del objetivo, y esperar al día siguiente para reanudar el avance, de nuevo tras una intensa preparación artillera sobre el objetivo; un objetivo que ya había sido neutralizado, por otra parte. Todo indicaba que el método que había sido acordado previamente por el mando del VII Cuerpo se iba a seguir al pie de la letra, independientemente de lo que ocurriese; todo, menos flexibilidad. El propio McMaster, saliendo de su carro, parece que exclamó: “¿Qué diablos pasa con nosotros? ¿Sabe el mando de qué va esto? ¡En una guerra los carros no paran, a menos que les obligue el enemigo a detenerse!”. MacGregor estimó la situación como deprimente; para empezar, se detenía la acción cuando se estaba en plena ofensiva, para, a continuación, desencadenar una nueva preparación artillera sobre una porción de desierto totalmente vacía otra vez.
El Grupo obedeció las órdenes recibidas, y se detuvo, desplegando en donde se le había indicado, aunque eso significase romper el contacto con el enemigo. A las condiciones meteorológicas desfavorables se unía ahora la noche, y una densa atmósfera de oscuridad provocada por el incendio deliberado de los pozos de petroleo, más al este, por las tropas irakíes en retirada de Kuwait. El Grupo había avanzado unos 75 km durante todo el día 24 a traves del desierto. Durante la noche se produjeron combates esporádicos al intentar grupos aislados de infantería irakí atacar al escuadrón Eagle, que neutralizó estas acciones con fuego de mortero, cañón de los Bradleys, y ametralladoras, sin sufrir ninguna baja. Hacia la 01:00 am, toda accion hostil había cesado por completo.
A las 06:30 am del día 25 de febrero, tuvo lugar una intensa preparación artillera de diez minutos de duración sobre el objetivo Merrell, y a continuación, la sección de exploradores del escuadron Fox reanudo la marcha, en dirección al nuevo objetivo, Objetivo Gates. Hacia las 10:00 am, tras recorrer unos 45 km, el Grupo alcanzó la linea de coordinación Miller, ligeramente al sur del objetivo, sin encontrar, nuevamente, presencia enemiga alguna, aunque sí había indicios de movimientos. En esa línea, y para consternación del Grupo una vez más, se le ordenó establecerse en defensiva, ocupando un semicirculo de 40 km de diámetro, con el escuadrón Eagle, de McMaster, en el flanco derecho, el escuadrón Fox, en el centro, y el escuadrón Ghost en el flanco izquierdo, enlazando con el 3º Grupo de Escuadrones del Regimiento. La decisión tomada por el mando era la de hacer una pausa, y reiniciar el avance al amanececer del día 26. El tiempo continuaba siendo muy inclemente y la lluvia aumentó, por lo que se aprovechó la detención para repostar y municionar.
Hacia las 2:00 pm, no obstante, el escuadrón Ghost estableció contacto con el enemigo, empeñándose en combate contra una compañía de infantería mecanizada irakí en marcha, sobre vehículos de cadenas rusos MTLB, a la que acompañaba una sección de artillería de campaña remolcada. Tras un breve intercambio de disparos, la unidad irakí, con sus vehiculos intactos, se rindió por completo al Capitán Sartiano, que tomó posesión de los vehículos que, al parecer, eran completamente nuevos. McMaster tuvo ocasión de probar, incluso, uno de ellos durante la larga pausa del dia 25, y como comentaría posteriormente, le resultó muy decepcionante: “Era muy agobiante, con muy poco espacio, un blindaje ligero, y una complicada transmisión mecánica de ocho velocidades, y abarrotado de munición. Era una trampa mortal”. Era evidente que la Guardia Republicana irakí estaba cerca, y el Grupo de Escuadrones iba a enfrentarse pronto a ella.
La noche del 25 al 26 de febrero no transcurrió facilmente, a nivel de planeamiento; si, por una parte, desde el mando de la operación (General Schwarzkopf) se consideraba oportuno seguir el avance, sin dar tregua al enemigo, por otra, desde el mando del VII Cuerpo (General Franks), se era más prudente y se pensaba en hacer un paso de escalón, y colocar a las divisiones acorazadas en vanguardia, por lo que, de algún modo, se consideraba que la misión del “Segundo de Caballería” había terminado. En cualquier caso, la idea de maniobra era la de hacer ahora un giro de 90º al este, y enfrentarse directamente a la Guardia Republicana, en un movimiento comparable a lo que se ejecuta en el fútbol americano, y que se conoce con el nombre de “Ave María” (Hail Mary). Cuando en el Grupo se tuvo conocimiento de que se estaba pensando en relegar ahora al regimiento, la desilusión fue completa. McMaster se enfadó tan tremendamente que se fue a dormir, y sería su jefe de plana mayor quien tendría que despertarle y recordarle que la guerra seguía.
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